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martes, 21 de septiembre de 2010

Príncipe de la Sangre II

Precedencia

Hasta el siglo XV, la precedencia entre los Príncipes de la Sangre, o incluso entre ellos y otros señores, dependía del título. En aquella época surgieron debates entre los Príncipes de la Sangre, en particular entre el duque de Borbón y el conde d'Alençon (el segundo estaba más arriba en la línea de sucesión, pero un duque clasificaba por encima de un conde; la controversia fue resuelta haciendo que el último se convirtiera en duque). Por último, un decreto de 1576 estableció que los Príncipes de la Sangre tendrían precedencia sobre todos los señores y entre ellos por el orden en la línea de sucesión antes que por sus títulos.

Todos los príncipes de la sangre se dividían en:

1. hijos del actual soberano y los hijos de su hijo mayor,
2. hijos del soberano anterior y los hijos de su hijo mayor,
3. todos los demás.

Las dos primeras categorías formaban la Familia Real.


Estandarte de la familia real de Francia


La precedencia era establecida de acuerdo a las siguientes reglas (según Sainctot, introducteur des ambassadeurs en tiempos de Luis XIV):

1. por categoría (es decir, cualquiera de la categoría 1 superaba a cualquiera de la categoría 2)
2. entre cada categoría:
• entre los hombres, según el orden en la línea de sucesión,
• entre hombres y mujeres, de acuerdo con el derecho de sucesión (es decir, los hombres antes que las mujeres),
• entre mujeres, de acuerdo al grado de parentesco con el rey.
Así, el hijo del Delfín superaba el hermano del rey o el hijo menor, pero la hija de un Delfín era superada por la hija del rey; la hija del rey, a su vez, superaba al hermano o la hermana del rey. Las esposas tenían el rango de sus maridos, por lo que una Delfina superaba a una hermana del rey.


Charles de Montpensier, Condestable de Borbón, Duque de Borbón y de Auvernia (1490-1527)


Hay un momento célebre, a la muerte de Luis XVIII en 1824, que ilustra estas normas. Cuando el rey dio el último suspiro, Monsieur, su hermano, le dijo al médico: “Sire, le Roi est mort”, por lo que él se había convertido instantáneamente en Carlos X. Cuando llegó el momento de salir del dormitorio, el nuevo rey lo hizo primero. Su hijo primogénito, duque de Angulema, estaba casado con la hija de Luis XVI y, hasta ese momento, ella lo superaba a él (ella estaba en el grupo 2, él en el grupo 3). Angulema estaba a punto de dejar que ella pasara delante de él, cuando la duquesa dio un paso atrás y dijo: “Passez, Monsieur le Dauphin". Él acababa de moverse del grupo 3 al grupo 1 y ahora superaba a su esposa.

Otro ejemplo de estas reglas se encuentra en la lista de príncipes y princesas franceses en el Almanach Royale de 1789, un directorio semi-oficial del Estado francés. El orden es:

1- el rey y la reina
2- los dos hijos del rey (grupo 1, hombres)
3- la hija del rey (grupo 1, mujeres)
4- los hermanos del rey y sus esposas (grupo 2, hombres)
5- las hermanas del rey (grupo 2, mujeres)
6- las tías del rey (grupo 2, mujeres)
7- los hijos del hermano menor del rey (grupo 3)
8- la rama Orleans, hombres seguidos por mujeres
9- la rama Borbón-Condé, hombres seguidos por mujeres
10- la rama Borbón-Conti, hombres seguidos por mujeres


Philippe Charles d'Orléans, duque de Chartres, luego duque de Orléans y luego Regente del reino (1674-1723)


Tratamientos formales

Los siguientes tratamientos eran extremadamente formales y utilizados solo en los documentos oficiales, tales como tratados, contratos, lápidas y artículos similares, de acuerdo a un règlement de 1688 citado por Guyot:

• El heredero aparente, titulado Delfín de Vienne o, más comúnmente, Delfín, era llamado Très haut, très puissant et excellent Prince (“Muy alto, muy poderoso y excelente Príncipe”),
• El hermano mayor del Rey y el Primer Príncipe de la Sangre era Très haut et très puissant Prince (“Muy alto y muy poderoso Príncipe”),
• Los otros Príncipes de la Sangre eran Très haut et puissant Prince (“Muy alto y poderoso Príncipe”),
• Los príncipes extranjeros en la Corte eran Haut et puissant Prince (“Alto y poderoso Príncipe”).


Louis III de Borbón-Condé, Príncipe de Condé (1668-1710)


Una disputa en 1752 sobre el uso de este tratamiento por un miembro de la familia Rohan, que provocó la protesta de los Príncipes de la Sangre, llevó a la decisión del rey de reafirmar un uso que tenía más de cien años de antigüedad.

Los enfants y petits-enfants de Francia tenían derecho al tratamiento de Alteza Real (Altesse Royale) desde el siglo XVII (así, el duque de Orleans, regente desde 1715 hasta 1723, es tratado S.A.R. en el Almanach Royale de 1717). Otros Príncipes de la Sangre solamente tenían derecho a Alteza Serenísima (Altesse Sérénissime) desde 1651 hasta 1824, cuando recibieron el tratamiento de Alteza Real. Los Príncipes de la Sangre eran los únicos en Francia en recibir el tratamiento de “Alteza”, de acuerdo a un arrêt del Parlamento de París de fecha 14 de diciembre de 1754 que prohibía al Obispo de Metz usar tal tratamiento:

On ne le traitera point d'Altesse, mais de Monseigneur. Il ne peut y avoir une Altesse Royale, mais aussi il lui faut un autre titre qu'Altesse Sérénissime pour ne pas avoir le même titre que M. le Duc, le duc d'Orléans étant héritier présomptif de la couronne."


Château de Chantilly, residencia campestre de la familia Condé


Descendiente real legitimado

Los hijos legitimados del rey de Francia y otros miembros masculinos de su dinastía, tomaban los apellidos de acuerdo a la rama de los Capeto a la que pertenecían sus padres. Por ejemplo, Luis Augusto de Borbón, Duque de Maine, era hijo mayor de Luis XIV con Madame de Montespan. Luego que la legitimación ocurrió, obtuvo un título. Los varones obtenían títulos a partir de tierras y propiedades de su padre y las mujeres obtenían el tratamiento de Mademoiselle de X. Ejemplos de ello son los hijos de Luis XIV:

 Louise Françoise de Borbón (1669-1672);
 Louis-Auguste de Borbón (1670-1736), titulado duque de Maine ;
 Louis César de Borbón (1672-1683), titulado conde de Vexin;
 Louise-Françoise de Borbón (1673-1743), titulada Mademoiselle de Nantes;
 Louise Marie Anne de Borbón (1674-1681), titulada Mademoiselle de Tours;
 Françoise-Marie de Borbón (1677-1749), titulada Mademoiselle de Blois;
 Louis-Alexandre de Borbón (1678-1737), titulado conde de Toulouse


Mademoiselle de Blois con su hermana Mademoiselle de Nantes, dos hijas legitimadas de Louis XIV y Mme. de Montespan


Los hijos también podían ser tratados como Légitimé de Bourbon; por ejemplo Marie Anne légitimée de Bourbon, mademoiselle de Blois, hija de Luis XIV y Louise de La Vallière. Su hermano Louis de Borbón obtuvo más tarde el título de conde de Vermandois.

La rama de los duques de Longueville, extinta en 1672, llevaba el apellido d’Orléans como descendientes legitimados de Jean de Dunois, bâtard d’Orléans, hijo natural de Louis de Valois quien tenía la herencia de Orléans antes que lo hicieran los Borbones. Los hijos naturales de la realeza que no estaban legitimados tomaban cualquier apellido que el rey permitiera, el cual podía o no podía ser de la dinastía. Los hijos nacidos fuera del matrimonio de un rey o príncipe de Francia nunca eran reconocidos como fils de France. De todas maneras, si eran legitimados, el rey podía elevarlos al rango inmediatamente inferior (o incluso equivalente) al de un Prince du sang.


sábado, 19 de junio de 2010

El Duque de Montpensier


El Ducado de Montpensier es un título nobiliario francés cuyo nombre se refiere a la localidad de Montpensier, situada en el departamento de Puy-de-Dôme, en la región histórica de Auvernia.


Señorío de Montpensier


El señorío de Montpensier estuvo en manos de varias casas nobiliarias, como son la casa de Thiern, la de Beaujeau, la de Drieux, para pasar de nuevo a la de Beaujeau, y finalmente a la casa de Ventadour, antes de que fuera vendido en 1384 por Bernardo y Roberto de Ventadour al Duque de Berry.
  • Guy de Thiern
  • Agnès de Thiern, hija del anterior y esposa de Humbert IV de Beaujeu
  • Guichard I de Beaujeu
  • Guichard II de Beaujeu
  • Humbert II de Beaujeu
  • Jeanne de Beaujeu, hija del anterior y esposa de Jean II de Drieux, Conde de Dreux
  • Robert V de Drieux
  • Jean III de Drieux
  • Pierre de Drieux
  • Jeanne I de Drieux
  • Louis I de Beaujeu, descendiente de un hermano de Humbert II de Beaujeu
  • Marguerite de Beaujeu, hija del anterior y esposa de Ebles VIII de Ventadour, Vizconde de Ventadour
  • Bernard de Ventadour (1346-1384)
El Duque de Berry, cuyos tres hijos fueron condes de Montpensier


Condado de Montpensier


El señorío de Montpensier se convirtió en condado, siendo los hijos del citado duque de Berry, Carlos y Juan, los dos primeros en ostentar el título de conde de Montpensier. Tras sus muertes sin descendencia, su hermana menor María aportó el condado a su matrimonio con Juan I, duque de Borbón (1381-1434). En consecuencia el condado fue ostentado por Luis de Borbón, el hijo menor de Juan y María, y por sus descendientes hasta Carlos de Borbón-Montpensier, el famoso condestable, quien fue nombrado duque de Borbón por su matrimonio con su prima Susana de Borbón en 1505. El condado fue confiscado por el rey Francisco I y posteriormente, en 1538, restaurado para Luisa de Borbón, hermana del condestable y viuda del príncipe de La Roche-sur-Yon, y para su hijo Luis.
  • Charles de Valois (1362-1382), hijo de Jean de Valois, Duque de Berry y Auvergne
  • Jean de Valois (1363–1401)
  • Marie de Valois (1375–1434) – hermana del anterior y esposa de Jean I, Duque de Bourbon
  • Louis I de Bourbon (~1403–1486)
  • Gilbert de Bourbon (1448–1496)
  • Louis II de Bourbon (1483–1501)
  • Charles III de Bourbon (1490–1527)

Charles III, Condestable de Borbón, Conde de Montpensier y Delfín de Auvergne

Ducado de Montpensier


En 1539 el condado fue elevado a ducado e incluido entre los Pares de Francia (duché-pairie). En 1626 María de Borbón-Montpensier, hija y heredera de Enrique, duque de Montpensier, se casó con Gastón, duque de Orleans, hermano de Luis XIII, aportándole el ducado. Su hija, conocida como La Grande Mademoiselle, heredó el título que, al morir sin descendencia, pasó a Isabel Carlota del Palatinado, segunda esposa del entonces duque de Orleans. Desde entonces el título ha permanecido en la Casa de Orleans.
  • Louise de Bourbon (1482–1561), hermana de Charles III
  • Louis III de Bourbon (1513–1582)
  • François de Bourbon (1542–1592)
  • Henri de Bourbon (1573–1608)
  • Marie de Bourbon (1605–1627)
  • Anne Marie Louise d'Orléans (La Grande Mademoiselle) (1627–1693)
  • Elizabeth Charlotte, Princesa Palatina (1652-1722)


Elizabeth Charlotte del Palatinado
  • Philippe II, Duque de Orléans (1674-1723)
  • Louis d'Orléans, Duque de Orléans (1703-1752)
  • Louis Philippe I d'Orléans, Duque de Orléans (1725-1785)
  • Louis Philippe Joseph d'Orléans, Duque de Orléans (Philippe Égalité) (1747-1793)
  • Louis Philippe d'Orléans, Rey de los Franceses (1773-1850)
  • Philippe d'Orléans, Conde de París (1838-1894)
  • Philippe d'Orléans, Duque de Orléans (1869-1926)
  • Jean d'Orléans, Duque de Guisa (1874-1940)
  • Henri d'Orléans, Conde de París (1908-1999)
  • Henri d'Orléans, Conde de París, Duque de Francia (nacido 1933)


Llegada de Louis-Philippe, Duque de Montpensier, a St Georges Hall, en el Castillo de Windsor, de visita a la reina Victoria (1838)


Título de cortesía

El título de duque de Montpensier ha sido ostentado como título de cortesía por varios miembros de la Casa de Orleans.

  • Antonio Felipe (1775–1807), segundo hijo de Felipe Igualdad
  • Antonio María Felipe Luis (1824-1890), hijo de Luis Felipe I, Rey de los Franceses y suegro de Alfonso XII de España.
  • Duquesa María Teresa de Würtemberg (nacida 1934), esposa de Enrique, Conde de París, Duque de Francia.

Asimismo Mademoiselle de Montpensier fue concedido como título de cortesía a algunas mujeres de la Familia Real, sobre todo durante los años previos a la Revolución.

Luisa Fernanda de Borbón, Infanta de España y consorte de Antoine d’Orleans, Duque de Montpensier

lunes, 7 de junio de 2010

Los Príncipes de Condé


La Serenísima Casa de Condé (llamada así a raíz de la comuna de Condé-en-Brie, en el departamento de Aisne) es una histórica casa francesa de linaje noble descendiente de un único ancestro. El nombre deriva del título Príncipe de Condé originalmente otorgado en 1557 al líder protestante Louis de Bourbon (o Borbón), duque de Vendôme, hermano de Antonio de Borbón y tío de Enrique IV de Francia.

Como una rama menor de la Familia Real francesa, los Príncipes de Condé disfrutaban de una considerable prominencia.

Historia

Los Príncipes de Condé descienden de la familia Vendôme –padres de la moderna Casa de Borbón-. Nunca hubo un principado, soberano o vasallo, de Condé. El nombre meramente servía como origen territorial de un título adoptado por Luis, quien heredó de su padre Carlos IV de Borbón el señorío de Condé-en-Brie en Champagne, consistente en el Château de Condé y una docena de villas ubicadas unas cincuenta millas al este de París.

El territorio pasó de los señores de Avesnes a los Condes de St. Pol. Cuando Marie de Luxemburgo-St.Pol casó con Francisco, Conde de Vendôme, en 1487, Condé-en-Brie pasó a formar parte del patrimonio Borbón-Vendôme.


El Château de Condé

Duque de Borbón


Luego de la extinción en 1527 de los Duques de Borbón, el hijo de Francisco, Carlos (1489-1537) pasó a ser el jefe de la Casa de Borbón, que desciende en línea masculina de Roberto, Conde de Clermont (1256-1318), hijo menor de San Luis (Luis IX de Francia).


De los hijos de Carlos de Vendôme, el mayor, Antonio, fue rey consorte de Navarra y padre de Enrique IV. El hijo menor, Luis, heredó los señoríos de Meaux, Nogent, Condé y Soissons como infantazgo y fue titulado como Príncipe de Condé en un documento parlamentario de enero de 1557. Así, sin ninguna autoridad legal más allá de su dignidad como Príncipes de la Sangre, continuaron llevando el título por las próximas tres centurias. Fue sucedido por su hijo Enrique.

Luis, el primer Príncipe, dio la propiedad de Condé a su hijo menor, Carlos (1566-1612), Conde de Soissons. El único hijo de éste, Luis (1604-1641), dejó Condé y Soissons a sus hijas Maria-Margarita y Luisa, quienes ingresaron por matrimonio a las dinastías de Saboya y Orléans-Longueville, respectivamente.


Louis I de Borbón, Príncipe de Condé

Monsieur le Prince

A partir de la ascensión al trono francés de Enrique IV de Borbón en 1589, su primo Enrique II de Borbón, Príncipe de Condé (1588-1646), fue heredero presunto a la Corona hasta 1601.

Aunque los propios descendientes de Enrique mantenían antiguas posiciones entre la familia del Delfín, de los Hijos de Francia y de los Nietos de Francia, en el período comprendido entre 1589 y 1709 los Príncipes de Condé coincidentemente tenían el rango de premier prince du sang royal (Primer Príncipe de la Sangre), lo que traía consigo importantes ingresos, precedencia y privilegios ceremoniales (como el exclusivo derecho de ser tratado como Monsieur le Prince en la corte).

Asimismo, la posición de premier prince regresó a los Duques d’Orléans en 1710, por lo que el séptimo Príncipe, Luis III (1668-1710), declinó hacer uso del título, prefiriendo ser conocido por su linaje hereditario de Duque de Borbón, el cual todavía ofrecía el derecho a ser tratado como Monsieur le Duc. Los herederos subsecuentes también prefirieron el título ducal al principesco.


Louis II de Borbón, príncipe de Condé y su hijo Henri Jules de Borbón, duque d'Enghien (1680)

El fin de los Borbón-Condé

Luego de la muerte de Henri III Jules de Borbón en 1709, la familia asistía regularmente a la corte. Luis de Borbón-Condé, conocido como el Duque de Borbón, se había casado en 1685 con Louise-Françoise de Borbón, la hija legitimada que el rey Luis XIV había tenido con su amante, la marquesa de Montespan. La pareja tuvo varios hijos, inclusive un heredero para los títulos y tierras de los Condé: Louis Henri de Borbón-Condé, duque de Borbón. Éste fue conocido en la corte como Monsieur le Duc después de perder el rango de premier prince du sang en 1723. Después de su muerte su familia se retiró de la vida cortesana pero Luis José de Borbón, príncipe de Condé, resultó vital para la formación del Ejército de Condé, formado para apoyar a su primo Luis XVI durante la revolución. Fue el más longevo titular del principado, siendo conocido como príncipe de Condé por setenta y ocho años.

Su hijo casó con la hermana de Luis Felipe II de Orléans, más conocido como “Philippe Égalité” o “Felipe Igualdad”. Era Louise Marie Thérèse Bathilde d'Orléans, quien fue la última princesa de Condé y madre de Louis-Antoine-Henri de Borbón-Condé, titulado duque d'Enghien. Éste, heredero del apellido Condé, fue ejecutado por Napoleón I en el Château de Vincennes en 1804.


Bathilde d’Orléans, Princesa de Condé

Sin otros hijos, hermanos o primos, la línea de los Borbón-Condé llegó a su fin con la muerte de Luis Enrique en 1830. Las tierras de la familia pasaron al primo del último príncipe, Henri Eugène Philippe Louis d'Orléans, duque d'Aumale. El segundo hijo de éste obtendría luego el título de Príncipe de Condé.


Los Príncipes de Condé
  • Louis I de Borbón (d. 1569)
  • Henri I de Borbón (r. 1569–1588)
  • Henri II de Borbón (r. 1588–1646)
  • Louis II de Borbón El Gran Condé (r. 1646–1686)
  • Henri III Jules de Borbón (r. 1686–1709)
  • Louis III de Borbón (r. 1709–1710)
  • Louis Henri I de Borbón (r. 1710–1740)
  • Louis Joseph de Borbón (r. 1740–1818)
  • Louis Henri II de Borbón (r. 1818–1830)

Louis Henri II de Borbón-Condé


RAMAS MENORES
  • Casa de Borbón-Conti
La Casa de Borbón-Conti se formó en 1581 con François de Borbón, hijo de Luis I de Borbón, Príncipe de Condé. El título de Príncipe de Conti fue tomado de Conti-sur-Selles, una pequeña ciudad del norte de Francia, cerca de 20 millas al suroeste de Amiens, e ingresó a la familia por el matrimonio del primer príncipe de Condé con Eleanor de Roye, en 1551. François de Borbón, tercer hijo de este matrimonio, obtuvo el título de Marqués de Conti, y entre 1581 y 1597 fue elevado al rango de Príncipe. Murió en 1614 y como su única hija, Marie, había muerto en 1610, el título se extinguió. Fue revivido en 1629, a favor de Armand de Borbón, segundo hijo de Henri II, Príncipe de Condé y hermano de Luis II, el Gran Condé.


Durante el tiempo que en la Casa de Borbón gobernó Francia, entre los reinados de Henri IV y Luis Felipe, los Conti fueron considerados Príncipes de la Sangre y el titular siempre ostentó el tratamiento de Su Serena Alteza.

Armas del Príncipe de Conti, Duque de Mercoeur y Par de Francia


A la muerte del séptimo príncipe, Luis Francisco II, en 1814, el título y la casa de Conti se extinguieron.


Los Príncipes de Conti fueron:



  • 1581-1614: François, 1º príncipe de Conti (el título se extinguió a su muerte, por falta de descendiente directo)
  • 1629-1666 : Armand, 2º príncipe de Conti
  • 1666-1685 : Louis Armand I, 3º príncipe de Conti
  • 1685-1709 : François Louis, 4º príncipe de Conti
  • 1709-1727 : Louis Armand II, 5º príncipe de Conti
  • 1727-1776 : Louis François I, 6º príncipe de Conti
  • 1776-1814 : Louis François II, 7º príncipe de Conti


  • Casa de Borbón-Soissons

El primer Príncipe de Conti fue también el hermano del fundador de la Casa de Borbón-Soissons, Charles de Borbón-Soissons, quien inició la línea en 1566. El título de Soissons había sido adquirido por el primer Príncipe de Condé en 1557 y fue llevado por sus descendientes durante dos generaciones: su hijo Charles y sus dos nietos, Louis y Marie.



Armas Soissons-Savoie-Carignan


Como el 2º conde de Soissons murió sin herederos, las propiedades pasaron a su hermana menor, Marie de Borbón-Condé, esposa de Tomás Francisco de Saboya, príncipe de Carignano. Aunque ella recibía 400.000 libras en beneficios anuales de las propiedades de Soissons, vivía en el hôtel de Soissons y continuaba siendo conocida como la princesa de Carignano. El condado de Soissons fue heredado por sus hijos y nietos hasta que se extinguió en 1734, con la muerte del Príncipe Eugène-Jean-François de Saboya-Carignano.


Los miembros de la Casa fueron:

  • 1487-1495 : François de Borbón, Duque de Vendôme (1470-1495);
  • 1495-1537 : Charles de Borbón, Duque de Vendôme (1489-1537), conde (jure matris), hijo del anterior;
  • 1547-1557 : Jean de Borbón-Soissons (1528-1557), hijo del anterior;
  • 1557-1569 : Louis I de Borbón, príncipe de Condé (1535-1569), hermano del anterior;
  • 1569-1612 : Charles de Borbón, conde de Soissons (1566-1612), hijo del anterior;
  • 1612-1641 : Louis de Borbón, conde de Soissons (1604-1641), hijo del anterior;
  • 1641-1656 : Marie de Borbón-Soissons (1606-1692), hermana del anterior.



Louis de Bourbon, conde de Soissons


Tratamientos


Los hijos mayores de los Príncipes de Condé usaban el título de Duque de Enghien y eran tratados como Monsieur le Duc hasta que tal tratamiento pasó a ser usado por sus padres, como Duques de Borbón, después de 1709.


Aunque los hijos e hijas de las Casas de Borbón-Conti y Borbón-Soissons tenían el rango de Príncipes y Princesas de la Sangre, nunca acostumbraron a usar en Francia los títulos de príncipe o princesa como prefijo a sus nombres cristianos. Antes que eso, los hijos tomaban un título de nobleza como conde o duque, seguido por su infantazgo (por ejemplo, Conde de Charolais), mientras que las hijas solteras usaban alguna de las propiedades subsidiarias de sus padres como forma de tratamiento de cortesía, por ejemplo, “Mademoiselle de Clermont”.


Los condes de Soissons, por su parte, eran tratados en la corte como Monsieur le Comte y sus esposas como Madame la Comtesse.


Su Serena Alteza Mademoiselle de Clermont (1697-1741), hija del Duque de Borbón


Posesiones


El Hôtel de Condé era la residencia parisiense de la familia Condé y se hallaba situada en el 6º distrito de París. Fue demolida alrededor de 1780 a los efectos de construir en su lugar un teatro (Théâtre de l'Odéon).


La familia tenía dos propiedades en las afueras de París: el Château de Condé en Condé-en-Brie, Aisne, del cual fueron propietarios hasta 1624, y el Château de Chantilly, en el Valle de l’Oise. Éste fue el hogar del Gran Condé durante su exilio de la corte y el escenario de la célebre fiesta de tres días en honor de Luis XIV y sus dos mil invitados en 1671. Chantilly fue confiscado durante la revolución y pasó a poder del rey Luis Felipe, quien se la cedió a su hijo menor, Henri d’Orléans, Duque d’Aumale.


La esposa de Louis III, Louise-Françoise de Borbón, hizo construir el Palais Bourbon en París en 1722 y, a partir de entonces, fue la principal residencia de la familia Borbón-Condé.



La fachada del Palais Bourbon en época de la Duquesa de Borbón



viernes, 28 de mayo de 2010

El protocolo real en la época borbónica


Con la llegada de los Borbones irrumpe una renovadora concepción del protocolo. Felipe V, junto con sus consejeros franceses, se encuentra una España endogámica, una corte encerrada en sí misma, inundada de enanos y bufones y un pueblo vestido de luto, por lo que decide cambiar el sistema de gobierno y, con él, también a las personas. La Corte francesa giraba en torno a un sistema de actos y continuidad de la vida política impulsada por el Soberano, donde la ceremonia y la precedencia eran ya muy importantes. La modernización del sistema de administración del Estado, a manos de Felipe V, trae a España el incipiente organigrama del Estado con la creación de los Secretarios de Estado.


Asimismo, la figura del Introductor de Embajadores, que entonces llegó a España y que hoy es el cargo más antiguo de la administración española, fue tomada por Felipe IV con el modelo del Maestro de Ceremonias de Enrique II de Francia.

La Bandera rojigualda elegida por Carlos III


Con Carlos III se produjeron nuevos cambios en el ámbito del ceremonial y el protocolo, creándose, por ejemplo, la Bandera y el Himno Nacionales. El Himno actual fue una Marcha de Pífanos convertida en Marcha de Honor por Carlos III y no reglamentada como Himno Nacional hasta mucho después. Fue Alfonso XIII el que convirtió esta marcha real, que se había conservado en palacio, en Himno Nacional por una disposición de 1908. Por otra parte, en 1785, en un momento en el que toda Europa mediterránea estaba en manos de los Borbones y se empleaba la bandera blanca con las armas del soberano de cada país en los buques de la Armada, Carlos III creó una bandera que diferenciara en la mar a sus buques y fuera fácilmente identificable. Escoge entonces los colores rojo y amarillo, que son los que mejor se distinguen en la distancia.


Esta bandera pasaría después de los buques de la Armada a los ejércitos de tierra, convirtiéndose finalmente en la Bandera Nacional. Esto no ocurrió sino hasta 1860, en la Guerra de África. Los diez mil soldados españoles que intervinieron en dicha guerra llevaban en sus mochilas la bandera roja y amarilla con que serían posteriormente enterrados. La bandera pasa entonces al pueblo, sin ningún decreto ni ningún otro reglamento, convirtiéndose en la Bandera Nacional (Alfonso XIII dispondrá en 1908 que la Bandera Nacional bicolor ondee en los edificios públicos los domingos y los días de fiesta, cuando hasta entonces sólo había ondeado en las fuerzas del ejército de tierra y del mar).

Joseph Bonaparte, en vestimenta de coronación como José I de España

Con José Bonaparte se innovó el protocolo español. En 1809, el rey intruso introdujo las llamadas “Etiquetas”, donde se establecía quiénes iban a ocupar cada una de las siete salas del Palacio Real, siendo reglamentadas posteriormente por la Orden Real de 1908 de Alfonso XIII.


Curiosamente, el Palacio Real de Oriente, situado en el occidente de Madrid, recibe este nombre por el “rey intruso”. Fue un homenaje de los afrancesados a José Bonaparte, que era el Gran Oriente de la Masonería Española, por lo que el Palacio Real era llamado el Palacio del Gran Oriente y así ha permanecido hasta hoy en la Plaza de Oriente.


José Bonaparte suprimió las órdenes existentes en la época de Carlos III y creó una serie de disposiciones de carácter protocolario: creó la Orden Real de España, copiando la Legión de Honor, cambió el Escudo del reino (que tenía el águila imperial) e introdujo por primera vez en él las armas de Navarra.

El palacio y la plaza de Oriente en época de José I


En el siglo XIX van a surgir las primeras disposiciones escritas sobre protocolo promulgadas en la Gaceta de Madrid. Así, durante el reinado de Isabel II, se escribe un organigrama del Estado en el que aparece reflejado por primera vez el poder civil. En una disposición de 1856, la soberana establece una alternancia del poder civil y militar, de modo que en los actos presididos por un representante del poder civil, el militar estará a su derecha y viceversa.


El reinado de Alfonso XIII, con el que se inaugura el siglo XX, representa uno de los momentos más importantes del protocolo español. Con la Orden del Rey de 1908 firmada por el Jefe Superior de Palacio y refrendada por el Presidente del Consejo de Ministros, se recogen las Etiquetas de José Bonaparte. En ella se establecen las siete grandes categorías de precedencias en el organigrama del Estado Español que van a ocupar las siete salas del Palacio Real. Sería la última ocasión en que estas categorías serían ordenadas según el Uso de Borgoña: un orden que no atiende a la posición de las personas sino a la de sus antepasados.

Ceremonia de boda entre Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg (1906)


La Orden del Rey dispone el “orden que para la entrada en el Salón del Trono y desfile ante Su Majestad debe regir en todas las recepciones reales”, dando primacía a los Grandes de España, frente a las autoridades políticas y militares. La “Orden” se inclina claramente por situar por delante en esa precedencia, para la entrada en el Salón del Trono, por las autoridades religiosas, los Títulos del Reino, los Caballeros de las Órdenes Militares, los de las Reales Maestranzas de Caballería y los Caballeros Hijodalgos de la Nobleza de Madrid.

Fue la Segunda República la que provocó una ruptura definitiva con el Antiguo Régimen y con las normas protocolarias existentes. Se cambió el Himno, la Bandera y el Escudo; se abolieron las Órdenes del Toisón de Oro, de Carlos III y de María Luisa; se derogaron los Títulos de Grandes de España. Esto no significa que la Segunda República fuera antiprotocolaria: creó la Orden Honorífica de la República, además de la nueva Bandera y Escudo. En el Salón del Trono se dio forma a una solemne ceremonia de Presentación de Credenciales de los Embajadores extranjeros ante el presidente de la República, que hoy día se ha perdido (Actualmente, el Rey recibe a los Embajadores en la Cámara en presencia del Ministro de Asuntos Exteriores o de su representante).

El rey recibe las cartas credenciales del Embajador de Colombia en España, Carlos Enrique Rodado, durante el acto celebrado en el Palacio Real (2008)


El General Franco no estableció ninguna disposición de protocolo hasta el final de su gobierno en 1968, cuando promulga un reglamento llamado de Precedencias y Ordenación de Autoridades y Corporaciones, en el que establece un organigrama de Estado con objeto de perpetuar la situación política, propiciando una mayor presencia del estamento militar sobre el de las autoridades políticas o civiles de la época. Este Reglamento establece ya una moderna clasificación de actos y autoridades públicas, pues delimita el ámbito de aplicación a los actos oficiales (excluyendo los actos privados, sociales, deportivos o religiosos) y a los cargos públicos. El reglamento debió ser modificado dos años más tarde, en 1970, para dar entrada en ese ordenamiento a la figura del Príncipe de España, que asumió el actual Rey, Don Juan Carlos de Borbón. En 1975, con la Transición Española, perdió vigencia dado que habían desaparecido gran parte de las autoridades de la época del General Franco y se han definido otros nuevos cargos no contemplados en él.

El caos protocolario de la época evidencia la necesidad de crear un nuevo ordenamiento, pues emerge una de las premisas que así lo estipulan: el pasaje del régimen autoritario de Franco a una nueva monarquía parlamentaria.

S.M. el Rey firma de la Constitución de 1978

Hoy día siguen vigentes en España 16 disposiciones legales que establecen normas de protocolo y que nacieron con la Constitución perfilándose en menos de diez años. El Ordenamiento General de 1983 es básicamente constitucional y así lo recoge su prólogo, donde se reconocen unos principios básicos referidos al establecimiento del nuevo Estado social y democrático de derecho, bajo la forma política de una Monarquía Parlamentaria. Reconocía así la nueva estructura de poderes, culminados por el Tribunal Constitucional, órgano máximo al que corresponde la interpretación última de la Constitución.

Se aporta aquí el reconocimiento y consideración del poder de las Comunidades Autónomas, llegándose a definir dos precedencias diferentes, para su aplicación bien en actos celebrados en Madrid, como capital de España y sede de las Instituciones Generales del Estado, bien en el resto de las Autonomías. Existe un Real Decreto de fecha 6 de noviembre de 1987, la disposición de protocolo más importante después de la Constitución, donde se establece el uso de los Tratamientos, Títulos y Honores Oficiales que tanto interés suscitan.


Cena de Estado en el Palacio de Oriente


A pesar de no existir en la actualidad Corte, por ser una monarquía parlamentaria, todavía siguen vigentes algunas ceremonias, escritas siguiendo los pasos del antiguo protocolo borgoñón. Continúa vigente la figura del Primer Introductor de Embajadores, el ceremonial protocolario de la Presentación de Cartas Credenciales, la entrada en el Salón del Trono en actos oficiales y la etiqueta en las cenas de Palacio con motivo de visitas de Estado.


En época de la monarquía Austríaca y Borbónica, los actos se organizaban para centenares de personas. Hoy, millones pueden ver acontecimientos como las bodas reales gracias a los medios de comunicación. Lo importante entonces y ahora es el mensaje que la Casa Real quiere transmitir a partir de la institución que lo organiza.

S.S.M.M. Los Reyes





martes, 25 de mayo de 2010

La etiqueta borgoñona en la Corte de España

Borgoña en los siglos XIV y XV era un ducado vasallo del Rey de Francia: el tercer hijo del monarca galo era el titular. Era un ducado pequeño que había heredado una serie de territorios al Norte de Francia gracias a alianzas patrimoniales, convirtiéndose en el centro del poder económico europeo. El Duque Felipe el Bueno de Borgoña decide crear un protocolo fastuoso para imponer su autoridad y renombre frente a Inglaterra, Francia, Alemania y Castilla y Aragón, las grandes monarquías de entonces. Fue inventado para elevar la figura del soberano, el Duque, convirtiéndolo en un ser casi semi-divino, para así imponer la autoridad recibida de Dios frente a sus súbditos.

En este protocolo el orden era estrictamente riguroso: cada procedimiento estaba escrito, de modo que se sabía exactamente dónde se debía sentar cada persona, cómo se le servía y en qué orden. Existía una corte enorme, formada por personas con funciones específicas que debían cumplir estas normas con disciplina. La celebración de los actos era uniforme para los distintos territorios que poseía el ducado. Puesto que no existía una continuidad territorial entre dichas posesiones, se dictaminó que todas las ceremonias reunieran las mismas características, independientemente del lugar en que se organizasen.

Otto Cartellieri, uno de los pioneros en el estudio de la etiqueta en la corte borgoñona, creía que los duques de Borgoña y sus consejeros habían elaborado el protocolo con el fin de propagar la creencia que la autoridad ducal era semi-sagrada; que la pompa contribuía a convencer a sus súbditos que «nada era demasiado bueno para él... [que] la mano del soberano no podía tocar nada ordinario». Y, tal y como concluye Cartellieri, los duques de Borgoña, por muchas incomodidades e inconvenientes que les supusieran, «siempre prestaron suma atención a los asuntos ceremoniales y de preferencia».

Felipe El Bueno, duque de Borgoña, y su hijo, recibiendo el ejemplar de Las Crónicas de Hainaut.

Ya en 1360, los duques mostraban generosidad y magnificencia, solemnidad y «ceremonias esplendorosas y elaboradas». Gobernantes y cortesanos desarrollaron, desde la época medieval en adelante, una cultura cortesana de ceremonia y mecenazgo con la intención de realzar su autoridad y el poder del estado absolutista. De este modo, se manipulaba a la opinión pública por medio de coronaciones, entradas reales en las ciudades, ceremonias fúnebres reales y la popular festividad del Te Deum, entre otros rituales.

Tanto para los contemporáneos como para los historiadores, la etiqueta, utilizada debidamente, reforzaba la jerarquía e imponía un orden; y conseguir asentar la jerarquía y el orden era, de entre todos, el principal objetivo de las culturas política y cortesana de las primeras élites dominantes modernas. Y tal era así, que ya Lady Anne Fanshawe, esposa de un diplomático inglés de mediados del XVII y veterana cumplidora de la vida cortesana europea, elogiaba a la corte española describiéndola como la mejor ordenada en el mundo cristiano, por supuesto, después de la inglesa.

Durante estos siglos, incluso hasta las últimas décadas de la monarquía borbónica de principios del siglo XX, los observadores de la corte española a menudo quedaban impresionados por su etiqueta. Aparecía extraordinariamente rígida, ritualista, fría, y durante el XVII, degradante hacia los cortesanos y sirvientes que trabajaban de acuerdo con sus preceptos. Tanto monarcas como cortesanos parecían encadenados a unos ceremoniales heredados de un pasado lejano.


Armorial de Borgoña

La etiqueta española se basó en los principios y la organización de la corte del ducado borgoñón. Desde 1363, los duques de Valois y sus sucesores Habsburgo elaboraron tal estilo, regulando con sumo detalle casi todos los aspectos de la vida cortesana: dar a luz, atender la capilla, vestirse y desvestirse, recibir visitas, hacer regalos, organizar cenas con invitados y supervisar las cocinas ducales. Éstas y otras actividades se rodeaban de un ceremonial que creaba una «helada atmósfera» en la cual la familia real se movía.

Pero el ceremonial, combinado con enorme riqueza, generoso mecenazgo artístico y asiduo culto a los mitos caballerescos, así como la cruzada contra el Islam, ayudaron a crear una viva y espléndida corte donde la autoridad de los duques era realmente singular y su persona era considerada casi divina.

No es de sorprender que el esplendor borgoñón hubiera impresionado sumamente a Maximiliano de Habsburgo, el último Sacro Emperador Romano, como su mito deslumbró al hijo de éste, Felipe el Hermoso. Maximiliano, a través del matrimonio, y Felipe, por herencia, accedieron al trono ducal de Borgoña, así como al complicado ceremonial que eclipsó todo a cuanto la familia Habsburgo había estado acostumbrada. Maximiliano y su hijo, inevitablemente, asumieron los hábitos de la corte borgoñona y elevaron la etiqueta imperial Habsburgo al nivel de los duques de Valois. Fue Carlos V, Sacro Emperador Romano y el primer rey Habsburgo de una España unida, quien incorporó sistemáticamente el ritual borgoñón a la corte española.

Felipe el Hermoso y Juana de Castilla, padres de Carlos I (1500)

Durante toda su vida, Carlos I (V) se enorgulleció de su herencia borgoñona y pensó mucho acerca de cómo él había representado a los duques de Valois -como gran caballero cristiano, defensor del catolicismo, destacado mecenas de artistas, rico y héroe defensor de muchos de los valores medievales tardíos-. Hacia 1547 exigió a un agente en España, el tercer duque de Alba, que supervisara el establecimiento de la etiqueta borgoñona en casa de su hijo y heredero, el futuro Felipe II, quien era al mismo tiempo el sustituto del emperador en la Península. A partir de entonces, el estilo borgoñón se convertirá en la columna vertebral característica de la estructura, ceremonia y etiqueta de la Casa Real.

La imposición del estilo borgoñón en casa de Felipe fue intencionada para inculcar a los futuros súbditos la continuidad de la autoridad de los Valois y para asociar a su nombre el esplendor de sus ancestros ducales, así como satisfacer su inclinación personal y prescribir sus gustos. Además, Carlos, nacido en Gante y educado en la Corte holandesa borgoñona, se sentía fuertemente ligado a la etiqueta con la que había crecido y naturalmente deseaba ver como la gloria de Borgoña se reflejaba en su corte española. Era adecuado que los españoles, destinados a gobernar los Países Bajos, compartieran su cultura cortesana.

El III Duque de Alba

Aunque el estilo borgoñón era incómodo y rígido; tendía a aislar al monarca y a su familia entre un pequeño e íntimo círculo de grandes y sirvientes palaciegos y socavaba la tradicional simplicidad de las casas de los monarcas medievales de la Península, además de que era enormemente caro de mantener, ni Felipe II ni sus sucesores anularon lo que Carlos V había decretado. Felipe tenía demasiado respeto a su padre como para hacer tal cosa, mientras que los últimos Habsburgo aceptaron el estilo borgoñón como característica inevitable y como un recuerdo de las glorias políticas y militares del poder español.

Felipe IV, de entre todos los reyes del antiguo régimen español, fue el más resuelto a mantener la etiqueta en la corte en todo su rigor, entendió la etiqueta como un pilar del poder Habsburgo, una fuente de orden y fortaleza moral.


Felipe IV, en traje de caza

Los reyes Borbones del siglo XVIII, ansiosos a menudo por enfatizar la continuidad con el pasado Habsburgo, también conservaron el sistema borgoñón. Por entonces, además, hombres y mujeres con intereses creados -cortesanos aristócratas, oficiales, sirvientes, artistas y artesanos, oportunistas y traficantes de influencias y mecenazgos- se beneficiaron del extravagante estilo borgoñón y se resistieron a los pocos intentos serios hechos para una reforma indispensable. No sorprende, por tanto, ver que el intento hecho por Felipe V para reestructurar la Casa Real fallara.

Presionado, aparentemente, por el cardenal Alberoni, Felipe V, en 1718, impuso una reforma de la estructura y de la contabilidad financiera de la corte, proponiendo el recorte de costes y la mejora de rendimientos. Los departamentos tradicionales de la Casa Real -cada uno de ellos encabezado por un aristócrata eminente o por un prelado influyente- habrían perdido su independencia con respecto a la nueva figura del intendente general de la Casa Real de España. Por eso, la denominación oficial de la Casa Real como la Casa de Borgoña se extinguiría. Pero unos días después de que Alberoni perdiera el poder en 1719, Felipe revocó su reforma, la Intendencia General fue abolida y la estructura departamental borgoñona totalmente restaurada. Por lo tanto, una vez más, el estilo borgoñón triunfó sobre sus detractores.


El Cardenal Alberoni

En cualquier caso, la etiqueta borgoñona se adaptó a los gustos reales y a las variables circunstancias financieras, políticas e ideológicas. Esto fue así tanto en la corte ducal borgoñona bajo los Valois, como también bajo sus sucesores Habsburgo.

El carácter de su casa y de sus ceremonias y la rigidez de su etiqueta varió de reinado a reinado. Los reyes españoles, asimismo, moldearon y remodelaron el protocolo y a menudo lo olvidaron totalmente. Aunque la estructura de la casa, los nombres de sus empleados y la descripción de sus tareas, así como su posición relativa dentro de las detalladas jerarquías de los departamentos, permanecieron básicamente intactas de siglo en siglo, otros aspectos fueron de vez en cuando reformados. Los monarcas ocasionalmente decretaron nuevas reglas.

Se ha dicho, por ejemplo, que al hacerse viejo, Felipe II dejó de cenar en público; y que Carlos IV (1788-1808) y su consorte, María Luisa de Parma, relajaron el protocolo para tomar parte en los entretenimientos que ofrecían los Grandes -algo que los monarcas españoles no habían hecho de manera regular desde hacía más de dos siglos-.


El trono con dosel de Carlos IV, circundado por los retratos del rey y su consorte

Las ordenanzas reales, instrucciones y edictos modificando la etiqueta se hacían públicos una vez casi cada diez años, como mínimo, desde 1547 hasta 1720. Mientras Felipe II y Felipe IV tendían a utilizar estos métodos para intensificar el protocolo e imponer una disciplina estricta sobre sus cortesanos, muchos monarcas actuaron de manera totalmente diferente y «reblandecer las normas».

Tal «reblandecimiento», u olvido total de las normas borgoñonas, dio flexibilidad al sistema y ganó la lealtad, más o menos entusiasta, de todos los monarcas españoles de la Edad Moderna. Sin embargo, esta flexibilidad no fue el simple producto de la negativa real a vivir con un protocolo que podía parecer sin sentido o demasiado estricto, sino que resultó también de una profunda perversión del sistema borgoñón experimentada a finales del XVII. Por entonces, las costumbres originalmente franco-holandesas de los duques de Valois habían quedado diluidas primeramente por los hábitos alemanes.

Después, debido a las quejas en las Cortes de 1558, en España, tanto Carlos V como Felipe II habían permitido deliberadamente que algunas de las antiguas costumbres castellanas se mezclaran con las borgoñonas.

Isabel de Avis y Trastámara, Infanta de Portugal, Consorte de Carlos I

Además, la etiqueta cortesana portuguesa fue importada a España por la esposa de Carlos I y muchas de las prácticas de la Casa Real de Lisboa se aceptaron y se codificaron en las Ordenanzas de 1575. Más tarde, durante sus primeros años en Madrid, Felipe V complicó aún más el asunto cuando impuso algunas peculiaridades menores de organización y ritual traído de Versalles. De este modo, hacia mediados del siglo XVIII, la pureza que quedaba del protocolo borgoñón era escasa, a pesar de la esperanza que había expresado Felipe IV en 1631.

Igual que en otras cortes y en otros sistemas de protocolo, la etiqueta era ante todo un instrumento que los gobernantes manipulaban, como hemos visto, para glorificarse ellos y su dinastía y para mantener el orden y reforzar la convencional jerarquía social, rodeándose de inexpugnables muros de historia y de tradición. Los reyes españoles utilizaron la etiqueta para hacer que su persona fuera prácticamente inviolable. De ahí que Felipe IV advirtiera a sus gentilhombres de cámara, que no debían permitir que nadie tocara ni las sábanas ni los visillos de su cama «a menos que fueran gentilhombres y ayudas de cámara con el fin de prepararla o para alguna otra cosa necesaria a su mantenimiento, y aun entonces debía de ser hecho con la mayor decencia y respeto».

Las normas de etiqueta de la corte también servían para necesidades prácticas. La seguridad la proporcionaban los alabarderos y otras compañías de guardias y las reglas protegían al rey y a su familia de envenenamientos y otros peligros y salvaguardaban la Casa Real de intrusos y ladrones -aunque los robos incesantes de plata y lino indican que tales medidas no eran del todo eficaces-. Incluso las cocinas reales necesitaban una cuidadosa custodia contra los intrusos y Felipe II tuvo grandes dificultades, según cuenta un empleado de la corte, para mantener a los bribones a raya. Así que Felipe II tuvo que intensificar las reglas desde entonces.

Capítulos enteros de regulaciones, en las Ordenanzas de 1575 o en muchas órdenes de Felipe IV, se dedicaron en particular a mantener a hombres y mujeres separados. Los gobernantes del XVI y del XVII tenían que recordar a los galanes y a las jóvenes damas de la corte el modo de comportarse. Éstas y otras normas aseguraban, cuando se hacían cumplir con efectividad, que las sucesivas reinas, infantas y sus damas y sirvientas estuvieran prácticamente aisladas del mundo exterior.

Felipe II en el banquete de los monarcas (1596)

Otras reglas protegían la salud real y la limpieza de los palacios y de aquéllos que trabajaban en estas tareas: se lavaban las manos -incluyendo las del rey-; se fregaban las mesas; se barrían los suelos, y la comida se almacenaba y se servía cuidadosamente de acuerdo con los preceptos de los libros de etiqueta y otras órdenes. Otras fórmulas regulaban la gradación de los cortesanos, prescribiendo, por ejemplo, en qué lugar tenía que sentarse cada uno cuando los oficiales de alto rango se encontraban para comer o para conducir los negocios de la casa. Estas fórmulas fomentaban la eficacia y la puntualidad, y se aplicaban a supervisar los gastos a través de exámenes contables frecuentes y a asegurar la buena calidad de los productos adquiridos para la Corte.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Los Ducados reales



  • MONTBLANC

El primer ducado real de España ha sido el Ducado de Montblanc, un título creado por primera vez por el rey Juan I de Aragón para su hermano Martín, futuro Martín I, el 16 de enero de 1387. La intención de Juan I era conceder a su hermano un título inferior al de rey pero superior a todos los demás nobles. Se trataba, por tanto, de un título vitalicio pero no hereditario. En cuanto muriera el Infante Martín, el título debía volver a la corona de Aragón. Pero Juan I de Aragón murió sin descendencia en 1396 y fue coronado como tal el infante Martín, Duque de Montblanc, quien dejó de utilizar el título.

Al poco tiempo, la dinastía de la Casa de Aragón quedó sin heredero al morir Martín el Joven. Tras el Compromiso de Caspe se eligió para reinar a Fernando I de Aragón, de la dinastía castellana de los Trastámara. Cuando fue designado rey, en 1412, decidió regalar el título de Duque de Montblanc a su segundo hijo el infante Juan.


Martín I de Aragón

Pero unos años más tarde la historia se repitió: el rey Alfonso V el Magnánimo murió sin hijos legítimos y su hermano Juan fue coronado como nuevo monarca de la Corona de Aragón. Éste cedió su título a su segundo hijo el infante Fernando (el Católico). El 1461 murió el heredero Carlos de Viana y fue designado nuevo Príncipe de Gerona (título del heredero en la Corona de Aragón) el infante Fernando. Fernando decidió entonces que los títulos de Príncipe de Gerona y Duque de Montblanc irían unidos al heredero del reino. Así fue como el Ducado de Montblanc se convirtió en un título no vitalicio y hereditario, que designaba el heredero real hasta el fin de la dinastía Habsburgo.

Con la muerte del rey Carlos II de Aragón el 1700, el nuevo monarca fue el Borbón Felipe IV de Aragón. No se nominó a ningún heredero y, por lo tanto, los títulos de Príncipe de Gerona y Duque de Montblanc quedaron vacantes, al igual que los títulos de herederos del Reino de Castilla (Príncipe de Asturias) y del Reino de Navarra (Príncipe de Viana).
Escudo de Montblanc


En 1705, la Corona de Aragón se rebeló contra la monarquía y coronó nuevo rey al austriacista Archiduque Carlos de Austria como Carlos III de Aragón, quién tampoco designó heredero ya que se encontraba en mitad de la Guerra de Sucesión.

En 1714, los borbónicos ganaron la guerra en Cataluña (en 1707 habían ganado en Aragón y en Valencia, y en 1715 ocuparon Mallorca) y coronaron de nuevo a Felipe de Anjou como rey de Aragón. Poco después, se publicaron los Decretos de Nueva Planta que suprimieron la Corona de Aragón, con todas las consecuencias.

En el siglo XX, desde el 8 de septiembre de 1996, día del 7º centenario de la llegada de la Virgen de la Sierra de Montblanc, este título en su condición de heredero de la corona española corresponde al Príncipe Felipe de Borbón y Grecia, que es de hecho el primer Borbón que ha ostentado el título de Duque de Montblanc, al asumirlo, sin ceremonia oficial de investidura. Anteriormente ningún otro Borbón había tomado posesión ni había utilizado este título.


Escudo de los Duques de Montblanc, en el frontispicio de la iglesia de Santa María la Mayor, en la villa de Montblanc (Tarragona).


Los duques de Montblanc

Casa de Aragón-Barcelona (1387-1396)
  • Martín el Humano, 1387 - 1396
Casa de Trastámara (1412-1516)

  • Juan II de Aragón, 1412 - 1458
  • Fernando el Católico, 1458 - 1462
-Guerra Civil Catalana 1462 - 1472

  • Fernando el Católico, 1472 - 1479
  • Juan de Aragón, 1479 - 1497
  • Juana la Loca, 1497-1516
Casa de Habsburgo (1516-1700)
  • Carlos I de Aragón, 1516 - 1527
  • Felipe I de Aragón y II de Castilla, 1527 - 1556
  • Carlos de Habsburgo, 1556 - 1568
  • Felipe I de Aragón y II de Castilla, (2ª vez), 1568 - 1571
  • Fernando de Habsburgo, 1571 - 1578
  • Diego de Habsburgo, 1578 - 1582
  • Felipe II de Aragón y III de Castilla, 1582 - 1605
  • Felipe III de Aragón y IV de Castilla, 1605 - 1626
  • Baltasar Carlos de Austria, 1626 - 1640
-Sublevación de Cataluña 1640 - 1652

  • Felipe III de Aragón y IV de Castilla, (2ª vez), 1652 - 1657
  • Felipe Próspero, 1657 - 1661
  • Carlos II de Aragón, 1661 - 1700
Título vacante (1700 - 1996)

Casa de Borbón (1996-...)

  • Felipe de Borbón y Grecia, 1996 -
S.A.R. El Duque de Montblanc

Otros ducados

Los infantes e infantas de España reciben usualmente un ducado al momento del matrimonio (con excepción del Príncipe de Asturias). Es un título no hereditario pero trae consigo una Grandeza de España, lo que le da precedencia sobre todos los otros rangos del reino.


Títulos existentes hoy
  • BADAJOZ

El Ducado de Badajoz fue otorgado por primera vez por Enrique IV de Castilla en fecha desconocida a Hernán Gómez de Cáceres y Solís, señor de Salvatierra y de Barcarrota, alcalde de la ciudad de Badajoz, siendo revertido a la Corona en 1470.
Posteriormente fue ofrecido por Juan de Borbón y Battenberg a su sobrino Alfonso de Borbón y Dampierre en los años 1950, pero éste lo rechazó alegando que aún era joven y esperaba ostentar una dignidad mayor.


S.A.R. La Duquesa de Badajoz



Finalmente, y a instancias de Juan de Borbón y Battenberg, se facultó a ostentarlo en España con carácter vitalicio mediante decreto de 17 de abril de 1967, a su hija Doña Pilar de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, Infanta de España, por lo tanto hermana de Juan Carlos I, actual monarca español.



Las Duquesas de Soria y de Badajoz, Infantas de España


  • SORIA
El Ducado de Soria es uno de los títulos nobiliarios españoles de carácter hereditario más antiguo; fue otorgado por primera vez por Enrique II de Castilla en 1370 a Beltrán Duguesclín y revirtió a la Corona en 1375 a cambio de 240.000 doblas.



S.A.R. La Duquesa de Soria


Posteriormente fue creado por Juan de Borbón y Battenberg durante su exilio para su hija Doña Margarita de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, Infanta de España y duquesa de Hernani, aunque no fue legitimado hasta el 23 de junio de 1981, reinando ya en España su hermano Juan Carlos I. El título tiene carácter vitalicio, por lo que una vez haya fallecido su actual poseedora, la dignidad revertirá de nuevo a la Corona.



El Duque y la Duquesa de Soria


  • LUGO

El Ducado de Lugo es un título vitalicio concedido por S. M. el Rey de España a su hija la infanta Doña Elena de Borbón y Grecia en fecha 3 de marzo de 1995, con ocasión de su enlace matrimonial con don Jaime de Marichalar.



S.A.R. La Duquesa de Lugo



El ducado fue concedido a título vitalicio, por lo que su primogénito Felipe Juan Froilán (cuyo tercer nombre le fue impuesto por el patrón de Lugo) no lo heredará tras el fallecimiento de su madre. Su denominación hace referencia a la ciudad de Lugo, Galicia.




El Duque y la Duquesa de Lugo (hoy divorciados)

  • PALMA

El Ducado de Palma es un título vitalicio concedido por S. M. el Rey de España a su tercera hija, la infanta doña Cristina de Borbón y Grecia el 26 de septiembre de 1997, con ocasión de su enlace matrimonial con don Iñaki Urdangarín Liebaert. El título refiere a Palma de Mallorca, una de las islas Baleares.

S.A.R. La Duquesa de Palma de Mallorca





El Duque y la Duquesa de Palma



  • SEVILLA
El Ducado de Sevilla es el título que el rey Fernando VII concedió en 1823 a Enrique de Borbón, hijo de Francisco de Paula de Borbón, Infante de España, y nieto del rey Carlos IV. Su nombre se refiere a la ciudad andaluza de Sevilla.



El 1º Duque de Sevilla, nieto de Carlos IV


Titulares:

  1. Enrique de Borbón y Borbón-Dos Sicilias (1823-1870)
  2. Enrique Pío de Borbón y Castellví (1870-1894)
  3. María Luisa de Borbón y Parade (1894-1919)
  4. Enriqueta de Borbón y Parade (1919-1968)
  5. Francisco de Paula de Borbón y Escasany (1968-actualidad)


El actual Duque de Sevilla



Títulos no existentes hoy


  • SEGOVIA
El Ducado de Segovia fue creado el 23 de junio de 1933 por el rey Alfonso XIII, con carácter vitalicio, para su segundo hijo Jaime de Borbón y Battenberg. El hermano mayor de éste, Alfonso de Borbón y Battenberg, Príncipe de Asturias, aquejado de hemofilia, renunció a los derechos sucesorios al trono de España para casarse con la cubana Edelmira San Pedro.


S.A.R. El Duque de Segovia


La renuncia del primogénito convirtió a Jaime de Borbón y Battenberg en Príncipe de Asturias y heredero de su padre, el rey Alfonso XIII. Solo fue Príncipe de Asturias por diez días, ya que a instancias de su padre, el Rey, y en consideración a la sordomudez que padecía (y que le hubiera limitado para cumplir con sus responsabilidades), renunció a sus derechos al trono de España para sí y sus descendientes. El nuevo Príncipe de Asturias pasó a ser el tercer hijo varón del Rey, Juan de Borbón y Battenberg, padre de Juan Carlos I (que llegó al trono en 1975, a la muerte del dictador Francisco Franco).


Como compensación a su renuncia al trono de España, Jaime de Borbón y Battenberg, recibió el título vitalicio de Duque de Segovia. Esta denominación se dio en recuerdo a su lugar de nacimiento.

Los Duques de Segovia y su hijo

Con el tiempo, el Duque de Segovia quiso retractarse de su renuncia, pero el 19 de julio de 1969 y por petición de su hijo Alfonso de Borbón Dampierre, renunció a sus pretensiones y reconoció como rey de España a su sobrino Juan Carlos de Borbón, quién había sido nombrado "Príncipe de España", y sucesor a título de "Rey", por Francisco Franco.


  • CADIZ

El Ducado de Cádiz fue concedido a Rodrigo Ponce de León, III conde de Arcos, II Marqués de Cádiz, de la Casa de Arcos. Su nombre se refiere a la ciudad andaluza de Cádiz.

Una vez muerto el primer duque, los Reyes Católicos negociaron con su heredera, Francisca Ponce de León y de la Fuente, la abolición del marquesado y del ducado de Cádiz, reincorporando la ciudad y los títulos a la Corona tras la muerte de ésta, la segunda duquesa.


Escudo de la ciudad de Cádiz


Hasta el siglo XIX el título permaneció en desuso. Desde entonces el título de duque de Cádiz lo han ostentado varios miembros de la familia del rey: Francisco de Asís de Borbón, hijo primogénito del Infante de España Francisco de Paula de Borbón, y, tras su muerte, su hermano (de igual nombre) don Francisco de Asís de Borbón, rey consorte, quien apenas utilizó este título en vida, y a cuya muerte dicho título volvió a revertir a la Corona.

Por último, su descendiente don Alfonso de Borbón y Dampierre, hijo del infante Jaime de Borbón y Battenberg y nieto de Alfonso XIII, recibió el título por parte del abuelo de su esposa, el dictador Francisco Franco. Tras su muerte, el título volvió a revertir a la Corona una vez más. Actualmente nadie ostenta el título.



Don Alfonso de Borbón y Dampierre