Mostrando entradas con la etiqueta Diamante Hope. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Diamante Hope. Mostrar todas las entradas

jueves, 16 de diciembre de 2010

Célebre y celebrado diamante

El diamante ha sido durante siglos el símbolo del poder y del amor y ha inspirado leyendas, actos de coraje y supersticiones sin paralelo. En Occidente, el diamante fue privilegio de reyes y existía el decreto de San Luis (1214-1270) que prohibía usarlos a las mujeres –aunque fueran de la realeza- y a los plebeyos; para San Luis, tan sólo la Virgen María podía pretender lucir diamantes.

Sin embargo, Agnès Sorel, en el siglo XV, fue la primera mujer en Francia que se atrevió a romper esa regla sin importarle ser de sangre real o de alto linaje, sino más bien apoyándose en ser la amada de Carlos II, dejando así de ser privilegio de los nobles y convirtiéndose en un símbolo de poder y de compromiso. La historia habla de María de Borgoña como la primera dama que recibió, el 17 de agosto de 1477, una sortija de diamantes como símbolo de su compromiso nupcial con Maximiliano de Austria.

El diamante es una piedra que a veces alcanza gran tamaño y se convierte en único. Con excepción, quizá, del diamante Hope (llamado Diamante Azul de Francia cuando estuvo en poder de Luis XIV), la más famosa joya de la Tierra, no sólo por su azul profundo, sino también por su extraordinaria pureza y la historia increíble que lo rodea, la mayor cantidad de piezas únicas en lo que refiere a estas piedras ha estado en poder de familias de sangre azul.


EL "CULLINAN"

Quizá el más famoso diamante de la Historia sea el Cullinan: conocido también como Estrella de África o Gran Estrella Imperial de África, es el mayor diamante hallado en toda la historia del que se tenga conocimiento. Procedía de una mina sudafricana y pesaba 3106,75 quilates (621,35 gramos). Fue hallado por Frederick Wells, gerente de la Premier Diamond Mining Company en el pueblo Cullinan, al este de Pretoria, en Sudáfrica, el 25 de junio de 1905. La piedra fue nombrada así en honor de sir Thomas Cullinan, el propietario de la mina de diamantes.


El diamante en bruto fue entregado como obsequio de cumpleaños al Rey Eduardo VII, quien ordenó tallarlo en 1906. Se extrajeron 9 grandes gemas y 96 piezas más pequeñas: las nueve mayores pasaron a formar parte de la historia de la joyería como “Las Nueve Estrellas de África” y actualmente pertenecen a la familia real inglesa. Fueron ordenadas y bautizadas según su peso como Cullinan I, II, III… y así sucesivamente.

Estos nueve diamantes tallados son:
  • Cullinan I (Estrella de África, Gran Estrella Imperial de África): posee 74 facetas, pesa 530,20 quilates y era el mayor diamante tallado existente en el mundo hasta 1985, cuando fue desplazado por el Golden Jubilee (Quincuagésimo Aniversario). Se guarda en la Torre de Londres, formando parte del cetro del rey Eduardo VII.


  • Cullinan II (Estrella Menor de África): se guarda en la Torre de Londres, insertado en la parte frontal de la Corona del Estado Imperial; es el segundo diamante facetado mayor del mundo, con un peso de 317,40 quilates.

  • Cullinan III y Cullinan IV: el Cullinan III posee forma de pera y ambos se conservan en la Torre de Londres, formando parte de la corona de la Reina María; pueden sacarse con facilidad de la Corona y ser usados independientemente como broches (el IV suspendido del III); se les llama “Granny’s Chips” y pesan respectivamente 94, 4 y 63, 60 quilates.


  • Cullinan V: la Reina María hizo montar esta piedra en un broche de platino imitando su forma; en 1937 reemplazó al Koh-i-noor en su corona y éste último pasó a la corona de Isabel II; pesa 18,80 quilates.


  • Cullinan VI y VIII: el primero perteneció a la Reina Alexandra y el segundo a la Reina María; ambos se encuentran juntos formando un broche y pesan respectivamente 11,5 y 6,8 quilates.


  • Cullinan VII: en 1912 esta piedra corte marquesa se agregó al collar obsequiado a la Reina María por las Maharanis de la India y la joya formó parte del Aderezo Delhi Durbar; a su muerte, pasó a Isabel II,; pesa 11,50 quilates.
  • Cullinan IX: se halla engarzado en un anillo que pertenece a Isabel II y que antaño poseyó la Reina María; pesa 4, 30 quilates.
Siguen en tamaño a los Cullinan I y II:

· El “Gran Mogol” del Sha de Irán. Otro de los diamantes más famosos de todas las épocas, tiene 280 quilates y solo es superado en tamaño por la Estrella de África y la Estrella Menor de África. Tiene forma de huevo seccionado transversalmente y la piedra en bruto original procedía de la India.


· El “Jubilee” (luego “Reitz”). Fue obsequiado a la Reina Victoria con motivo de la celebración de su 16º año de reinado. La piedra en bruto pesaba 650,80 quilates y el diamante resultante tras el tallado tiene 245,35 quilates. Se exhibe en el Pabellón De Beers, en Johannesburg.




· El “Regent” (o Diamante Pitt). Es de forma abombada y pesa 140,50 quilates. El diamante en bruto original pesaba 400 quilates y es de origen hindú, encontrada por un esclavo en las proximidades de Golconda en 1901. El ministro británico William Pitt lo hizo tallar, pasando mas tarde a manos del Duque de Orleans, Regente de Francia bajo Luis XV y siendo engastado en la corona de este rey. Napoleón Bonaparte lo llevó en la empuñadura de su espada, y en la actualidad se exhibe en el Museo del Louvre.

· El “Koh-i-noor”. Otro de los diamantes más famosos del mundo es esta bellísima gema de talla oval, cuyo peso en bruto era de 186 quilates. El Sha de Persia lo denominó Koh-i-noor (Montaña de Luz) hacia 1739. Más tarde pasó a pertenecer a la reina Victoria y, tras ser tallado, formó parte de la corona de la reina María, donde se halla en la actualidad. Pesa 108,93 quilates.

El “ORLOFF”

El “Orloff” tiene un peso de 189.62 quilates y posee las proporciones y la forma de un huevo cortado por la mitad. Fue descubierto a principios del siglo XVII en un templo hindú situado en Mysore, en el sur de la India, donde se hallaba en el ojo de una estatua de Brahma, dios supremo del panteón hindú, siendo robado cien años después por un soldado francés. En 1770, en el mercado de piedras preciosas de Amsterdam, el príncipe Grigori Orloff logra adquirir la piedra por 400.000 florines holandeses y se la entrega a Catalina la Grande, ansiando revivir el antiguo romance con ella.

Pese a no haber alcanzado la finalidad deseada, el conde recibió ulteriormente diversos favores de Catalina, entre ellos el Palacio de Mármol de San Petersburgo. Catalina bautizó asimismo al diamante con el nombre del conde y encomendó a su joyero C. N. Troitinski la confección de un cetro que se completó en el año 1784, ahora conocido como el cetro imperial, en el que se incorporó la reliquia.

El “Orloff” constituye una rareza entre los diamantes históricos puesto que conserva el estilo original hindú de tallado en rosa. Su color es blanco con reflejos azulados. Hoy forma parte de la colección del Fondo de Diamantes del Kremlin de Moscú.


El “SAH”

Es una piedra de formidable tamaño –88 quilates- e inusual forma alargada, en cuyas facetas aparecen inscriptos los datos sobre sus dueños anteriores. El pasado del “Sah” está relacionado con un acontecimiento trágico de la historia rusa. Según una de las inscripciones, en el siglo XVI perteneció al gobernador de la provincia india de Ahmadnagar; después se apoderaron de ella los Grandes Mogoles. En 1739 el descomunal diamante fue a parar a Persia.

En el siglo XIX los gobernantes de este país lo donaron a Rusia como “expiación” del asesinato de Alejandro Griboyedov, diplomático y poeta ruso, autor de la comedia “La desgracia de ser inteligente”: en 1829 la corte de Fath Ali Shah envió al nieto del Sha, el príncipe Khosrow Mirza a San Petersburgo, donde obsequió el diamante al zar Nicolás I. En 1914, el “Sah” fue a parar al Fondo de Diamantes del Kremlin, donde permanece hasta hoy.


EL “ESTANQUE”

Es un brillante de 100 quilates que adquirió Felipe II en Amberes por un precio de 80.000 escudos de oro. Fue ofrecido a Isabel de Valois con motivo de su matrimonio con el rey Felipe. Fue llamado desde entonces El Estanque y pasó a formar parte de las joyas de la corona de España, montado junto a la perla Peregrina en el llamado joyel de los Austrias.

Es un diamante perfecto, un espejo limpio y transparente, labrado de tal manera, que toda su área era cuadrada, con cuatro lados iguales en ángulo recto, dando lugar a ángulos completos y enteros y a esquinas muy agudas.

En 1808 fue inventariado y valorado en 1.500.000 reales, siendo sacado del Palacio Real de Madrid por orden de José Bonaparte. Finalizada la Guerra de Independencia Española fue recobrado por Fernando VII, quien se lo regaló, engastado en la empuñadura de una espada, a su suegro Francisco I de Nápoles, al momento de su matrimonio con María Isabel de Borbón-Dos Sicilias en 1829.


EL “SANCY”

Posee forma de pera y pesa 55 quilates. Se dijo que había pertenecido a los emperadores mogoles, aunque es más probable que sea de origen hindú. Su nombre procede de Nicolás Harlai, Seigneur de Sancy, plenipotenciario de Francia en Constantinopla, con quien comienza su historia alrededor de 1570.

Enrique III de Francia sufría calvicie prematura y trataba de ocultar este hecho con una gorra. Como los diamantes estaban cada vez más de moda en la época, el rey pidió prestado el diamante a de Sancy para decorar su gorra, aunque el préstamo era para el propósito más práctico de usar la piedra como garantía para la financiación de un ejército. De Sancy más tarde vendió el diamante a Jaime I de Inglaterra (sucesor de la reina Isabel), donde permaneció hasta 1669. Volvió a Francia con James II, quien, frente a la miseria, no tuvo otra opción que vender el Sancy al cardenal Mazarino. El cardenal legaría el diamante al rey. Pero desapareció durante la Revolución Francesa, cuando los bandidos atacaron la Meuble Garde (Real Hacienda).


La historia de Sancy se desconoce desde entonces hasta 1828 cuando se adquiere por el príncipe Demidoff por £ 80.000. Permaneció en la colección de la familia Demidov hasta 1865 cuando se vendió a Sir Jamsetjee Jeejeebhoy, un príncipe hindú, por £ 100.000. El príncipe lo vendió sólo un año después, creando otro vacío en su historia. Reapareció en 1867, en la Exposición de París, llevando una etiqueta de un millón de francos; luego desaparecería otra vez durante cuarenta años. El Sancy surgió nuevamente en 1906, cuando fue comprado por William Waldorf Astor, 1r Vizconde Astor.La prominente familia lo poseyó por 72 años hasta que el 4º vizconde Astor lo vendió al Museo del Louvre por 1 millón de dólares en 1978.


El “ESTRELLA POLAR”

El célebre solitario “Estrella Polar” es una espléndida piedra de 69.42 quilates, cuyo nombre parece reflejar la pureza y brillo poco común de este diamante talla brillante, que recuerda más a su contraparte celeste en los cielos del norte.

El registro más antiguo de la existencia del diamante estaba con José Bonaparte, hermano mayor de Napoleón, que fue sucesivamente rey de Nápoles (1806-1808) y rey de España (1808-1813). José Bonaparte fue también un entusiasta coleccionista de joyas y se dice que compró el "Estrella Polar" a Morton por 52.500 francos. Después de la rendición de Napoleón en 1815 en Rochefort, José Bonaparte se instaló en los Estados Unidos. Podría haberse desprendido de sus joyas durante estos tiempos turbulentos y esto probablemente hubiera incluido el "Estrella Polar". Años después el diamante parece haber hecho su aparición en Londres, donde fue comprado por los agentes de la familia imperial rusa y el “Estrella Polar” se convirtió así en una parte importante de las Joyas de la Corona de Rusia, que también incluía el "Orlov", el "Luna de las Montañas" y el "Shah".

De acuerdo con una versión alternativa, la piedra perteneció a la colección de los príncipes Yussupov. Luego de la revolución bolchevique de 1917, Félix Yussupov se encargó de trasladar las joyas más importantes de la colección familiar a Francia, donde fijó su residencia en el exilio. Casado en 1914 con la Gran Duquesa Irina Romanov, sobrina del zar Nicolás II, pertenecía al grupo enemigo de Rasputín, a quien en 1917, junto con Purischevich y el gran duque Demetrio Pavlovich, le dio muerte. Tras su exilio, Félix Yussupov vendió algunas de las joyas familiares –había sido propietario de la perla “Pelegrina”- y sus descendientes se desprendieron de muchas otras, entre ellas, el “Estrella Polar”.


El “DARYA-I-NOOR”

Esta fabulosa piedra, que en persa significa “Océano de Luz”, tiene 3.5 cms.de ancho por 2.5 cms.de largo y un grosor de 9.48, con un peso de 182 quilates. Su color, rosa pálido, es uno de los más raros que se encuentran en un diamante. Actualmente forma parte de los Joyas de la Corona Iraní y se exhibe en el Banco Central de Irán en Teherán.

Este diamante, como el Koh-i-Noor, fue extraído en las minas de Golconda, más concretamente Paritala-Kollur, en Andhra Pradesh, India, y pasó a estar en posesión de los emperadores mogoles.En 1739, Nader Shah de Persia invadió el norte de la India y luego masacró a muchos de sus habitantes. Como pago por el retorno de la corona de India al emperador mogol, Muhammad, el Sha tomó posesión del tesoro entero de los mogoles, entre ellos el Darya-i-Noor, además del Koh-i-Noor y el trono del Pavo Real, que fueron llevados a Irán por Nader Shah. El Darya-i-Noor ha permanecido allí desde entonces. Reza Shah, fundador de la dinastía de los Pahlavi, llevaba el diamante como decoración de su sombrero militar durante su coronación en 1926 y fue usado en la ceremonia de coronación de Mohammad Reza Shah Pahlavi en 1967.


El “CONDÉ”

El “Condé”, de 50 quilates y talla en forma de pera, es el mayor de color rosa conocido en el mundo. Recibe su nombre de Luis II de Borbón, Príncipe de Condé y Comandante del ejército francés, a quien fue presentado el diamante por el rey de Francia como símbolo de agradecimiento por el éxito de varias victorias militares que se lograron en su nombre.

Este diamante rosado surge a mediados del siglo XVII, muy probablemente originado en las famosas minas de Kollur, en el sur de la India, la única fuente de diamantes rosados del mundo durante ese período. El Darya-i-Noor, el Noor-ol-Ein, y el Shah Jahaan y Agra son otros famosos diamantes rosas que se cree fueron obtenidos en las mismas minas. La rara piedra entró en la corte francesa a través de Jean Baptiste Tavernier, el famoso viajero y comerciante de diamantes, que había tenido tratos con el rey Luis XIV y, probablemente, con su antecesor, el rey Luis XIII. Se dice que Luis XIII fue quien ofreció la joya al príncipe de Condé, sin embargo, la cronología de los acontecimientos durante este período no parece apoyar esta afirmación, sino que favorece a Luis XIV, su sucesor en el trono de Francia, como el monarca que hizo este gesto de agradecimiento.

Luis II de Borbón tuvo el diamante montado en la empuñadura de su bastón y luego permanecería en poder de la familia Condé hasta 1892, cuando el Duque d'Aumale la legó al Gobierno francés. Hoy en día se exhibe en el Museo Condé de Chantilly, en Francia, donde continuará de acuerdo a la voluntad del duque. El diamante fue robado de allí el 11 de octubre de 1926, pero luego se recuperó y restauró. Sin embargo, como precaución de seguridad, el que se exhibe ahora no es el original, sino sólo una réplica perfecta.


El “WITTELSBACH”

La espléndida piedra de 35.32 quilates está engarzada en un broche de brillantes en forma de flor. Originalmente perteneció a la familia de los Wittelsbach, que reinó en Baviera por más de nueve siglos. Su primer propietario fue Alberto V de Baviera, que en 1568 dijo haberlo encontrado en el castillo feudal de Hohenschwangau, donde residía. La leyenda pretende que ése había sido el castillo de Lohengrin, el caballero del Grial que aparece en una barca tirada por un cisne.

La joya se va heredando a través de los siglos hasta que llega a manos de Maximiliano José de Wittelsbach, quien, gracias a Napoleón, se convierte en el primer rey de Baviera en 1806 y coloca la piedra en una corona que manda confeccionar. Hasta 1918, la joya permanece allí. Luego intenta ser vendida por los Wittelsbach, quienes no logran concretar una venta hasta 1951. En 2008 el joyero londinense Laurence Graff lo adquiere en subasta por el precio récord de 23.4 millones de dólares.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Las Joyas de la Corona de Francia

Las Joyas de la Corona francesa eran las coronas, orbes, diademas y otras alhajas que constituyeron el símbolo de la realeza de Francia y fueron usados por muchos de sus soberanos y sus consortes. El conjunto finalmente se disgregó, con la mayoría de los objetos vendidos en 1885 por la Tercera República francesa.




Las joyas sobrevivientes, principalmente un conjunto de coronas históricas hoy restauradas con vidrio decorado, se exhiben en la Galería de Apolo del Louvre, el primer museo de Francia y antiguo palacio real, junto con el diamante Regent, el diamante Sancy y el espinel de rubíes Côte-de-Bretagne, de 105 quilates, tallado en forma de dragón. Además, algunas piedras preciosas y joyas (incluyendo la Esmeralda de San Luis, el zafiro Ruspoli y los pasadores de diamantes de la reina María Antonieta) están en exhibición en la bóveda del Tesoro de la galería de Mineralogía en el Museo Francés de Historia Natural (Muséum nationale d'histoire naturelle).


El uso de las joyas de la corona

A diferencia de los monarcas ingleses, los reyes franceses fueron menos apegados al uso ritual de las joyas de la corona. Sin embargo, todos los reyes fueron coronados -hasta la revolución- en la Catedral Notre-Dame de Reims (con excepción de dos de ellos, que fueron coronados en otros lugares). Después de la revolución, sólo el emperador Napoleón I, la emperatriz Josefina y el rey Carlos X fueron coronados. Aunque no siempre se utilizaban, había un conjunto de joyas de la corona que se había ampliado con distintos monarcas.

La corona de Napoleón I

Los diamantes

Entre los diamantes más famosos de la colección estaba el Sancy, que una vez había sido parte de las joyas de la Corona inglesa de antes de la Commonwealth, el Azul Francés y el Regent. El tratamiento del diamante Regent resumía la actitud de la familia real francesa hacia las joyas de la Corona. Mientras que el Regent fue la pieza central de la corona de Luis XV y fue usado por él en su coronación en febrero de 1723, María Antonieta, esposa de Luis XVI, lo llevaba en un sombrero de terciopelo negro.

El Sancy

Luis XV tenía el Diamante Regent en la parte inferior de la flor de lis al frente de su corona, mientras que ocho de los famosos diamantes Mazarino, que el cardenal había legado a la corona francesa, se sitúan en las otras siete flores de lis y en el círculo de la corona. Hay diamantes y piedras preciosas entre las dos hileras de perlas sobre el círculo y también dentro de los cuatro arcos que se levantan detrás de la flor de lis y los ocho puntos ornamentales entre la flor de lis. Ocho diamantes más grandes situados entre el pedestal y los arcos dan el efecto de un rayo de sol si la corona se ve desde arriba. En el pedestal se eleva una doble flor de lis formada por nueve diamantes grandes, incluyendo el diamante Sancy que forma el pétalo central superior de esta doble flor de lis. La capa de brocado de oro que delinea la corona también está adornada con diamantes de gran tamaño.

Previo a la realización de esta corona, las coronas de los reyes franceses no contenían gran cantidad de piedras preciosas o siquiera gemas de valor, ya que era tradicional que un rey francés a su muerte legara su corona al tesoro de la Abadía, hoy Basílica de Saint Denis. Esta corona fue también legada a Saint Denis a la muerte de Luis XV, pero no antes de que los diamantes fueran sustituidos por cristales y que es la misma que se exhibe actualmente en el Louvre de manera similar.

El Sancy en la cima de la corona de Luis XV


En 1678 Luis XIV encargó al joyero de la corte, Sieur Pitau, a volver a cortar el Tavernier Bleu, resultando en una piedra de 67.125 quilates que en los inventarios reales a partir de entonces aparece como el Diamante Azul de la Corona (diamant bleu de la Couronne de France), pero los historiadores posteriores lo llamaron simplemente llamado Azul de Francia. El rey tenía la piedra en un alfiler de corbata.

En 1749 Luis XV tenía esta piedra en un elaborado pendiente enjoyado para la Orden del Toisón de Oro, pero cayó en desuso después de su muerte. María Antonieta es comúnmente citada como una víctima de la "maldición" del diamante, pero nunca se llevó el pendiente del Toisón, que estaba reservado para el uso del rey. Durante el reinado de su marido Luis XVI, el Azul de Francia se mantuvo en ese colgante excepto por un breve período en 1787, cuando la piedra fue quitada para el estudio científico de Mathurin Jacques Brisson y volvió a su posición poco después.

Recreación de 2008 del Toisón de Oro mostrando el diamante "Azul de Francia" y el espinel "Côte de Bretagne" del rey Luis XV


En septiembre de 1792, mientras que Luis XVI y su familia fueron confinados en la Palacio de las Tullerías durante las primeras etapas de la Revolución, un grupo de ladrones irrumpió en la Garde-Meuble (Real Almacén) y se robó la mayor parte de las Joyas de la Corona. Si bien muchas joyas fueron posteriormente recuperadas, incluyendo otras piezas de la Orden del Toisón de Oro, el Azul de Francia no estaba entre ellos y desapareció de la historia. Muchos dicen que fue tallado de nuevo para evitar ser reconocido y pasó por diferentes manos hasta convertirse en el Blue Hope.


La espada del Rey

La espada usada durante la coronación de los reyes de Francia se muestra en el museo del Louvre, además de las joyas de la corona. Según la leyenda es Joyeuse (“Joyosa”), la espada de Carlomagno. Su inusual confección y ornamentación hacen que sea difícil datarla, pero las partes probablemente datan de los siglos X a XIII. Algunos creen que podría ser mucho más antigua, incluso fabricada antes del reinado de Carlomagno.

Las espadas de coronación de Napoleón I y Carlos X también se conservan en el Museo del Louvre, aunque esta última fue robada recientemente.


El cetro de Carlos V y la Mano de Justicia

Uno de las pocas piezas sobrevivientes de las joyas medievales de la corona francesa es el cetro que Carlos V había hecho para la futura coronación de su hijo, Carlos VI, actualmente en exhibición en el Museo del Louvre. Tiene más de cinco pies de largo y en la parte superior tiene un lirio que sirve de apoyo a una pequeña estatuilla de Carlomagno. Esta evocación de Carlomagno también se puede explicar por qué este cetro fue incluido en las insignias imperiales de Napoleón I.




Un tipo singular de cetro es La Mano de Justicia, que tiene como remate una Mano de Dios de marfil en gesto bendición. Sólo el remate de marfil en sí mismo parece ser medieval; la varilla de oro actual, al final de la cual termina, fue hecha probablemente para la coronación de Napoleón I o la de Carlos X. El camoes y otras piedras preciosas medievales que rodean el cruce del remate y la varilla representan un anacronismo deliberado del siglo XIX.


El robo de las joyas durante la revolución

Las joyas de la corona fueron robadas en 1792 cuando el Garde Meuble (Real Tesoro) fue asaltado por los manifestantes. La mayoría, aunque no todas, fueron finalmente recuperadas. Ni el Diamante Sancy ni el Azul de Francia se encontraron en los años posteriores, sin embargo. El Azul de Francia se cree que ha sido vuelto a cortar y ahora es conocido como el Hope.




El Diamante Hope es famoso por haber estado rodeado de mala suerte. María Antonieta, que supuestamente lo usaba, fue decapitada (de hecho, era usado realmente por su esposo, Luis XVI). Otros propietarios y sus familias experimentaron suicidios, rupturas matrimoniales, quiebra, muertes en accidentes automovilísticos, caídas desde acantilados, revoluciones, crisis nerviosas y muertes por sobredosis de drogas. La mayoría de los historiadores modernos ven los cuentos de una maldición sobre el Hope como falsos. Desde 1958, la piedra ha estado en el Smithsonian Institution en Washington, DC, donde es el objeto más visto de toda la colección.

La colección real fue aumentada por joyas que adquirieron Napoleón I y Napoleón III junto con sus consortes.


La Diadema de Esmeraldas de María Teresa de Francia, Duquesa de Angulema


El aderezo de zafiros de la Emperatriz Eugenia

Última coronación

La última coronación en Francia ocurrió en 1824 cuando el rey Carlos X fue coronado en Reims. Este hecho fue visto por los críticos como un signo del retorno al absolutismo del Antiguo Régimen, que se había terminado con la Revolución de 1789. Algunos historiadores sugieren que la grandeza de la ceremonia marcó el comienzo del fin de la monarquía borbónica, con la imagen de Carlos como un monarca de estilo antiguo cayendo en desgracia con el público francés, que había preferido la monarquía de bajo perfil de su hermano, Luis XVIII.


La coronación de Carlos X

Luis Felipe, el último rey de Francia, no fue coronado, y tampoco lo fue Napoleón III, el último emperador. La consorte de este último, Eugenia de Montijo, tenía una corona hecha para ella, aunque nunca fue utilizada en una coronación oficial. Le fue devuelta al Louvre a cambio del valor equivalente de diferentes piedras que Napoleón III había comprado de su bolsillo y entregadas al fondo de los Diamantes de la Corona.


La corona de Eugènie de Montijo


Desintegración y venta de las joyas

Las joyas sobrevivieron a la Primera República Francesa, el Directorio, el Primer Imperio, la Restauración, la Monarquía de Julio, la Segunda República Francesa y el Segundo Imperio. Sin embargo, la decisión de Henri, conde de Chambord, de no aceptar la corona de Francia en la década de 1870 acabó con la perspectiva de una posible restauración real. La belleza brasileña Aimee de Heeren, amante del presidente Getulio Vargas y otros estadistas, es conocida como la mayor propietaria privada de las joyas de la corona francesa, junto con las de la corona brasileña y otras importantes piezas.

La diadema de esmeraldas de la emperatriz María Luisa


Con la Tercera República francesa la presidencia provisional fue sustituida por un Presidente de la República con plenos poderes. Mientras que unos pocos esperaban una restauración monárquica, después del fracaso del intento de golpe de Estado por el presidente Patrice MacMahon, duque de Magenta, la agitación continua de los monárquicos de extrema derecha y el temor a un golpe de Estado monárquico llevó a los diputados radicales a proponer la venta de las joyas de corona, con la esperanza de que su dispersión afectaría a la causa monárquica: "Sin una corona, no necesitan un rey", en palabras de un miembro de la Asamblea Nacional.


Marie Louise, Emperatriz Consorte de los Franceses, con la diadema de esmeraldas


Entonces todas las joyas de la corona fueron retiradas y vendidas, al igual que muchas de las coronas, diademas, anillos y otros artículos. Sólo algunas de las coronas fueron mantenidas por razones históricas, pero con sus diamantes y gemas originales sustituidas por vidrio coloreado. Algunas gemas históricas o inusuales fueron a los museos franceses, incluyendo el broche conteniendo algunos de los ‘diamantes Mazarino’, que ahora está en el Louvre, y el zafiro Ruspoli, que está ahora en el Museo de Historia Natural de Francia (conservadores se aprovecharon de su inusual forma en facetas romboédricas y pidieron que quedara exento de la venta, afirmando falsamente que se trataba de un cristal natural, sin cortar).

El Zafiro Ruspoli

La más reciente ceremonia real en Francia: el entierro de Luis XVII

Uno de los misterios de la Revolución Francesa fue la pregunta de qué había sucedido con el Delfín, heredero forzoso del rey Luis XVI, después de la ejecución del rey y la reina. Aunque generalmente se creía que había muerto en prisión, según la leyenda popular el joven príncipe se había escamoteado de su prisión y vivía en el exilio.

En 2004, sin embargo, se confirmó finalmente que la leyenda era ficticia. En realidad el hijo de Luis XVI, Luis Carlos, llamado el joven príncipe por algunos, y el rey Luis XVII de Francia por los partidarios monárquicos posteriores a la muerte de su padre, había muerto de tuberculosis en la cárcel. El hecho de su muerte fue establecido a partir de evidencia de ADN. El corazón del joven había sido retirado en secreto por un médico poco después de su muerte. Al comparar el ADN del corazón con ADN extraído de hebras de cabello de María Antonieta que se había guardado como recuerdo por los monárquicos, se pudo establecer que el chico que murió en la cárcel era realmente el hijo de Luis XVI y María Antonieta.

El funeral oficial de Luis XVII, finalmente tuvo lugar, aunque con el corazón, no su cuerpo, en 2004. Por primera vez en más de un siglo una ceremonia de este tipo se llevó a cabo en Francia, con el estandarte de la flor de lis y una corona real.