Antes del movimiento de unificación política ocurrido durante el siglo XIX en Italia, los títulos de nobleza eran concedidos por cada uno de los soberanos que ejercieron su poder sobre las diversas partes del territorio italiano: emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico, reyes de España, de las Dos Sicilias, de Cerdeña, grandes duques de Toscana, duques de Parma, dogos de Venecia y Génova y, principalmente, los Papas, que continuaron concediéndolos después de la extinción de facto de su soberanía temporal en los antiguos Estados Pontificios.
Escudo del Papa (Alejandro VI), tradicional dispensador de títulos nobiliarios en la Península Itálica, en su calidad de soberano temporal
La nobleza de Italia refleja el hecho de que la Italia medieval era un escenario de estados separados hasta 1870 y tuvo varios linajes reales. Las familias reales italianas estaban usualmente emparentadas entre sí a través del matrimonio, e incluso con otras familias reales europeas.
Casas soberanas de Italia
Casa de Saboya: Reyes de Italia, Reyes de Cerdeña, Duques de Saboya, Príncipes de Piamonte
Casa de Este: Duques de Ferrara, Módena y Reggio, condes de Polesino y Garfagnana
Casa de Farnesio: Duques de Parma, Piacenza y Castro
Casa de Borbón: Reyes de las Dos Sicilias, Reyes de Nápoles, Reyes de Sicilia, Duques de Parma y Piacenza
Casa de Médici: Grandes Duques de Toscana
Casa de Visconti: Duques de Milán
Casa de Sforza: Duques de Milán
Casa de Gonzaga: Duques de Montferrato, Duques de Mantua
Los rangos nobiliarios iban desde el Príncipe al Patricio, jerarquía que resultó a partir de la superposición de aquellos rangos establecidos por los estados de la pre-unificación. Como eran fuertemente diferentes uno de otro, los títulos no estaban distribuidos homogéneamente a través del país y, respectivamente, en alguna región un título determinado se encontraba completamente ausente.
Los reinos de Nápoles, Sicilia y Cerdeña, así como los estados papales, otorgaban los rangos típicos de monarquías como España, Francia e Inglaterra: príncipe, duque, marqués, conde y barón. El título de Vizconde no es tan frecuente. En el norte de Italia y Toscana la situación era más compleja, porque había varios tipos de autoridades que otorgaban títulos. Típicamente, los municipios italianos (también en el Reino de Nápoles) y las repúblicas concedían el título de Patricio, el cual sólo en Italia es considerado un rango de nobleza. La República de Venecia también concedía títulos feudales.

El Castello di Valentino, en Turín, propiedad del duque Emanuel Filiberto de Saboya (1580)
Hasta 1806, el norte de Italia (excepto Venecia) y Toscana formaban el Reino de Italia, perteneciendo al Sacro Imperio Romano. El emperador retenía el derecho de crear duques y príncipes. Los monarcas del norte de Italia recibían del emperador el derecho de conceder títulos feudales menores (de marqués en adelante), ya que estos monarcas por sí mismos eran usualmente príncipes y duques.
Durante el Renacimiento los soberanos habían conquistado todas las ciudades-república excepto Venecia, Génova, Lucca, San Marino y Ragusa. Por lo tanto, en la mayoría de Italia, los patricios se integraron a los niveles más bajos de la aristocracia. Cuando en 1871 el Rey de Cerdeña conquistó los otros estados italianos, la Consulta Araldica (el colegio de armas de Italia) integró estos diferentes y variados sistemas en una sola jerarquía.
Escudo de armas del Reino de las Dos Sicilias
En la Edad Media, la mayoría de los feudatarios era simplemente signori (del francés seigneur, un título introducido en Italia por los normandos del siglo XI), vassalli (vasallos) o cavalieri (caballeros). Eventualmente, esta clase pasó a ser conocida colectivamente como los baroni (barones), aunque en Italia barone no era siempre un título descriptivo de un particular rango feudal. Durante el siglo XIV, la mayoría de los territorios feudales menores se convirtieron en baronías y sus titulares en barones.
En Roma, la clase noble se subdividía en dos categorías: Patricios romanos, que descendían de aquellos que habían ocupado en la Edad Media cargos de gobierno civil en la ciudad Pontificia, y Patricios romanos conscriptos, los cuales pertenecían a alguna de las sesenta familias que el Soberano Pontífice había reconocido como tales en una bula especial, en la cual se las citaba nominalmente. Constituían la flor y nata del patriciado romano.
La nobleza romana estaba también subdividida en dos categorías; los nobles que descendían de los feudatarios, es decir de las familias que habían recibido un feudo del Soberano Pontífice, y los nobles simples, cuya nobleza les venía de haberles sido atribuido un cargo en la Corte, o directamente de una concesión pontificia.
Recepción por las bodas de plata del Rey Humberto I y la reina Margarita en el Palacio del Quirinal, Roma, 1893.
Cuando se consumó la unificación en 1870, la Casa de Saboya intentó amalgamar las diferentes noblezas en un todo. Política y jurídicamente el intento fracasó. Muchas familias nobles se mantuvieron fieles a las dinastías depuestas de las cuales habían recibido sus títulos. Una considerable parte de la aristocracia romana continuó figurando oficialmente en las solemnidades del Vaticano, se negó a reconocer la anexión de Roma a Italia, rechazó cualquier aproximación al Quirinal y cerró sus salones en señal de protesta. A esta nobleza así enlutada se le dio el nombre de Nobleza Negra.
No obstante, desde el punto de vista social, esta amalgama se dio generalmente en una importante escala mediante matrimonios y relaciones sociales, haciendo que la aristocracia italiana constituya hoy un solo todo.
El Tratado de Letrán de 1929 aseguraba, sin embargo, a la nobleza romana una situación especial, pues reconocía al Papa el derecho a continuar otorgando títulos nobiliarios y aceptaba los que anteriormente habían sido concedidos por la Santa Sede. Incluso “se establecerán los casos en los cuales dicho reconocimiento no estará sujeto en Italia al pago de tasas”, refiriéndose a una cuantía simbólica que el Estado italiano exigía a los nobles de los Estados previos a la unificación para obtener el reconocimiento de sus títulos y su filiación a la nobleza. La dispensa en ciertos casos de estas tasas era el único privilegio tributario otorgado por el Tratado a los nobles pontificios. Desde el punto de vista legal, han continuado coexistiendo dos noblezas: la italiana y la romana.
Camillo Benso, Conde de Cavour, de Isolabella y de Leri (1810-1861), líder del movimiento de unificación italiana
En las sucesivas Constituciones de la Italia unificada, tanto de la monárquica como de la republicana, hay artículos específicos sobre la situación de la nobleza. El Estatuto Albertino, que estuvo en rigor de 1848 a 1947, establecía:
Art. 79 - Los Títulos de Nobleza les serán mantenidos a quienes tengan derecho a ellos. El Rey podrá conceder nuevos Títulos.
Art. 80 – Nadie podrá recibir condecoraciones, títulos o pensiones de una potencia extranjera sin autorización del Rey.
A su vez, la Constitución de la Italia republicana de 1947 establece:
XIV – No se reconocen los títulos nobiliarios. Los predicati de los existentes antes del 28 de octubre de 1922 serán válidos como parte del nombre. La Orden Mauriciana será conservada como institución hospitalaria y funcionará del modo establecido por la ley. La ley regulará la supresión de la Consulta Araldica.
El predicato del título está constituido por el nombre del antiguo territorio añadido al apellido, por ejemplo, príncipe Colonna di Paliano. La Constitución de 1947 autoriza a que aparezca en los documentos este apellido compuesto, con tal que fuera anterior al fascismo.

Recepción del Papa Pablo VI al patriciado romano el 14 de enero de 1964.
La Consulta Araldica de la época monárquica era el tribunal específico para los casos de títulos en disputa, escudos de armas, etc. Pese a no tener valor legal, pero sí mucha fuerza moral e histórica, ha sido sustituida hoy por el Cuerpo de la Nobleza Italiana, dotado de un tribunal de consulta para la admisión de miembros a diferentes entidades (como la Orden de Malta, por ejemplo).
No se le reconoce a la nobleza ningún tipo de privilegio político ni tributario, ni en la vieja ni en la nueva Constitución Italiana.
Nobleza Negra
La “Nobleza Negra” (en italiano: aristocrazìa nera) estaba formada por familias de la aristocracia italiana que se hallaban del lado del Papado bajo Pío IX después que el ejército del Reino de Italia entró a Roma en setiembre de 1870, derrocó los Estados Papales, y se hizo cargo del Palacio Apostólico. Por los siguientes 59 años el Papa se confinó en la ciudad del Vaticano y reclamó ser un prisionero en el Vaticano para evitar el asomo de aceptación a la autoridad del gobierno italiano.
Un destacamento de la Guardia Noble Pontificia, cuerpo de élite integrado exclusivamente por miembros del patriciado y de la nobleza al servicio personal del Papa
Los aristócratas que habían recibido previamente sus títulos de parte de la Santa Sede, incluyendo los Chambelanes de Capa y Espada, mantuvieron sus puertas cerradas para llorar el confinamiento del Papa, lo que llevó a que fueran llamados la “Nobleza Negra”.
Luego de la firma del Tratado de Letrán en 1929, la Nobleza Negra obtuvo una ciudadanía dual, en Italia y en Ciudad del Vaticano. Esto les permitió entrar a la Guardia Noble, lo que previamente sólo estaba abierto a la nobleza proveniente de los antiguos Estados Papales. En 1931, el Papa Pío XI negó el requerimiento de Alfonso XIII de abrir la Guardia Noble a aristócratas provenientes de todas las naciones católicas.
Famosos miembros de la Nobleza Negra incluyen a Eugenio Pacelli, quien más tarde se convertiría en Pío XII, y a notabilidades de las familias Colonna, Massimo, Pallavicini y Ruspoli.
El Príncipe Marcantonio Colonna y su hijo Don Asprenno en el Hall de los Héroes del palazzo familiar, 1945