miércoles, 17 de febrero de 2010

La Duquesa de Windsor

Bessie Wallis Warfield (1896-1986) nació en Pennsylvania, única hija de Teackle Wallis Warfield y Alice Montague. La muerte de su padre ocurrió poco tiempo después de su nacimiento y ella con su madre viuda debieron ser socorridas por sus parientes más acaudalados en la ciudad de Baltimore.


Bessie à-la-mode (la Sra. Spencer en California, 1919)

Su primer matrimonio fue en mayo de 1916 con Earl Winfield Spencer, Jr., un oficial de la Marina de los Estados Unidos. Win, como era conocido su esposo, era alcohólico. Esta situación y los cambios en los destinos militares de Win, marcaron la relación con períodos de separación. Para 1925 vivían separados y dos años después se divorciaron.


En la última época Wallis ya se había envuelto en una relación con Ernest Aldrich Simpson, un próspero magnate naviero mitad inglés-mitad americano. El 21 de julio de 1928 ambos se casaron en Londres. A través de Thelma, lady Furness, en enero de 1931 Wallis fue presentada a Eduardo, Príncipe de Gales, primogénito de Jorge V y heredero al trono británico. Entre 1931 y 1934 el Príncipe se encontraría con el matrimonio Simpson en varias fiestas de fines de semana y Wallis fue presentada a la Corte.



El Sr. y la Sra. Simpson el día de su presentación en la Corte (1931)



En este momento es cuando comienza la historia de amor sobre la que se han escrito mares de tinta. En enero de 1934, lady Furness almuerza en el elegante hotel Ritz con Wallis y le pide a su amiga que, durante el tiempo que le tomará un viaje que tenía que realizar, atendiera al fiestero príncipe para que no fuera a hacer travesuras. Lady Furness nunca se imaginó que la travesura la iba a hacer la propia Wallis. Cuando regresó Thelma de su viaje se dio cuenta de que ya había sido sustituida en la vida del Príncipe de Gales, quien ni siquiera tomaba ya sus llamadas telefónicas.


Coronado ya como soberano del Reino Unido, Eduardo se encontraba ante tres opciones: renunciar a Wallis, conservarla y encontrarse con la renuncia del gobierno o abdicar y ceder el trono. Cuáles fueran los motivos ulteriores no se sabe, pero ella, en aquel momento, no quería que renunciara al trono. Sin embargo, el 11 de diciembre de 1936 millones de británicos escucharon por el radio la conmovedora voz de Eduardo VIII que, al abdicar, se justificaba: "…me ha resultado imposible soportar la pesada carga de la responsabilidad y desempeñar mis funciones como Rey, en la forma en que desearía hacerlo, sin la ayuda y el apoyo de la mujer que amo."



Eduardo y Wallis en sus primeros tiempos de matrimonio



Con el título de Duque de Windsor otorgado por Jorge VI, Eduardo abandonó Inglaterra para no regresar hasta varias décadas después. La boda se realizó en el castillo francés de Candé, en la más absoluta intimidad, y los recién casados recibieron una discreta carta en donde se les informaba que la duquesa no tenía derecho a ser llamada Alteza Real ni a recibir, por lo tanto reverencias, a pesar de su matrimonio con el duque. Esto lo tomaron como la más grande humillación.



Sofisticación en una fotografía de Cecil Beaton (1940)

Antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial, muchos en el gobierno y la sociedad les atribuyeron simpatías con los nazis. En los ’50 y los ’60 vivieron viajando entre América y Europa, convertidos en “ciudadanos del mundo”, en una vida de opulenta vaciedad dedicada al culto de su amor mutuo y sus relaciones sociales. La comuna de París les había dado en uso un palacete en el Nº 4 de la Rue du Champ d'Entraînement en Neuilly, que fue su cuartel general el resto de su vida. También compraron una casa en el campo, “Le Moulin de la Tuilerie”, a solo veinte minutos de su casa de París.


Biarritz, 1951



París, 1959. El Duque y la Duquesa de Windsor bailan cha-cha-cha en el Lido.

La Corona no estaba de acuerdo para nada con la vida superficial, frívola y extravagante que llevaban los duques de Windsor. Se referían a ella como "esa mujer". Sin el permiso de la soberana no podían regresar a Inglaterra pero lo hicieron en 1965, para una cirugía ocular que debió practicarse el duque y en 1967, para descubrir una placa conmemorativa del centenario del nacimiento de la Reina María, su madre.


Con los años la duquesa se volvió aún más prepotente y nerviosa con su marido, a quien se dijo que humillaba en la intimidad. A fuerza de estirarse tanto el cuello, Wallis tuvo problemas para que la intervinieran quirúrgicamente años después, al entubarla, debido a todas las cirugías estéticas que ya se había hecho. El duque, sin embargo, seguía patológicamente enamorado de su esposa, cumpliéndole todos sus caprichos y aguantando sus malos tratos.


Una reverencia de impecable estilo para la Reina de Inglaterra a la entrada de su residencia en París (1972)

El duque escribió un tratado de horticultura y sus Memorias en donde repite que nunca se arrepintió de su decisión a pesar del desprecio por parte de su familia, como fue la de haberlo excluido de todas las manifestaciones oficiales, incluso la coronación de su sobrina Isabel (Aunque para el funeral de su hermano Jorge VI en 1952 el duque había asistido sin la duquesa). Poco tiempo antes de morir recibió la visita de la Reina, a quien acompañaban el Duque de Edimburgo y el Príncipe de Gales. Murió en mayo de 1972, un mes antes de haber cumplido los 78 años. La familia real permitió que Wallis estuviera presente en los funerales que se llevaron a cabo en Londres y que pernoctara en Buckingham Palace.




La Duquesa en su ancianidad (1979)

La Duquesa, cada vez más senil y frágil, vivió el resto de su vida como una reclusa, sostenida por la herencia de su esposo y una pensión de la reina. Le dio entonces toda autoridad legal a su abogada francesa, Suzanne Bloom. Para 1980 había perdido el poder del habla. Hasta el final, vivió en una silla de ruedas y no recibió más visitantes, excepto doctores y enfermeras.


Catorce años después de la muerte del duque, Wallis murió en su casa de París. Era el 24 de abril de 1986 y tenía 90 años.



Sus restos descansan en la Saint George’s Chapel del Castillo de Windsor, al lado de Eduardo.




La Villa Windsor en el Bois de Boulogne

Títulos y tratamientos



  • 1896 – 1916: Srta. Warfield
  • 1916 – 1928: Sra. Spencer
  • 1928 – 1937: Sra. Simpson
  • Mayo – Junio 1937: Sra. Wallis Warfield
  • 1937 – 1986: Su Gracia La Duquesa de Windsor
  • Durante el período de Eduardo como Gobernador de Bahamas (1940-1945), Wallis debía ser conocida como Su Excelencia. Sin embargo, este tratamiento fue supeditado a la apelación Su Gracia, de mayor rango, que le correspondía como duquesa.

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