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domingo, 8 de abril de 2012

Damas de la era victoriana

El término "victoriano" es una palabra de habla inglesa que se aplica al reinado de Victoria del Reino Unido, entre 1837 y 1901. El victoriano temprano -1837 a 1870- es una época caracterizada por vestidos amplios, con el apoyo, en la década de 1850, de los aros de las jaulas de metal llamados "crinolinas", es decir, “miriñaques”. Sin embargo, este período se extiende por otras épocas culturales, la parte tardía de la época romántica que se extendió a partir de 1815, con el fin de las guerras napoleónicas, hasta 1850, cuando la revolución industrial realmente tomó el control. En el mundo alemán, el período de 1815 a 1848 se llama "Biedermeier". La moda evolucionó a partir del estilo Imperio de la primera década del siglo XIX a las amplias faldas y mangas muy grandes del período entre 1815 y 1836. Un prototipo se estableció en 1837, con el advenimiento de Victoria al trono de Inglaterra, que progresivamente evolucionó a través de 1869. En la década de 1880 se desarrolló el “bustle” o “polisón”, forma que se comenzó a consolidar a principios de la década de 1870. La época victoriana temprana se cierra con la guerra franco-prusiana, que pondría fin al Segundo Imperio. El polisón ya se estaba atrincherando cuando este conflicto cambió la historia por otros 119 años. Los accesorios femeninos van desde el parasol festoneado de cintas y encajes, clave desde los años del Primer Imperio para la hora del paseo, hasta el abanico de plumas de avestruz, a veces constelado de piedras preciosas, infaltable en las noches de soirée de finales del siglo XIX y principios del XX.

Boda de la Princesa Alice del Reino Unido con el Príncipe Ludwig de Hesse, Osborne House, 1862



Este es un gran conjunto de imágenes por cuatro razones. En primer lugar, más vestidos y arte sobrevivieron a este período porque es muy reciente en la historia. En segundo lugar, más retratistas fueron dejando constancia de su trabajo, sobre todo de vestidos de noche y trajes para ocasiones especiales, como coronaciones y bailes de disfraces. En tercer lugar, se desarrolló la tecnología de impresión, por lo que hay numerosas imágenes impresas y documentos ilustrados, sobre todo el Illustrated London News. Por último, pero lo más importante, Louis Daguerre inventó la fotografía y ésta se hizo abiertamente disponible en 1839. Incluso antes de que George Eastman inventara la cámara instantánea (“Kodak”) y los rollos de película, la fotografía hizo más fácil proliferar el número de retratos e imágenes, hasta el punto de que muchos desarrollaron cartes de visite y tarjetas de gabinete (cabinet cards) con imágenes de celebridades.



La Archiduquesa Gisela de Austria, hija del Emperador Franz Josef y la Emperatriz Sissi, a fines de la década de 1870.



He seleccionado esta serie de figuras femeninas de la época, entre las decenas que atestiguan la evolución del vestuario a lo largo del siglo XIX.



Louise Marie d’Orleans, Reina de los Belgas

Louise d’Orléans (Louise Marie Thérèse Charlotte Isabelle) fue Reina consorte de los Belgas como la segunda esposa del Rey Leopoldo I. Es antepasada directa del actual Rey de los Belgas, del Pretendiente Real italiano (Príncipe de Nápoles), del Gran Duque de Luxemburgo y del Príncipe Napoléon, jefe de la Casa Imperial de Francia. El rey Leopoldo había contraído matrimonio con Carlota de Inglaterra y, como ésta murió durante el parto, el monarca se casó nuevamente, esta vez con la Princesa d’Orléans, titulada Princesse de France cuando su padre, Luis Felipe, se convirtió en Rey de los Franceses en 1830. Leopoldo de los Belgas y Luisa María de Francia tuvieron cuatro hijos, de los cuales tres sobrevivieron a la edad adulta. Uno fue el futuro rey Leopoldo II, el otro fue Felipe, Conde de Blandes, casado con una princesa de la Casa Hohenzollern y la tercera fue Carlota, quien casó con el malogrado Archiduque Maximiliano de Austria, el que fuera nombrado Emperador de México y ejecutado en 1867. Devota esposa y amante madre, era de naturaleza tímida y solo aparecía en público cuando era forzada a ello. Pronto fue popular en la corte belga por su famosa generosidad y belleza.




1841




1849



Infanta Luisa Fernanda, Duquesa de Montpensier

Luisa Fernanda de Borbón era la hija menor del rey Fernando VII de España y su cuarta esposa María Cristina de Borbón-DosSicilias. Era, por tanto, hermana de la reina Isabel II. Tenía 14 años cuando se casó con Antoine, Duque de Montpensier, hijo menor del rey Luis Felipe, en 1846. Un hecho singular de su vida, poco conocido por los aficionados al arte, es que al morir su padre Fernando VII, heredó la mitad del contenido del Museo del Prado, entonces llamado Museo Real y que era propiedad exclusiva de los reyes. El riesgo de que la colección se desmembrase quedó por suerte eliminado, gracias a que se decidió que su hermana, la nueva reina Isabel II, la indemnizase con dinero. A través de su hija, la Infanta María Isabel –quien se casó con Felipe, Conde de París-, se convertiría en bisabuela del rey Manuel II de Portugal, de Luis Felipe, Duque de Braganza, de los duques Amadeo II de Aosta y Aimone de Spoleto, de la princesa Dolores Czartoryski, de la princesa Esperanza de Orleans-Braganza, de María de las Mercedes, Condesa de Barcelona (madre del rey Juan Carlos I de España) y de Henri, Conde de París.




1847



1870



Princesa Mathilde Bonaparte

Una vez le dijo a Marcel Proust, sobre Napoleón I, “Si no fuera por él, yo estaría vendiendo naranjas en las calles de Ajaccio”. Pero Napoleón Bonaparte era su tío –como hija de Jerôme Bonaparte y Catharina de Würtemberg-, por lo que Mathilde recibió el título de Princesa Francesa. Casó primero con el Príncipe Anatole Demidoff, infructuosamente. No era tan hermosa como la Emperatriz Eugenia, pero proyectaba un aura de glamour. Vivía en una mansión en París, donde fue prominente miembro de la nueva aristocracia durante y después del Segundo Imperio como anfitriona de artistas y escritores. No gustaba de la etiqueta, pero daba la bienvenida a sus visitantes, de acuerdo a Abel Hermant, con un extremo refinamiento de esnobismo y cortesía. En 1873, viuda ya del Príncipe Demidoff, se casó con el artista y poeta Claude Popelin. Fue el único miembro de la familia Bonaparte en permanecer en Francia después de mayo de 1896, cuando la República Francesa expulsó a los príncipes de dinastías gobernantes anteriores. Murió en 1904, a los 83 años.



1861





1889



Las hermanas de la Emperatriz Sissi

El Duque Maximiliano en Baviera y su esposa, Ludovika, tuvieron cinco hijas: Helene Caroline (Néné, Princesa von Thurn und Taxis), Elisabeth Amelie (Sissi, Emperatriz de Austria), Maria Sophie (Reina de las Dos Sicilias), Mathilde Ludovika (Condesa de Trani, parte de las Dos Sicilias) y Sophie Charlotte (Duquesa d’Alençon). La posición y la fortuna de la familia les permitía a las hermanas Wittelsbach vestir espectacularmente.

Helene

La Princesa Helene Caroline Therese, Néné, era la hija mayor, nacida en 1834. Iba a casarse con el Emperador Franz Josef de Austria, pero éste se enamoró de la hermana menor de Helene, la bella Elisabeth, Sissi. Eso creó serias dificultades para encontrar un esposo para Helene, pero al final contrajo matrimonio con Maximilian von Thurn und Taxis, de una rica familia alemana, en 1858, durante la temprana era del miriñaque. Su matrimonio fue feliz, pero ella murió joven, a los 36 años.



1863




Mathilde

La Princesa Mathilde fue la segunda hermana Wittelsbach en viajar a Nápoles y Sicilia. El 5 de junio de 1861 contrajo matrimonio con Ludovico de Borbón-Dos Sicilias, Conde de Trani, hermano del marido de su hermana Maria Sohie, Francisco II de las Dos Sicilias. El matrimonio fue infeliz casi desde su inicio, refugiándose Luis en el alcohol y Matilde en los largos viajes con sus hermanas. La pareja tuvo una única hija: María Teresa Magdalena de Borbón-Dos Sicilias, casada con el príncipe Guillermo de Hohenzollern-Sigmaringen. En 1878 el Conde de Trani falleció ahogado en Suiza. Matilde sobrevivió a su marido treinta y nueve años, aunque no volvió a contraer matrimonio.





1888



Maria Sophie

La tercera hermana Wittelsbach no estuvo mucho tiempo en el candelero. Esta dinastía era casi una extensión de los Habsburgo y los Habsburgo tenían tentáculos a través de Italia formados por ellos mismos y sus matrimonios con Wittelsbachs. Cavour y Garibaldi actuaron para unificar Italia, forzando a varios gobernantes vinculados con Alemania a huir. Uno de ellos fue Maria Sophie, quien se había casado en 1859 con Francesco II, Rey de las Dos Sicilias (que incluía Nápoles), cuyo reinado finalizó con la caída de Gaeta en 1862. La reina consorte salió del poder en un resplandor de gloria, liderando la defensa de Gaeta. Marcel Proust la llamó “la reina soldado en las murallas de Gaeta”. Como resultado de su breve reinado, sus fotos documentan la era clave del miriñaque.



1862




Sophie Charlotte

Penúltima hija de Maximiliano y Ludovika de Baviera, su belleza era semejante a la de su hermana Isabel, la futura Emperatriz de Austria, por lo que hubo numerosos pretendientes a su mano. Pero a ella parecía no gustarle ninguno e incluso se permitió el lujo de rechazar la proposición del archiduque Luis Víctor de Austria, hermano del Emperador Franz Josef. Tras un compromiso frustrado con su primo, Luis II de Baviera, casó con fue Fernando Felipe María d’Orleans, duque de Alençon, hijo de Luis d’Orleans, duque de Nemours y nieto por tanto de Luis Felipe I de Francia. Pereció abrasada a los 50 años en el incendio de un bazar de caridad en París.



1869



La Condesa de Castiglione



Virginia Oldoini, Condesa de Castiglione, fue una aristócrata y agente secreto italiana, célebre por haber sido amante del Emperador Napoleón III. En parte fue responsable de la unificación italiana, debido a la influencia que adquirió sobre el Emperador. Fue también una significativa figura en la temprana historia de la fotografía como modelo y colaboradora del fotógrafo Pierre-Louis Pierson. Las entradas de la condesa a las fiestas y bailes se convirtieron en leyenda. Siempre tarde, hacía que su marido la escoltara a una esquina del salón donde observaba la gran atención que su presencia producía. Allí, esperaba a que los anfitriones realizaran las presentaciones y se emocionaba solo cuando el emperador o la emperatriz la saludaban. Se le llegó a conocer como la "Mujer del amor Imperial".



1860





1862



Victoria, Princesa Real

La Princesa Victoria Adelaide Mary Louisa, “Vicky”, fue la primogénita de la Reina Victoria y de Alberto, Príncipe Consorte. Como hija mayor de la soberana reinante, fue nombrada Princesa Real. Se vio envuelta en un matrimonio dinástico en la prominente familia real prusiana, los Hohenzollern, al casarse con el príncipe heredero, Federico Guillermo, en 1857. Este arreglo fue un éxito romántico, pero un fracaso dinástico. El Káiser Federico sufría de cáncer de garganta antes de ascender al trono y, cuando lo hizo, reinó solo 99 días. Su hijo Wilhelm se convirtió en káiser un tanto cohibido por la preocupación de su abuela, la formidable reina de Inglaterra. La Princesa Real favorecía la democratización, Wilhelm era de la vieja escuela –aunque no tanto como Bismarck- y su esposa Augusta Victoria de Schleswig-Holstein aceptó de todo corazón el lugar muy restringido de las mujeres en la sociedad alemana. Luego de la muerte de Federico en 1888 vivió una gran soledad. Murió el mismo año que su madre, 1901. Mientras la reina Victoria no fue especialmente conocedora de la moda, su hija, la Princesa Real, sí lo fue.



1856




1874. Con un traje renacentista, para un baile de disfraz.





1880



Luisa de Suecia

En el siglo XIX hubo tres princesas y reinas escandinavas de nombre Luisa: dos en Dinamarca y una, la madre de la segunda reina danesa Luisa, en Suecia. La reina consorte Luisa (Lovisa) de Suecia pertenecía a la Casa de Orange-Nassau, de los Países Bajos. Era hija del príncipe Federico de las Países Bajos y de la princesa Luisa de Prusia. Por vía paterna era nieta del rey Guillermo I y de la princesa Guillermina de Prusia. Por vía materna era nieta del rey Federico Guillermo III de Prusia y la duquesa Luisa de Mecklenburg-Strelitz. El 8 de junio de 1859 se convirtió en reina consorte de Suecia y Noruega ya que su esposo, el Príncipe Heredero sueco Carl Ludvig Euden se convirtió en Carlos XV a la muerte de su padre, el rey Oscar I.

Luisa de los Países Bajos moría en Estocolmo el día 30 de marzo de 1871 sin haber podido dar un descendiente varón a su esposo, con lo cual, debido a la ley de sucesión, la corona pasaría a su muerte al hermano de Carlos XV, que reinaría como Oscar II.



1859





1861. Con un traje van Dyck.



La Emperatriz Carlota

Marie Charlotte Amélie Augustine Victoire Clémentine Léopoldine de Saxe-Coburg et Orléans Bourbon-Deux-Siciles et de Habsbourg-Lorraine fue la única hija del Rey Leopoldo I de los Belgas y la Princesa Luisa María de Francia (hija del rey Luis Felipe I de Orleáns y de María Amalia de Borbón-Dos Sicilias). El 27 de julio de 1857, Carlota contrajo matrimonio con el archiduque Maximiliano de Habsburgo, el idealista hermano menor de Francisco José I, Emperador de Austria. A principios de la década de 1860, Napoleón III inició la Intervención francesa en México, buscó un testaferro adecuado para servir como el emperador nominal y el archiduque Maximiliano aceptó la propuesta. La princesa Charlotte de Bélgica, archiduquesa de Austria, tomó el nombre español de Carlota Amalia de México al convertirse en emperatriz. Y comenzó junto a su esposo a configurar una corte, con un rígido protocolo influenciado por su vida juntos en Austria.


El Segundo Imperio Mexicano (1864 - 1867), fue breve y agitado debido a los choques entre la guerrilla republicana y los ejércitos imperiales mexicanos y franceses. En 1865 la emperatriz decidió cruzar el Atlántico en búsqueda de ayuda en Europa en una tentativa desesperada de salvar el trono de su marido. Pero fracasó. Desde ese momento, bajo presión, su locura fue incrementándose, con episodios de lucidez y demencia, agravados (si cabe) por el fusilamiento de su marido. Fallecería el 19 de enero de 1927, víctima de una pulmonía.



1850. Princesa de Bélgica



1862. Emperatriz de México



Maria Pia de Saboya, Reina de Portugal

Maria Pia di Savoia, hija del Rey Víctor Manuel II de Cerdeña y Piamonte y de la Archiduquesa María Adelaida de Austria, casó en 1862 con el rey Luis I de Portugal. Fue conocida como O Anjo da Caridade e Mãe dos Pobres (El Angel de Caridad y Madre de los Pobres) por su compasión y trabajo en causas sociales. En contrapartida, gustaba del lujo, la moda y las fiestas; en un baile de máscaras en 1865, cambió su disfraz tres veces. Cuando el Parlamento portugués discutió los gastos excesivos de la reina, Maria Pia replicó diciendo “si quieren una reina, tienen que pagar por ella”. La violencia y los disturbios políticos golpearon su vida: perdió a su hijo y su nieto en 1908 y debió abandonar Portugal para retornar a Italia en 1910, cuando Portugal se convirtió en una república.



1862. En miriñaque



1880. En polisón



1887. En fastuoso traje de corte

sábado, 31 de marzo de 2012

Funeral de Estado

Un funeral de Estado es una ceremonia fúnebre pública, observando estrictas reglas de protocolo, realizada en honor de Jefes de Estado o de personalidades de importancia nacional. Usualmente incluyen pompa y ceremonial, así como connotaciones religiosas y elementos distintivos de tradición militar. Generalmente, los funerales de Estado se llevan a cabo con el fin de involucrar al público en general en un día de duelo nacional, luego que la familia del fallecido da su consentimiento. Este acontecimiento generará publicidad masiva de los medios de comunicación tanto nacionales como internacionales, como ha sucedido con los grandes funerales llevados a cabo en Gran Bretaña, en Estados Unidos e incluso en la Unión Soviética, donde los funerales de los más altos dirigentes políticos y militares –Lenin, Brezhnev, Andropov, Chernenko- fueron eventos masivos con millones de dolientes en toda la nación.


El más reciente funeral de Estado para un soberano reinante: el del rey George Tupou V de Tonga, cuyo féretro, en un gigantesco catafalco negro y dorado, es trasladado por 150 portadores a las tumbas reales en la capital, Nuku'alofa (27 de marzo de 2012)



En la antigua Rusia zarista, el funeral de Alejandro III fue el último que revistió toda la pompa de las tradiciones. Murió el 1º de noviembre de 1894 en la propiedad imperial de Livadia, en la península de Crimea. El 3 de noviembre su ataúd, revestido de púrpura, fue transferido de la pequeña iglesia bizantina frente al puerto de Sebastopol, en un viaje ferroviario que duró una semana entera, con escalas en todas las principales ciudades del camino, antes que la procesión fúnebre llegase a Moscú. Ocho caballos negros revestidos de púrpura encabezaron el cortejo a través de las calles; debieron detenerse diez veces, al pasar frente a distintas iglesias, con el fin de que fuera posible elevar al cielo las oraciones por el monarca fallecido.



Ya en la capital imperial, durante cuatro horas una fila de carruajes rojos y dorados revestidos de negro se desplazó lentamente por las calles y atravesó los puentes, transportando a los miembros de la familia imperial y la corte. En la Catedral de la Fortaleza de Pedro y Pablo, lugar donde se sepultaba a los zares Romanov, la procesión se detuvo y una guardia de honor transportó el ataúd cubierto de púrpura hacia la lujosa iglesia. El catafalco, rodeado por altos cirios, estaba bajo un dosel de lienzo plateado bordado con el águila bicéfala de los Romanov y cuatro oficiales de la guardia estaban apostados en silencio en las cuatro esquinas de la plataforma, la cabeza inclinada en actitud respetuosa.


Funeral de Alejandro III



Durante diecisiete días, una vez por la mañana y de nuevo por la tarde, la familia del zar, rigurosamente enlutada, asistía a los servicios fúnebres. El zar no había sido embalsamado hasta tres días después de su muerte y había permanecido expuesto al público durante casi tres semanas, primero en Moscú, luego en San Petersburgo, antes de ser sepultado en la bóveda imperial.


En el Reino Unido, un funeral de Estado consiste en una procesión militar, donde el ataúd es trasladado sobre una cureña desde la capilla privada a Westminster Hall. El cuerpo usualmente descansa en Westminster Hall por tres días y luego se lleva a cabo un servicio en Westminster Abbey o en St Paul’s. Ambos tipos de funerales comparten muchas características, como la capilla ardiente y el servicio fúnebre de cuerpo presente en Westminster Abbey.


La distinción verdadera entre un funeral de Estado y un funeral ceremonial es que el primero requiere una moción o votación en el Parlamento. Sin embargo, la distinción visual es que en un funeral de Estado la cureña es arrastrada por miembros de la Armada Real y en un funeral ceremonial real, la cureña es tirada por caballos. Esta tradición se remonta a los funerales de la Reina Victoria: los caballos que arrastraban la cureña se desbocaron y marineros de la Armada Real la remolcaron hasta la Capilla Real en Windsor.


El funeral de la Reina Victoria, 2 de febrero de 1901



El honor de un funeral de Estado está reservado usualmente para soberanos reinantes y el consorte pasado o actual recibe un funeral ceremonial, es decir, con una cureña tirada por caballos. Sin embargo, unos pocos civiles de logros históricos profundos, líderes militares y políticos han sido también honrados con un completo funeral de Estado, como Sir Isaac Newton, Lord Nelson y Sir Winston Churchill. El más reciente para una persona fuera de la familia real fue el antiguo Primer Ministro, en el año 1965. Su cuerpo viajó en una cureña desde la Estación Waterloo a la Catedral de St Paul, donde fue subido por oficiales de la Guardia de Granaderos. Un precedente se había establecido en 1852, con el fastuoso funeral de Estado del Duque de Wellington.



Para el funeral de la Reina Elizabeth, la Reina Madre, en 2002, el Palacio de Buckingham anunció que el ataúd de Su Majestad sería llevado por marineros y no tirado por caballos, lo que es la característica más visible de un funeral de Estado. Aparte de eso, este espectáculo de pompa y la ceremonia no se había visto desde el de George VI en 1952. Ese día, miles de dolientes salieron a las calles mientras el ataúd hizo su último viaje de Londres a Windsor. Durante los días anteriores, 70.000 personas se presentaron solemnemente ante el ataúd del rey en Westminster Hall.


El funeral de Sir Winston Churchill, 30 de enero de 1965


Al igual que las escenas en 1952 y 1965, la procesión funeraria de la Reina Madre contó con la participación de líderes estatales y miembros de las fuerzas armadas, para reflejar la función pública de la antigua consorte. Incluso el funeral de Diana, Princesa de Gales, en 1997, que fue transmitido por altoparlantes a miles de personas del público en el exterior, fue en una escala mucho menor. Hubo una ruptura con la tradición, sin embargo. La Princesa Real se unió a sus hermanos y otros miembros masculinos de la familia real, incluidos los príncipes Guillermo y Enrique, a caminar detrás del ataúd de su abuela en la procesión desde el palacio de St. James a Westminster Hall (tradicionalmente, las mujeres de la familia esperan el ataúd en la iglesia para el servicio). Otro punto destacado de este funeral ceremonial fue la vigilia de los Príncipes.


La Vigilia de los Príncipes es el nombre no oficial dado a las dos ocasiones en que miembros masculinos de la familia real hicieron guardia de pie durante la capilla ardiente de uno de sus parientes. En 1936 fueron Edward VIII, el Duque de York, el Duque de Gloucester y el Duque de Kent quienes permanecieron de pie en las cuatro esquinas del catafalco de su padre, el rey George V. La vigilia tuvo lugar después que Westminster Hall fuera cerrado al público, por lo que no hay registro fotográfico de este evento, solo una pintura oficial a cargo de Frank Beresford.





El Príncipe de Gales y el Duque de York en la vigilia por su abuela, la Reina Madre (8 de abril de 2002)


Sesenta y seis años después, el Príncipe de Gales, el Duque de York, el Conde de Wessex y el Vizconde Linley relevaron a la guardia de la Real Compañía de Arqueros a las 16:40 del 8 de abril de 2002 ante el cuerpo presente de su abuela materna, la Reina Madre. En la vigilia de veinte minutos, el Príncipe Carlos y el Príncipe Andrés usaron uniforme naval y el Príncipe Eduardo y Lord Linley chaqué oscuro.


Funeral de Edward VII (1910)


El funeral de Estado del 7º Rey de la Gran Bretaña ocurrió el viernes 20 de mayo de 1910. Fue uno de los más grandes encuentros de reyes europeos que alguna vez tuvo lugar y el último que se desarrolló antes que la Primera Guerra finalizara con la era de la realeza emparentada entre sí gracias a los oficios de Victoria de Inglaterra, la “Abuela de Europa” y Christian de Dinamarca, el “Suegro de Europa”.



Enormes multitudes se reunieron para observar la procesión desde Buckingham Palace a Westminster Hall, donde tuvo lugar una pequeña ceremonia conducida por el Arzobispo de Canterbury ante un reducido grupo de deudos oficiales. Lo principal del funeral esperaba fuera del Hall. Entonces la procesión completa procedió vía Whitehall y el Mall, desde Hyde Park Corner a Marble Arch y entonces a Paddington Station. Desde allí, un tren trasladó a los dolientes a Windsor y la procesión continuó a Windsor Castle, entonces una completa ceremonia funeraria tuvo lugar en la Capilla de San Jorge.





La procesión funeraria de Edward VII llega al Castillo de Windsor (20 de mayo de 1910)



El funeral fue notable por el enorme número de importantes figuras de la realeza europea y mundial –por lo demás parientes entre sí- que participaron en él. Primero iba una procesión ecuestre, seguida por 11 carruajes que trasladaban a la Reina consorte viuda, el resto de sus parientes femeninas y otros representantes extranjeros de alto rango.


Las personalidades a caballo, entre varias figuras militares y palafreneros, eran las siguientes:


• S.M. El Rey (George V)
• S.M.I. El Emperador Alemán
• S.A.R. El Duque de Connaught y Strathearn
• S.M. El Rey de los Helenos
• S.M. El Rey de España
• S.M. El Rey de Noruega
• S.M. El Rey de Dinamarca
• S.M. El Rey de Portugal
• S.M. El Zar de Bulgaria
• S.M. El Rey de los Belgas
• S.A.I.R. Archiduque Francisco Fernando de Austria
• S.A.I. El Príncipe Heredero del Imperio Otomano
• S.A.I. Gran Duque Mikhail Alexandrovitch de Rusia
• S.A.R. El Duque de Aosta
• S.A.I. Príncipe Fushimi Sadanaru
• S.A.R. El Duque de Esparta
• S.A.R. El Príncipe Heredero de Rumania
• S.A.R. Príncipe Rupprecht de Baviera
• S.A.R. Duque Albrecht de Württemberg
• S.A.R. El Príncipe Heredero de Serbia
• S.A.R. Príncipe Hendrik de los Países Bajos
• S.A.R. El Gran Duque de Hesse y del Rhin
• S.A.R. El Gran Duque de Mecklenburg-Strelitz
• S.A.R. Príncipe Heinrich de Prusia
• S.A.R. El Duque de Sajonia-Coburgo-Gotha
• S.A.R. Príncipe Jorge de Sajonia
• S.A.R. Príncipe Carlos de Suecia
• S.A.S. El Príncipe de Waldeck y Pyrmont
• S.A. Príncipe Mohammed Ali de Egipto
• S.A.R. Príncipe Arthur de Connaught
• S.A.R. Príncipe Christian de Schleswig-Holstein
• S.A. Príncipe Albert de Schleswig-Holstein
• S.A. Príncipe Alexander de Battenberg
• S.G. El Duque de Fife
• S.A.S. El Duque de Teck
• S.A.S. Príncipe Francis de Teck
• S.A.S. Príncipe Alexander de Teck
• S.A.R. Príncipe Andrés de Grecia y Dinamarca
• S.A.I. Gran Duque Mikhail Mikhailovitch de Rusia
• S.A.G.D. Príncipe Maximiliano de Baden
• S.A.R. Príncipe Danilo de Montenegro
• S.A.R. Príncipe Christopher de Grecia y Dinamarca
• S.A.R. Príncipe Felipe de Sajonia-Coburgo-Gotha
• S.A.R. El Gran Duque Hereditario de Mecklenburg-Strelitz
• S.A.R. Príncipe Louis d’Orleans
• S.A.R. Príncipe Pierre d’Orleans
• S.A. Príncipe Augusto Leopoldo de Sajonia-Coburgo-Gotha
• S.A.S. Príncipe Wolrad de Waldeck y Pyrmont
• S.A.R. Príncipe Bovaradej de Siam


Monarcas en la procesión fúnebre de Edward VII


Funeral del Conde de Barcelona (1993)



En las monarquías de antiquísima data como la inglesa, la española y la austríaca (ésta no sobreviviente hoy) se mantiene el también antiguo ceremonial funerario.



El solemne funeral por Don Juan de Borbón, padre del Rey de España, puso fin a siete días de luto, congregando en la basílica del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial a casi setecientas altas personalidades. Todos los estamentos de la sociedad española, con las más altas autoridades del Estado al completo encabezando su representación, estuvieron presentes en la última ceremonia religiosa en memoria del conde de Barcelona. Todas las casas reales europeas y once de otros países enviaron sus legaciones.


Catafalco de Don Juan de Borbón (1º de abril de 1993)


La reunión de casas reales que se produjo en El Escorial no se había conseguido desde la entronización de don Juan Carlos. Sus representantes, sin embargo, no eran en esta ocasión los más destacados, salvo en los casos de Bélgica, Mónaco, Liechtenstein y Luxemburgo. Desde el fallecimiento de Alfonso XII, no se había celebrado en España un funeral tan solemne.



Tres compañías de la Guardia Real con sus uniformes de gala formaban en la explanada y rindieron honores al Rey. Fueron disparados 21 cañonazos en honor de don Juan mientras sonaba el himno nacional. Entonces los escolanes y frailes de la comunidad iniciaron la procesión hacía el altar mayor. El órgano interpretó el himno nacional. Los Reyes y sus hijos llegaron así hasta sus sitiales a la derecha del presbiterio. Los bancos de la derecha de la nave principal –el lado del Evangelio- fueron destinados, por este orden, a la familia real, jefes de Estado y soberanos -incluidos los no reinantes, que preceden en el protocolo de las casas reales a los príncipes herederos-, cuerpo diplomático y miembros de la nobleza. Los de la izquierda estaban reservados a los miembros del Gobierno de la nación, presidentes autonómicos y representantes de las altas instituciones del Estado, así como miembros de las órdenes militares, de las Reales Maestranzas, y los invitados en general. El coro de la Orquesta Nacional de España interpretó la misa del Oficio de difuntos de Tomás Luis de Vitoria, compuesta en 1603 para las honras fúnebres de María de Austria, viuda de Maximiliano II, y el Panis Angelicus de César Franck.





Funeral de Don Juan en el Monasterio de El Escorial


Al concluir la ceremonia, que duró algo menos de hora y media, el grueso de los invitados atravesó la explanada del monasterio para embarcar en una decena de autocares que los trasladaron a Madrid. Los miembros de las casas reales y de las delegaciones extranjeras se dirigieron al Palacio Real donde, además de dar el pésame a Don Juan Carlos y Doña Sofía, compartieron un almuerzo con los soberanos antes de abandonar España.



Funeral de Diana de Gales (1997)



Aunque inicialmente, la familia real se negaba a darle a Diana, Princesa de Gales, un funeral de Estado, las muestras de afecto y dolor por parte del pueblo británico obligaron a Buckingham Palace a tomar una decisión al respecto. Su protocolo es muy estricto y la princesa no calificaba para un funeral de Estado o un funeral ceremonial, de modo que como no existía referencia alguna de un servicio funerario para una princesa del Reino Unido divorciada y madre del futuro rey, hubo que acuñar un nuevo término para las honras fúnebres de Diana: "Un entierro único para una persona única". Así lo definió un portavoz de la familia real más de 24 horas después del accidente.


Cabe destacar que el día que se dio la sentencia de divorcio de los príncipes de Gales se estableció que la princesa perdería el tratamiento de Alteza Real pero conservaría el título de princesa de Gales, lo que significa que ella seguía siendo una princesa británica y un miembro de la familia real por ser la madre del segundo y tercero en línea al trono británico.



La cureña con el féretro de Diana, Princesa de Gales (6 de septiembre de 1997)



El cuerpo fue trasladado un martes 2 de septiembre a Londres desde la capital francesa y a su llegada fue llevado a la Capilla Real del Palacio de Saint James, residencia oficial del Príncipe de Gales, donde se habilitaron cuatro libros para todo aquel que quisiera transmitir su mensaje de apoyo a la familia Spencer. El ataúd permaneció cerrado en todo momento pues todos los allegados a Diana quisieron que se la recordara como la princesa glamorosa que fue. Hasta el sábado 6 de septiembre, fecha oficial del funeral, se decretó luto nacional y las banderas de todo el país ondearon a media asta. Ese día, el féretro, siempre cerrado y cubierto de flores, fue trasladado en procesión sobre un carruaje arrastrado por cuatro caballos negros hasta la Abadía de Westminster. Tras él iban sus deudos masculinos: su suegro, su ex esposo, su hermano y sus dos hijos. Dos millones de personas acompañaron además la comitiva por las calles de Londres.


En la abadía había numerosos representantes de la nobleza, la política, el arte y el mundo humanitario. No obstante, hubo notables ausencias al no ser un funeral de Estado propiamente dicho, como la de embajadores, cónsules y jefes de Estado. Si estuvo, por ejemplo, Jacques Chirac junto a su esposa y, por supuesto, el entonces recién estrenado en el cargo de Primer Ministro, Tony Blair. La ceremonia contó con la actuación en directo del cantante británico Elton John, amigo personal de la princesa.


El servicio fúnebre en Westminster Abbey



Finalizado el funeral, el féretro fue trasladado por carretera hasta la capilla de Santa María en Great Brington, a dos kilómetros de Althorp House, la mansión donde creció Diana. El cuerpo fue inhumado como los del resto de miembros fallecidos de la familia Spencer en una ceremonia estrictamente familiar. The Oval es la isla artificial donde descansan sus restos.



Funeral de Hussein de Jordania (1999)



El funeral de Estado del rey Hussein tuvo lugar en Amman el 8 de febrero de 1999. Fue la mayor reunión mundial de líderes de la realeza y la política desde 1995, en que se desarrolló el funeral del primer ministro israelí, Yitzhak Rabin.



El ataúd con el cuerpo del rey Hussein, cubierto por una bandera jordana, fue acompañado por tropas de una guardia de honor usando la kuffiya durante una procesión de 90 minutos por las calles de la ciudad de Amman. Se estima que 800.000 jordanos, llorando muchos de ellos, desafiaron los vientos helados para decir adiós a su líder.





Funeral del rey Hussein en Amman (8 de febrero de 1999)



A su llegada al Palacio de Raghadan, el nuevo rey, hijo mayor de Hussein, Abdullah, y los príncipes reales recibieron formalmente el ataúd. En un patio del Palacio, líderes y dignatarios se reunieron para presentar sus respetos; dentro, donde descansaba el difunto rodeado por cuatro guardias circasianos, los dignatarios entraron a la habitación uno a uno para hacer una pausa ante su ataúd, cada uno según sus tradiciones. Gaiteros tocaban cuando el ataúd fue llevado del palacio a una mezquita en una cureña. Un caballo blanco sin jinete con un par de botas vacías invertidas en sus estribos y que era el favorito del rey trotaba detrás. Las oraciones en la mezquita fueron atendidas solamente por los musulmanes, mientras que muchos de los líderes mundiales esperaban afuera.



En el cementerio real, debajo de un toldo verde, el cuerpo de Hussein, vestido con un simple sudario blanco, fue retirado del ataúd y colocado en una tumba cerca de las de su padre, el rey Talal y su abuelo, Abdalá I. Se leyeron pasajes del Corán y finalmente tocó un corneta militar. La guardia asistente disparó una salva de 21 cañonazos.


La Reina Noor y sus hijas abandonan el Palacio de Raghadan



La ocasión fue una multitudinaria reunión de líderes mundiales. El presidente Bill Clinton y los ex presidentes George W. Bush, Carter y Ford representaron a los Estados Unidos. Hamas se hizo presente con varios representantes. El presidente checo, Václav Havel y el presidente ruso, Boris Yeltsin, asistieron a pesar de estar enfermos El secretario de la ONU, Kofi Annan y su esposa, estuvieron presentes, así como el de la Unión Europea, Jacques Santer. El primer ministro Benjamin Netanyahu lideró la delegación israelí, integrada por el Gran Rabino Yesrael Lau y un representante de las familias de las siete adolescentes asesinadas por un soldado jordano en 1997. Egipto estuvo representado por las principales figuras políticas, incluido el presidente, Hosni Mubarak, y el primer ministro Kamal Ganzouri.



Figuras de la realeza que estuvieron presentes fueron Alberto II de Bélgica, el Príncipe de Gales, el Príncipe Consorte de Dinamarca, el Aga Khan IV, Constantino II de Grecia, el Príncipe Heredero Naruhito de Japón, el Gran Duque y la Gran Duquesa de Luxemburgo, el Sultán Qaboos de Omán, el Rey Juan Carlos de España y sus tres hijos, el Rey Mohammed VI de Marruecos, el Rey Carlos XVI Gustavo de Suecia, el Jeque Mohammed bin Rashid Al Maktoum, Presidente de los Emiratos Árabes, la Reina Beatriz de los Países Bajos, el Príncipe Heredero Alejandro de Yugoslavia, el Sultán Hassanal Bolkiah de Brunei, el Rey Abdullah de Arabia Saudita, Saud Al-Faisal, sobrino del Rey Abdullah y el Rey Harald V de Noruega.


Líderes mundiales en el funeral del rey Hussein


Funeral de Otto von Habsburg (2011)



El 5 de julio de 2011 inició un período de luto de 13 días por la muerte de Otto de Habsburgo, jefe de la Casa de Habsburgo e hijo y heredero del último Emperador de Austria-Hungría, en los varios países que antiguamente formaron parte del Imperio. Múltiples réquiems fueron celebrados. Monarcas como SM el Rey de Suecia, SAR El Gran Duque de Luxemburgo, SM El Rey (pretendiente) de Rumania, SM El Zar (pretendiente) de Bulgaria, SAR El Príncipe de Liechtenstein y SAE El Príncipe y Gran Maestro de la Orden de Malta asistieron a la misa de réquiem en la Catedral de San Esteban de Viena el día 16, que fue seguida por el entierro en la Cripta Imperial. Esta será la penúltima vez que un miembro de la realeza austríaca sea enterrado aquí, donde descansan otros 145 miembros de la Casa de Habsburgo desde 1633.


La misa de cuerpo presente en el funeral de Otto de Austria (16 de julio de 2001)



El cuerpo de Otto de Austria estuvo en reposo desde el día 5 al 12 de julio en la Iglesia de St Ulrich, cerca de su hogar en Pöcking, Baviera. Luego fue transferido por tren a la basílica católica de Mariazell, en Austria, antes de ser trasladado a Viena, donde tuvo lugar el funeral que fue descrito como el mayor evento en la historia de la antigua capital imperial. Las ceremonias fueron organizadas por sus hijos Karl –actual jefe de la Casa de Habsburgo- y Georg von Habsburg, quienes revelaron que la planificación había comenzado unos 12 años antes y que Otto no se había visto envuelto en ella, excepto para expresar su deseo que una ceremonia tuviera lugar en Hungría, de acuerdo a la tradición familiar. El Partido Los Verdes criticó al gobierno por el excesivo involucramiento del Estado austríaco en el funeral, que en su opinión lo hizo casi parecido a un funeral de Estado.



Cerca de 1000 invitados y 100.000 miembros del público asistieron al funeral en Viena, que fue transmitido en vivo por la Televisión Austríaca. Otto tuvo honores militares. La procesión a través de la Innere Stadt desde la Catedral de San Esteban a la Iglesia de los Capuchinos fue una de las más largas de la historia (más de un kilómetro), lo que hizo que grandes zonas del centro de la ciudad fueran cerrados al tráfico público.


Invitados reales y oficiales en el cortejo fúnebre a través de Viena.




Fueron celebrados seis requiems en cuatro países: en Pöcking y Munich, Baviera; en Mariazell y Viena, Austria; en Zagreb, Croacia y en Budapest, Hungría. Luego tuvo lugar la ancestral ceremonia funeraria de los Habsburgo en la Iglesia de los Capuchinos, bajo la cual descansa la Cripta Imperial. El Padre Gottfried Undesser, custodio desde 1951, fue quien abrió la puerta también para la Emperatriz Zita en 1989.


El 17 de julio, el corazón de Otto fue enterrado en la Archiabadía Benedictina de Pannonhalma, siguiendo una ceremonia con vísperas en latín y una plegaria ecuménica. Con este evento, 12 días de conmemoraciones y ceremonias funerales en varios países fueron concluidas, en lo que fue descrito como el funeral “del último Emperador”.


Los ataúdes de Otto y Regina von Habsburg descansan en la Iglesia de los Capuchinos, en Viena.






jueves, 29 de marzo de 2012

Bautizo real

Un bautizo real es el sacramento bautismal impuesto a un recién nacido perteneciente a una familia real. El bautismo consiste en una ceremonia en que una persona que ha de unirse a la comunidad cristiana entra en contacto con agua bendecida, ya sea a través de la inmersión, la ablución (derramamiento) o la aspersión. En las iglesias cristianas el derramamiento es la forma más generalizada.


Al contrario que una boda real, en que la difusión es a nivel nacional e internacional, un bautizo es una ocasión más bien familiar, sin la categoría de un acontecimiento de Estado pero con la relevancia que le da la ubicación del recién nacido en la línea de sucesión al trono. El nacimiento de un bebé real implica un comunicado de prensa, un anuncio oficial al gobierno y el Parlamento, festejos populares cuando es heredero al trono y una ceremonia con mayor o menor asistencia de invitados, que pueden ir desde poco más de veinte personas, como en el bautismo de Andrea Casiraghi, primogénito de Carolina de Mónaco, el 1º de septiembre de 1984, hasta 1.200, como en la celebración bautismal de la princesa Catarina-Amalia, hija mayor de los Príncipes de Orange, el 7 de diciembre de 2003.


Cada familia real, como es lógico, bautiza a sus vástagos en el rito de su religión. Así lo han hecho los nueve nietos de Constantino II de Grecia, en el seno de la Iglesia Ortodoxa griega, como lo hicieron los príncipes Alexia, Pavlos, Nikolaos, Teodora y Filipos. Los Reyes Carlos Gustavo y Silvia de Suecia bautizaron a los Príncipes Victoria, Carlos Felipe y Madeleine por el rito luterano protestante (el bautismo de la Princesa Heredera reunió a 700 personas en la capilla del Palacio Real de Estocolmo el 27 de septiembre de 1977). Los niños de la familia real británica lo han hecho siempre en el seno de la Iglesia Anglicana, de la que Elizabeth II es “gobernador supremo”. Por su parte, el primogénito del Príncipe Aimone de Saboya-Aosta y la Princesa Olga de Grecia, Umberto, recibió el sacramento católico el 18 de julio de 2009 (bautismo oficiado por el príncipe Alejandro de Borbón Dos Sicilias, de la Orden de los Legionarios de Cristo), al igual que todos los hijos de la Casa real de Saboya.


El bautismo de la hija mayor de los Reyes de Grecia, la Princesa Alexia, en Atenas, 1965.



Los escenarios elegidos para este acontecimiento son, mayormente, las capillas de palacios y castillos. Aunque ha habido excepciones. La tradición en Inglaterra, por ejemplo, es que los bautizos reales tengan lugar en Buckingham Palace, pero no en la capilla, sino en el salón de música acondicionado para tal evento (el último de ellos fue el del Duque de Cambridge, Príncipe William, primer nieto de la reina, el 4 de agosto de 1982). En contrapartida, la menor de los nietos de la reina, Princesa Beatriz de York, fue bautizada el 23 de diciembre de 1990 en la iglesia de Santa María Magdalena, en Sandringham, siendo el primer bebé de la familia real británica en tener un bautizo público. En España viene siendo costumbre que las ceremonias bautismales se celebren en el Palacio de la Zarzuela, marco de grandes acontecimientos de la familia real española. En la sala de audiencias de dicho Palacio fue bautizado el primogénito de la Infanta Elena (y primer nieto de los monarcas españoles), Felipe, el 4 de octubre de 1998. La hija menor del Príncipe de Asturias, la Infanta Sofía (el 15 de julio de 2007), recibió el sacramento bautismal en los jardines.

Los Príncipes de Asturias con su hija menor, la Infanta Sofía, el día de su bautizo en la Zarzuela, 2007.

Hace varios siglos, los bautizos de la Casa Real danesa se celebraban en las capillas de los propios palacios o incluso en los aposentos de la Reina, donde se disponía una fuente y un jarro con agua. En época más reciente, se ha trasladado la celebración a otros templos: iglesias como la de Holmens Kirke de Copenhague (donde recibieron el sacramento la reina Margarita, sus hermanas y el príncipe heredero Federico), la catedral de Aarhus (que acogió la celebración del príncipe Joaquín), la capilla de Fredensborg (la del príncipe Nicolás) o la iglesia de Møgeltønder (donde se bautizó al príncipe Felix).

Los Príncipes Herederos de Dinamarca, Federico y Mary, en el bautismo de su hija Isabella (2007).


Los cuatro hijos del Príncipe Heredero Federico fueron bautizados en la iglesia de Holmen (un templo que ha albergado otras tres ceremonias de la familia real danesa: el bautizo de la reina Margarita en 1940, su boda con el príncipe Henrik en 1967 y el bautizo del príncipe Federico en 1968). Otras familias reales han utilizado templos de su predilección. La Princesa Élisabeth Thérèse Marie Hélène de Bélgica, hija primogénita del Duque de Brabante, fue bautizada el 9 de diciembre de 2001 en la capilla del Castillo de Ciergnon, en las Ardenas belgas. La Princesa Catarina-Amalia de los Países Bajos, Princesa de Oranje-Nassau, primera hija del Príncipe Guillermo y la Princesa Máxima, recibió el bautismo el 12 de junio de 2004 en la Iglesia de San Jacob, en La Haya.


Uno de los tradicionales elementos históricos propios de estos bautizos es el vestido de cristianar, el “faldón”, al decir de los españoles.


El ajuar de bautismo


La prenda que va a lucir el bebé en su primer gran día constituye uno de los detalles más enternecedores de un bautismo real y usualmente tiene una nutrida historia familiar. La Princesa Ingrid Alejandra de Noruega, hija mayor del Príncipe heredero Haakon Magnus y bautizada en Oslo el 21 de enero de 2004, lució el mismo faldón que su bisabuelo, el rey Olaf, en 1903. La Princesa Catharina-Amalia de Holanda llevó el vestido con el que recibió las aguas bautismales su padre, el Príncipe Heredero Guillermo Alejandro y que fue confeccionado en 1880 para la reina Guillermina.

El bautismo del Príncipe Guillermo Alejandro de Orange-Nassau, Príncipe Heredero de los Países Bajos, el 2 de septiembre de 1967, en la Iglesia de San Jacobo de La Haya.


Cuando fueron bautizados los hijos del Príncipe Heredero danés, los mellizos Vincent y Josephine, el 14 de abril de 2011, el suspenso era saber qué vestidos de cristianar llevarían los niños, porque solo existe uno con tradición e historia en el seno de la familia real danesa. Se impuso el sentido común y el príncipe Vincent lució el faldón de 1870, confeccionado especialmente para el bautizo del futuro Christian X y que luego han llevado en sus bautizos la reina Margarita y sus hermanas, las princesas Ana María y Benedicta; la princesa Elisabeth, los condes Ingolf y Christian, el príncipe heredero Federico, el príncipe Joaquín, el príncipe Christian y la princesa Isabella, mientras que su hermana Josephine vistió un traje que perteneció a su bisabuela, la reina Ingrid.


España


El vestido que los infantes de la familia real española lucen durante la ceremonia de su bautismo es de encaje bordado a mano con guirnaldas y tiene a sus espaldas un largo recorrido histórico. Este faldón de cristianar se usó por primera vez el 26 de enero de 1938 en el bautizo de Don Juan Carlos de Borbón, hoy monarca reinante, que recibió las aguas bautismales en la capilla romana de los Caballeros de la Orden de Malta. Fue aquél un bautizo triste, en el exilio. Se guardó entonces el traje en un paño blanco de terciopelo, como se deben guardar los vestidos de cristianar, y se puso en un baúl junto a otros recuerdos a la espera de volverlo a usar algún día en tierra española.

Don Juan Carlos, 1938

Ese día llegaría treinta y cinco años después, en 1963, cuando la Infanta Elena vistió el mismo faldón que usara su padre para recibir las aguas del Jordán en el Palacio de la Zarzuela. A la ceremonia acudieron sus abuelos, los condes de Barcelona, que pisaban suelo español por primera vez desde 1930. Al bautizo de la infanta Elena le siguió el de la Infanta Cristina en 1965 y el del Príncipe Felipe en 1968.

Don Felipe, 1968

Sesenta años después, el faldón, ya una auténtica reliquia real, volvió a desempaquetarse. Fue usado por los ocho nietos de los reyes (Felipe Juan Froilán, Juan Valentín, Victoria Federica, Pablo Nicolás, Miguel, Irene, Leonor y Sofía). La tradición de bautizar a los bebés reales a los pocos días de nacer dejó paso, también, a la nueva costumbre de que recibieran las aguas habiendo cumplido, al menos, los dos meses.


Felipe Juan Froilán, 1998


Inglaterra


La Reina, el Príncipe de Gales, el Duque de Cambridge y casi setenta miembros de la familia real inglesa han tenido su momento en el centro de atención con este conjunto. Fue encargado originalmente por la reina Victoria cuando estaba embarazada de su primer hijo, la princesa Victoria, Princesa Real, que nació en noviembre de 1840, poco más de nueve meses después de su boda.


Los detalles del diseño son incompletos, pero se cree que proviene de la misma seda Spitafields del vestido de boda de la reina y adornado con encaje Honiton realizado por las mismas encajeras que hicieron el vestido de Victoria. Sin duda, estaría muy de acuerdo con la naturaleza sentimental de Alberto y Victoria querer un faldón de bautismo que se hiciera eco de su traje de boda lo más posible. Victoria dijo en su diario que su hija “se veía muy adorable en un traje y manto de encaje de punto Honiton blanco, todo sobre satén blanco”. El propio vestido es de seda con una superposición de encaje con volantes, tiene cintura alta con falda larga, mangas cortas y ancha faja de seda. Es claramente un diseño imponente para una ocasión muy especial pese a todo el encaje y la seda.

La Princesa Anne, 1950


Se ha escrito que esta ropa lleva tal cantidad de volantes y puntillas como para vestir “a todo el cuerpo de baile de El Lago de los Cisnes”. El vestido llegó a ser usado por cada uno de los nueve hijos de la reina Victoria, luego por muchos de sus nietos y así sucesivamente a lo largo de los años. Con el transcurrir de las generaciones, el vestido cambió de color, pasando del blanco puro elegido por Victoria a un tono suave de crema, del crema al marfil, del marfil al azul ventisquero, del azul ventisquero al magnolia. Para tratar de preservarlo, entre cada uso, era mantenido en un recipiente hermético en Buckingham Palace y lavado a mano en agua saneada, antes de ser guardado con cariño una vez más para el siguiente bautizo real. La reina Elizabeth era la guardiana y quien lo hacía llegar al domicilio del recién nacido en la víspera del gran día.



El Príncipe Harry, 1984


No es realmente una sorpresa que después de 167 años de uso, la reina finalmente decidiera que era tiempo de retirar el original traje victoriano y encargó una réplica, que fue usada por primera vez en abril de 2008 para James, Vizconde Severn, el segundo hijo de los Condes de Wessex.


La ceremonia en España


En los bautizos de los infantes de España ha primado siempre el sentido religioso y familiar de la celebración, si bien también han tenido proyección oficial. En estos casos se reúne la familia real al completo, así como una amplia representación de las altas instituciones del Estado, autoridades de la Casa de su Majestad y el personal médico que atiende a la parturienta. En el escenario elegido se coloca la pila bautismal de Santo Domingo de Guzmán –el famoso fundador de la Orden de los Predicadores-, una reliquia del siglo XII en la que fueron bautizados la mayoría de los herederos a la corona de España. Desde Felipe IV en Valladolid, en 1605, pasando por el actual Príncipe de Asturias, futuro Felipe VI, en el palacio de la Zarzuela en 1968, hasta la primogénita de los Príncipes de Asturias, la Infanta Leonor, segunda en la línea de sucesión al trono después de su padre, han recibido el agua bautismal en esa pila, que se instaló para mayor comodidad en el convento de Santo Domingo el Real de Madrid.

La pila bautismal de Santo Domingo de Guzmán durante el bautizo de la Infanta Elena, primogénita de los Reyes, en 1963.

El ceremonial de bautizos de las dinastías españolas está registrado desde 1571, en tiempos de Felipe II. Las celebraciones duraban varios días y se derrochaba lujo en fiestas, corridas de toros y banquetes. Existía todo un ceremonial establecido para los bautizos regios. En realidad, durante mucho tiempo hubo dos bautizos. El acto sacramental de bautizar al recién nacido se realizaba enseguida del parto, porque la alta mortalidad infantil aconsejaba no arriesgarse a que el infante “muriese moro”. Y la fiesta del bautismo, con todo el boato de las ceremonias cortesanas, se celebraba tiempo después. A veces ese bautismo oficial se retrasaba mucho, como en el caso de la infanta Marianina, hija de Felipe V, que se celebró cuando la niña tenía casi cuatro años e iba a partir para la Corte de Francia, ya que estaba destinada a casarse con el heredero de Luis XIV.

Bautizo de Felipe II “el Grande”, Valladolid, 1554


Felipe V, primer rey español de la Casa de Borbón, quiso seguir las liturgias bautismales de la de Austria para mostrar la continuidad entre ambas dinastías, y cuando iba a nacer su primogénito Luis, en 1707, pidió al grefier (secretario de la Casa del Rey) todas las referencias sobre bautismos que hubiera en su oficina. El ceremonial desde tiempos de los Austrias fijaba hasta una procesión en la que participaban los Gentileshombres, cargos honoríficos de la Casa del Rey que desempeñaba la Grandeza de España. Cada gentilhombre llevaba una de las llamadas insignias del bautismo, los utensilios que empleaban los cardenales que administraban el sacramento: el mazapán, la vela, el capillo, el salero, la taza, el aguamanil y las toallas. El último bautismo que registró toda esta solemnidad fue el del rey Alfonso XIII, verificado en la capilla del Palacio Real de Madrid el 22 de mayo de 1886.


La ceremonia en Inglaterra


Pese a los cañonazos en Hyde Park, los miles de campanadas en Westminster Abbey y las iluminaciones de festejo en Trafalgar Square, los bautismos reales en Inglaterra son ceremonias muy privadas y tienen lugar en el salón de música de Buckingham Palace (excepcionalmente, el Príncipe Eduardo, Conde de Wessex, fue bautizado en la capilla de San Jorge del Castillo de Windsor, al igual que Príncipe Henry “Harry” de Gales el 21 de diciembre de 1984 y el bisnieto de la reina, James, Vizconde Severn, hijo del Conde de Wessex, el 19 de abril de 1990). La recepción no es sino una reunión de familia, que se desarrolla en un recinto de dimensiones razonables. Ocurría lo mismo en la Edad Media, con la sola diferencia de que a los niños se les bautizaba en los tres días siguientes al nacimiento.

El bautismo de Victoria, Princesa Real, 1840

El ceremonial de la corte señala que los bautismos de los príncipes son acontecimientos puramente familiares. Algunos se preguntan entonces por qué se desarrollan en Buckingham y no en la parroquia de la cual depende el palacio, St. Martin-in-the-Fields. El 29 de mayo de 1926, el bautismo de la hija mayor del duque y la duquesa de York, la futura Elizabeth II, que tuvo lugar en la capilla privada de Buckingham, curiosamente pasó totalmente inadvertido.


Bajo Victoria, la capilla de palacio acogía a los invitados hacia la 1 de la tarde. Dos filas de sillas y cuatro banquetas los aguardaban. A los lados se encontraban representantes extranjeros y algunos miembros del gobierno. El altar, recubierto con terciopelo color carmesí donde estaban depositados utensilios de oro, se encontraba preparado para la ceremonia. Victoria Adelaida, hija mayor de Victoria, estrenó el 10 de febrero de 1841 la nueva pila bautismal, de plata dorada, que tenía la forma de un nenúfar sosteniendo una gran concha cuya parte interior, sobre el borde, estaba ornamentada con pequeños nenúfares flotantes. El agua para el bautismo provenía del río Jordán.


Cuatro generaciones Windsor en el bautismo del Príncipe Charles, 1948

La emoción alcanzaba su punto más alto cuando el arzobispo de Canterbury preguntaba a los padrinos y a las madrinas el nombre o los nombres del recién nacido. La reina misma vigilaba la elección. Terminada la ceremonia, el bebé era transportado a su habitación y los invitados seguían a la reina a una de las más bellas estancias del palacio, el Salón Blanco, para una recepción que, a través de Galería de las Pinturas, continuaba con un almuerzo en el gran comedor. Un magnífico pastel de bautismo coronaba una de las mesas.


Hasta la década del ’80 se desarrolló el mismo ritual en el salón de música ¡pero sin música! Solo los disparos del fotógrafo reemplazaban los sonidos del órgano; únicamente la Marcha Nupcial de Mendelssohn sobrevivía en el programa. Pero la costumbre se interrumpió en esa época. Y los bautizos se realizaron en diferentes templos de Inglaterra: el último fue el de Savannah Phillips, hija de Peter Phillips y la integrante más joven de la familia real, quien recibió el bautismo en la Holy Cross Church de Avening, Gloucestershire, el 23 de abril de 2010.

Lady Louise Alice Elizabeth Mary Mountbatten-Windsor, hija mayor de los Condes de Wessex, el día de su bautizo el 24 de abril de 2004 en la Capilla privada del Castillo de Windsor. Ella fue la última bebé real en lucir el vestido victoriano original de 1840.