jueves, 16 de julio de 2009

La Alianza entre el Trono y el Altar

En la Edad Media, el hombre se hallaba inmerso en una época cristo-céntrica, en la que los Padres de la Iglesia se encargaban de transmitir al mundo la concepción de una sociedad cristiana universal.

La Cristiandad estaba sometida a dos poderes: el religioso, que era la Iglesia de Roma, encabezada por el Papa, y el secular, que era representado por un líder, el emperador o el monarca del país cristiano más importante. Para la Iglesia era necesario que el soberano fuese ungido, para que, como rey por la gracia de Dios, promoviese la justicia y la paz en la Cristiandad. De esta manera la Iglesia, como guardiana de la fe, se apoyaba en los reyes y los ungía para que guiasen a la Humanidad hac
ia su redención.




La Cristiandad como conjunto de países cristianos nació en el siglo IV, cuando el emperador converso Constantino hizo de ella la religión oficial del Estado y en el 325 convocó el primer concilio ecuménico, el de Nicea, presidido por el papa Silvestre I y al que asistieron representantes de todo el mundo civilizado. Entre los pueblos bárbaros fue el reino de los francos el primero que se cristianizó, al convertirse su rey Clovis (o Clodoveo) en el 496, le siguió el reino visigodo de Hispania en el 587. Con San Benito de Nursia la Cristiandad cobró realidad en el siglo VI, desarrollándose un tejido de monasterios en los que se preservó la fe, se transmitió la cultura clásica y se evangelizó de nuevo Europa, incluso mucho más allá del antiguo Imperio Romano.

En los siglos XII y XIII se alcanzó el apogeo de la Cristiandad. Fue un período de plenitud, de altos ideales y de inesperados prodigios, en el que la conquista de Jerusalén y el establecimiento de un reino y varios principados en Tierra Santa provocó un desbordamiento de alegría piadosa y una revitalización de la fe.



En aquella Europa existían monarcas fieles al Papa que se convirtieron en el brazo secular de la Iglesia Católica, en el marco de una permanente “alianza entre el trono y el altar”, a diferencia de los díscolos emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico, que habían dejado de ser defensores de la Santa Sede. Al rey que recogió esta función protectora, para hacer sobrevivir el ideal profundo del Imperio, se le dio el título de Cristianísimo, como en el caso de los Capetos de Francia, o sencillamente Católico, como se calificó a los primeros reyes de la España unificada.

Los líderes cristianos de la realeza de Europa entre los siglos VIII y XVI se suceden durante treinta generaciones de diferentes dinastías: siete son Carolingios, cuatro Sajones, diez Capetos, cinco Valois, tres Habsburgos y los primeros reyes de la España unificada. Pero todos pertenecen a un solo linaje que desciende del enlace entre la Casa real de David en Occidente y la estirpe cristiana de Carlomagno. A lo largo de este período destacan cuatro soberanos como grandes protectores de la Iglesia, defensores de la Cristiandad en el exterior por medio de las armas y en el interior por la difusión de la fe: el carolingio Carlomagno, el sajón Otón III, el Capeto San Luis y el Habsburgo Carlos V.



De los emperadores a los reyes


En el año 800, el Papa León III coronó a Carlomagno, rey de los francos, como emperador de los romanos y líder secular de la Cristiandad, el que pasaba a sustituir en Occidente al emperador de los bizantinos o romano-orientales. Entonces, la Cristiandad pasó a replegarse a Europa occidental, en Roma y en Aix-la-Chapelle.



Los emperadores carolingios son:
- Pepín “el Breve”, Rey de los francos (742-768)
- Carlomagno, Emperador ( 742-814)
- Luis I “el Piadoso”, Emperador (778-840)
- Lotario I, Emperador (799-855)
- Luis II, Emperador (828-875)
- Carlos III “el Gordo”, Rey de Francia, Emperador (839-887)
- Arnulph I, Rey de Alemania, Emperador (863-899)





Emperador Carlomagno


En la segunda mitad del siglo IX, la institución imperial se encontraba ya en crisis, a la vez que el propio linaje carolingio se deshacía en luchas fratricidas. En cambio, emergían poderosos los Robertinos en Francia y los Sajones en Alemania. Ante ello, el Papa de Roma, que no podía ampararse en los cada vez más débiles carolingios, comenzó a recurrir a estas familias para la defensa de los intereses pontificios en particular y cristianos en general.






Los emperadores sajones son:
- Enrique I “el Pajarero”, Rey de Alemania, Emperador (875-936)
- Otón I, Rey de Alemania, Emperador (912-973)
- Otón II, Rey de Alemania, Emperador (953-983)
- Otón III, Rey de Alemania, Emperador (… -1002)




Otón III de Alemania
Otón III aunó en su personalidad la orientación de los dos Imperios, el Occidente y el Oriente: su fin era reunir los distintos países para constituir un imperio universal fundado en el orden cristiano. Pero al morir sin hijos en plena juventud, se registra un cambio de dinastía. Esto no implica una ruptura del linaje elegido: en los Capetos franceses convergen las tres ramas principales de la estirpe davídico-carolingia, por lo que se consideran los sucesores suyos con prioridad sobre otros descendientes, siendo Francia entonces la hija predilecta de la Iglesia.



Los reyes Capetos franceses son:
- Roberto II “el Piadoso”, Rey de Francia (972-1031)
- Enrique I, Rey de Francia (1005-1060)
- Felipe I, Rey de Francia (1052-1108)
- Luis VI, Rey de Francia (1077-1137)
- Luis VII, Rey de Francia (1120-1180)
- Felipe II “Augusto”, Rey de Francia (1165-1223)
- Luis VIII, Rey de Francia (1187-1226)
- Luis IX, Rey de Francia (1215-1270)
- Felipe III, Rey de Francia (1245-1285)
- Felipe IV “el Hermoso”, Rey de Francia (1268-1314)


San Luis de Francia


El cruel enfrentamiento de Felipe IV con el Papa Bonifacio VIII hasta la muerte del Pontífice, así como la destrucción de la Orden del Temple durante su reinado, convierte al monarca francés en maldito y provoca la extinción de la dinastía en 1328. Entonces se produce el advenimiento de los Valois, rama segundogénita de los Capetos y la preferencia divina se traslada al nuevo rey elegido, su sobrino Felipe VI, hijo de Carlos de Francia, conde de Valois.





Los reyes Valois son los siguientes:
- Felipe VI, Rey de Francia (1293-1350)
- Juan II “el Bueno”, Rey de Francia (1319-1364)
- Carlos V “el Sabio”, Rey de Francia (1338-1380)
- Carlos VI “el Loco”, Rey de Francia (1368-1422)
- Carlos VII, Rey de Francia (1403-1461)


Felipe VI de Francia


El abandono por parte de Luis XI, hijo y sucesor de Carlos VII, de los valores morales y de los principios en que se habían fundamentado los Capetos y los Valois, provocó su rechazo como rey elegido para liderar la Cristiandad. La Santa Sede se volvió hacia el nuevo Reino de España, concediendo a Fernando de Aragón e Isabel de Castilla el título de Católicos, con lo que se les reconocía como brazo secular de la Iglesia romana en agradecimiento a la recuperación de la totalidad de España para el cristianismo y a la obra evangelizadora española que se iniciaba en América.




Los últimos monarcas elegidos son:
- Los “Reyes Católicos” de España,
· Fernando de Aragón (1452-1516)
· Isabel de Castilla (1451-1504)
- Maximiliano I de Austria, Emperador (1459-1519)
- Felipe II, Rey de España (1527-1598)




Felipe II de España

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