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martes, 22 de febrero de 2011

El último Emperador

Carlos I de Austria o Carlos IV de Hungría, nacido Karl Franz Josef Ludwig Hubert Georg Maria von Habsburg-Lothringen, fue el último Emperador de Austria y Rey Apostólico de Hungría y Bohemia, entre 1916 y 1919. La Iglesia Católica lo designa como Beato Carlos de Austria, Emperador y Rey.

Primogénito del Archiduque Otto y de la Princesa Josefa de Sajonia, sucedió a su tío abuelo Francisco José I. Se convirtió en heredero en 1914 tras el asesinato de su tío el Archiduque Francisco Fernando de Habsburgo-Lorena en Sarajevo, Bosnia, causa inmediata del estallido de la Primera Guerra Mundial.

Su gran título oficial fue: Su Majestad Imperial, Real y Apostólica, Carlos I, por la Gracia de Dios, Emperador de Austria, Rey Apostólico de Hungría, cuarto de su nombre, Rey de Bohemia, Dalmacia, Croacia, Eslovenia, Galitzia, Lodomeria e Iliria; Rey de Jerusalén, etc. Archiduque de Austria, Gran Duque de Toscana y Cracovia, Duque de Lorena y Salzburgo, de Estiria, Carintia, Carniola y Bucovina; Gran Príncipe de Transilvania; Margrave de Moravia; Duque de la Alta y la Baja Silesia, de Módena, Parma, Piacenza y Guastalla, de Auschwitz y Zator, de Teschen, Friuli, Ragusa y Zara; conde de Habsburgo y Tirol, de Kyburg, Gorizia y Gradisca; Príncipe de Trento y Brixen; Margrave de la Alta y la Baja Lusacia y de Istria; Conde de Hohenems, Feldkirch, Bregenz, Sonnenberg, etc.; Señor de Trieste, de Cattaro, y la Marca Wendia; Gran Voivoda de Serbia, etc, etc.


Reinado

Carlos accedió al trono en 1916, en medio de la Primera Guerra. Su coronación era urgente y tuvo lugar el 29 de diciembre de ese año, cuarenta días después de morir el anterior monarca, evitando las ceremonias dilatorias que hubieran sido usuales en los Habsburgo en tiempo de paz, lo que puso de manifiesto el declive final del Imperio.

La Archiduquesa María Josefa de Austria (1867-1944) y sus hijos Carlos y Maximiliano (1910)


Desde este momento, el nuevo emperador trató de sacar al Imperio Austrohúngaro de la guerra europea. La razón principal que le llevó a ello fue la situación económica del país, que no paraba de empeorar, con una inflación severa, descontento masivo entre los campesinos por las requisas de guerra y fuerte rechazo de los sindicatos obreros a la militarización de la industria. El propio emperador deseaba la paz por la convicción personal que la sangría humana del conflicto podría continuar durante mucho tiempo más.

El estallido de la Revolución de Octubre (1917) en Rusia causó que Carlos I intensificara sus esfuerzos para una paz negociada, en tanto el derrumbe ruso reafirmaba la subordinación de Austria-Hungría respecto a Alemania y también podría servir de ejemplo para una revolución social extrema en los Imperios Centrales.


Carlos con su primogénito, el Archiduque Otto y su tío abuelo, el Emperador Francisco José


En el interior, con motivo del cumpleaños de su heredero (2 de julio de 1917), declaró una amnistía de los prisioneros políticos, gesto con el que trató, con escasos resultados, de mostrar su disposición a un nuevo orden político en el imperio. De igual manera, a lo largo del año 1917 y la primera mitad de 1918, promulgó diversas normas destinadas a mitigar el descontento social de la clase obrera de su imperio, suavizando las severas leyes marciales aprobadas al inicio de la guerra. No obstante, la contienda proseguía y por tanto las medidas tomadas por el emperador apenas eran paliativas de una grave situación interna.

Con ayuda de sus asesores y del consejo de ministros, Carlos I definió un plan de federalización del país, que se hizo público en octubre de 1918. El imperio se convertía en una confederación donde sus miembros mantenían plena autonomía política, económica y militar, compartiendo únicamente la jefatura del estado. Estos intentos llegaron demasiado tarde y los consejos nacionales que Carlos fomentó entre las distintas nacionalidades optaron por abandonar al gobierno de Viena en vez de adaptar el plan del emperador.


La familia imperial el día de la coronación


Iniciada la disolución del Imperio tras la derrota frente a los italianos en la Batalla de Vittorio Veneto y tras resistirse a abandonar lo que él consideraba sus obligaciones, Carlos I renunció a la jefatura del Estado el 11 de noviembre de 1918 y a formar parte de cualquier futuro gobierno austriaco, pero no a sus derechos como jefe de la dinastía. Trataba así de mantener la posibilidad de que perviviese la monarquía Habsburgo con otro miembro de la familia imperial. Partió de inmediato hacia el exilio en Suiza.


Intentos de restauración

El 26 de marzo de 1921 Carlos residía en Suiza y desde allí viajó secretamente a Hungría con un pasaporte español falso para restaurar la monarquía húngara y ser proclamado rey, alegando que podría contar con apoyo del gobierno francés para ello. Para tal efecto logró reunirse en secreto con el almirante Miklós Horthy quien en una discusión personal rechazó apoyar esta pretensión alegando que, por el contrario, Francia y Gran Bretaña se opondrían a tal proyecto, mientras los gobiernos de la Pequeña Entente anunciaban estar dispuestas a invadir Hungría y ocupar Budapest con sus tropas para impedir la restauración de un Habsburgo en el trono (que, según temían, podría intentar el restablecimiento del Imperio Austrohúngaro y amenazar la independencia de sus países). Ambos personajes acordaron suspender su conversación hasta por tres semanas, para hallar una solución, pero mientras tanto los nacionalistas húngaros temían que la coronación de Carlos significase resucitar el predominio austriaco sobre Hungría y lograron que el parlamento magiar impidiera la restauración de Carlos. Ante ello el antiguo emperador (que al parecer sólo esperaba ser llamado para reinar al vencer el plazo de tres semanas) se retiró de Hungría el 5 de abril, sintiéndose traicionado por Horthy.

La declaración del 11 de noviembre de 1918


Este viaje de Carlos (publicado en todos los diarios europeos) sentó muy mal a las autoridades helvéticas. Muy respetuosamente, informaron al rey húngaro que, en adelante, se le prohibía residir en Vaud, así como en cualquier otro cantón fronterizo. Además, una vez escogida su nueva residencia, el emperador debería avisar cuál era y, en el caso de querer desplazarse al extranjero, debería avisarlo con anticipación. Carlos y su familia se instalaron entonces en Hertenstein, a orillas del lago de los Cuatro Cantones.

Pero, incitado por su egregia esposa, no se dio por vencido. Seguro de contar con el apoyo del ejército y del pueblo, pocos meses después intentó nuevamente forzar la restauración, aunque operando de otra forma. La emperatriz opinaba que, si era preciso, debía utilizar la fuerza. ¡Ellos eran los reyes de Hungría!

Carlos de uniforme militar


El 21 de octubre de 1921 entró de nuevo en Hungría reuniendo un contingente de soldados afines a su causa para marchar sobre Budapest. Si bien los monárquicos y el propio Carlos habían previsto una marcha pacífica donde las tropas gubernamentales no se atreverían a cerrar el paso al antiguo emperador (como sucedió casi en toda la ruta de Szombathely a Budapest), el gobierno de Miklós Horthy sí estaba dispuesto a resistir este nuevo intento y en las afueras de la capital batallones del ejército rechazaron por la fuerza a unos soldados del contingente monárquico el 23 de octubre, mostrando que una guerra civil era posible por causa de la restauración monárquica.

Esa misma tarde los gobiernos de la Pequeña Entente enviaron tropas a su frontera húngara, para impedir que Carlos fuese restaurado. Asustado ante la posibilidad de una guerra civil, y notando que el apoyo a su causa no era unánime, el emperador desistió de su intento el 24 de octubre y capituló con sus seguidores; mientras tanto el gobierno del almirante Horthy reaccionaba colocando a Carlos y su esposa bajo custodia militar en la localidad de Tihany a orillas del Lago Balatón, accediendo a las presiones de la Pequeña Entente y de los nacionalistas húngaros (unidos en su empeño de evitar la restauración de los Habsburgo). Francia y Gran Bretaña también manifestaron oficialmente a Horthy el 29 de octubre su oposición al retorno de Carlos al trono húngaro, apoyando los temores de la Pequeña Entente.

El Castillo Eckartsau, el último refugio de Carlos I en Austria


En abril de 1919 Austria, tras proclamarse como república, había declarado nulos los privilegios políticos y embargado las propiedades de la familia imperial, mientras se eliminaban los derechos nobiliarios. Checoslovaquia había hecho lo propio ya apenas terminada la guerra, a comienzos de noviembre de 1918. En Hungría (pasado el breve período comunista de Bela Kun) se les permitió disponer de sus bienes personales. Entre ellos estaba el “fondo de familia”, creado por la emperatriz María Teresa en el siglo XVIII para que los Habsburgo, en cualquier circunstancia, pudiesen vivir ostentosamente sin necesidad de recurrir al erario público. Desgraciadamente para Carlos y su esposa, estaba constituido por unos terrenos muchísimo más extensos y fructíferos en Austria que en Hungría. No podían vivir ostentosamente como deseaba su ilustre tatarabuela, pero sí decorosamente.

El 4 de noviembre de 1921, un acta de destronamiento abrogaba los derechos dinásticos de Carlos de Habsburgo-Lorena en Hungría. Salió entonces de aquel país con su esposa, en un buque de la Marina Real británica hasta el puerto rumano de Galati en el Mar Negro; de ahí la pareja imperial fue llevada a la isla portuguesa de Madeira el 19 de noviembre del mismo año, por decisión de Francia y Gran Bretaña. Allí Carlos murió de neumonía en marzo de 1922. Sus restos aún permanecen en la isla, en la iglesia de Nossa Senhora do Monte, con permiso de sus sucesores, a excepción de su corazón, que fue trasladado a la cripta de los Habsburgo en Austria.


Carlos y Zita en Madeira


Para Austria, la consecuencia más importante de la disolución del Imperio fue perder definitivamente su condición de potencia europea, hasta el punto de ser absorbida por Alemania en 1938. Inclusive Viena, que había sido una de las principales ciudades del mundo antes de 1914, se convirtió repentinamente en la cabeza de una república pequeña en población y en territorio.

Su caída acabó con el poder de la dinastía de los Habsburgo, dinastía que se originaba en el siglo XI, había dominado Europa y el mundo entero desde el siglo XV y alcanzado su máximo esplendor entre 1519 y 1556. Nueve siglos más tarde, sin embargo, ya solo eran lo mismo que otros tantos miles de aristócratas europeos. Aunque habían dejado su impronta en la Historia, indiscutiblemente.


El Emperador y la Emperatriz, cuando eran solo Archiduques de Austria


Beatificación

Carlos I fue beatificado en Roma el 3 de octubre de 2004, por el papa Juan Pablo II. Las razones de esta beatificación se basan en que, además de sus virtudes cristianas, hizo múltiples tentativas por promover la paz en 1917, a través de la mediación de sus cuñados los príncipes Sixto y Javier de Borbón-Parma y por su apoyo a la mediación del papa Benedicto XV.

Además, se había comprometido a seguir las enseñanzas cristianas en su vida privada y pública y supo seguir la enseñanza social de la Iglesia. Las primeras medidas tomadas por él, en tanto que emperador-rey, fueron suprimir el tren de vida de la corte para poder ayudar a la gente más necesitada y adoptar las reformas sociales necesarias. Creó, bajo la influencia de la emperatriz Zita, el primer ministerio de asuntos sociales del mundo. Fue llamado en su tiempo por el "Arbeiter Zeitung" (El periódico de los trabajadores) « el Emperador del pueblo », lo que provocó las burlas de la aristocracia.




Descendencia

Se había casado en 1911 con la princesa Zita de Borbón-Parma (1892 - 1989), hija de Roberto, Duque de Parma y de su segunda esposa, la Infanta María Antonia de Portugal. Tuvo con ella ocho hijos:
  • Príncipe heredero Otto (1912), Duque de Lorena y de Bar, casado con la princesa Regina de Sajonia-Hildburghausen y Meiningen
  • Archiduquesa Adelaida (1914-1971)
  • Archiduque Roberto (1915-1996), casado con la princesa Margarita de Saboya-Aosta
  • Archiduque Félix (1916-), casado con la princesa Anna-Eugénia de Arenberg
  • Archiduque Carlos Luis (1918-2007), casado con la princesa Yolanda de Ligne
  • Archiduque Rodolfo (1919-2010), casado en primer lugar (1953) con la condesa Xenia Sschernyscheva-Besobrasova y en segundo lugar (1971) con la princesa Ana de Wrede
  • Archiduquesa Carlota (1921-1989), casada con el duque Jorge de Mecklenburgo, Jefe de la Casa Gran Ducal de Mecklenburgo-Strelitz.
  • Archiduquesa Isabel (1922-1993) casada con el príncipe Enrique de Liechtenstein.
Carlos y Zita con sus cinco primeros hijos (1920)




sábado, 12 de febrero de 2011

Hungaria Magna

Durante el Imperio romano, el territorio de la actual Hungría formó parte de las provincias de Panonia y Dacia. A fines del siglo IV, Roma perdió Panonia, ocupada desde entonces por tribus germanas y eslavas, y por los "pastores romanorum", pastores que hablaban un idioma derivado del latín vulgar. La planicie central recibió a hunos, búlgaros (que finalmente se asentaron más al sur, en la actual Bulgaria y la República de Macedonia) y ávaros: pueblos nómadas provenientes de las estepas del norte del Mar Negro. Los ávaros dominaron la cuenca del Danubio entre los siglos VII y VIII, hasta ser sometidos por el Imperio de Carlomagno.


La Corona, la Espada y el Orbe de Hungría

Los sucesores de Carlomagno organizaron una serie de ducados en la mitad oeste y norte de la cuenca, mientras que el Imperio bizantino y Bulgaria ejercieron cierta autoridad sobre el sur y el este de la región. El Ducado de Croacia se independizó en el año 869 y Moravia luchó tenazmente contra los carolingios, hasta la aparición de los magiares, pueblo de origen fino-ugro (emparentado con fineses, estonios, carelios, udmurtos, etc.). Éstos organizaron, al oeste del bajo Don, una federación de tribus (integradas por diversos clanes y dirigidas por un jefe hereditario), llamada On-Ogur (Diez Flechas), que dio origen al nombre húngaro, en la lengua eslava, por lo que su reino se acabó conociendo como Hungaria, que posteriormente derivó en Hungría.

La tradición sostiene que Hungría fue fundada por siete tribus magiares (húngaras) que emigraron desde la región de los Montes Urales cerca del límite de Europa y Asia hasta el territorio actual en el siglo VIII. Estas fueron guiadas por siete líderes: Álmos, Előd, Ond, Kond, Tas, Huba y Töhötöm. Un par de décadas después de haber llegado a las tierras del Danubio, Árpád - el hijo mayor de Álmos - se convirtió en príncipe y líder absoluto de las tribus, que hicieron un pacto de sangre para simbolizar una unión indivisible.

Así comenzó la historia de la nación húngara y la dinastía de los Árpádes.

Pacto de sangre de los siete líderes tribales húngaros


San Esteban y el Cristianismo

El bisnieto de Árpád fue Esteban I, hijo del príncipe Géza. Esteban había nacido como pagano con el nombre de Vajk y posteriormente fue bautizado con su nombre cristiano. Esteban sabía que si su nación quería sobrevivir, debía ser reconocida como un reino cristiano y estar bajo la tutela del Papa. Así, comenzó su lucha contra el paganismo tras haber sido coronado Rey de Hungría en el año 1000. El principal adversario de Esteban era un familiar suyo llamado Koppány, que deseaba la corona de Hungría y repudiaba el cristianismo. Finalmente fallece y Esteban ordena que fuese desmembrado en cuatro y que las partes de su cuerpo fueran enviadas a ciudades importantes como muestra de lo "poco conveniente" que podía ser el paganismo.



Firma del rey Esteban I

Matías Corvino y los turcos

Hungría se convirtió gradualmente en un reino amplio e independiente, donde florecería la cultura y se daría un importante progreso económico, sobre todo de la mano de Mátyás (Matías Corvino), quien conquistó Moravia, Bohemia y Silesia, y posteriormente trasladó la corte húngara a Viena. Así, Matías fue una figura de gran relevancia para el renacimiento en Hungría y la lucha armada contra los turcos, a los que se intentaba repeler desde hacía décadas (por ejemplo, su padre, el Regente húngaro Juan Hunyadi, hijo de un noble rumano de Valaquia, guió incontables campañas contra los turcos).

La época dorada finalizó con la derrota húngara de Mohács en 1526 y la ocupación turca de Buda (hoy parte de Budapest). A la muerte de Luis II en la batalla de Mohács, la nobleza húngara elegirá rey a Fernando de Habsburgo, hermano del emperador Carlos V, vinculándose así Hungría por casi 400 años a la Casa de Habsburgo.


El escudo de armas de Matías Corvino custodiado por dos infantes del Ejército Negro de Hungría (Iglesia de San Matías, Budapest)


En 1529 fracasó la ofensiva turca contra Viena. Durante la dominación otomana de gran parte de Hungría, ésta estaría administrada por algunas grandes familias, y las revueltas serían constantes, al igual que en Transilvania. A finales del siglo XVII, los Habsburgo reconquistarían Hungría (Budapest en 1686 y en 1699 Transilvania). Durante los siglos XVIII y XIX, Hungría formó parte de los territorios administrados por los Habsburgo (Imperio austríaco a partir de 1806).

Los Habsburgo y su dominio sobre Hungría

Tras las victorias imperiales de finales del siglo XVII, Hungría y Transilvania pasaron a formar parte del Imperio de los Habsburgo, ocasionando varios conflictos entre la nobleza magiar, poderosa y de espíritu independiente, y las tendencias centralistas de Viena.

En 1848, estallaron rebeliones en todas partes del imperio, y en Hungría escritores como Sándor Petőfi tomaron las calles y guiaron las multitudes contra los austriacos. Pronto se estableció un gobierno provisional que fue derrocado por el emperador Francisco José I con el apoyo en Hungría de las minorías que estaban sometidas a los húngaros (especialmente croatas y rumanos) y por la intervención rusa. La rebelión fracasó, y entre 1849 y 1866 se reimplantó una política centralista y autoritaria.


Escudo de armas de la Tierra de la Corona de San Esteban (1867)


"El Compromiso"

Tras la derrota austríaca de 1866 contra Prusia en la Guerra de las Siete Semanas, Hungría se convertiría finalmente, en 1867, en una parte autónoma del Imperio austrohúngaro. En 1902, una comitiva húngara encabezada por Ferenc Deák fue enviada a Viena, donde se firmó el Compromiso (en húngaro: Kiegyezés y en alemán: Ausgleich). En este tratado se le otorgaban a Hungría instituciones políticas propias, gobierno y ejército propios y el parlamento tendría su sede en Budapest. Hungría (territorios de la Corona de San Esteban) se constituyó en la 2ª entidad de la nueva monarquía, con plena independencia excepto en asuntos militares, exteriores, monetarios y aduaneros. El káiser pasó a ser simultáneamente "rey apostólico" de Hungría.

La política interna húngara se caracterizó por apostar por la magiarización de las minorías (croatas, serbios, eslovacos, ucranianos, rumanos), la centralización administrativa (sólo Croacia conservó cierta autonomía) y el mantenimiento de un régimen tendente al autoritarismo (sufragio censitario reducido, discriminación de las minorías, etc.). A diferencia de la parte austriaca, Hungría se mantuvo esencialmente rural y agraria bajo el dominio de una numerosa y poderosa nobleza que controlaba gran parte de los recursos del Estado.


Coronación de Carlos I de Austria como Carlos IV de Hungría en Budapest (1916)


Hungría desmembrada

Sin embargo, el Imperio fue derrotado durante la Primera Guerra Mundial, por lo que Hungría declaró su independencia el 1 de octubre de 1918. Con el tratado de Trianon en 1920 Hungría firmó la paz con las potencias vencedoras y perdió más de un 70% de su territorio, que pasó a los nuevos Estados centroeuropeos. Eslovaquia y Rutenia (esto es, la Rutenia subcarpática) se unirían a Bohemia y Moravia para formar Checoslovaquia. Transilvania y parte del Bánato se juntarían a Rumanía. Croacia y Voivodina pasarían al Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, futura Yugoslavia. Quedaron, no obstante, importantes grupos de población húngara en Checoslovaquia (884.000 individuos), Voivodina serbia (420.000) y Transilvania rumana (1.662.000), hoy en día también siguen siendo mayoritarios en numerosos distritos y municipios de las tres nuevas naciones.

Poco después, hubo una revolución comunista instaurándose la República Soviética Húngara, que fue sofocada tres meses más tarde por las tropas anticomunistas rumanas. Durante este estado de anarquía, el almirante Miklós Horthy tomó el poder como regente "permanente" del Reino de Hungría (1920 - 1945), aunque impidiendo la restauración del rey Carlos IV de Habsburgo (que falleció en 1922), quien contaba con un apoyo social muy amplio.


El Regente Miklós Horthy


La Segunda Guerra Mundial

Tras cierta presión, Horthy, el regente húngaro, estableció una alianza con la Alemania nazi y los otros miembros de las Potencias del Eje (Italia y Japón) en los años 1930, donde le ofrecían revisar el Tratado de Trianon. Hungría fue recompensada por Alemania con territorios pertenecientes a Checoslovaquia, Yugoslavia y Rumanía, y tomó parte activa en la Segunda Guerra Mundial, pudiendo así recuperar temporalmente unos territorios donde había húngaros (sur de Eslovaquia, Rutenia subcarpática, Transilvania septentrional y el norte de la Voivodina), y donde las autoridades húngaras pretendieron que los húngaros eran la mayoría, aunque los censos hechos por las autoridades rumanas, eslovacas o serbias pretendían lo contrario. En octubre de 1944, Adolf Hitler forzó la abdicación del no demasiado dócil Horthy, por un mayor colaboracionista pronazi húngaro, Ferenc Szálasi, con el fin de evitar así la defección de Hungría.

Hungría comunista

Tras la caída de Hitler, Hungría fue ocupada por tropas rusas y, pese a que hubo un pequeño periodo liberal, en 1947 se instauró un gobierno comunista, liderado por el Partido de los Trabajadores Húngaros, estando a la cabeza de este Mátyás Rákosi. Por lo tanto el país pasaba a ser una parte importante del Bloque del Este. En 1949 Hungría ingresó en el Consejo de Asistencia Económica Mutua (COMECON) patrocinado por la Unión Soviética, del que formó parte hasta 1991.

Cuando murió Iósif Stalin en 1953, se inició - como en la URSS y toda Europa del Este (menos Yugoslavia, que había elegido su propia vía al socialismo) - el proceso de desestalinización, en donde se aprobó un nuevo programa económico y se concedió amnistía a varios prisioneros políticos. En 1955, se firmó el Pacto de Varsovia que era un tratado de ayuda mutua, tanto económica como militar.


El Parlamento de Budapest, a orillas del Danubio