Mayer Amschel Bauer (1744 – 1812) fue el fundador de la dinastía. Su padre, Moses Amschel Bauer, era un comerciante de monedas y orfebre que se asentó en el barrio judío de Francfort y abrió un negocio en 1750. Sobre la entrada colgaba un escudo rojo (rot Schild), origen del nombre Rothschild (el rojo era el pabellón de los judíos protestantes en el este de Europa). Pocos años después de la muerte de su padre, Mayer Amschel comenzó como ayudante en la casa bancaria Openheimer en Hannover, donde tras algún tiempo se hizo socio "junior". Mayer Amschel adoptó el nombre Rothschild después de retornar a Francfort y adquirir el antiguo negocio de su padre.
Alrededor de 1760, Mayer Amschel comenzó a realizar negocios con la corte de Hanau, gracias a su relación con el General von Estorff. El 29 de agosto de 1770 se casó con Gutele Schnaper, con quien tuvo cinco hijas y cinco hijos (Amschel, Salomon, Nathan, Karl y James).

La Casa Rothschild en el callejón de los judíos en Francfort
En 1801, Mayer Amschel se hizo gerente de la corte (Hoffaktor). De 1802 a 1804 realizó su primer préstamo estatal a la corte de Dinamarca por más de diez millones de florines. Pocos años después forjó una casa bancaria y, con ayuda de los banqueros Lennap y Lawatz, obtuvo interés en toda Europa y pudo especular con el dinero en su control. Tras su muerte en 1812, el secretario de Metternich escribió: "Ellos son los corrientes judíos ignorantes de aspecto respetable. Pero tienen un instinto notable para elegir lo correcto y entre dos cosas correctas, la mejor. Son la gente más rica de Europa”.
Los hijos de Rothschild se hicieron cargo de los negocios bancarios de su padre, mientras Amschel Mayer permaneció en la casa matriz en Fráncfort. Se abrieron subsidiarias en Viena, Londres, París y Nápoles. Esta primera generación, para entonces ennoblecida, financió la industria, los ferrocarriles y la construcción del Canal de Suez. Con un sistema especial de préstamos estatales hicieron al gobierno francés independiente de las autorizaciones de impuestos del parlamento.

Cinco flechas, cinco hijos, cinco direcciones
Para los nobles, nada fuera del brillo de las hazañas militares podía rivalizar con el ocio y la cultura desinteresada, y estaban mal preparados para resistir el ascenso inexorable de la burguesía. El espíritu de la iniciativa económica reemplazó al valor caballeresco en la carrera por el éxito: ya no contaban las espectaculares gestas de los generales de Napoleón –Ney, Murat, Bernadotte-. Entre la Revolución y el Imperio el ejército ya no proporcionaba el trampolín social de antes.

El resultado era una confrontación entre los aristócratas, más decididos que nunca a reclamar sus propiedades y el poder político, y los nuevos comerciantes, cuyas fortunas eran envidiadas por los terratenientes y de quienes mucho tenían que aprender. A medida que la burguesía en ascenso iba adquiriendo fuerza y seguridad en sí misma, menos inclinación tenía a buscar alianzas a cualquier precio con la vieja nobleza. En París, James Rothschild, uno de los cinco hermanos financistas, sólo se preocupó por expandir sus negocios al máximo.
Al restablecerse la paz, la principal preocupación de los banqueros fue participar en los empréstitos que el gobierno francés se iba a ver obligado a lanzar para pagar todas sus deudas de guerra. Desde Inglaterra, el otro hermano Rothschild, Nathan, puso en movimiento todas sus influencias para lograr que James accediera a los círculos de gobierno. Éste creía tener menos acceso a las sedes del poder que Nathan en Londres. Aunque los desaires sociales lo molestaban aún más, como cuando Lafitte dio un gran baile y él no fue invitado o cuando advirtió que no tenía esposa que oficiara de anfitriona en su propia casa. Nada fuera del triunfo social traería paz al alma de James Rothschild.


Estandarte del imperio austríaco (Francisco I de Habsburgo)
