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domingo, 30 de enero de 2011

Los Farnese de Parma

Los Farnesio (en italiano: Farnese) fueron una influyente familia italiana de la aristocracia que ostentó el ducado de Parma entre 1545 y 1731. Sus importantes miembros incluyeron al Papa Pablo III, el cardenal Alessandro Farnese y los Duques de Parma y Piacenza.

El encumbramiento de los Farnesio y su enlace con las más ilustres familias romanas tuvo lugar en tiempos de Ranuccio Farnese, el Viejo, protegido del papa Eugenio IV. Ranuccio casó a su hijo Gabrielle Francesco con Isabella Orsini, y a su hijo Pier Luigi, continuador de la estirpe, con Giovanella Caetani; de esa matrimonio nacieron el que sería Papa Pablo III y Julia Farnesio.

Entre los siglos XVI y XVII los Farnesio se distinguieron por su protección a las artes, a ellos se debe la construcción del Palazzo Farnese en Roma, la Villa Farnese en Caprarola, la Iglesia del Gesù en Roma y el Palazzo della Pilotta en Parma, actualmente Galería Nacional de Parma.


Orígenes

La familia podía trazar sus orígenes a alrededor del año 984 y tomó su nombre de una de las más antiguas de sus posesiones feudales, Castrum Farneti. Ha habido cierto debate sobre los orígenes del nombre Farnesti / Farnesio. Algunos sugieren que se deriva del nombre vernáculo de un roble que se encuentra en la región, el Farnia (Quercus robur), pero otros han sostenido que debe su origen a la Fara, un término de origen lombardo utiliza para denotar un determinado grupo social. En el siglo XII, se registran como feudatarios menores en las áreas de Toscana y Orvieto, varios miembros ocupaban cargos políticos en este último municipio. Un Pietro derrotó a los gibelinos toscanos en 1110 y, lo más probable es que lucharan contra los italo-normandos en 1134. Su hijo Prudenzio fue cónsul en Orvieto y derrotó a los gibelinos de Orvieto con el respaldo de Siena; otro Pietro defendió la ciudad contra el emperador Enrique VI. En 1254, un Ranuccio derrotó las tropas de Todi y luchó para el Papa Urbano IV en contra de Manfredo de Sicilia.Su hijo Nicolás se encontraba en el ejército güelfo en la Batalla de Benevento (1266).



Armas del Cardenal Farnese en el cielorraso de la villa familiar de Caprarola


Los Farnesio volvieron al sur de la Toscana, Lazio, en 1319, cuando adquirieron Farnesio, Ischia di Castro y los castillos de Sala y San Savino. En 1354, el Cardenal Albornoz, a cambio de ayudar a la familia en la guerra contra los barones papales, les dio el territorio de Valentano. En este período lucharon contra las fuerzas rivales del Papa, los Prefectos di Vico. En 1362, Pietro Farnesio fue comandante en jefe del ejército florentino contra Pisa en la guerra de Volterra. Seis años más tarde Nicolás Farnesio salvó al Papa Urbano V del ataque de Giovanni di Vico, primero en el castillo de Viterbo y luego en el de Montefiascone. La lealtad a la causa del Papa hizo que los Farnesio tuvieran la confirmación de sus posesiones en el norte del Lazio y una serie de privilegios que los elevó a la misma altura que los más poderosos barones romanos de la época, como los Savelli, Orsini, Monaldeschi y Sforza de Santa Fiora.
Giulia Farnese, hija de Pier Luigi y Giovanna Caetani, fue una de las amantes de Rodrigo Borgia, el futuro Papa Alejandro VI


La familia aumentó sustancialmente su poder en el curso del siglo XV, como sus territorios llegaron a la orilla sur del Lago de Bolsena y Montalto, en gran parte debido a Ranuccio el Viejo. Era el comandante en jefe de las fuerzas de la vecina Siena contra los Orsini de Pitigliano y, después de su victoria, recibió el título de Senador de Roma. Su hijo, Gabriel Francisco, también tuvo una carrera militar, una línea de trabajo que desapareció después de tres generaciones.

El hijo de Ranuccio, Pier Luigi, se casó con un miembro de la antigua familia señorial de los Caetani (la del Papa Bonifacio VIII), dando así la mayor importancia Farnesio en Roma. Su hija, Giulia, que era amante del Papa Alejandro VI, expandió aún más la fortuna romana de su familia por persuadir al Papa para otorgar a su hermano Alessandro, el título de cardenal; bajo el sucesor de Alejandro, Julio II, se convirtió en gobernador de la Marca Anconetana y, en 1534, fue elegido Papa, tomando el nombre de Pablo III. Las características notables de su reinado incluyeron el establecimiento del Concilio de Trento y un nivel sin precedentes de nepotismo, por ejemplo, dos meses después de convertirse en Papa en 1534, hizo cardenal diácono a su nieto de 14 años de edad, Alessandro. Pablo III murió en 1549 y su papel político en la Curia pasó a su nieto Alessandro, que siguió siendo un influyente cardenal y mecenas de las artes, hasta su muerte en 1589.


El Papa Paolo III con sus dos nietos: el Cardinale Nipote Alessandro Farnese y Ottavio Farnese, Duque de Parma


Duques de Castro, Parma y Piacenza

Pablo III utilizó su posición como pontífice para aumentar el poder y las posesiones de su familia. Dio a su hijo ilegítimo, Pier Luigi, el título de Confaloniero o Gonfalone de la Iglesia y la posesión de la ciudad de Castro con el título de Duque de Castro, otorgándole la posesión de tierras desde el Mar Tirreno al Lago de Bolsena, así como el área de Ronciglione y muchos otros feudos más pequeños.

En 1545, Pablo entregó, de la tierra que pertenecía a los Estados Pontificios, los territorios más al norte de Italia a su hijo, quien tomó el título adicional del duque de Parma. Dos años más tarde Pier Luigi fue asesinado por sus nuevos súbditos bajo el mandato español. A pesar de las intrigas de Carlos V, el Papa reaccionó rápidamente y estableció a Ottavio, hijo de Pier Luigi, en el trono ducal. A Ottavio (1547-1586) se le dio el título adicional de Duque de Piacenza y en un principio estableció su corte allí donde comenzó a trabajar en un gran palacio Farnese en las orillas del río Po. Sin embargo, durante la construcción, y probablemente en respuesta a las intrigas políticas de la nobleza piacentina, Ottavio Farnesio trasladó su corte a Parma, donde tenía el Palazzo della Pilotta construido en 1583.

Ottavio Farnese, Duque de Parma desde 1547


La corte de Farnesio en Parma y Piacenza bajo el duque Ranuccio II (1630 a 1694) fue una de las más espléndidas de Italia.

El Ducado de Parma y Piacenza siguió siendo gobernado por los Farnesio hasta el siglo XVII. Pero la ciudad de Castro fue retirada de las posesiones familiares cuando los Farnesio cayeron bajo la familia Barberini del Papa Urbano VIII, que desató las Guerras de Castro. En 1649, el conflicto terminó cuando el Papa Inocencio X arrasó la ciudad.

El pequeño ducado finalmente cayó bajo el dominio y la influencia de España; la familia perdió Parma y Piacenza en 1731 cuando el último duque, Antonio Farnesio (1679-1731), murió sin herederos directos y su heredera colateral, su hermana Isabel Farnesio, reina de España, aprobó un reclamo de sus hijos, Don Carlos (futuro rey Carlos III de España) y Filippo, pasando el título a la Casa de Borbón-Parma.
El rey Felipe V y la reina consorte Isabel Farnese


El Ducado de Parma

El Duque de Parma era también el Duque de Piacenza, excepto los primeros años del gobierno de Octavio Farnesio (1549-1556), y el tiempo de los Duques Napoleónicos de Parma y Piacenza, cuando los dos fueron establecidos como posiciones separadas sostenidas por dos individuos (Jean Jacques Régis de Cambacérès, Duc de Parma y Charles François Lebrun, Duc de Plaisance).

El Duque de Parma también por lo general sostenía el título de Duque de Guastalla a partir de 1735 (cuando Carlos VI, el Sacro Emperador Romano lo tomó de Mantua) hasta 1847 (cuando el territorio fue cedido a Módena); otra vez, excepto los duques napoleónicos, cuando la hermana de Napoleón, Paulina, era la Duquesa de Guastalla.

Duques de Parma Farnesio
  • Pedro Luis 1545-1547
  • Octavio 1547-1586
  • Alejandro 1586-1592
  • Ranuccio I, 1569-1622
  • Odoardo 1622-1646
  • Ranuccio II 1646-1694
  • Francisco 1694-1727
  • Antonio 1727-1731
Duques de Parma Borbón
  • Carlos I 1731-1735 (primer hijo del Rey Felipe V de España y de Isabel Farnesio)
La Villa Farnese en Caprarola



sábado, 18 de diciembre de 2010

Las "joyas de pasar" de la familia real de España

A diferencia de Inglaterra, España no tiene Joyas de la Corona en sentido estricto. Sólo se guarda una sencilla corona y un cetro de plata sobredorada en el Palacio Real, que simbolizan el Reino, y que presiden sobre un almohadón algunos actos solemnes de la monarquía. Quizás por esto, una inglesa, la reina Victoria Eugenia, creó las llamadas "Joyas de pasar", para que las reinas de España las usen y disfruten, pero no se dispersen entre los herederos, como ha venido ocurriendo. Son pocas joyas en número, pero importantes y significativas. Fue la Condesa de Barcelona la que acuñó la expresión joyas "de pasar", cuando la reina Victoria Eugenia (nacida princesa de Battenberg) le entregó las piezas históricas al morir su esposo, el rey Alfonso XIII. Doña María de las Mercedes no quiso aceptarlas mientras su suegra viviera y la única vez que las lució todas fue, a petición de la propia Victoria Eugenia, en la coronación de Isabel II de Inglaterra, "porque yo aquí estoy como princesa inglesa y reina madre, mientras que tú estás como reina de España", le dijo a doña María.


Doña María de las Mercedes, Condesa de Barcelona, en la coronación de Isabel II de Inglaterra (1953)


Doña Sofía, atenta a este nuevo espíritu, cedió la diadema helénica a la Princesa de Asturias el día de su boda en 2004. Doña Letizia va luciendo progresivamente algunas joyas de familia de modo institucional. Los observadores piensan que la reina ha decidido "pasar" su diadema de princesa a la actual Princesa de Asturias, para incrementar este tipo de joyas personales pero históricas de la monarquía. Desde la boda de Don Felipe la reina no ha vuelto a lucir la joya y, según fuentes fidedignas, hoy se custodia en el Pabellón de los Príncipes, a disposición de Doña Letizia.

La llegada de Victoria Eugenia a la corte madrileña supuso todo un cambio en las costumbres y tradiciones palaciegas. La Princesa de Battenberg era titular de una dote de cierta entidad que, en lo referente sólo a joyas, ascendía a 1.147.286 pesetas, cifra importante para aquellas fechas. A esta cantidad habría que sumar las alhajas recibidas como regalo de bodas por parte de Don Alfonso XIII y que, según tasación realizada en 1906, con ocasión de sus esponsales, ascendían a 1.158.000 pesetas. La suma total de más de 2.300.000 pesetas era verdaderamente astronómica: teniendo en cuenta que el sueldo anual de un alto cargo de palacio en aquellos años ascendía a tres mil pesetas, las joyas de Doña Victoria Eugenia equivalían al trabajo de un año de mil funcionarios de esta índole.

Entre las alhajas que le regaló Alfonso XIII, las piezas son enormemente representativas, y muchas de ellas alcanzaron fama internacional:

–Una pequeña corona real, obra de Cartier, que en la parte baja lucía cuatro esmeraldas rectangulares, cuatro rubíes y ocho brillantes de regular tamaño y ocho ornamentos de brillantes más pequeños. De la base se elevaban ocho florones de los que partían otras tantas diademas que se unían en un orbe rematado con una cruz, todo ello cuajado de brillantes. Es la que porta la reina en el cuadro de Comba que durante años se conservó en el Palacio Real de Madrid. En los años siguientes, la reina solía utilizarla en las ceremonias de apertura de Cortes y con ella se retrató en un conocido lienzo de Álvarez de Sotomayor.

–Un medio aderezo compuesto por el collar de perlas de la Reina Mercedes (su suegra), al que se le habían retirado cuatro de ellas, y un colgante de lazo cuajado de brillantes, descrito en su momento como de estilo Luis XV, que lleva en su centro una gran perla casi esférica de 85, 25 gramos y del que pende otra gran perla, en forma de pera, cuyo peso es de 218,75 gramos. Esta última es la que la familia real española considera como la «Peregrina» y Ansorena modificó su engarce para que pudiese colgar del collar antes descrito o de un broche, con una perla rodeada de brillantes, que han lucido con frecuencia la Condesa de Barcelona y la Reina Doña Sofía.


-Una diadema de brillantes, algunos excepcionales, con tres flores de lis, realizada por la casa Ansorena.

-Un collar rivière con 30 grandes brillantes montados a la rusa -en chatones con garras esmaltadas a lima- sobre platino, también de la firma Ansorena.

-Unos botones de brillantes, denominación que en la época se daba a los pendientes que no cuelgan, igualmente debidos a los talleres de Ansorena.

A esta fortuna habrán de añadirse los regalos hechos por otros miembros de la familia real:

-Una diadema de brillantes y perlas de estilo rococó y un collar de gruesas perlas de seis hilos, regalo de la Reina Madre, Doña María Cristina.



-Un colgante y pendientes de rubíes y brillantes de la Infanta Doña María Teresa.

-Un colgante de zafiros y diamantes de la Infanta Doña Isabel.

-Un brazalete de rubíes y brillantes del Príncipe viudo de Asturias, Don Carlos.


Con la Diadema de las Flores de Lis, el collar de perlas de la Reina María Mercedes, las pulseras gemelas, el broche art-déco de Cartier y los pendientes de brillantes gruesos.


Al advenimiento de la República las joyas de la Reina abandonaron España con ella en el verano de 1934, en una operación en la que intervino el consulado británico en Madrid. Victoria Eugenia no sólo puso a buen recaudo su colección, sino que se ocupó de hacer llegar al rey las de su madre, que Don Alfonso no pudo llevar consigo en su precipitada huida de España desde Cartagena.


Ya en el exilio, la reina, a la que gustaba modificar el aspecto de las joyas de su propiedad, hizo desmontar la pequeña corona que recibiera como regalo de bodas de su marido, ya que estaba pasada de moda y resultaba claramente inapropiada para una soberana en el exilio. Con sus brillantes se fabricaron dos pulseras, que Victoria Eugenia hizo «pasar» testamentariamente a su hijo Don Juan. Efectivamente, un codicilo testamentario sitúa en primer plano las ocho piezas descritas al vincular su propiedad, ya por tres generaciones, al Jefe de la Casa.


El testamento de Doña Victoria Eugenia comienza así: “Dado en Lausanne, a 29 de junio de 1963. Yo, doña Victoria Eugenia de Battenberg y Windsor, Reina que fui de España por mi matrimonio con el Rey Alfonso XIII, de cuyo enlace subsistieron al presente cuatro hijos, llamados Don Jaime, Don Juan, Doña Beatriz y Doña Cristina, por el presente testamento ológrafo ordeno mi última voluntad según las siguientes cláusulas…”. Cuando se hizo público, se encontraron dos codicilos también ológrafos y escritos en papel con el membrete de “Vieille Fontaine”.

En el primero de ellos se lee:

Las alhajas que recibí en usufructo del Rey Don Alfonso XIII y de la misma Infanta Isabel, que son:
- Una diadema de brillantes con tres flores de lis
- El collar de chatones más grande
- El collar con treinta y siete perlas grandes
- Un broche de brillantes del cual cuelga una perla en forma de pera llamada “La Peregrina”
- Un par de pendientes con un brillante grueso y brillantes alrededor
- Dos pulseras iguales de brillantes
- Cuatro hilos de perlas grandes
- Un broche con perla grande gris pálido rodeada de brillantes y del cual cuelga una perla en forma de pera.
Desearía, si es posible, se adjudicasen a mi hijo Don Juan, rogando a éste que las transmita a mi nieto Don Juan Carlos.
El resto de mis alhajas, que se repartan entre mis dos hijas
”.


viernes, 19 de noviembre de 2010

Carlos V y el Toisón de Oro

La Orden del Toisón de Oro fue fundada en Brujas por Felipe el Bueno, Duque de Borgoña, el 10 de enero de 1430, durante las fiestas celebradas con motivo de su matrimonio con la infanta Doña Isabel de Portugal, hija del rey Juan I y Felipa de Lancaster. El cronista Georges Chastelain señala que Felipe llevaba largo tiempo meditando sobre la posible creación de una orden caballeresca, pero no acierta a dar una explicación concreta sobre su origen. Uno de los detonantes fue la invitación a ingresar en la prestigiosa Orden de la Jarretera cursada al Duque a través de Jean de Lancaster, duque de Bedford y regente de Francia, en nombre de Enrique VI de Inglaterra. Felipe rechazó educadamente tal ofrecimiento, alegando que planeaba fundar su propia orden cortesana. De este modo logró eludir un juramento de fidelidad que le hubiese puesto a merced del monarca inglés.

Felipe el Bueno fijó «le lieu, chapitre et collège» de la Orden del Toisón de Oro en la desaparecida Sainte-Chapelle del Palacio Ducal de Dijon. En el capítulo XXI de los Estatutos de la Orden, aprobados en Lille en 1431, dejó ordenado que «en el coro de dicho Templo de Dijon se fije sobre la silla del Soberano de esta Orden un escudo, en que estén representadas sus armas e insignias... y ordenamos que se haga lo mismo sobre los asientos de los caballeros de la Orden, según las armas de cada uno»-. Los primeros treinta y un paneles armoriados ya estaban colocados en la sillería en 1433, cuando en ella se celebró el tercer Capítulo de la Orden.


Jean Lefévre, rey de armas Toisón de Oro, entrega el Libro de Estatutos a Felipe el Bueno de Borgoña

Prescribía el ceremonial de la nueva Orden que los escudos de los caballeros decorasen los respaldos de la sillería del templo donde iba a reunirse el Capítulo. Cada escudo, rodeado con el collar del Vellocino y timbrado con un yelmo que siempre mira al altar mayor, era pintado en un panel rectangular de madera de roble cuyas dimensiones suelen aproximarse a 85 x 65 cm. Encima y debajo se escribía en letra gótica el nombre y títulos del caballero que iba a ocupar el sitial, con la particularidad de que en el caso de los fallecidos se suprimía el yelmo con su cimera y se escribía la palabra tréspassé al final del nombre y títulos. Después de la ofrenda de la Santa Misa de Difuntos, estos escudos se llevaban a la nave de la Iglesia para que los fieles rezasen por el alma de los fallecidos. Los escudos de los caballeros que habían sido expulsados de la Orden por haber cometido una falta grave eran cubiertos con pintura negra y sobre ellos se escribían los motivos de su expulsión.

En el plano artístico la sillería del Toisón de Oro de la Catedral de Barcelona supera a las sillerías de coro de la Iglesia de Nuestra Señora de Brujas (1468) y de la Catedral de San Salvador (1478) de la misma ciudad, que han conservado sus tablas armoriadas íntegramente. No tuvieron tanta suerte otras sillerías, aunque han sobrevivido escudos que formaron parte de ellas.


La fantástica sillería del Toisón de Oro en la Catedral de Barcelona

El Capítulo duraba cuatro jornadas del mes de mayo y tenía lugar en un palacio donde los caballeros y el Soberano disfrutaban de pantagruélicos banquetes. Había que acudir varias veces al templo elegido para la celebración de los oficios religiosos, los cuales incluían vísperas vespertinas y cuatro grandes misas cada mañana, celebradas respectiva y sucesivamente por San Andrés, de Requiem por los caballeros difuntos, por el Espíritu Santo (ésta se suprimió más tarde) y por la Virgen María. En días sucesivos los caballeros y el Soberano se reunían en la sillería de la iglesia o en una sala de palacio, donde en el más absoluto secreto era analizado el comportamiento de cada caballero, incluyendo el del Soberano. Otro día eran propuestos y elegidos por votación secreta los aspirantes a ingresar en la Orden. El voto del Soberano valía siempre por dos, e incluso por tres si había empate. Seguía el juramento de los caballeros electos, a los que el Soberano imponía los collares de la Orden. Reuniones sucesivas servían para tomar decisiones de carácter político.

En todos estos actos vestían los caballeros ropa talar, manto y chaperón de lana púrpura con cenefas doradas de fusils y toisones, excepto durante las vísperas, vigilias y misa de Requiem por los fallecidos, a las que acudían con vestiduras negras de paño sin cenefa alguna. En 1473 Carlos el Temerario aumentó el boato, estableciendo el uso de chaperón, ropa talar y manto de terciopelo carmesí, bordado éste con cenefas de oro y forrado interiormente de raso blanco. Continuó el uso de ropas de paño negro durante las ceremonias fúnebres, pero se estableció que a la misa del tercer día, celebrada en honor de la Virgen María, los caballeros acudirían con vestiduras talares blancas de damasco. Carlos V introdujo una última mejora en el Capítulo de 1516, ordenando que las túnicas, mantos y gorras de paño negro, usadas para las vigilias y misas de difuntos, fuesen en adelante de terciopelo negro, con forro de tafetán en las túnicas y de raso liso negro en los mantos. Sobre esta variedad de ropajes centelleaban siempre los collares del Toisón de Oro, que estaban numerados y debían ser devueltos al Tesorero de la Orden cuando moría su poseedor.
Capítulo del Toisón de Oro (1473-1477)


El propio fundador elevó de 25 a 31 el número de caballeros y presidió los capítulos de Lille (1431), Brujas (1432), Dijon (1433), Bruselas (1435), Lille (1436), Saint-Omer (1440), Gante (1445), Mons (1451), La Haya (1456) y Saint-Omer (1461). Su hijo y sucesor Carlos el Temerario sólo tuvo tiempo para reunir dos capítulos: Brujas (1468) y Valenciennes (1473). Ambos soberanos utilizaron la Orden con una doble finalidad: propagandística y política. La primera de ellas estaba sustentada en el brillo de un ceremonial que superaba a los de las cortes regias. En el plano político la Orden posibilitó la cohesión del mosaico multinacional y plurilingüe sujeto a la soberanía del Duque. De hecho, cada Capítulo servía para reunir en torno al Soberano a los aristócratas de esos territorios de lenguas y costumbres tan diferentes, contribuyendo a crear en sus súbditos una suerte de «nacionalismo» borgoñón que todavía permanecerá vivo en la mentalidad del emperador Carlos V.

Pero también sirvió la Orden como instrumento de política exterior, para asegurar las alianzas internacionales. En 1431 fue admitido en ella el renano Federico III, conde de Meurs, y en 1440 los franceses Jean V, duque de Bretaña; Jean II, duque de Alençon; Mathieu de Foix, conde de Comminges, y Charles, duque de Orleans. Pero el auténtico lanzamiento internacional de la Orden del Toisón de Oro comenzó en 1445, cuando Felipe el Bueno entregó el collar a Alfonso V el Magnánimo, rey de Aragón, de Sicilia y de Nápoles. Muerto éste, fueron recibidos en la Orden sus sucesores Juan II, rey de Aragón y de Navarra, en 1461, y los reyes Fernando V el Católico de Aragón y Fernando I de Nápoles, en 1473.


Alfonso V de Aragón, Caballero del Toisón de Oro en 1445

Siguiendo la misma estela recibieron el collar en 1451 Don Juan de Guevara, conde de Ariano, y Don Pedro de Cardona, conde de Golisano, y en 1456 el napolitano Giosia Acquaviva, conde de Terrano. Otros extranjeros admitidos en la Orden fueron Joao de Portugal, duque de Coimbra, en 1456, y Felipe de Saboya, conde de Bresse, en 1468. Carlos el Temerario y el rey Eduardo IV de Inglaterra pusieron el colofón a esta política cuando intercambiaron en 1468 sus respectivas insignias, el collar del Toisón de Oro y la Jarretera, rompiendo la premisa que exigía la pertenencia a una sola orden de caballeros.

En 1478 Maximiliano de Habsburgo, flamante esposo de María de Borgoña, se convirtió en el tercer Jefe y Soberano de la Orden, aunque de modo provisional. Como tal presidió los capítulos de Brujas (1478) y Hertogenbosch (1481), admitiendo a 16 nuevos caballeros, de los cuales 8 eran flamencos, 2 de Borgoña, 2 de Hainaut, 2 de Artois-Picardía, 1 francés y 1 alemán de Liechtenstein. El hijo de María y Maximiliano, llamado Felipe el Hermoso, fue Soberano de la Orden desde 1484, como Duque de Borgoña, llegando a presidir los capítulos de Malinas (1491), Bruselas (1501) y Middelbourg (1505). Al contrario que su padre, Felipe era natural de los Países Bajos, ahora pays de par-deçà, y por ello se atrevió a admitir en la Orden a su abuelo el emperador Federico III, al rey Enrique VII de Inglaterra, a 7 caballeros alemanes, a un francés y a un español, que era su favorito, llamado Don Juan Manuel, Señor de Belmonte. A Maximiliano y a Felipe el Hermoso se debe el renacer de la Orden del Toisón de Oro.


Sitial del emperador Maximiliano I en la Catedral de Barcelona

El capítulo barcelonés, antesala del Imperio de Carlos V

Don Carlos, duque de Luxemburgo, ingresó en la Orden del Toisón de Oro con el número 111 en el XVI Capítulo, reunido en Bruselas en 1501. Fue el quinto Chef et Souverain de la Orden desde 1506, año en que falleció en Burgos su padre Felipe I de Castilla, hasta 1555, año en que renunció a esta dignidad en favor de su hijo el rey Felipe II. Desde 1515 Carlos gobierna en los Países Bajos y al año siguiente se convierte en Rey de las Españas. Bajo su cetro, Castilla se va a erigir en cabeza del primer gran Imperio de la historia con conciencia de abarcar territorios en todo el orbe. Tal poderío adquiere reflejo en la heráldica y en la emblemática de la Monarquía Española, donde se funden definitivamente los símbolos castellano-aragoneses con los austro-borgoñones.

Residía Carlos I en Valladolid, en el Palacio del Marqués de Astorga, en diciembre de 1517, cuando ordenó iniciar los preparativos del XIX Capítulo del Toisón de Oro, que fue el único celebrado fuera de los dominios del Duque de Borgoña. En el Capítulo anterior, reunido en Bruselas en 1516, Carlos I había decidido aumentar el número de caballeros de 31 a 51. Jean van den Perre, orfebre de cámara del Soberano, realizaría la Potence, o collar de ceremonia del rey de armas Toison d'Or, que hubo de ser rediseñado para dar cabida a nuevos esmaltes armoriados, debido a la ampliación del número de caballeros.


La Potence del Toison d’Or conservada en Viena

Van den Perre realizaría a comienzos de 1517 la famosa Potence del Museo de Viena, un collar de oro formado por la habitual cadena de eslabones y pedernales de la que cuelga el Vellocino y por 26 placas trapezoidales y convexas dobles, unidas entre sí mediante bisabras y decoradas con los escudos esmaltados de todos los caballeros. La placa central muestra un rectángulo superior con el blasón del Soberano timbrado de corona real, que fue realizado hacia 1517, y otro rectángulo inferior que incluye las divisas del Fusil y de las Columnas de Hércules con el lema Plus Oultre surmontado de corona imperial, cuyo diseño corresponde a los inicios del siglo XVIII. Las placas podían intercambiarse para sustituir los blasones de los caballeros difuntos por las armas de los nuevos.

En la Catedral de Barcelona, el escultor Antonio Carbonell tallaba a comienzos de 1519 la elaborada decoración de medallones y grutescos a candelieri, en madera dorada, que sirven de marco a las tablas heráldicas de los sitiales, así como las columnillas abalaustradas que separan cada respaldo. Esta decoración abrió los caminos del Renacimiento italiano a la mise en scène de la Orden. Para el Capítulo de 1519 ya estaban instalados, en los accesos a la sillería y en la silla episcopal, los relieves de madera de Ordóñez y Monet con escenas del Antiguo Testamento y de la Pasión, de estilo miguelangelesco.

La espléndida bóveda de la Catedral barcelonesa

Juan de Borgoña pintó los 64 paneles heráldicos de los sitiales. Siguió en ellos la estética tardogótica de los Capítulos del Toisón de Oro, pero introdujo un mayor naturalismo de progenie renacentista. Thomas Isaac, rey de armas Toison d'Or, supervisó personalmente su ejecución, haciendo observar las leyes del blasón y el orden de precedencia en los 50 sitiales de los caballeros, a los que se añaden el del Soberano, el del Emperador Maximiliano, otros 6 respaldos decorados con frases laudatorias, 4 más con divisas borgoñonas y 2 con las fechas de celebración del Capítulo. Hay otros cuatro paneles más estrechos en los chaflanes de los pies, flanqueando al sitial de esquina respectivo. Los errores en los esmaltes de algunos escudos se deben al nefasto repinte que sufrieron en 1748. Pese a ello, podemos afirmar que nos encontramos ante la sillería del Toisón de Oro más bella y suntuosa de Europa.

Su aspecto más interesante radica en el hecho de que la disposición de los sitiales imperial y real responde a los preceptos escritos por Olivier de la Marche en su Espitre pour tenir et célébrer la noble feste du Thoison d'Or, siguiendo en lo demás lo marcado en los Estatutos de la Orden. El punto XVII de estos Estatutos señala que tenían precedencia los emperadores, reyes y duques, viniendo después los caballeros con mayor antigüedad en la Orden y los de mayor edad entre los elegidos en un mismo día. La relación de respeto que hubo entre el emperador Maximiliano I y el rey Felipe I de Castilla, sobrevive entre abuelo y nieto en el coro de la Catedral de Barcelona, donde, a los pies de la sillería y en un plano de igualdad, se disponen los sitiales de ambos. El de Carlos I está ubicado en el lado de la Epístola y el de su abuelo el Emperador se dispone simétricamente en el del Evangelio.

Otro aspecto de la sillería de la Catedral de Barcelona

Armas y divisas

En el sitial del Rey figura su complicada heráldica, flanqueada por dos tablas que conforman una leyenda, escrita en lengua francesa y con letras latinas de oro, que viene a expresar el inmenso poder territorial adquirido por Carlos I:

«TRES HAUT ET TRES EXCELLENT ET TRES PVISSANT ET TRES CATHOLIQVE PRINCE CHARLES ET PAR LA GRACE DE DIEV PREMIER DE CE NOM, ROY DES ESPAIGNES ET DES DEVX SECILLES, DE JHI(E)R(USALE)M ET DES ISLES ET TERRE FIRME DE LA MER OCCIANE, Sr. EN AVEERICQVE, E(T)C(ETERA), ARCHIDVC DAVSTRICE, DVC DE BOVRG(GOGNE), ETC, CHIEF ET SOVERAI(N) DV T(RES) NOBLE ORDRE DE LA THOYSON DOR».

El Rabot, antigua divisa de Juan Sin Miedo

También a los pies de la sillería, pero en lado del Evangelio, se encuentra el asiento reservado al Emperador Maximiliano I, que había fallecido en Wels (Alta Austria) el 12 de enero de 1519. Su escudo aparece todavía timbrado con yelmo y corona imperial, aunque una cartela lateral indica que es trespassé, esto es, difunto.

Continúa la sillería con los asientos de cuatro reyes que en 1519 pertenecían a la Orden. Sus blasones delatan una disposición jerárquica en la que primaba la antigüedad. Cerca del sitial de Carlos I, en el lado de la Epístola, está el asiento del rey Enrique VIII de Inglaterra (1491-1546), elegido en 1505 con el número 119. En el lado opuesto y cerca del de Maximiliano, se dispone el del rey Francisco I de Francia (1494-1547), elegido caballero número 129 en 1516. En dicho capítulo también ingresaron en la Orden los reyes Manuel I de Portugal (1469-1524), con el número 144, y Luis II de Hungría y Bohemia (1506-1526), con el número 145. El orden de precedencia les sitúa frente por frente en la sillería barcelonesa. De este modo quedan en el lado del Evangelio los escudos de Enrique VIII y de Manuel I, y en el de la Epístola los de Francisco I y Luis II. En ambos casos vienen escoltados por las divisas del Rabot y del Fusil, como si fuesen advertidos sobre el poder del Soberano. Ninguno de ellos acudió al Capítulo barcelonés, siendo representados en las ceremonias por sus embajadores respectivos.

Sitiales del Señor de Roeulx, del Infante Don Fernando y del Marqués de Brandeburgo

El Infante Don Fernando (1503-1564) fue elegido caballero del Toisón de Oro con el número 130 en el XVIII Capítulo de la Orden, reunido en Bruselas en 1516. El 12 de noviembre de 1517 en Valladolid se encontró por primera vez con su hermano el rey Carlos I, quien seis días más tarde le impuso el collar del Toisón. Don Fernando no asistió al Capítulo barcelonés, pues tuvo que abandonar España para evitar una posible rebelión y nunca regresó. Su sitial blasonado se encuentra en el lado del Evangelio. Es el quinto a partir del ocupado por la divisa del Fusil en el que utilizó las armas de su hermano con los cuarteles invertidos. Su escudo de armas sufrirá cambios cuando sea coronado Rey de Bohemia y Hungría en 1526, Rey de Romanos en 1531 y Emperador de Alemania en 1558.

Pero el alma de la Orden del Toisón de Oro seguía estando en los antiguos territorios de los Duques de Borgoña. En el XVIII Capítulo reunido en Bruselas en 1516, fueron elegidos 5 caballeros de Flandes y Brabante, 3 de Artois-Picardía, 3 de Borgoña, 2 de Holanda y 2 de Hainaut. Barcelona conoce la elección de 2 de Artois-Picardía: Jacques de Luxembourg, conde de Gavre, y Adrien de Croy, señor de Beaurain.

La elección imperial

Cuando se inició el Capítulo del Toisón de Oro hacía un mes que Carlos I conocía la noticia de la muerte de su abuelo, el Emperador Maximiliano I, por cuya alma hizo celebrar solemnes exequias en la Catedral de Barcelona. Entretanto, Frankfurt era un hervidero de embajadores y banqueros que trataban de conseguir el voto de los siete Príncipes Electores para alguno de los tres candidatos, que eran los reyes de España, Francia e Inglaterra.

Carlos I de España, Emperador electo Carlos V

El 28 de junio de 1519 Carlos fue elegido en Frankfurt «Rey de los Romanos» y «Emperador electo». A comienzos de julio, cuando residía en Molins del Rey, el Rey Carlos I de España recibió la noticia de manos de Federico, Conde Palatino del Rin y embajador de los Príncipes Electores. Después inició el Monarca un largo viaje hacia La Coruña para embarcarse con destino a Aquisgrán, donde sería coronado el 23 de octubre de 1520 en el trono de Carlomagno, aquel soberano medieval que a comienzos del siglo IX había reconquistado Barcelona a los árabes.

Carlos utilizó el Capítulo barcelonés del Toisón de Oro conforme a la tradición borgoñona, como un instrumento de integración de sus variadas posesiones. Mediante un ceremonial que sumergía a los asistentes en un ambiente mágico de destellos dorados, ropajes suntuosos y música sacra, le fue posible arrancar un juramento de fidelidad a la élite de unos territorios cada vez más extensos y diversos. La puesta en escena recreaba el ideal de unidad política expresado en el mito del Rey Arturo y la Tabla Redonda, anunciando una nueva edad dorada en la cual el Soberano y los caballeros del Toisón asegurarían la cohesión política que iba a traer la prosperidad a sus súbditos. Fue también el instrumento diplomático que le sirvió para sellar las alianzas con cuatro monarcas europeos, marcando el punto de partida al renacer de la idea medieval del Imperio Universal Cristiano, que tan presente estará en la Corte de Carlos V.

Sitial de Carlos V (como Carlos I) en la Catedral de Barcelona

Jugó un papel primordial el símbolo. Carlos V flanqueó al final del Capítulo barcelonés la divisa de las Columnas de Hércules pintada a ambos lados de la salida del coro catedralicio, superando los límites del mundo Antiguo. En la puesta en escena se daban cita dos mentalidades diferentes, la medieval, ya en completa decadencia, y la renaciente, que traía consigo profundos cambios sociales. Ambas concepciones del mundo parecían fundirse en el propio soberano y en sus caballeros. Así, por primera vez en la historia de la Orden adoptaron la estética del Renacimiento italiano, pero al mismo tiempo mantuvieron viva la esencia medieval de los relatos troyanos.

domingo, 13 de junio de 2010

El Duque de Borbón

Borbón fue un señorío a cargo de vasallos del rey de Francia desde el 950 y hasta el año 1327. En el año 1272 el rey de San Luis IX casó a su hijo Roberto de Clermont con la Señora de Borbón, Beatriz de Borgoña. El hijo de ambos, Luis, por creación del rey se convirtió en el primer Duque de Borbón.


En 1416, con la muerte de Juan de Valois, los duques de Borbón eran simultáneamente duques de Auvergne.


Aunque la línea finalizó en 1527, es de los Duques de Borbón de donde emergen todas las ramificaciones de la Casa de Borbón, que llegarían a gobernar España y Francia, Dos Sicilias, el Gran Ducado de Luxemburgo, el Principado de Condé, el de Conti, entre otros tantos dominios.



Escalera principal del Palacio Real de Madrid, obra de Felipe V, el primer Borbón rey de España


Los Duques de Borbón

  • Luis I (1280-1342) Señor de Borbón, Conde de Clermont, Conde de La Marche
  • Pedro I (1311-1356) Conde de Clermont y La Marche
  • Luis II (1336-1410) Conde de Clermont; por su matrimonio con Ana d'Auvergne: Conde de Forez y Señor de Mercœur y después Señor de Beaujeau
  • Juan I (1381-1434) Conde de Clermont, Conde de Forez, Señor de Mercœur, Señor de Beaujeu; por herencia de su suegro: Duque de Auvergne y Conde de Montpensier
  • Carlos I (1401-1456) Conde de Clermont, Señor de Beaujeu, Conde de Forez, Duque de Auvergne
Armas del 5º Duque de Borbón, Conde de Clermont


  • Juan II (1426-1488) Conde de Clermont, Conde de Forez, Duque de Auvergne
  • Carlos II (1433-1488) Conde de Clermont, Conde de Forez, Duque de Auvergne
  • Pedro II (1438-1503) Señor de Beaujeu, Conde de La Marche, Conde de Forez, Conde de Clermont, Duque de Auvergne
  • Susana de Borbón (1491-1521) Señora de Beaujeu, Condesa de Forez, Condesa de Clermont, Condesa de Gien, Condesa de La Marche, Duquesa de Auvergne
  • Carlos III (1490-1527) Conde de Montpensier, Conde de Clermont-en-Auvergne y Delfín del Auvergne; Señor de Beaujeu, Conde de Forez, Conde de Gien, Conde de La Marche, Duque de Auvergne

A partir de 1503, Carlos III de Borbón, miembro de la Casa de Borbón-Montpensier, una rama menor de la Casa de Borbón en aquella época, se erigió en heredero de la dinastía ducal de Borbón debido a que el hijo de Pedro II de Borbón, el conde de Clermont, murió en 1489 sin herederos masculinos. Su situación fue consolidada con el título de Duque de Borbón cuando se casó con su prima, Susana de Borbón.


Ana de Beaujeu y su esposo Pedro de Borbón, con la hija de ambos, Susana de Borbón (Tríptico de Moulins)


Sus títulos y posesiones pasaron al dominio real en 1523, por la querella sucesoria contra Luisa de Saboya, reina de Francia, que salió favorecida excepto por el ducado de Borbón. La disputa que a raíz de ello había surgido, y en la que Francisco I de Francia optó por beneficiar a la reina Luisa en perjuicio de Carlos, produjo que éste cambiase de bando en un momento clave de la Guerra Italiana de 1521, pasando a servir al emperador Carlos V.


Ninguno de sus hijos sobrevivió un año de edad. Así, la línea de Borbón-Montpensier se extinguió en línea masculina a partir de 1527. La línea menor de Borbón-Vendôme no podía heredar porque Carlos III había perdido sus feudos. Por lo tanto, el heredero masculino de la dinastía Borbón pertenecía a la Casa de Borbón-La Marche en la persona de Carlos de Borbón, Duque de Vendôme, hasta su muerte en 1537. Fue sucedido por su hijo, Antoine, quien murió en 1562, y a éste sucedió su hijo Enrique de Borbón, rey de Francia y de Navarra. Todos los actuales miembros de la dinastía descienden de él. La Casa de Borbón-La Marche cambió su nombre por Casa de Borbón.

Antonio de Borbón, 2º Duque de Borbón


  • Carlos IV (1489-1537) Conde de Vendôme, primer Duque de Vendôme
  • Antonio de Borbón (1518-1562) 2º Duque de Vendôme; Duque de Beaumont; Vizconde de Bearn, Conde de Foix, Conde de Bigorre, Conde de Armagnac, Conde de Périgord, Duque de Albret y Rey de Navarra
  • Enrique I (1553-1610) Vizconde de Limoges, 3º Duque de Vendôme, Rey de Navarra (Enrique III); Rey de Francia (Enrique IV)

Título personal


El título de Duque de Borbón fue restablecido por lo menos dos veces luego de la incorporación del ducado al dominio real.


  • Luis Enrique, Duque de Borbón (1692-1740)
  • Luis Enrique, Príncipe de Condé (1756-1830)


Charlotte de Rohan-Soubise, princesa consorte de Condé y duquesa consorte de Borbón


Título de cortesía

  • 1950–1975 : Alfonso de Borbón (1936-1989), luego Duque de Anjou, también Duque de Cádiz
  • 1975–1984 : Francisco de Borbón (1972-1984), hijo del anterior, antes Duque de Bretaña
  • 1984-presente : Luis Alfonso de Borbón (1974-presente), hermano del anterior, antes Duque de Turena, luego Duque de Anjou

El Duque de Anjou, de Borbón y de Cádiz, con su esposa, en audiencia con el Papa Pablo VI




domingo, 30 de mayo de 2010

El futuro de la monarquía en España

Sucesión y regencia

De acuerdo al Artículo 57 la Corona de España es heredada por los sucesores de Juan Carlos I de Borbón a través de primogenitura de preferencia masculina. Es tanto más significante en tanto que omite enteramente la designación de Juan Carlos por parte del General Francisco Franco. Mientras se redactaba la nueva constitución, el abogado y diputado liberal Joaquín Satrústegui (1909-1992) insistió en que la frase “el legítimo heredero de la dinastía histórica” se incluyera en el texto para subrayar que la monarquía era una institución histórica anterior a la constitución o al régimen republicano. Además, Satrústegui estaba “ansioso por remover” la idea que la monarquía constitucional tenía orígenes franquistas, de acuerdo al autor Charles Powell.


Los Reyes


La primogenitura de preferencia masculina había sido practicada en España desde el siglo XI en los variados estados visigodos y fue codificada en las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio, con las mujeres habilitadas para heredar en determinadas circunstancias. Sin embargo, con la sucesión de Felipe V en 1700, el primero de los Borbones españoles, las mujeres fueron eliminadas de la línea sucesoria hasta que Fernando VII reintrodujo el derecho y designó a su hija mayor Isabel como su heredera en 1833.

Con el nacimiento de la Infanta Doña Leonor, hija de los Príncipes de Asturias, el 31 de octubre de 2005, el Presidente Zapatero reafirmó la intención del gobierno de enmendar la constitución española para reintroducir la completa o igual primogenitura, también conocida en francés como aînesse intégrale, que implica una ley de sucesión neutral al género adoptada ya en Noruega, Suecia, Países Bajos y Bélgica. Los derechos del actual heredero aparente, Felipe de Borbón, serían mantenidos. Con la primogenitura completa e igual, el primogénito será heredero aparente, independientemente del género.


Los Reyes, los Príncipes de Asturias y las Infantas de España


Allanando el camino, en 2006 el rey publicó un decreto reformando la sucesión de los títulos nobiliarios de primogenitura de preferencia masculina a primogenitura absoluta. Sin embargo, como la sucesión a la Corona está especificada en la Constitución de forma explícita, esta reforma requiere una enmienda constitucional, lo que implica un proceso más complicado que la publicación de un decreto real.

Si todas las líneas designadas por la ley se extinguen, la Constitución reserva el derecho de las Cortes Generales de proveer la sucesión “en la forma más adecuada para España”. Además el texto constitucional desplaza de la sucesión a aquellos miembros de la familia real que contraigan matrimonio contra la expresa prohibición del monarca y de las Cortes Generales, así como a sus descendientes. Por último, el artículo 57 establece además que “Las abdicaciones y renuncias y cualquier duda de hecho o de derecho que ocurra en relación con la sucesión a la Corona se resolverá por una ley orgánica”.


Los Condes de Barcelona y sus hijos


Constitucionalmente, los herederos actuales de Juan Carlos I, son:
  • SAR El Príncipe de Asturias, hijo del Rey
  • SAR La Infanta doña Leonor, hija mayor del Príncipe y la Princesa de Asturias
  • SAR La Infanta doña Sofía, hija menor del Príncipe y la Princesa de Asturias
  • SAR La Infanta doña Elena, Duquesa de Lugo, hija mayor del Rey
  • SE don Felipe Juan Froilán de Marichalar y de Borbón, hijo de la Infanta doña Elena.
  • SE doña Victoria Federica de Marichalar y de Borbón, hija de la Infanta doña Elena.
  • SAR La Infanta doña Cristina, Duquesa de Palma de Mallorca, hija menor del Rey
  • SE don Juan Urdangarín y de Borbón, hijo mayor de la Infanta doña Cristina
  • SE don Pablo Urdangarín y de Borbón, segundo hijo de la Infanta doña Cristina.
  • SE don Miguel Urdangarín y de Borbón, tercer hijo de la Infanta doña Cristina
  • SE doña Irene Urdangarín y de Borbón, hija de la Infanta doña Cristina

La Constitución describe la regencia de la monarquía y la tutela de la persona del monarca en el caso de su minoría de edad o incapacidad. El cargo de Regente (s) y la tutela del monarca (si el monarca se encuentra en su minoría de edad o incapacitado), no necesariamente puede ser la misma persona. En el caso de minoría del monarca, la madre o el padre sobreviviente, o pariente mayor de edad más próximo a la línea de sucesión, inmediatamente asumiría el cargo de regente, que en todo caso deberá ser español.


El Príncipe de Asturias, futuro rey


En caso de un monarca que esté incapacitado y que la incapacidad es reconocida por las Cortes Generales, entonces el Príncipe de Asturias (heredero aparente), de inmediato se convierte en Regente, si es mayor de edad. Si el Príncipe de Asturias es menor, entonces las Cortes Generales nombrarán una Regencia que puede estar compuesta por uno, tres, o cinco personas. La persona del rey en su minoría de edad caerá bajo la tutela de la persona designada en el testamento del monarca fallecido, siempre que él o ella sea mayor de edad y de nacionalidad española. Si no ha sido nombrado tutor en el testamento, entonces el padre o la madre asumirá la tutela, siempre y cuando permanezcan viudos. De lo contrario, las Cortes Generales designarán tanto el Regente (s) y el tutor, que en este caso no podrán ser la misma persona, excepto por el padre o la madre, de relación directa con el rey.


Monarquía contemporánea

La monarquía española sigue gozando de amplio apoyo y popularidad por los españoles desde su restauración constitucional de 1978, de acuerdo con Fernando Villespin, presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas en 2008. Según Villespin, el nivel de aprobación del rey promedia más del 70% a través de los años, siempre ofreciendo mejor rendimiento que los de líderes políticos electos. Un porcentaje similar de los encuestados considera que el rey juega un papel importante en el mantenimiento de la democracia española.



La transición



A pesar de los altos índices de aprobación de la corriente española, y en particular la popularidad que gozan el actual rey y su reina, la monarquía ha sido el foco de la crítica aguda tanto de la extrema izquierda como de la extrema derecha del espectro político español, así como por las regiones separatistas. El 22% de los ciudadanos españoles creen que la república sería la mejor forma de gobierno para España, mientras que los separatistas y partidarios de la independencia en el País Vasco y Cataluña protestan contra la monarquía como el símbolo viviente de una España unida. La extrema izquierda critica a la institución de la monarquía como anacrónica, mientras que la extrema derecha critica al Rey Juan Carlos personalmente porque él ha dado el consentimiento real y la aprobación tácita a lo que ellos perciben como una agenda liberal en España y un secularismo de la vida española.

Por otro lado, según una encuesta realizada por Metroscopia para la Fundación Toledo, en 2008, el 69% de los ciudadanos españoles siente que la institución de la monarquía constitucional es el sistema político ideal para España, y el 80% de los españoles cree que la transición de España a la democracia no habría sido posible sin la intervención personal del rey.



Los Reyes de España y sus herederos

La filosofía del monarca sobre su familia, sobre la integridad personal, y sobre una ética de trabajo desinteresado fueron revelados en correspondencia privada de consejos paternales a su hijo Felipe, entre 1984 y 1985, cuando el Príncipe de Asturias asistía a la Universidad en Canadá. Según Juan Carlos un monarca no debe tomar su posición por sentada, sino trabajar para el bienestar de la gente, ser amable, atento y servicial, y "parecer animado incluso cuando estás cansado, bondadoso incluso cuando no lo sientas así; atento incluso cuando no estés interesado; útil incluso cuando te resulte un esfuerzo [...] Necesitas parecer natural, pero no vulgar; cultivado y consciente de los problemas, pero no pedante o engreído".

El rey continuaba:

Aquellos a quienes Dios ha escogido para ser reyes y estar a la cabeza de los destinos de un país no tienen otra opción que empezar a entender la importancia y las características especiales de la posición, porque uno puede decir que empiezan a ser adultos mucho antes que otros chicos de su edad. Si en esta vida esto es tan importante para formar y fortalecer el carácter suficiente para permitirnos liderar, no es menos que saber cómo obedecer. A pesar de los altos cargos que ocupamos en la vida, siempre será vital conocer que también tenemos deberes que cumplir y la obediencia implica siempre verdadero honor [...] Tenemos que construir una familia estrechamente unida, sin fisuras o contradicciones, no debemos olvidar que en todos y en cada uno de nosotros están fijados los ojos de los españoles a quienes debemos servir con cuerpo y alma. No quiero prolongar más mi primera carta para no cansarte, pero espero que esta así como las sucesivas que te envíe dejen una impresión profunda en ti y sean leídas con calma y seriamente”.

Rey Juan-Carlos I al Príncipe Felipe, 1984




Consejos paternos



El historiador y biógrafo real Charles Powell dijo a la BBC en 2008 que "Hay un sentimiento profundamente arraigado de gratitud por el papel del rey en la transición a la democracia [y] Encuestas muestran que él es el individuo al que la democratización se le atribuyó más profundamente, y el sentido de gratitud atraviesa las clases sociales y las líneas ideológicas. "











domingo, 23 de mayo de 2010

El insigne Toisón




La Insigne Orden del Toisón de Oro es una orden de caballería fundada en 1429 por el duque de Borgoña y conde de Flandes, Felipe III de Borgoña, para celebrar su matrimonio con la princesa portuguesa Isabel de Avis, hija del rey de Portugal Juan I, en la ciudad de Brujas. Fue creada siguiendo el modelo de la Orden de la Jarretera inglesa, de la que Felipe había sido elegido miembro en 1422, pero dedicada a San Andrés (Felipe había rechazado la elección para no ofender al rey de Francia).



El Toisón de Oro es la orden dinástica de mayor prestigio en el mundo y la más alta distinción que concede la Casa Real Española. No constituye una condecoración de Estado, sino que es una orden de carácter familiar, que han ostentado los jefes de las distintas Casas Reales que han existido en la historia en España. Inicialmente, la orden se constituyó en defensa de los débiles y al servicio de la Iglesia de Dios. Hoy, es el premio a la excelencia y al mérito personal de sus intachables caballeros y no se precisa condición nobiliaria, ni una religión específica, sino talento y nobleza de espíritu.



Al igual que su modelo inglés, la orden estaba restringida a un número limitado de caballeros, primero 24 pero incrementado a 30 en 1433 y a 51 en 1516. Los miembros de la orden no podían ser «herejes» y por tanto se convirtió en una distinción exclusivamente católica durante la Reforma, aunque la elección de un símbolo pagano como el Vellocino de Oro como símbolo de una orden cristiana causó cierta controversia.



La insignia consiste en un collar de eslabones entrelazados de pedernales o piedras centelleantes inflamadas de fuego con esmalte azul y rayos de rojo rematando con un cordero y el toisón todo de oro esmaltado (La alusión al carnero se refiere al vellocino que Gedeón ofreció a Dios en sacrificio y acción de gracias por la victoria conseguida contra los madianitas; y los eslabones y piedras de fuego aluden a la divisa que el mismo duque traía siempre en sus armas, que era un eslabón con su pedernal y un epígrafe que decía: Ante ferit quam flamma micet, «Hiere antes de que se vea la llama»).



La bula de confirmación de la Orden y de aprobación de sus constituciones y ordenanzas las dio el papa Eugenio IV el 7 de Septiembre de 1433, siendo las dignidades de la Orden cuatro: el canciller, el tesorero, el rey de armas y el secretario. El gran maestrazgo correspondía al rey de España por bulas de los pontífices Gregorio XIII, de 1574 y de Clemente VIII de 1600. Al casar la heredera de la corona borgoñona, María con el archiduque Maximiliano I de Austria, la orden quedó vinculada a la Casa de Austria, y posteriormente a los Austrias españoles.


Grandes Maestres de la Orden
  • Felipe III, Duque de Borgoña (1430–1467).
  • Carlos «el Temerario», Duque de Borgoña (1467–1477).
  • Maximiliano I, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (1478–1482).
  • Felipe I, Rey de Castilla y Duque de Borgoña (1482–1506).
  • Carlos V, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y Rey de España (1506–1555).
  • Felipe II, Rey de España y Portugal (1555–1598).
  • Felipe III, Rey de España y Portugal (1598–1621).
  • Felipe IV, Rey de España y Portugal (1621–1665).
  • Carlos II, Rey de España (1665–1700).

A la muerte de Carlos II de España, los dos pretendientes al trono, Felipe de Anjou (futuro Felipe V) y el archiduque Carlos (futuro Emperador Carlos VI del Sacro Imperio Romano Germánico) ostentaron la dignidad de Grandes Maestres de la Orden.

El Duque Felipe III "el Bueno" de Borgoña, Conde de Flandes, Primer Gran Maestre y fundador de la Orden.


En 1725, un tratado entre ambos soberanos reconoció a Carlos VI la dignidad de Gran Maestre de forma vitalicia. Sin embargo, a su muerte, los emperadores del Sacro Imperio primero y los de Austria después siguieron ostentando el gran maestrazgo de la rama austríaca de la Orden, sin atender las protestas de los soberanos españoles, los cuales cuestionaron siempre su legitimidad.

Tras la desaparición del Imperio austrohúngaro, el rey Alberto I de Bélgica reclamó que la dignidad de Gran Maestre y el tesoro de la Orden le fuesen transferidos como soberano de las tierras de Borgoña. Esta reclamación llegó a ser considerada seriamente durante las negociaciones del Tratado de Versalles, pero finalmente rechazada debido a la intervención del rey Alfonso XIII de España, que tomó posesión de las propiedades de la orden en nombre del destronado emperador Carlos I de Austria y IV de Hungría.

El Gobierno de la República de Austria reconoció en 1957 la personalidad jurídica de la orden en Austria, asignando la dignidad de Gran Maestre al Archiduque Otto de Habsburgo, cabeza de la antigua Casa Imperial.


El Toisón de Oro en España

  • Luis I, rey de España (1724).
  • Fernando VI, rey de España (1746–1759).
  • Carlos III, rey de España (1759–1788).
  • Carlos IV, rey de España (1788–1808).

Existieron ciertas controversias acerca de su concesión durante la Guerra de la Independencia. El hecho de que José I fuera Gran Maestre de la Orden y concediera el Toisón de Oro a Napoleón causó el enfado del exiliado rey de Francia Luis XVIII, que devolvió su distinción en protesta. A su regreso, el rey Fernando VII revocó todas las distinciones concedidas por José Bonaparte.

  • Fernando VII, rey de España (1808–1833).
  • Isabel II, reina de España (1833–1868).

También durante las Guerras Carlistas, los partidarios de Carlos María Isidro de Borbón cuestionaron la legitimidad de Isabel II como Gran Maestre de la Orden y su derecho a otorgar el Toisón de Oro.
  • Alfonso XII, rey de España (1874–1885).
  • Alfonso XIII, rey de España (1886–1941).
  • Juan de Borbón y Battenberg, pretendiente al trono de España y conde de Barcelona (1941–1977).
  • Juan Carlos I, rey de España (desde 1975).

Las armas reales son, desde siempre, circundadas por el Toisón,
desde Carlos I


a Alfonso XIII


En España, su concesión se realiza en virtud del artículo 62.F de la Constitución de 1978. De los 16 Toisones actuales, sólo ocho son españoles, y, aparte del Príncipe de Asturias, se ha otorgado siempre por servicios prestados al monarca y a la Corona. En España sólo lo tienen 5 personas actualmente: el Rey, el Príncipe de Asturias, el ex Presidente de Gobierno Adolfo Suárez (otorgado en el 2007 en el cumplimiento del 30 aniversario de las primeras elecciones democráticas) y ahora Javier Solana, ex Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea, y Víctor García de la Concha, actual director de la Real Academia Española. El resto han sido concedidas a monarcas extranjeros: de Suecia, de Luxemburgo, de Dinamarca, de los Países Bajos, de Japón, del Reino Unido, de Bélgica, de Bulgaria, de Thailandia y de Arabia Saudita. En 1985 el Rey concedió por primera vez a una mujer el grado de Caballero del Toisón: se trataba de la Reina Beatriz de Holanda. Ese mismo año le siguió la Reina Margarita de Dinamarca y en 1988 la Reina Isabel II de Inglaterra.

Con respecto al General Francisco Franco, en dos ocasiones quisieron concederle el Toisón de oro y las dos veces lo rechazó. La primera fue en 1961, cuando intentando un acercamiento conciliador al Jefe del Estado, el Conde de Barcelona le escribió ofreciéndole tan preciado galardón. Franco le contestó declinando tal honor, con lo que evitaba reconocer en Don Juan ningún tipo de soberanía.

Sillería del coro de la catedral de Barcelona, con los sitiales y escudos de los miembros del capítulo del Toisón, al frente el del Emperador Maximiliano y del rey de Francia, en medio paneles laudatorios.


En 1972 el hijo y heredero de Don Jaime, Don Alfonso de Borbón Dampierre, se casó con la nieta primogénita del Caudillo, Doña María del Carmen Martínez-Bordiú y Franco. Para solemnizar este enlace matrimonial, el Infante Don Jaime decidió conceder y entregar a Franco, un día antes del enlace, el Toisón de Oro a su primogénito y al propio General Franco. Era un Toisón ilegal, ya que el infante carecía de potestad no sólo para entregarlo, sino para concederlo. Franco lo sabía. Por ello, no abrió el estuche para ver su contenido y evitó que lo abriera el infante. Se limitó a pasárselo, sin el menor comentario, al Jefe de su Casa. Tampoco lo aceptó por no molestar a Juan Carlos, entonces príncipe.

El Gobierno de la Primera República suprimió esta Orden mediante Decreto de 29 de marzo de 1873, por considerarla incompatible con el Gobierno republicano, aunque permitió el uso de las insignias a quienes las poseían.

Sólo hay 60 insignias, un título personal e intransferible. Las insignias, debidamente numeradas, son propiedad de la Orden y deben ser devueltas a la misma tras el fallecimiento del titular.


Caballeros de la Orden

El príncipe Luis Fernando de Baviera, 28 de noviembre de 1859.


Caballeros nombrados por el Gran Maestre Alfonso XII de España, entre 1875 y 1885.


1875: Príncipe Guillermo de Prusia, luego kaiser Guillermo II de Alemania.
1878:
Príncipe Víctor Manuel de Italia, luego rey Víctor Manuel III.
1881:
Príncipe Gustavo de Suecia, luego rey Gustavo V.
1883: Zarevich Nicolás Alejandrovich de Rusia, luego zar Nicolás II.
1883:
Emperador Meiji de Japón.
1883: Príncipe Federico de Dinamarca, luego rey Federico VIII.


Gran Maestre Alfonso XII porta la venera

Caballeros nombrados por el Gran Maestre Alfonso XIII de España, entre 1886 y 1941

1889: Príncipe Constantino de Grecia, luego rey Constantino I.
1892:
Príncipe Luis Felipe, duque de Braganza.
1892:
Rey Guillermo II de Würtemberg.
1893: Príncipe Jorge, duque de York, luego rey Jorge V del Reino Unido.
1896: Príncipe Yoshihito de Japón, luego emperador Taishō.
1897:
Infante Fernando de Borbón-Sicilia.
1900:
Príncipe Guillermo de Prusia, príncipe heredero de Alemania.
1901: Infante Carlos de Borbón-Dos Sicilias


S.A.R. Don Carlos de Borbón y Borbón

1901: Príncipe Cristian de Dinamarca, luego rey Cristián X.
1902:
Emile Loubet, presidente de la República Francesa.
1907:
Príncipe Alfonso de Borbón y Battenberg, príncipe de Asturias, luego conde de Covadonga.
1908:
Rey Manuel II de Portugal.
1910: Príncipe Gustavo Adolfo de Suecia, duque de Escania, luego rey Gustavo VI Adolfo.
1910:
Rey Haakon VII de Noruega.
1912:
Príncipe Eduardo de Gales, luego rey Eduardo VIII del Reino Unido, más tarde duque de Windsor.
1913:
Raymond Poincaré, presidente de la República Francesa.
1921:
Infante Jaime de Borbón y Battenberg, duque de Segovia.
1923:
Príncipe Leopoldo de Bélgica, duque de Brabante, luego rey Leopoldo III.
1923: Príncipe Humberto de Saboya, luego rey Humberto II de Italia.
1924: Príncipe Hendrik de los Países Bajos, duque de Mecklenburg-Schwerin
1926:
Gastón Doumergue, presidente de la República Francesa.
1927:
Infante Juan de Borbón y Battenberg, conde de Barcelona.
1927:
Infante Gonzalo de Borbón y Battenberg.
1928:
Emperador Showa de Japón.
1931:
Paul von Hindenburg, presidente de la República Federal de Alemania.



Caballeros nombrados por el Gran Maestre Juan de Borbón, conde de Barcelona, jefe de la Casa Real española, entre 1941 y 1977.

1941: Infante Juan Carlos de Borbón, desde 1975 rey Juan Carlos I de España.
1960:
Rey Balduino I de los Belgas.
1962:
Rey Pablo I de Grecia.
1964: Infante Carlos de Borbón-Dos Sicilias, duque de Calabria.
1964: Rey
Constantino II de Grecia.

Don Juan Carlos y Doña Sofía


Caballeros nombrados por el Gran Maestre Juan Carlos I de España, desde 1977.

1977: Nicolás Cotoner y Cotoner, marqués de Mondejar.
1977: Torcuato Fernández-Miranda Hevia, duque de Fernández-Miranda.
1977: Beltrán Alfonso Osorio y Díez de Rivera, duque de Alburquerque.
1981: Príncipe Felipe de Borbón y Grecia, Príncipe de Asturias.
1981: José María Pemán y Pemartín.
1982:
Rey Olav V de Noruega.
1983:
Rey Carlos XVI Gustavo de Suecia.
1983:
Gran duque Juan de Luxemburgo.
1985:
Reina Margarita II de Dinamarca.
1985:
Rey Hussein de Jordania.
1985: Reina Beatriz de los Países Bajos.
1985:
Emperador Akihito de Japón.
1988:
Reina Isabel II del Reino Unido.
1994:
Rey Alberto II de los Belgas.
1995:
Rey Harald V de Noruega.
2004:
Simeón II de Bulgaria, ex primer ministro de Bulgaria.
2006:
Rey Bhumibol Adulyadej de Tailandia.
2007:
Gran duque Enrique de Luxemburgo.
2007: Adolfo Suárez González, duque de Suárez y ex presidente del Gobierno de España.
2007:
Rey Abdalá Bin Abdelaziz de Arabia Saudita.
2010: Francisco Javier Solana Madariaga.
2010: Víctor García de la Concha.


Javier Solana



Victor García de la Concha
El uso

Las grandes cruces constan de una cinta ancha llamada “banda”, que va terciada del hombro derecho al costado izquierdo, y de una placa que se coloca en el pecho, a la izquierda, prendida en la chaquetilla. Es costumbre que en los actos presididos por el Rey o miembros de la Familia Real las bandas de las grandes cruces se lleven por encima del chaleco y debajo de éste cuando se halle presente una alta jerarquía del Gobierno.



La encomienda de número o con placa consta a veces de una cinta en el cuello, de la que pende la cruz bajo el lazo del frac, y siempre de una placa algo menor o diferente de las grandes cruces, que se sitúa al lado izquierdo del pecho.No todas las insignias de las condecoraciones pueden utilizarse indistintamente sobre cualquier prenda de vestir: sólo el frac admite los collares, las grandes cruces y las encomiendas de número en tamaño natural, usándose las demás en miniatura. El chaqué, que en principio no admite condecoraciones, permite usar alguna miniatura en el ojal de la solapa. Con el esmoquin sólo puede usarse el botón, igual que con el traje oscuro.


La Reina y el Príncipe de Asturias


En las damas, el vestido largo de ceremonia equivale al frac y, por tanto, admite banda y placa del collar, grandes cruces y lazos (versión femenina de encomiendas y cruces) en tamaño natural. Es tradicional en estos casos y por simples razones de estética, que las cintas de las grandes cruces sean más estrechas y las placas de menor tamaño.