En el siglo XX europeo, en el que han reinado 67 soberanos, sólo once escogieron, por diferentes circunstancias, el derecho real de abdicar, esto es, transmitir, en vida, trono y corona a sus herederos. Monarcas de fuera de Europa que también recurrieron a la abdicación fueron: Prajadhipok, Rey de Siam (1893-1941), en 1935; Faruk de Egipto (1920-1965), en 1952; Talal de Jordania (1909-1972) también en 1952; Saud, Rey de Arabia Saudí (1902-1969) en 1964 y Omar Ali Saifuddin, Sultán de Brunei (1914-1986), quien en 1967 abdicara en su hijo mayor, Muda Hassanal Bolkiah, actualmente reinante.
El primer exilio. A finales de 1918, con el curso de la guerra claramente a favor de los Aliados, el ejército búlgaro fue derrotado en la frontera de Grecia, tras lo cual el zar Fernando I abdicó el 3 de octubre de 1918 en su hijo Boris III. Bulgaria se rindió a los aliados y tuvo que ceder los territorios conquistados durante la guerra. Después de su abdicación, Fernando se retiró a sus posesiones familiares en Coburgo, Alemania. Había conseguido conservar gran parte de su patrimonio personal como para vivir acomodadamente. Consideró que su exilio era uno de los reveses de gobernar. Al contrario que el Kaiser alemán, Fernando I fue capaz de sacrificarse para que la monarquía búlgara sobreviviera. Aceptó transmitir el trono a su hijo. No se mostró dolido por el exilio y pasó la mayor parte del resto de su vida dedicado al arte, la jardinería, los viajes y la historia natural.
Los que más abdicaron. El segundo soberano en abdicar durante el siglo XX fue un soberano de Luxemburgo. La Gran Duquesa María Adelaida (1912-1919) cedió el trono en favor de su hermana Carlota, casada con el príncipe Félix de Borbón Parma. Durante su reinado, el país fue invadido por Hitler, en 1940, y la Gran Duquesa tuvo que exiliarse hasta 1944. El 12 de noviembre de 1964 y después de 45 años de reinado abdica en su hijo, el príncipe Juan, casado, desde el 9 de abril de 1953 con Josefina Carlota, hermana del actual rey Alberto de los belgas e hija del rey Leopoldo III que, también, abdicaría, como veremos más adelante.
Partida y regreso. Constantino I (1868-1923) fue el segundo soberano griego de la dinastía Glücksburg. Tuvo que enfrentarse a la Primera Guerra Mundial en la que quería mantener la neutralidad, mientras que el primer ministro Eleuterios Venizelos deseaba unirse a la Triple Entente. Los aliados afirmaron que a pesar de su neutralidad, Grecia tomó partido por los alemanes, lo que provocó la fragmentación del gobierno: uno provisional en Tesalónica dirigido por el primer ministro, que declaró la guerra a Alemania y Bulgaria; otro en Atenas en el que ejercía el poder el rey Constantino. El 12 de junio de 1917 y cansado de las presiones de las Potencias Aliadas, Constantino I abdicó en favor de su segundo hijo, Alejandro, ya que el primogénito se fue junto a él al exilio, en este periodo Venizelos se hizo cargo del gobierno oficialmente al ganar las elecciones y envió a las tropas a Bulgaria. Alejandro tan sólo vivió tres años, así tras un plebiscito al pueblo griego Constantino volvió. Esta vez no duró mucho y tuvo que abdicar por segunda vez en 1922 tras una desastrosa derrota contra los turcos. En esta ocasión fue sucedido por su hijo mayor Jorge II. Constantino I pasó el resto de su vida exiliado en Italia.
Por amor. El 10 de diciembre de 1936, ante los micrófonos de la BBC y en una dramática alocución, el rey Eduardo VIII de Inglaterra comunicaba al pueblo británico su decisión de abdicar por no poder compartir el trono con la mujer que amaba. El soberano llevaba pocos meses de reinado cuando comenzaron a plantearse graves problemas constitucionales. Hacía ya varios años que mantenía una relación amorosa con Wallis Simpson, una norteamericana de 40 años, dos veces divorciada. La relación fue creciendo en intensidad hasta el punto de anunciar su propósito de casarse con ella. A pesar de las continuas presiones para que renunciase a la mujer que amaba, el rey se mantuvo firme pero abdicó de todos sus derechos sobre la corona en su hermano. Eduardo VIII se convirtió en el primer rey que abdicaba en Gran Bretaña desde que lo hiciese Ricardo II en 1339.
Renuncia por presión. Carlos II (1893 – 1953) hijo de Fernando I y María de Sajonia-Coburgo-Gotha fue el primer monarca rumano nacido en Rumania, ya que los tres anteriores nacieron en el extranjero. En 1921 casó con Helena de Grecia, hija del rey Constantino I y de este matrimonio nació un único hijo, Miguel, pero la unión fracasó, y Carlos II renunció a sus derechos dinásticos. En 1930 logró apoderarse del trono. Su gobierno, en el que su amante Elena Lupescu tuvo un papel decisivo, fue represivo y corrupto. En 1940 los legionarios se sublevan. Triunfante en las provincias, fracasa en la capital, pero desencadena grandes manifestaciones. El rey se ve obligado a acudir al general Antonescu que, aunque crítico con el monarca, es el único que puede asegurarle el control del ejército, necesario para mantenerse en poder. Antonescu le concede su apoyo a la vez que exige su abdicación. El 6 de septiembre de 1940 el rey cede y parte al exilio junto a su amante en un tren cargado de objetos de valor. Su hijo es nombrado sucesor como Miguel I.
La presión del pueblo. Los reveses de la Segunda Guerra condujeron al rey de Italia Víctor Manuel III (1869 - 1947) a la abdicación. Se había mantenido como Jefe del Estado con funciones representativas, sin mostrar reserva alguna con los crímenes del fascismo. Cuando se comprobó que la victoria de los aliados sería segura y los líderes fascistas depusieron al Duce, Víctor Manuel puso a Italia en el bando de los aliados en 1943 y acabó con el régimen de Benito Mussolini. La pérdida de prestigio de la monarquía provocó que, en el referéndum celebrado el 2 de junio de 1946, los italianos optaran mayoritariamente por la república, aunque el resultado de la consulta fuera sospechoso de fraude. Consciente del rechazo que provocaba entre la población italiana, Víctor Manuel III trató de salvaguardar la continuidad de la Casa de Saboya abdicando, el 9 de mayo de 1946, a favor de su hijo y heredero Humberto II, que había asumido las funciones de jefe del Estado desde 1944 como "lugarteniente del Reino de Italia". Tras su abdicación, Víctor Manuel de Saboya partió al exilio.
Las reinas holandesas. Fue el 30 de abril de 1938 cuando Juliana de Holanda, que acababa de cumplir 71 años, abandonaba el trono que había ocupado durante 32, en una sencilla ceremonia celebrada en el Palacio Real de Dam, el mismo lugar en que, en 1948, lo había hecho su madre, la reina Guillermina. Juliana no sólo renunció al trono sino, también, al precioso título de reina madre para ser llamada, únicamente, princesa de los Países Bajos. Ese día, dos horas después, tendría lugar, en la Nueva Iglesia de Amsterdam, la ceremonia de proclamación de la princesa Beatriz como Reina de los Países Bajos.
Sin perdón. El octavo soberano en acogerse a este derecho durante el siglo XX fue Leopoldo III, rey de los Belgas, casado con la princesa sueca Astrid (1905-1935), fallecida en un accidente de coche que conducía su esposo. El país se conmovió profundamente con la muerte de una de las reinas más amadas por el pueblo belga. De aquel matrimonio nacieron tres hijos: Balduino, Josefina Carlota y Alberto. La invasión de las tropas alemanas convirtió a Leopoldo en prisionero. Al terminar la guerra, fue acusado de haber sido demasiado condescendiente con los invasores. No era cierto. Lo que el pueblo belga no le perdonaba es que, durante el cautiverio, contrajera matrimonio con la joven Liliana de Rethy. Un plebiscito decidió, con un 58%, el regreso del rey que, con su familia, se había refugiado en Suiza cuando las tropas de Hitler abandonaron Bélgica ante el avance de los aliados. Pero, las revueltas y manifestaciones en su contra, le obligaron a abdicar, en 1951, en su hijo Balduino, que no había cumplido todavía los 21 años.
El último. En octubre del 2000 el Gran Duque Juan hizo lo que su madre, su tía y su cuñado: abdicar. Entonces el príncipe Enrique y su esposa María Teresa, en la Cámara de los Diputados, participaron de la Ceremonia de Juramento del nuevo Soberano luxemburgués. Enrique era el primero de los 10 príncipes herederos de aquel momento (los demás eran Felipe de España, Carlos de Inglaterra, Federico de Dinamarca, Haakon Magnus de Noruega, Victoria de Suecia, Guillermo de los Países Bajos, Felipe de Bélgica, Alois de Liechtenstein y Alberto de Mónaco) en subir al trono. El nuevo soberano está ligado por su abuela materna, la reina Astrid, a la realeza de Suecia, Dinamarca y Noruega; por su abuelo paterno –un Borbón Parma-, al rey de España; por su ascendencia del último duque de Nassau con la familia real holandesa y por la rama de los Sajonia-Coburgo-Gotha con los Windsor del Reino Unido.
Esta es la lista de los soberanos que abdicaron durante el siglo XX:
Esta es la lista de los soberanos que abdicaron durante el siglo XX:
- Fernando I, Zar de los Búlgaros (Octubre 3, 1918)
- Marie-Adélaïde, Gran Duquesa de Luxemburgo (Enero 14, 1919)
- Constantino I, Rey de los Helenos (Septiembre 27, 1922)
- Edward VIII, Rey de Gran Bretaña e Irlanda (Diciembre 11, 1936)
- Carol II, Rey de Rumania (Septiembre 6, 1940)
- Víctor Emanuel III, Rey de Italia (Mayo 9, 1946)
- Guillermina, Reina de los Países Bajos (Septiembre 4, 1948)
- Leopoldo III, Rey de los Belgas (Julio 16, 1951)
- Charlotte, Gran Duquesa de Luxemburgo (Noviembre 12, 1964)
- Juliana, Reina de los Países Bajos (Abril 30, 1980)
- Jean, Gran Duque de Luxemburgo (Octubre 7, 2000)
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