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domingo, 3 de junio de 2012

Apéndice: tiaras de reina (o las Tiaras de la Reina)

Como toda soberana que se precie, la Reina de Inglaterra dispone en su guardajoyas de invaluables piezas para festejar su aniversario. Y entre éstas encuentra los ornamentos de cabeza más fabulosos del mundo.

En sus 60 años en el trono (y 65 de matrimonio), Elizabeth II ha usado nueve tiaras (once, si contamos que la Tiara Vladimir se puede llevar de tres maneras diferentes, o doce, si incluimos la Tiara del Nizam de Hyderabad, que ha lucido solo una vez o dos), piezas que se han hecho célebres al convertirse su dueña en la mujer más fotografiada del mundo.


Vladimir


Esta fantástica joya es la preferida de Elizabeth. Fue heredada de su abuela, la reina Mary, quien la adquirió en 1921 y tiene la particularidad que las perlas colgantes pueden ser intercambiadas por quince esmeraldas cabochon (las esmeraldas Cambridge). La reina la ha utilizado incluso sin ningún pendiente, lo que le da un aire extraordinariamente grácil y elegante.











Girls of Great Britain and Ireland


Otra pieza que perteneció a la reina Mary, gran amante de las joyas, y data de 1893. Le fue obsequiada a su nieta, entonces Princesa heredera, para su boda en 1947. Está hecha de diamantes –originalmente surmontada de nueve grandes perlas-. Elizabeth II la ha usado sin las perlas y sin la base de diamantes, para hacerla mucho más fácil de llevar.


  



Burmese Ruby


Es la más moderna de las piezas de cabeza de Elizabeth II, pues data de 1973. Por entonces fue encargada a los joyeros Garrard con piedras sueltas que fueron regalos de boda: diamantes del Nizam de Hyderabad y rubíes del pueblo de Birmania.






Brazilian Aquamarine


Esta tiara forma parte del Brazil Parure de aguamarinas, obsequiado por el gobierno brasileño en 1953 y al que la reina agregó la tiara en 1957. El tamaño desmesurado de las piedras y la disposición de éstas en la pieza no la hacen el diseño del mejor gusto.






George III Fringe


En el otro extremo del gusto (por su sencillez y elegancia) se halla la primera de las tiaras Fringe que posee la soberana y que usó como diadema nupcial en 1947. Puede ser usada también como collar y fue confeccionada para la reina Mary en 1919 con diamantes pertenecientes a George III. En 1936 Mary obsequió la tiara a su nuera Elizabeth, consorte de George VI.






Russian Fringe


En la misma línea Fringe, estilo del que la mayoría de las casas reales posee una diadema, se halla la Tiara Rusa o Kokoshnik, compuesta de 488 diamantes incrustados en barras de platino. Le fue obsequiada originalmente a la reina Alexandra, cuando se convirtió en Princesa de Gales, por las 365 Pares (femeninas) del Reino Unido.





• Cambridge Lovers Knot


Esta pieza de diseño neoclásico con sus diecinueve perlas colgantes hizo célebre Diana, Princesa de Gales. Pero data de 1914 y la reina Mary la legó a Elizabeth, quien la usó durante los primeros tiempos de su matrimonio. En 1981 la obsequió a su nuera, pero regresó a manos de Su Majestad luego del divorcio de los Príncipes de Gales.









George VI Diamond and Sapphire


Aunque espléndidos, los zafiros no son las piedras más usadas por la reina en atuendos de soirée (los prefiere en broches, para trajes de día). La tiara –y un brazalete- fue mandada hacer en 1963, con zafiros adquiridos a la Princesa Luisa de Sajonia-Coburgo-Gotha. Elizabeth II quiso agregar esas dos piezas al Victorian Sapphire Suite que le obsequió su padre, el rey George VI, con ocasión de su boda.





 




Oriental Ruby Circlet


Esta joya, propiedad de su madre, la recibió Elizabeth II en herencia luego de la muerte de ésta, en 2002, por lo que la ha usado muy pocas veces. Originalmente perteneció a la reina Victoria, obsequio de su esposo Alberto y confeccionada por Garrard en 1853. En lugar de los rubíes tenía ópalos y, al ser los diseños florales en una base hindú, muchas veces ha sido referida como la Indian Ruby Tiara o, simplemente, Indian Tiara.






Nizam of Hyderabad


Esta tiara formaba parte de la avalancha de presentes de boda que recibió la entonces princesa Elizabeth en 1947. Hacía juego con un collar, conjunto hecho por Cartier sobre un apropiado diseño de rosas inglesas. Luego de un par de veces que fue vista en público, la reina no la usó más. Solo llevaba el collar. En 2012, Hugh Roberts, en su libro The Queen’s Diamonds ha confirmado que la tiara Nizam fue desmantelada y sus piedras usadas en la Burmese Ruby Tiara. Las rosas de la tiara se convirtieron en tres broches, dos pequeños y uno más grande.






jueves, 19 de abril de 2012

El vestuario de coronación de Elizabeth II

El guardarropa de la Reina

El vestuario de la Reina de Inglaterra representa un guardarropa de trabajo diseñado para la máxima visibilidad. Durante medio siglo, su ropa se ha utilizado como una expresión del gesto diplomático. Si se encuentra en Japón, tiene que haber un reconocimiento a la emblemática flor de cerezo; si está en Canadá debe ser el reconocimiento a las hojas de arce. La flora y fauna emblemáticas de un país anfitrión o invitado especial dondequiera que esté, está delicadamente insinuado en alguna parte del vestido, la impresión de la tela o la pasamanería.


Por otro lado, Su Majestad sabe que los colores de su bandera le van bien también, así que a menudo muestra los mejores toques diplomáticos honrando a otros países con el uso de esos mismos colores en su ropa. Su vestuario está invariablemente dictado por esos gestos diplomáticos, lo que se ha traducido en la elaboración de algunos vestidos de colores intensos realmente fabulosos a través de los años.

También tiene una necesidad de vestidos en tonos neutros, ya que son el fondo ideal para las llamativas bandas de órdenes dinásticas y otros accesorios de la realeza. Algunos modelos de raso, satén o terciopelo de tonos pastel, con bordados de oro y madreperla son perfectos para destacar las brillantes bandas de la Orden de la Jarretera. Muchos de sus vestidos de noche y de Estado han sido simplemente impresionantes, verdaderas obras de arte de pesadas telas y exquisitos bordados, con el justo toque de glamour para una mujer que no es una estrella de cine, pero está permanentemente en el ojo del público.




En cierto sentido, la Reina se ha casado dos veces. La primera vez fue con el Príncipe Felipe de Grecia y Dinamarca y la segunda vez, en su coronación, lo hizo con el pueblo de Inglaterra. Cada ocasión exigió un vestido de belleza majestuosa y, en cada ocasión, ella eligió a Norman Hartnell.

Con su formación teatral, el diseñador londinense Hartnell era la persona ideal para hacer vestidos espectaculares, aunque montaría una escena de otro tipo. Había sido modisto de la corte desde 1938, en que trabajaba para la Reina Elizabeth, la Reina Madre, y en 1957 obtuvo la Autorización Real como modisto oficial de Elizabeth II. Un solo ejemplo basta para demostrar la brillantez de Hartnell: el vestido The Flowers of the Fields of France (“Las Flores de los Campos de Francia”), especialmente diseñado para su viaje a París en abril de 1957.


The Flowers of the Fields of France Gown, 1957

Un poético nombre para una obra de arte que haría ver brillante a la soberana británica en la capital de la elegancia. Hoy se halla en el Victoria & Albert Museum y su descripción dice así:

'Espléndidos abalorios oro y blanco están incrustados en este vestido de noche color marfil usado por la reina Elizabeth II en una visita de Estado a París en 1957. Los deslumbrantes detalles parecidos a joyas del diseño bordado incluyen abejas, hierbas, miniaturas de trigo y flores silvestres. Estos motivos están trabajados en relieve de cristal facetado, cuentas doradas, brillantes y perlas de varias formas, pétalos de madreperla y oro. También cuenta con un extravagante lazo en la parte trasera. El diseño de este vestido para una sola ocasión, diplomáticamente, refiere a motivos franceses, entre ellos las flores de Francia y las grandes abejas doradas, emblema de Napoleón. Se tenía la intención, tanto de cumplimentar a la nación francesa como llamar la atención hacia la Reina’.


Este vestido fue llevado en la primera noche de la reina en París, el 8 de abril de 1957, cuando asistió a un banquete de Estado en el Palacio del Elíseo ofrecido por el Presidente René Coty y luego a una velada en la Opéra para ver un ballet de Lifar, The Diaries de Cynthia Jebb. La Reina lo complementó con la Tiara Vladimir (con gotas de esmeraldas), el collar de esmeraldas Delhi Durbar, pequeños aretes de diamantes y largos guantes de noche blancos con un brazalete en la muñeca izquierda. También llevó la enjoyada Insignia de la Legion d’Honneur y la banda de su hombro derecho a su cintura (izquierda). Cargaba un pequeño bolso blanco y una estola blanca de piel para viajar.


El diseño del vestido de coronación

Con el día de la coronación establecido para el 2 de junio de 1953, el bullicio de la actividad detrás de la escena se prolongó durante unos 16 meses. La cobertura de la televisión y la cuidadosa planificación de la ruta podría ser ocupación para los demás, pero para la reina era de vital importancia que sus ropajes de coronación fueran cómodos y seguros durante todo el largo y arduo día.

La nueva reina había escuchado con respeto los consejos de su abuela –la reina Mary- sobre los diseños para un vestido de coronación, pero tenía sus propias ideas firmes, especialmente sobre lo que no debía ser. Sus especificaciones a Norman Hartnell fueron que el vestido de coronación debía estar en las líneas de su traje de novia y estar hecho de raso blanco. Iba a ser a la vez real y religioso, sin exagerar la forma. Con minuciosidad, Hartnell investigó la historia y la tradición de los vestidos de coronación, visitando el Museo de Londres y la Biblioteca de Londres y apareció con información.



El vestido de coronación tenía que destacar contra el fondo competitivo del brillo de las joyas reales. Como también estaría destinado a ser histórico y Hartnell quería que fuera su obra maestra, aparecería como una gran pieza de la historia del vestido. Su mente asoció todas las posibilidades de emblemas heráldicos y florales a cuerpos celestes y antiguos ornamentos religiosos. Las ideas fluían sobre el papel e hizo muchos bocetos de prueba de los que surgieron ocho diseños pintados. En conjunto, la Reina y Hartnell discutieron los diseños que iban desde severamente sencillos hasta altamente elaborados.

Los primeros diseños de Hartnell

El primer diseño era un vestido muy simple de estilo similar al usado por la reina Victoria en su coronación. La única decoración en el satén blanco era un diseño griego clave que formaba una línea bordada en el dobladillo y el corpiño. El segundo diseño fue un moderno vestido ceñido al cuerpo, bordado en oro y adornado con colas de armiño negro y blanco en el bajo. La reina lo rechazó por tener demasiado montaje.



El tercero era un vestido de crinolina en raso blanco, tejido de plata y encajes de plata, el brillante conjunto con cristales y strass. El cuarto era de raso blanco bordado con azucenas y madonas e incrustado con perlas pendientes. El quinto introdujo color y aunque la Reina estaba dudosa sobre el diseño de violetas, rosas y trigo, le gustaba la salida del tradicional vestido todo blanco con sólo la adición de oro o plata.

La reina en gran medida aprobó el sexto diseño que fue la primera de las Ideas emblemáticas. Ramas extendidas de hojas de roble con bellotas estaban bordadas en oro, plata y entorchados de hilo de cobre sobre un fondo de satén blanco. El séptimo introdujo la Rosa Tudor de Inglaterra, rosas aplicadas en tejido de oro y suavemente acolchadas en medio de franjas de bucle de cristales dorados contra satén blanco.

Finalmente, el octavo diseño era una variación del séptimo, pero incorporando todos los emblemas florales de Gran Bretaña. Agradó a la Reina, pero el hecho de que estuviera bordado en plata y cristal le hizo remarcar que se parecía mucho a su vestido de novia. La reina Victoria usó todo blanco en su coronación, pero ella sólo tenía dieciocho años y era soltera, mientras que Elizabeth sería una madre de veintisiete años de edad. La reina pensó que el diseño de este último sería ideal si Hartnell introdujera algo de color. En poco tiempo los tintes necesarios fueron aplicados y el diseño del vestido de coronación fue aprobado.




El diseño final del vestido

Entonces el príncipe Felipe hizo la observación de que su esposa era la reina de la Commonwealth tanto como de Gran Bretaña, por lo que se le pidió a Hartnell que elaborara un noveno diseño que incluyera emblemas de los Dominios. Hartnell hizo juegos malabares con los once emblemas hasta que llegó a un acuerdo satisfactorio dentro del diseño.

Hartnell también los comprobó con el Rey de la Jarretera de Anno y se horrorizó al descubrir que el emblema de Gales no era un narciso, sino un vegetal aburrido, el puerro. La Jarretera se negó rotundamente a permitir la utilización del narciso. Hartnell finalmente 'tomó prestado' el puerro de la capa de los Guardias Galeses y sus bordadoras interpretaron un motivo atractivo usando sedas finas y strass. El puerro se convirtió en una fuente de inspiración y la mayoría de los otros emblemas fueron interpretados de la misma manera. Con las muestras de los emblemas completadas, Hartnell viajó a Sandringham, donde mostró a la Reina su noveno diseño.




Para Inglaterra había una Rosa Tudor, bordada en seda rosa pálido, perlas, entorchados de oro y plata y rosa de strass. Para Gales, el Puerro Galés, bordado en seda blanca con hojas de seda verde pálido, mejorado con strass. Para Escocia el Cardo fue trabajado en seda color violeta claro y amatistas; el cáliz fue bordado en seda verde reseda, hilo de plata y gotas de rocío de strass. El emblema de Irlanda, el Trébol, fue bordado en suave seda verde, hilo de plata, entorchado y strass. Para Canadá, la Hoja de Arce se trabajó en bordados de seda verde, con vetas de cristal y bordeada con entorchados de oro. La Flor de Acacia de Australia fue, después de innumerables intentos, exitosamente lograda con lana rizada de mimosa amarilla y follaje verde y oro.

El Helecho de Nueva Zelanda fue bordado en puntadas rectas con seda verde suave y veteado en plata y cristal. La sudafricana Protea fue bordada en seda rosa sombreada, cada pétalo bordeado con hilo de plata; las hojas de seda verde sombreada fueron embellecidas con strass rosado. La flor de Loto de India se trabajó en aljófar y strass y pétalos bordados de madreperla, mientras que la flor de Loto de Ceilán era de ópalos, madreperla, strass y suave seda verde. Los tres emblemas de Pakistán son Trigo, Algodón y Yute. El Trigo era de strass en forma de hojas de cristal dorado; el Yute fue bordado en forma de ramitas de hojas de seda verde e hilo dorado y la flor del Algodón fue trabajada en plata con hojas de seda verde.

Al final, toda la decoración simbólica con la gran cantidad de cristales, perlas y lentejuelas haría que el vestido brillara y relumbrara de la manera más mágica cuando la Reina se moviera. Elizabeth II se mostró muy satisfecha con la propuesta y la única observación que hizo fue que se usara un tono suave de verde para el trébol.


Como es dable imaginar, un vestido tan elaborado y opulento necesitó varias horas de creación. Y fue realizado por un equipo de tres costureras y seis bordadoras que trabajaron en secreto durante nueve semanas (¡9.000 horas de costura!) antes de que el vestido fuera finalmente entregado por Hartnell tres días antes de la coronación.

Cuando la Reina se lo probó por primera vez, emocionada por la exquisita creación con perlas y cristales incrustados, utilizó una palabra para describirlo: 'Glorioso'. Sin que ella lo supiera, Hartnell había bordado un trébol de cuatro hojas extra en el lado izquierdo de su vestido - un presagio de buena fortuna - que la mano izquierda de la reina tocaría a menudo durante todo ese día.

El Manto de Estado carmesí

La Reina debía usar dos mantos de coronación: uno de terciopelo carmesí en su camino a la Abadía y otro púrpura para el viaje de retorno. El maquillaje de la soberana debió ser estudiado y experimentado para que se viera bien con ambas prendas y bajo la luz amarillo brillante de las cámaras de televisión, así como en la luz de tinte rosa que tendría el interior de la Carroza oficial.




Las damas de honor portaban el largo manto de seis yardas de terciopelo carmesí, que iba sujeto a hombros de la Reina. La capa, a menudo incorrectamente llamada el Manto del Parlamento, es una prenda de terciopelo carmesí ribeteada de armiño y con dos bordes de filigrana de oro hechos a mano. El traje fue confeccionado por los señores Ede y Ravenscroft de Chancery Lane, Londres, con terciopelo tejido a mano en Braintree, Essex y seda suministrada por Lady Hart Dyke, de Lullington Castle.

El tejido a mano del terciopelo es un proceso muy raro hoy en día ya que la maquinaria eléctrica ha sustituido esta operación en la mayoría de los lugares. El diseño tradicional del manto fue modificado para que fuera más estrecho en los hombros y mostrara el espléndido vestido de coronación, a la vez que aliviara a la Reina de parte del peso de la prenda.


El vestido colobium sindonis

Puntualmente, a las 11 de la mañana comenzó la ceremonia y al acercarse el momento de la unción las seis damas de honor quitaron a la Reina el manto y las joyas. Eliminadas todas las posesiones jactanciosas para simbolizar el rechazo de la vanidad mundana para comparecer ante Dios para ser ungido, el magnífico vestido de la Reina fue cubierto con una túnica de lino blanco puro llamada colobium sindonis. Hartnell diseñó el vestido crudamente simple, totalmente desprovisto de adornos, para cubrir completamente el otro traje de manga corta y escote corazón ricamente bordado.

El colobium sindonis blanco plisado como rayos del sol fue atado a la espalda como un delantal. El diseñador, que siempre consideraba los aspectos prácticos al vestir a la realeza, sabía que una cremallera podría fallar en un momento crítico y sería difícil de manipular por las manos enguantadas de la Encargada del Guardarropa. Así que, sabiamente, optó por incorporar grandes ojales con botones igualmente grandes. En el momento de desvestirse y vestirse no hubo torpeza.



Asimismo, el vestido de coronación tenía una cremallera en la parte posterior más el apoyo adicional de una serie de pequeños ganchos y ojales en caso de que fallara una cremallera. Los pequeños detalles como este que hacen que las ceremonias reales fluyan tan bien. La ceremonia continuó y a lo largo de ella la Reina fue continuamente desvestida y envuelta, de acuerdo a la antigua costumbre.

El Manto de Estado púrpura

Por último, desvestida de todos los ornamentos litúrgicos y ceremoniales, se puso el exquisito Manto de terciopelo púrpura antes de salir de la Abadía de Westminster. Al igual que el Manto de de Estado, esta cola de seis yardas fue hecha por Ede y Ravenscroft. También fue cortado en líneas más estrechas para permitir que el vestido de coronación fuera mostrado y reducir la carga de peso. A diferencia del manto de terciopelo carmesí, el manto de terciopelo púrpura no estaba todo forrado de armiño, sino con seda blanca. De nuevo, esto reducía el peso adicional.


El armiño se utiliza para delinear sólo el borde del manto y hacer la capa; las pieles habían sido especialmente obtenidas de Canadá, uno de los países de la Commonwealth. La Real Escuela de Costura fue la responsable de los bordados en hilo entorchado de oro y el diseño es muy simple, bellamente ejecutado. Espigas de trigo con hojas y tallos se entrelazan a ambos lados de la cola, que culmina con una corona bordada de oro macizo y el símbolo ER (Elizabeta Regina).

viernes, 2 de marzo de 2012

Coronación y entronización

La Coronación

La coronación es una ceremonia para marcar la investidura formal de un monarca y su consorte con poder real, que generalmente incluye la colocación de una corona sobre su cabeza y la presentación de otros elementos de ajuar. Este rito también puede incluir la toma de un voto especial, los actos de homenaje por parte de los súbditos del nuevo gobernante y la realización de otros actos rituales de especial importancia para una determinada nación. Una vez ritual fundamental en muchas de las monarquías del mundo, las coronaciones han cambiado con el tiempo debido a una variedad de factores socio-políticos y religiosos, hasta el punto de que las monarquías más modernas han prescindido de ella por completo, prefiriendo simples ceremonias de entronización, investidura o bendición. Sin embargo, todavía se celebran coronaciones en el Reino Unido, Tonga y varios países asiáticos. En uso común, la coronación a menudo simplemente se refiere a la investidura oficial o entronización del monarca, se le otorgue corona real o no.

La última coronación como tal ocurrida en Europa: la de Elizabeth II del Reino Unido en 1953.

Además de investir el monarca con los símbolos del Estado, las coronaciones a menudo implican la unción con el óleo santo o crisma, como a menudo es llamado. Cada vez que un gobernante es ungido de esta manera, como en Gran Bretaña y Tonga, este ritual toma un significado abiertamente religioso, siguiendo los ejemplos que se encuentran en la Biblia. Algunos otros países utilizan los ritos de baño o la limpieza, el consumo de una bebida sagrada u otras prácticas religiosas para lograr un efecto similar. Estos actos simbolizan la concesión del favor divino al monarca en el correspondiente paradigma espiritual-religioso del país.

En el pasado, los conceptos de realeza, coronación y deidad a menudo estaban inexorablemente unidos. En algunas culturas antiguas, los gobernantes se consideraban divinos o parcialmente divinos: el Faraón egipcio se creía que era el hijo de Ra, el dios del sol, mientras que en Japón, se creía que el Emperador era un descendiente de Amaterasu, la diosa del sol. Roma promulgó la práctica de la adoración del emperador; en la Europa medieval, los monarcas afirmaban tener un derecho divino a gobernar. Las coronaciones fueron una vez una expresión visual directa de estas supuestas conexiones, pero en los últimos siglos se ha visto la disminución de tales creencias debido al aumento de la secularización y la democratización. Por lo tanto, las coronaciones (o sus elementos religiosos, por lo menos) a menudo han sido descartadas por completo o modificadas para reflejar el carácter constitucional de los estados en los que se llevan a cabo. Sin embargo, algunas monarquías siguen optando por mantener una dimensión abiertamente religiosa de los rituales de su ascensión. Otros han optado por simples ceremonias de entronización o de inauguración o, incluso, sin ceremonia alguna.

El Sha de Irán coloca la corona imperial a su consorte, la Emperatriz Farah (26 de octubre de 1967).

Historia

Las Coronaciones, de una forma u otra, han existido desde tiempos antiguos. Registros egipcios muestran escenas de coronación, como la de Seti I en 1290 antes de Cristo, mientras que las Escrituras judeo-cristianas dan testimonio de ritos particulares asociados con el otorgamiento de la realeza, los más detallados de los cuales se han encontrado en II Reyes 11:12 y II Crónicas 23:11. Estos relatos bíblicos influenciaron ceremonias europeas posteriores, junto con los de Etiopía y de Tonga, después de la conversión de esas tierras al cristianismo.

En los estados no cristianos, los ritos de coronación evolucionaron a partir de una variedad de fuentes, a menudo relacionadas con las creencias religiosas de esa nación en particular. El budismo, por ejemplo, influenció los rituales de coronación de Tailandia, Camboya y Bután, mientras elementos hindúes jugaron un papel importante en los ritos de Nepal. Las ceremonias utilizadas en el moderno Egipto, Malasia, Brunei e Irán, fueron formadas por el Islam, mientras que el ritual de Tonga combina antiguas influencias polinesias con más modernas anglicanas. Sin embargo, son las ceremonias de coronación de Europa, más específicamente, que se utilizan en Gran Bretaña (la última de las cuales ocurrió en 1953), las que son quizás más conocidas para la mayoría de los occidentales. Estas descienden de los ritos creados inicialmente en Bizancio, España visigoda, Francia carolingia y el Sacro Imperio Romano Germánico y llevadas a su apogeo durante la era medieval.

El séquito de George IV del Reino Unido estaba compuesto por ocho primogénitos de Pares del Reino y por el Jefe del Guardarropa. De izquierda a derecha: el Rey, el Conde de Surrey, el Marqués de Douro, el Vizconde Cranborne, el Conde de Brecnock, el Conde de Uxbridge, el Conde de Rocksavage, el Conde de Rawdon, el Vizconde Ingestre y Lord Francis Conyngham.

En algunos países europeos celtas o germánicos antes de la adopción del cristianismo, el gobernante tras su elección era elevado en un escudo y, mientras estaba de pie sobre él, era llevado sobre los hombros de varios hombres principales de la nación (o tribu), en una procesión en torno a sus súbditos reunidos. Esto se llevaba a cabo por lo general tres veces. Después de esto, al rey se le daba una lanza y una diadema de seda o de lino (que no debe confundirse con una corona) era atada alrededor de la frente como símbolo de la autoridad real. En 610, Heraclio organizó una ceremonia en Constantinopla, donde fue coronado y aclamado emperador. En España, el rey visigodo Sisenando fue coronado en el 631, y en 672, Wamba fue el primer rey de occidente en ser ungido como tal, por el arzobispo de Toledo.

En Inglaterra, el rey anglosajón Eardwulf de Northumbria fue "consagrado y entronizado" en el año 796 y Æthelstan fue coronado y ungido en el año 925. Estas prácticas, sin embargo se utilizaban irregularmente o se producían un tiempo considerable después de que los gobernantes se habían convertido en los reyes, hasta su adopción regular por la dinastía carolingia en Francia. Para legitimar su declaración del último de los reyes merovingios, Pipino el Breve fue dos veces coronado y ungido, al comienzo de su reinado en el año 752, y por primera vez por un Papa en el año 754, en Saint-Denis. La unción sirvió como un recordatorio del bautismo de Clodoveo I en Reims en el año 496, donde la ceremonia fue trasladada finalmente en 816. Su hijo Carlomagno, que fue coronado emperador en Roma en el año 800, pasó la ceremonia al Sacro Imperio Romano Germánico y esta tradición adquirió así una nueva función constitutiva en Inglaterra con los reyes Harold Godwinson y Guillermo el Conquistador inmediatamente coronado en la abadía de Westminster en 1066.

Victoria del Reino Unido en la Silla de San Eduardo y con el ajuar de coronación (28 de junio de 1838)

Las ceremonias de coronación europeas de la Edad Media eran esencialmente una combinación del rito cristiano de la unción con elementos adicionales. Después de la conversión de Europa al cristianismo, las ceremonias de coronación se hicieron más y más ornamentadas, dependiendo del país en cuestión, y sus elementos cristianos -en especial la unción- se convirtieron en la principal preocupación. Coronas y cetros, utilizados en las coronaciones desde la antigüedad, adquirieron un significado cristiano, junto con la esfera como símbolo del supuesto orden divino de las cosas, con el monarca como el señor divinamente ordenado y protector de su dominio. Durante la Edad Media, este rito se consideraba tan vital en algunos reinos europeos que era referido a veces como un "octavo sacramento". El gobernante ungido era visto como una mixta persona, parte sacerdote y parte hombre laico, pero no en su totalidad. Esta idea persistió en el siglo XX en la Rusia Imperial, donde el Zar se consideraba que se "casaba" con sus súbditos a través del servicio de la coronación ortodoxa.

Las ceremonias de coronación surgieron de una visión del mundo en el que los monarcas se veían como ordenados por Dios para servir no meramente como líderes políticos o militares, ni como figuras o símbolos históricos –un papel desempeñado por la mayoría de miembros de la realeza de hoy-, sino a ocupar un importante (y muy real) lugar espiritual en sus dominios. Las coronaciones fueron creadas para reflejar y permitir estas supuestas conexiones; sin embargo, los sistemas de creencias que dieron origen a ellas se han modificado radicalmente en los últimos siglos por el secularismo, el igualitarismo y el ascenso del constitucionalismo y la democracia.

Durante la Reforma protestante, la idea de monarcas divinamente ordenados empezó a ser cuestionada. La Edad de la Ilustración y las varias revoluciones de los últimos tres siglos contribuyeron a fomentar esta tendencia, hasta que la dimensión religiosa de la ceremonia se ha convertido en relativamente insignificante en muchos reinos (sobre todo en Asia y Oceanía). Por lo tanto, muchas monarquías -especialmente en Europa- han prescindido de coronaciones en conjunto, o transformado en simples ritos de inauguración o bendición que reflejan mejor el carácter laico del esos estados. De todas las monarquías europeas de hoy, sólo el Reino Unido todavía conserva su rito de coronación medieval, aunque incluso este ritual ha sido alterado en los últimos siglos. Otras naciones que siguen coronando a sus gobernantes son Camboya, Tailandia, Tonga, Bután, Lesotho, Brunei, el Reino de Toro y Suazilandia. El Papado retiene la opción de una coronación, aunque ningún Papa lo ha utilizado desde 1963.

Jean-Bédel Bokassa, también conocido como Salah Eddine Ahmed Bokassa, el 4 de diciembre de 1976 fue proclamado Emperador del Imperio Centroafricano, hasta su derrocamiento el 20 de septiembre de 1979.

Coronaciones y el poder monárquico

En la mayoría de los reinos, el monarca que lo hereda no tiene que someterse a una coronación para ascender al trono o el ejercicio de las prerrogativas de su cargo. Eduardo VIII del Reino Unido, por ejemplo, no reinó el tiempo suficiente para ser coronado antes de que abdicara, sin embargo, fue incuestionablemente el Rey del Reino Unido y Emperador de la India durante su breve reinado. Esto es así porque en Gran Bretaña, la ley establece que al momento en que un monarca muere, el nuevo asume el trono; por lo tanto, no hay ningún punto en el que el trono está vacante. En Francia, el nuevo rey ascendía al trono cuando el féretro del monarca anterior descendía a la bóveda en la Basílica de Saint-Denis y el duque de Uzès proclamaba "Le Roi est mort, vive le Roi!".

En Hungría, por otra parte, ningún gobernante era considerado como verdaderamente legítimo hasta que era coronado físicamente con la Corona de San Esteban, mientras que a los monarcas de Bélgica o de Albania no se les permitía suceder o ejercitar cualquiera de sus prerrogativas hasta realizar un juramento constitucional formal ante los parlamentos de sus países respectivos. Después de su elección, los reyes de Polonia podían realizar una serie de actos políticos antes de su coronación, pero no se les permitía ejercer cualquiera de sus poderes judiciales antes de ser coronado.
El vestido de coronación de Catalina la Grande de Rusia

Coronación de herederos aparentes

Durante la Edad Media, los reyes Capetinos de Francia decidían que sus herederos forzosos fueran coronados durante su propia vida a fin de evitar disputas por la sucesión. Esta práctica fue adoptada más tarde por los reyes Plantagenet de Inglaterra y los reyes de Hungría. Desde el momento de su coronación, los herederos eran considerados como los reyes junior (rex iunior), pero éstos ejercían poco poder y no eran incluidos en la numeración de los monarcas. A la nobleza no le gustaba esta costumbre, ya que reducía sus posibilidades de beneficiarse de un posible conflicto de sucesión.

El último heredero aparente del trono de Francia en ser coronado en vida de su padre fue el futuro Felipe II de Francia, mientras que el único heredero aparente al trono inglés coronado de esa manera fue Enrique el Joven Rey, quien fue coronado sólo y luego con su esposa, Margarita de Francia. La práctica fue finalmente abandonada por todos los reinos que la habían adoptado, cuando las reglas de la primogenitura se hicieron más fuertes. La última coronación de un heredero aparente fue la del futuro emperador Fernando I de Austria como rey junior de Hungría en 1830.

La Entronización

Una entronización es una ceremonia de inauguración (o toma de posesión), con la participación de una persona -usualmente un monarca o líder religioso- formalmente sentado por primera vez en su trono.

Este ritual se distingue en general de una coronación, porque no hay corona u otro atributo real que sea físicamente otorgado a la persona que se está entronizando, a pesar que el ajuar puede estar presente en la ceremonia. Sin embargo, debido al uso tradicional de "coronación" para describir entronizaciones de soberanos que no están físicamente coronados, los términos se usan indistintamente para referirse a este tipo de ceremonias. Entronizaciones ocurren en la Iglesia y el Estado, ya que el trono se ve como un símbolo de autoridad, tanto secular como espiritual.

La inauguración de Guillermo II de los Países Bajos en Amsterdam (1840)

Ceremonias religiosas

Las entronizaciones son más populares en entornos religiosos. Así, en el Cristianismo, los obispos de casi todas las denominaciones tienen una ceremonia de entronización después de asumir el cargo o por la cual asume el cargo. Las Iglesias Ortodoxa y Anglicana a menudo tienen elaboradas ceremonias que marcan la inauguración de sus episcopados.

Sin embargo, en la Iglesia Católica Romana, el rito de entronización se limita a las Iglesias orientales católicas. En estos casos, la entronización es el rito por el cual un nuevo obispo asume la autoridad sobre su eparquía y ante la que tiene prohibido intervenir en su gobierno de ninguna manera, ya sea personalmente o por poder. El abrumador rito latino de la Iglesia Católica Romana no tiene una ceremonia de entronización, aún cuando un obispo es ordenado en una iglesia de la diócesis de la que está a la cabeza, el consagrante principal lo invita, después de su investidura con mitra y báculo, a sentarse en la cathedra de la iglesia; si la ordenación tiene lugar en cualquier otro escenario, el consagrante principal lo invita simplemente a tomar el primer lugar entre los obispos concelebrantes.

En lugar de por entronización, un obispo de rito latino toma posesión del cargo a través de una presentación oficial de la bula papal de su nombramiento, una ceremonia que no implica necesariamente su presencia personal. En la sección en la Caeremoniale Episcoporum sobre "La recepción de un Obispo en su Iglesia Catedral" no hay ninguna mención de un ritual de toma de posesión de la cathedra episcopal. La misma es usada incluso en ediciones anteriores de este trabajo.

El Papa impone un palio arzobispal, una pequeña estola de lana con adornos y 6 cruces negras que simboliza “la oveja que el buen pastor lleva en sus hombros”. Representa así la comunión de los arzobispos con la autoridad del Romano Pontífice.

El Papado

Los Papas fueron tradicionalmente entronizados y coronados con la tiara papal en la Basílica de San Juan de Letrán. Sin embargo, durante el papado de Aviñón el papado no podía hacer uso de su cathedra, ya que el pontífice estaba en Francia, mientras que la catedral se encontraba en Roma. Así, las coronaciones continuaron, mientras que entronizaciones no podrían tener lugar hasta el retorno de los Pontífices a Roma. Tras el regreso del Papa Gregorio XI a Roma, el Palacio de Letrán, estaba en necesidad de reparación, por lo que el Papa hizo del Vaticano su residencia y las coronaciones fueron transferidas a la Basílica de San Pedro. Sin embargo, la Basílica de Letrán es la catedral de Roma, por lo que las entronizaciones continuaron allí, con breves interrupciones.

Hoy en día, "una solemne ceremonia de la inauguración del pontificado" se lleva a cabo después de la elección de un Papa y sólo más tarde,"en el momento oportuno", el nuevo Papa "toma la posesión de la Archi-Basílica Patriarcal de Letrán, de acuerdo el ritual prescrito", lo que incluye tomar su asiento en la cathedra episcopal y lo que puede considerarse como una forma de entronización.

Coronación del Papa Celestino V, único pontífice en ser coronado dos veces (1294)

Ceremonias oficiales

Anteriormente, la mayoría de las ceremonias monárquicas de investidura no eran entronizaciones, pero coronaciones, donde el gobernante era físicamente coronado e investido con otros elementos de ajuar, ya que en la mayoría de los casos el monarca ya había sido sentado en su trono desde la ascensión. Hoy las coronaciones han caído en desuso en la mayoría de los países, la entronización se utiliza a menudo en su lugar de desde que el trono del monarca permanece. Aunque ningún m monarca noruego ha sido coronado en casi un siglo, la ceremonia moderna utilizada para inaugurar su reinado se refiere a menudo como una entronización, como es la ceremonia de inauguración oficial de los monarcas de Japón, Suecia, Bélgica y los Países Bajos. Sin embargo, el término "coronación" a veces se utiliza para describir a estas ceremonias, a pesar de que no son las coronaciones en el verdadero sentido de la palabra.

Bélgica

Bélgica no tiene corona (excepto como un emblema heráldico); la instalación formal del monarca sólo requiere un solemne juramento sobre la Constitución en el Parlamento, símbolo del poder limitado permitido al rey bajo la Constitución de 1831 .Durante las entronizaciones de Balduino y Alberto II, un legislador gritó "¡larga vida a la República de Europa", sólo para ser acallado por los demás, que gritaron "Vive le Roi", con toda la cámara en pie para aplaudir al rey.

La ascensión al trono de Leopoldo III (1934).

Japón

El emperador de Japón asiste a una ceremonia de entronización poco después de su ascensión; el último ritual tuvo lugar en 1990 por el soberano actual, Akihito. A diferencia de la mayoría de las otras monarquías, Japón no tiene corona para su jefe. La ceremonia no es pública y el propio ajuar se ve generalmente sólo por el propio emperador y algunos sacerdotes sintoístas. Sin embargo, una crónica en la revista Time sobre la entronización del padre de Akihito, Hirohito, en 1928 revela algunos detalles. Primero era una ceremonia de tres horas en la que el emperador ritualmente informaba a sus antepasados ​​que había asumido el trono. Esto era seguido por la propia entronización, que tenía lugar en un recinto llamado Takamikura, donde había un gran pedestal cuadrado destacando sobre tres pedestales octogonales coronados por una simple silla. Ésta estaba rodeada por un pabellón octogonal con cortinas, coronado por una gran ave fénix dorada.

El nuevo emperador se dirigía a la silla, donde después de estar sentado, el Kusangi y Yasakain no Magatama eran puestos en pie junto a él. Un simple cetro de madera era presentado al monarca, quien se enfrentaba a su Primer Ministro de pie en un patio adyacente, representando el pueblo japonés. El emperador ofrecía un discurso anunciando su ascenso al trono, instando a sus súbditos a un solo propósito, asistirlo en la consecución de todas sus aspiraciones. Su Primer Ministro respondía con un discurso prometiendo fidelidad y devoción, seguido por tres gritos de "Banzai" de todos los presentes. El calendario de este último evento era sincronizado, de modo que los japoneses en todo el mundo podían unirse al grito de "Banzai" en el preciso momento en que se ofrecía en Kyoto. En 1990, después de los gritos de Banzai, un saludo de 21 cañonazos era despedido hacia fuera de los terrenos del palacio a una corta distancia.

El Emperador Akihito en su carruaje de entronización.

Después de esta ceremonia, el nuevo emperador adoraba a Amaterasu, ofreciendo el arroz preparado especialmente para la ocasión. Esto era seguido por tres banquetes y una visita a los Santuarios de sus antepasados.

Luxemburgo

El Gran Duque de Luxemburgo es entronizado en una ceremonia celebrada en el Parlamento de la nación al comienzo de su reinado. El monarca hace un juramento de lealtad a la constitución del estado; a continuación, asiste a una misa solemne en la catedral de Notre-Dame. No existe corona u otro ajuar para los gobernantes del último Gran Ducado soberano de Europa.

Malasia

El nuevo gobernante de Malasia es entronizado en una ceremonia especial después de su elección, lo que implica el uso de varios elementos de ajuar como la Tengkolok Diraja, o Tocado Real -en oposición a una corona-. Según la leyenda, el primer sultán de Perak renunció al uso de las diademas después de que el reflotamiento milagroso de su barco, el cual había encallado durante su viaje a establecer su reinado en Perak. Por lo tanto, aunque que las coronaciones de Malasia son asuntos elaborados, no implican la imposición de una corona. En cambio, un tocado especial es usado por el nuevo rey.

El Tengkolok Diraja, el Tocado Real usado por S.M. Seri Paduka Baginda Yang di-Pertuan Agong, está hecho de tela negra bordada en oro y, en la parte delantera, una medialuna y una estrella, en el centro de la cual aparece el emblema del gobierno malayo.

El nuevo rey ingresa en el Salón del Trono Istana Negara a la cabeza de una gran procesión que también incluía a su cónyuge, soldados especialmente escogidos con las insignias reales, y otros notables como el Gran Chambelán, o Datuk Paduka Maharaja Lela. El rey y su esposa están sentados en sus tronos y las insignias se llevan adelante. A continuación, el Datuk Paduka Maharaja Lela adelanta una copia del Corán, que el nuevo monarca recibe reverentemente, besa y coloca en una mesa especial situada entre su trono y el de la reina. Se lee una proclamación formal del reinado del nuevo rey, seguida por el juramento especial de coronación. El Primer Ministro da un discurso especial, que es seguido por un discurso del nuevo rey desde el trono. Se dice una oración, el Corán es regresado al Chambelán y la ceremonia se ha completado.

Suecia

En Suecia, ningún rey ha sido coronado desde Oscar II en 1873. El actual monarca, Carlos XVI Gustavo, fue entronizado en una sencilla ceremonia en el Salón del Trono del Palacio Real de Estocolmo, el 19 de septiembre de 1973. Las joyas de la corona se mostraban en cojines a la derecha e izquierda del trono real, pero nunca eran entregados al rey. Carlos Gustavo hizo un discurso de ascensión, que describía el objetivo principal de su reinado.


Coronación del rey Oscar I y la reina Josefina en Estocolmo, 28 de septiembre de 1844. La reina se encuentra escoltada, a la derecha por Carl Axel Löwenhielm y a la izquierda por Carl de Geer.

La Consagración

La Consagración real es una ceremonia religiosa que confiere a un soberano un carácter sagrado (a veces hasta divino) distinguiéndolo así del resto de las personas. Es una ceremonia distinta a la coronación.

La costumbre de consagrar a los reyes ungiéndolos con óleo santo, comenzó entre los hebreos. Saúl y David fueron consagrados por el profeta Samuel y Salomón por el sumo sacerdote. No falta quien crea que ningún príncipe del cristianismo había sido consagrado hasta Justino II, emperador de Constantinopla, que subió al trono en el año de 565 pero otros aseguran que Teodosio el Joven fue coronado y por consiguiente, consagrado en el año 408 por el patriarca Proclo. Imitaron esta costumbre los reyes de los godos y de los francos y Clodoveo fue consagrado por San Remigio.

Edad Media

La Consagración fue practicada por los soberanos visigodos de España en el siglo VII; la fecha de la primera consagración data del 672, realizada al rey Wamba en Toledo, pero sólo el reino de Aragón conservó su uso. Los otros reinos preferían la simple coronación para evitar el sometimiento al clero que ello representaba.

Armas del antiguo Reino de Aragón en el Armorial Gelre.

Los reyes merovingios (siglo V y siglo VIII) no accedían al poder después de una consagración, sino que eran elegidos por los aristócratas de las familias merovingias. El poder provenía de su carisma y de sus victorias militares. El bautismo del primer rey merovingio Cleovaldo, hacia el 496, no fue, jamás, un acto de consagración.

A mediados del siglo VIII, el Mayordomo de palacio Pipino el Breve, hijo de Carlos Martel, inauguró la práctica de la consagración religiosa para los reyes de Francia; quería asegurarse el apoyo de la más alta autoridad espiritual de Occidente: el Papa. Para conseguir su autorización envía a Burchard y a Fulrad como embajadores ante el Papa Zacarías. Éste le respondió que el "orden divino" no quedaba claro, puesto que el Mayordomo de palacio disponía del poder, pero no de su legitimidad. Los últimos reyes merovingios no tenían, realmente, ninguna autoridad efectiva.

La Iglesia afirma que es ella la que debe dar la legitimidad del poder por medio del ritual de la consagración. Se utilizará, como modelo de la misma, la unción que recibió David de Samuel según el Antiguo Testamento. La consagración de Pipino el Breve tendrá lugar en marzo de 752 en Soissons, donde los obispos presentes le ungen con el santo óleo imponiéndoselo en diferentes partes del cuerpo. La elección establecida por parte del pueblo y de los nobles aristócratas del reino, perderá su importancia con los sucesores carolingios.

Consagración de Pipino el Breve por Bonifacio, Arzobispo de Maguncia (751)

A cambio de su acuerdo con Pipino, el Papa espera el apoyo militar de los carolingios para hacer frente a las amenazas de los lombardos. En 753, el Papa Esteban II se ve obligado a refugiarse en Gaula y solicita la intervención de Pipino el Breve que le promete una intervención armada contra los lombardos; como recompensa el Papa le confiere el título de "patricio de los romanos" (protector de Roma) y le consagra por segunda vez en San Denis el 28 de julio de 754. Los dos hijos de Pipino (uno de ellos futuro Carlomagno) así como la madre de Pipino, Berthe, son también consagrados. Con este acto, toda la dinastía carolingia quedaba consagrada y el rey quedaba por encima de todos los demás laicos.

La consagración bajo carolingios y capetinos

Durante el imperio carolingio, la elección cayó en desuso, aunque no desapareció por completo: se denominó "aclamación" tras imponerse la consagración, pero realmente no fue más que una mera formalidad. Las coronaciones imperiales, impuestas por Carlomagno en 800, eran distintas a la consagración, que tenía lugar en Roma en presencia del Papa.

La primera consagración que tuvo lugar en Reims fue la de Luis el Piadoso en octubre de 816. Hijo de Carlomagno, se convirtió, por medio de esta ceremonia, en el elegido de Dios y defensor de la Iglesia. El arzobispo de Reims, Hincmaro, consagró a Carlos el Calvo en 869. Sin embargo Reims conserva la preeminencia que tenía sobre las otras sedes metropolitanas durante el siglo XII, ya que en ella fue bautizado Cleovaldo, ceremonia en la que hizo su aparición la "Santa Ampolla". Asimismo, el Capeto Luis VI se hizo consagrar en Orleans en 1108.

La consagración de Luis VI en Orleans

El declive de los carolingios se hace patente en los siglos IX y X: el Robertino Eudes es elegido por los Grandes en 888. Después de proclamar el destronamiento del carolingio Carlos el Simple, Roberto es elegido el 29 de junio de 922 y consagrado en Reims al día siguiente.

En el siglo X, los príncipes territoriales (marqueses, duques, condes) tienen un poder político de tal magnitud que pueden imponer sus condiciones antes de dar su consentimiento para la elección del rey. La elección del rey se demuestra, pues, determinante, especialmente durante las crisis dinásticas.

En 987, el carolingio Luis V muere sin descendencia. Hugo Capeto es elegido por los Grandes de Senlis y más tarde, consagrado en Novon, el domingo 3 de julio de 987: es el fin de la dinastía carolingia. Hugo Capeto hace consagrar, también, a su hijos. Este ritual será perpetuado hasta la llegada al trono de Felipe II de Francia al final del siglo XII, el poder y la legitimidad de los Capetos queda definitivamente asegurada.

La evolución del ritual

El ritual de la consagración se va fijando progresivamente: la descripción de los gestos y de las palabras pronunciadas durante el curso de la consagración se denomina ordo; los clérigos redactaron varias:

·Ordo de Hincmar (siglo IX): unción, coronación, juramento: el rey se compromete a respetar y defender a la Iglesia y a asegurar la paz y hacer justicia con misericordia.
·Ordo de Fulrad (siglo X)
·Ordo de San Luis (siglo XIII): restablecido de los éperons y de una espada en presencia de los 12 pares de Francia. Las aclamaciones del pueblo presente en la catedral de Reims reemplazaron a la antigua elección. Beso de paz. Durante la consagración, el rey recibía sus insignias de poder. Si el rey estaba casado la consagración de la esposa se hacía después.

A partir del siglo XIV, el rey disponía de un poder taumatúrgico (curandero).

Los emperadores germánicos eran, primero, elegidos soberanos, después iban a Roma para recibir la corona imperial de manos del Papa.

La Consagración de Carlos X de Francia, celebrada en la Catedral de Reims el 28 de mayo de 1825, fue la última ceremonia de este tipo celebrada en aquel país.