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lunes, 24 de enero de 2011

El Ducado de Florencia

El Ducado de Florencia (Ducato di Firenze, en italiano) fue un Estado monárquico ubicado en la Toscana y que fue fundado en 1533, cuando el Papa Clemente VII (gobernante de los Estados Pontificios y Florencia) nombra a su hijo ilegítimo Alessandro de Medici "Duque de la República Florentina", convirtiendo así a la República de Florencia en una monarquía hereditaria. Efectivamente hubo solo dos duques: Alessandro y su pariente, Cosimo, éste fue elevado a Gran Duque de Toscana, causando que el título florentino se subordinara al título toscano, de mayor rango.

El escudo heráldico de los Médici, familia a la que perteneció el título


Florencia había estado bajo el control no oficial de los Médici desde 1434. Luego de la rendición de la República en el Sitio de Florencia (1529-1530), el emperador Carlos V publicó una proclamación estableciendo explícitamente que él y solo él determinaría el gobierno de Florencia. El 12 de agosto de 1530, el emperador creó el gobernante hereditario Médici (capo) de la República de Florencia.


Alejandro de Médici

El Papa Clemente VII deseaba que su pariente Alessandro de' Medici fuera el gobernante monárquico de Florencia y comenzó a requisar aquella dignidad cuidadosamente; quería dar la impresión de que los florentinos elegían democráticamente a Alessandro como su monarca. En abril de 1532 el Papa convenció a la Balía, la comisión gobernante de Florencia, que elaborara una nueva constitución y ésta fue oficializada el 27 de aquel mes. En el documento se creaba formalmente una monarquía hereditaria y se abolía la antigua signoria (gobierno electivo) y el oficio de gonfaloniere (gobernante titular de Florencia elegido por dos meses); en su lugar estaba el consigliere, un consejo de cuatro integrantes elegido por tres meses, liderado por el “Duque de la República Florentina”. El Senado, compuesto por cuarenta y ocho hombres, elegido por la comisión de la reforma constitucional, estaba investido con la prerrogativa de determinar las políticas financieras, de seguridad y asuntos extranjeros. Adicionalmente, el senado nombraba las comisiones de guerra y seguridad pública y los gobernadores de Pisa, Arezzio, Prato, Volterra y Cortona, así como los embajadores. El Concejo de los Doscientos era un tribunal de peticiones; su membresía era vitalicia.

En el momento de la creación del Ducado de Florencia, éste ocupó la misma área de su predecesora, la República de Florencia. El ducado fue creado porque el título “duque” reforzaría el poder de los Médici en la región.

Alessandro gobernó allí hasta que en 1537 fue asesinado por orden de Lorenzino, primo lejano suyo. Ya en 1535, una delegación con el intento de consultar a Carlos V para deponer a Alessandro, fue despachada por prominentes familias florentinas, incluyendo los Pazzi (quienes habían intentado matar a Lorenzo de Médici). Esta delegación fue liderada por el primo de Alessandro, Ippolito de Médici. Pero Carlos V rechazó las apelaciones, para consternación de las delegaciones. El emperador no tenía ninguna intención de deponer al duque (éste estaba casado con su hija, Margarita de Parma, y por lo tanto la seguridad de la princesa podía ser puesta en juego por el complot de Ippolito).



El emblema de Alessandro de Médici, basado en el rinoceronte de Durero, con la divisa en español antiguo “Non buelvo sin vencer

Cosimo I de Médici

Muerto Alessandro sin descendencia legítima, ninguna de las familias más importantes estaba en condiciones de pretender el puesto de los Médici; ninguna parecía oponerse a la fagocitación del imperio de Carlos V o, eventualmente, a la restauración de la República Florentina, cuando Cosimo de Médici, un perfecto desconocido, apareció en la ciudad, seguido de unos pocos siervos.


Cosme era hijo del comandante Giovanni delle Bande Nere y en el año 1537 tenía sólo 17 años. Venía de Mugello, donde había crecido después de la muerte de su padre y pretendió hacerse nombrar duque, no obstante de pertenecer a una rama secundaria de la familia. En efecto, vista su juventud y su apariencia modesta, muchos personajes influyentes de la Florencia de la época, esperaban encontrar a un joven débil, distraído, atraído solamente por la caza y las mujeres; una persona fácil de influenciar. Cosme, fue entonces, nombrado jefe de gobierno con una cláusula según la cual, el poder sería ejercido por el Consejo de los 48. Pero Cosme había heredado por entero el espíritu batallador y, a veces cruel, de su abuela Caterina Sforza.

Cosimo I

Apenas fue investido emitió un decreto en el que excluía a Lorenzino y a sus descendientes de cualquier derecho de sucesión, desautorizó al Consejo y asumió la autoridad absoluta. Restauró la dinastía de los Médici, que gobernó Florencia hasta el mandato del último Gran Duque, Juan Gastón de Médici (1671-1737). Las estructuras gubernamentales que promovió permanecieron vigentes incluso hasta su absorción por el Imperio Austrohúngaro y hasta que se proclamó el Reino de Italia.

Después de la victoria en Montemurlo, el 1 de agosto de 1537, Cosme fue reconocido como Duque por el Emperador Carlos V a cambio de su ayuda contra los franceses.

Se casó en 1539, a la edad de veinte años con Leonor de Toledo (1522-1562). Cosme buscaba una esposa que pudiera ayudarle a reforzar su posición política y el Emperador Carlos V veía con buenos ojos una alianza con los Médici que le permitiera mantener tropas españolas dentro de los territorios toscanos. Inicialmente Cosme quiso casarse con Margarita, hija del emperador y viuda del duque Alessandro. Pero no obtuvo más que un rechazo sordo y la pretensión de que fuese dado a la viuda una buena parte del patrimonio de los Médici. La candidata perfecta fue entonces Leonor, hija del virrey de Nápoles, nieta del segundo duque de Alba, que provenía de uno de los linajes más importantes de España. Su padre, Don Pedro Álvarez de Toledo, marqués de Villafranca era uno de los hombres más poderosos e influyentes de la península itálica.

Leonor, duquesa de Florencia, con su 4º hijo, Giovanni


Gracias a su matrimonio, Cosme accedió a la gran riqueza de su mujer y garantizó la alianza con el Virrey de Nápoles. Con la dote recibida, Cosme inició una colección de antigüedades etruscas y egipcias. Cosme y Leonor tuvieron once hijos, asegurando en teoría la sucesión y la posibilidad de combinar matrimonios con otras importantes casas reinantes, aunque el único que les sobrevivió en forma duradera fue Fernando.

El ascenso del poder de Cosme, iniciado en 1537, se mantuvo en forma irresistible. Una de las prioridades de Cosme fue la de adquirir mayor independencia frente a las potencias europeas. Abandonó la tradicional alianza de Florencia con los franceses, para apoyar al Emperador, pero logró mayor independencia financiera con respecto al Imperio y el retiro de las guarniciones imperiales de Florencia y Pisa, así como mayor independencia política.

En 1555, Florencia y España ocuparon la República de Siena luego de un breve conflicto. Hasta 1557 se consideró protectorado imperial y en ese momento Felipe II otorgó el territorio a Cosme como un feudo hereditario en línea masculina. Siena había venido colapsando por bastante tiempo antes de su anexión.

Paseo histórico antes de Il Palio di Siena, carrera hípica de origen medieval que se desarrolla dos veces al año


Aunque ejerció el poder en forma despótica, la administración que configuró en Toscana fue un estado que resistió el paso del tiempo. Despojó de sus facultades a la mayor parte de las más importantes familias florentinas, e cuyos componentes desconfiaba y en cambio reclutó funcionarios de origen humilde. Dividió jurídica y administrativamente el territorio en "Estado antiguo" (Florencia y su territorio) y "Estado nuevo" (Siena), manteniendo las dos zonas separadas. Renovó la administración de justicia, promulgando un nuevo código penal y propiciando la eficiencia de los magistrados y la policía. Sus cárceles eran las más temidas de Italia.

En 1548, Cosme adquirió Elba a la República de Génova y allí estableció una nueva base para el desarrollo de la marina. Fundó la ciudad portuaria de Livorno y permitió a los habitantes de la ciudad que disfrutaran de la libertad religiosa. La familia ducal se mudó al Palazzo Pitti en 1560. Cosme encargó al arquitecto Vasari la construcción de los Uffizi, como oficinas para el banco Médici, continuando la tradición familiar de patrocinar las artes.


Fachada del Palazzo Pitti, en 1664, antes de construir las alas laterales. Eleonora de Toledo compró el palacio a los Pitti en 1549 para la familia Médici.


Gran Duque de Toscana

Cosimo no se resignó a ser un vasallo del Emperador y buscó mayor independencia política. Solicitó al Papa Paolo IV el título de rey o archiduque, pero fue en vano. Finalmente, en 1569, después de muchos favores a cambio, Pio V emitió una Bula que creó el Gran Ducado de Toscana, que en lo sucesivo sería coronado por el papa en Roma. El nuevo monarca recibiría el tratamiento de Alteza.

Por considerar que el derecho a establecer un Gran Ducado estaba reservado al Emperador, España y Austria se negaron a reconocerlo, mientras Francia e Inglaterra aguardaron para validarlo finalmente; con el paso del tiempo, todos los estados europeos acabaron por reconocerlo.

La corona ducal usada en los estados italianos

La muerte de su esposa y sus dos hijos en 1562 lo sumieron en la depresión. En 1564 abdicó a favor de su hijo Francisco I de Médici, retirándose a la Villa di Castello cerca de Florencia. Tuvo contradicciones de fondo con el comportamiento y la visión política de su hijo hasta su muerte en 1574. Pero el gobierno Médici sobre el Gran Ducado de Toscana seguiría hasta su extinción en 1737.

Descendientes de Cosimo I de Médici, en cuatro generaciones son: Francesco I de Médici, 2º Duque de Toscana (su hijo); María de Médici, reina de Francia (su nieta); Henriette Marie de Francia, reina consorte de Inglaterra (su bisnieta) y Charles II, rey de Inglaterra, Irlanda y Escocia (su tataranieto).


Lista de los señores y duques de Florencia

Desde 1197 a 1434 Florencia se vio dividida políticamente entre las familias que conformaban las facciones de los Güelfos y los Gibelinos.

Señorío de Florencia (1434–1531)
  • Cosme de Médici 1434–1464
  • Pedro I de Médici 1464–1469
  • Lorenzo I de Médici «El Magnífico» 1469–1492
  • Juliano de Médici 1469–1478
  • Pedro II de Médici 1492–1494

Restauración de la República (1494–1512)

  • Juan Cardenal de Médici 1512–1513
  • Lorenzo II de Médici 1513–1519
  • Clemente Cardenal de Médici 1519–1523
  • Hipólito de Médici 1523–1527
  • Alejandro de Médici, duque de Florencia 1523–1527
Restauración de la República (1527–1530)

  • Alejandro de Médici 1530–1531
Ducado de Florencia (1531–1569)


  • Alejandro de Médici 1531–1537
  • Cosme I de Médici 1537–1569
El ducado de Florencia fue anexado a Francia entre 1807 y 1814.


Vista de la ciudad de Florencia desde el Bellosguardo, con el Palazzo Pitti al fondo

jueves, 20 de enero de 2011

Los Médici de Florencia

Los Médici son una familia de comerciantes y banqueros de Florencia que llegaron a gobernar la Toscana y a ejercer una influencia considerable sobre la política italiana. Representantes de la burguesía ascendente en las ciudades del norte de Italia en la época de expansión del capitalismo mercantil y financiero, dejaron su impronta en el arte del Renacimiento ejerciendo abundantemente el mecenazgo. Aparecen ocupando el cargo de gonfaloniero o jefe de la ciudad desde el siglo XIV.

Esta influyente familia florentina produjo tres Papas (León X, Clemente VII y León XI), numerosos dirigentes de Florencia y miembros de la familia real de Francia e Inglaterra. De origen modesto (la raíz del apellido es incierta, reflejando posiblemente la profesión de "médico"), el poderío inicial de la familia surgió de la banca. El Banco Medici fue uno de los más prósperos y respetados en Europa. Con esta base, adquirieron poder político inicialmente en Florencia y luego en toda Italia y Europa.

Juan de Médici, primer banquero de la familia, comenzó la influencia familiar sobre el gobierno florentino, pero los Medici se convirtieron en cabeza oficiosa de la república en 1434, cuando su hijo mayor Cosme de Médici toma el título de "Gran Maestro" la rama principal de la familia -formada por los descendientes de Cósimo- rigieron los destinos de Florencia hasta el asesinato de Alessandro de Médici, primer duque de Florencia, en 1537.


La boda entre María de Médici y el rey de Francia


La familia se dividió en dos ramas a partir de Juan de Médici (1360-1429): mientras su hijo menor, Lorenzo (1395-1440), daba lugar a una rama secundaria, postergada hasta comienzos del siglo XVI, el poder en Florencia recaía en manos de la rama principal, que arranca de su hijo mayor, Cosimo el Viejo (1389-1464). Tras vencer al partido del patriciado tradicional, instauró desde 1434 un poder dictatorial en Florencia, si bien respetó la forma republicana de las instituciones y se mantuvo alejado personalmente de los cargos principales, encomendándolos a clientes suyos. Cosme duplicó la fortuna de la familia y la empleó para fomentar las artes y el pensamiento, haciendo de Florencia un gran foco de cultura renacentista: Brunelleschi, Donatello y Filippo Lippi, entre otros, se beneficiaron de su mecenazgo; con el mismo espíritu de recuperación de la cultura clásica, compró importantes manuscritos griegos, con los que formó la biblioteca familiar. Su hijo, Piero I el Gotoso (1414-69), se limitó a conservar el poder y a emparentar con la familia aristocrática de los Orsini mediante el matrimonio de su hijo, Lorenzo el Magnífico (1449-92).


Lorenzo (1449 - 1492), Cosimo (1389 - 1464) y Piero (1416 - 1469) representados alegóricamente en un fresco de Benozzo Gozzoli de la Cappella dei Magi del Palazzo Medici Riccardi, Florencia


Lorenzo “el Magnífico”

Lorenzo consiguió resistir los intentos de arrebatarle el poder por parte del patriciado, que se alió con el papa Sixto IV, aunque perdió a su hermano Julián (1453-78) durante la rebelión de los Pazzi (1478). Lorenzo fue un típico príncipe renacentista, protector de escritores, sabios y artistas, impulsor de las primeras imprentas italianas y organizador de fiestas. Su prodigalidad puso en peligro la fortuna de los Médicis y despertó las iras de Savonarola. Su hijo Piero II (1471-1503) fue expulsado del poder por una revuelta instigada por Savonarola en 1494. Su alianza con Carlos VIII de Francia no fue suficiente para recuperar la ciudad.


Tumba de Lorenzo de Médici en San Lorenzo, Florencia


León X

El hermano de Pedro, Giovanni (1475-1521), recuperó el poder en 1512 gracias a la ayuda del papa Julio II, de manera que Florencia quedó subordinada a Roma en los años siguientes. Ejerció el poder junto con su hermano menor, Giuliano (1478-1516). Juan, que era cardenal desde los 13 años, fue elegido papa en 1513, tomando el nombre de León X. Practicó asiduamente el nepotismo, situando a miembros de la familia Médicis en los órganos de poder de la Iglesia romana; incluso gravó a la Hacienda papal con los gastos de la Guerra de Urbino (1516-17), destinada a conquistar dicho ducado para su sobrino Lorenzo II.

El pontificado de León X (1513-21) apenas trajo novedades en materia religiosa, pues se comportó como un príncipe italiano más, dedicado a conservar y ampliar sus dominios por medio de la diplomacia y de la guerra, así como a ejercer el mecenazgo artístico. Encargó a Rafael Sanzio construir la basílica de San Pedro, cuyo coste le obligó a recabar fondos intensificando la venta de bulas de indulgencia, que encargo a la banca Fugger. La denuncia contra la inmoralidad de este tráfico mercantil sería el detonante que haría a Lutero romper con la Iglesia católica, dando origen a la reforma protestante (1517-21).


Clemente VII

En 1523, tras el breve pontificado de Adriano VI, accedió al Papado otro Médici, hijo bastardo de Julián: Giulio (1478-1534), que tomó el nombre de Clemente VII. Queriendo liberarse de la tutela de Carlos V, en 1526 impulsó contra éste la Liga Santa de Cognac (o Liga Clementina), formada por Francia, Inglaterra, Florencia, Venecia, Milán y el Papado. El emperador respondió tomando Roma y entregándola al saqueo de sus soldados (Sacco de Roma, 1527); el papa fue encarcelado durante siete meses en el Castillo de Sant’Angelo y sólo la peste desatada en la ciudad hizo que fuera evacuada por las tropas imperiales.

Clemente decidió entonces reconciliarse con Carlos V, a quien coronó emperador y rey de Italia en Bolonia en 1530; a cambio, Carlos le devolvió los territorios que le había arrebatado y conquistó Florencia, poniendo de nuevo en el poder a los Médici (que lo habían perdido) en la persona de Alejandro (quizá hijo natural del mismo papa). Por último, el pontificado de Clemente VII tuvo una importancia crucial para la Iglesia, pues, al negarse a reconocer el divorcio de Enrique VIII (decisión inevitable, dada la subordinación del Papado a la política de Carlos V) desencadenó el cisma de la Iglesia de Inglaterra.

De Italia al trono francés

En Florencia, mientras tanto, ocupó el poder Lorenzo II (1492-1519), hijo de Pedro II. Gobernó nominalmente dirigido por su tío, el papa León X (que en 1516 le hizo duque de Urbino). De su matrimonio con una aristócrata francesa nació Catalina (1519-89), que habría de ser reina de Francia tras su matrimonio con Enrique II. Ippolito (1511-35), hijo natural de Giuliano, fue hecho cardenal por su tío Clemente VII, que le empleó para dirigir la política florentina en su nombre. Probablemente murió envenenado por su pariente Alessandro (1510-37), hijo natural de Lorenzo II o quizá del cardenal Julio de Médici. Fue impuesto en el poder en 1530 por las armas de Carlos V, que en aquel momento controlaban Italia.


Alessandro Il Moro, 1r Duque de Florencia

El emperador hizo a Alejandro duque de Florencia (1532), con lo que los Médici quedaron convertidos en dinastía ducal de una monarquía hereditaria. Alejandro ejerció un poder tiránico que causó gran descontento en la ciudad. Sus habitantes enviaron a Hipólito de Médici a plantear sus quejas ante Carlos V, pero el enviado murió durante el viaje, seguramente envenenado por Alejandro. Éste moriría también -extinguiéndose la rama principal de los Médici- a manos de un miembro de la rama secundaria de la familia, Lorenzino o Lorenzaccio (1514-48), que era un escritor de la corte de Alejandro, a quien decidió asesinar imbuido de ideales republicanos.

Para su decepción, la muerte del tirano no dio paso a un régimen de libertades, sino a la sucesión en el ducado de otro Médici de esta rama, Cosimo I (1519-74), en 1537. Once años después, Cosimo haría asesinar, a su vez, a Lorenzino. Cosimo fue otro tirano como Alejandro, protegido como él por Carlos V. Bajo su principado alcanzó Florencia el apogeo de su poder en Italia, conquistando Lucca y Siena. En 1569 esta ampliación territorial fue sancionada por la coronación de Cosimo como gran duque de Toscana por el papa Pío V. Inició además una política de limpieza del Mediterráneo de piratas berberiscos, que continuarían sus sucesores.

María de Médici, reina consorte de Francia


Le sucedió su hijo Francesco Maria (1541-87), que continuó la línea de gobierno despótico y aliado de España. La hija de éste, María (1573-1642), llegaría a ser reina de Francia por su matrimonio con Enrique IV y regente durante la minoría de edad de Luis XIII. Francesco Maria murió probablemente envenenado por su hermano, el cardenal Ferdinando I (1549-1609), quien al suceder a su hermano en la Corona ducal (1587) abandonó el capelo cardenalicio y contrajo matrimonio.


Decadencia

Con Fernando I se inició la protección de los Médici a Galileo, que continuarían sus sucesores. Cambió la orientación política de Toscana, alineándola con la Francia de Enrique IV contra la España de Felipe II y Felipe III (de hecho, fue él quien casó en 1601 a su sobrina María con el rey francés). Sin embargo, cuando Francia hizo la paz con el duque de Saboya, Fernando volvió a aliarse con Felipe III para hacer frente a su enemigo italiano. Le sucedieron su hijo Cosme II (1590-1621), su nieto Fernando II (1610-70), su bisnieto Cosme III (1642-1723) y su tataranieto Juan Gastón (1671-1737), bajo los cuales tuvo lugar la decadencia de la dinastía. El último no tuvo descendientes varones, con lo que se extinguió el linaje de los Médici, dejando Toscana a merced de los intereses diplomáticos de las grandes potencias. Por el Tratado de Viena (1735) la Corona ducal de Toscana fue otorgada al duque de Lorena, esposo de María Teresa I, que más tarde reinaría en el Sacro Imperio Romano con el nombre de Francisco I.


Fernando II (1610-1670), Gran Duque de Toscana


El legado

Los Médici no provienen, como la mayor parte de los señores de Italia de aquel tiempo, ni de la nobleza feudal ni de una dinastía de caudillos o aventureros afortunados. Vienen del pueblo, y durante casi dos siglos edifican lenta y oscuramente su patrimonio con el comercio, y especialmente con el arte del cambio. No rehúyen los cargos públicos, pero tampoco los buscan, y solamente en 1378 uno de ellos, Salvestro, se pone a la cabeza del pueblo.

Pero el verdadero fundador de la potencia de los Médici fue Cosimo el Viejo, Pater Patriae, y desde que volvió del exilio véneto, en 1434, se puede decir que sus descendientes han señoreado Florencia y la Toscana -salvo breves interrupciones- durante tres siglos largos; es decir, la muerte de Gian Gastone en 1737. ¿Por qué caminos los oscuros cambistas del siglo XIII se convirtieron, en el transcurso de pocas generaciones, en dueños de la ciudad y del Estado, en promotores y símbolos del Renacimiento, en Pontífices y príncipes emparentados con los reyes? No hazañas de antepasados famosos; no investiduras imperiales al principio, y tampoco empresas guerreras. Durante mucho tiempo no fueron otra cosa que simples banqueros y, en apariencia, nada más que ciudadanos privados.


Armas de los Papas Médici: León X, Clemente VII, Pío IV y León XI


Se ha dicho que los Médici consiguieron llegar a ser poderosos y famosos gracias a su riqueza. No es verdad. Hubo en Florencia, antes de los Médici y junto a los Médici, familias más ricas que ellos, y, sin embargo, solamente los Médici consiguieron elevarse y mantenerse en el poder, a pesar de las infinitas envidias, intrigas, rencores, y alteraciones de aquella edad. El dinero es instrumento, y todo está en saberlo utilizar y manejar. Los rivales de los Médicis -exceptuando, acaso, los Strozzi- supieron ganar riquezas, pero no supieron gastarlas. La admirable fortuna de los Médicis no se debió a los florines, sino a su genio político. Se puede hablar de un verdadero y propio sistema político, que se puede fácilmente extraer de la práctica efectiva de las primeras generaciones, pero que se conservó, por lo menos en parte, hasta casi el final del gran ducado. Sistema simple y sabio que se puede reducir a tres palabras: liberalidad, sustancialidad, unidad.


La capilla Médici en San Lorenzo, Florencia


Los Pazzi, Albizi y Strazzi intentaron la empresa que sólo lograron llevar a cabo los Médici. Cuando éstos se convirtieron en señores y luego en duques, la libertad hacía tiempo que no existía en Florencia: llamaban con tal nombre a la hegemonía, y digamos también la tiranía, de un restringido número de familias que competían por acaparar bienes, cargos y privilegios. Y gracias a los Médici se salvó, al menos, la independencia: sin la voluntad de Clemente VII y la energía de Cósimo I, la Toscana se hubiera convertido, como Milán o Nápoles, en una provincia española. Todavía más risible es la acusación de que el Magnífico y sus sucesores corrompieron a los florentinos para así dominarlos mejor. Florencia era tan rica en vicios como en virtudes bastante antes de que los Médici tuvieran ninguna participación en el Estado; es decir, desde los primeros años del siglo XIV.


“La Adoración de los Magos”, de Sandro Botticelli, retrata a la familia y los amigos de los Médici:

1. Lorenzo el Magnífico
2. Poliziano
3. Pico della Mirandola
4. Gaspare Lami
5. Cosimo el Viejo
6. Piero el Gotoso
7. Giuliano de Médici
8. Giovanni de Médici
9. Filippo Strozzi
10. Joannis Argiropulos
11. Sandro Botticelli
12. Lorenzo Tornabuoni


De los Médici todo ha pasado: dominio, fasto, soberbia y victorias. Pero sólo una gloria ha permanecido ligada a su nombre y hace que no todos sus muertos estén verdaderamente muertos: la pasión de todos los Médici, incluso de los peores, por la filosofía y por la poesía, por todo arte y por toda ciencia, por todo lo que constituye la más alta actividad y la más segura honra de espíritu, el mayor y el más duradero orgullo del género humano.