El propósito del Almanaque fue registrar las casas gobernantes de Europa y sus ramas menores, las más importantes de las cuales habían sido ennoblecidas, así como los cuerpos diplomáticos correspondientes y los más altos oficiales del Estado. La empresa fue masiva, ya que había muchas familias reales solo en Alemania e Italia, y sus ramas menores numeraban miles.
La inclusión de una familia noble en el Almanaque era socialmente vital. Como las comunicaciones eran lentas en los siglos XVIII y XIX, se necesitaba una fuente para chequear la existencia de personas de la alta nobleza. Luego de la Primera Guerra Mundial y la caída de varias casas reales, los títulos nobiliarios se convirtieron fácilmente en farsa debido a la falta de una autoridad central que regulara la concesión de títulos; esto hizo su inclusión en el incorruptible Almanaque de Gotha aún más esencial.
Si un título nobiliario no estaba en la lista del Almanaque, se podía presumir que era auto-creado y por lo tanto inválido. La inclusión de la baja nobleza ni siquiera fue intentada. Incluso a principios del siglo XIX, esta dicotomía in-or-out causaba problemas. La reacción de Napoleón Bonaparte fue típica de un “nuevo rico”. El emperador escribió a su ministro de Asuntos Extranjeros, Jean-Baptiste Nompère de Champagny: "Monsieur de Champagny, este año el Almanaque de Gotha está muy mal hecho. Debería haber más de la nobleza francesa que he creado y menos de esos príncipes alemanes que no tienen más soberanía. Además, la Familia Imperial de Bonaparte debería aparecer antes que todas las otras dinastías reales y dejar bien claro que nosotros, y no los Borbones, somos la Casa de Francia. Convoque al Ministro del Interior de Gotha una vez más para que yo personalmente pueda ordenar esos cambios”.
Estructura
Por más de un siglo, la segunda sección consistió en las casas principescas no soberanas de toda Europa (salvo muchas zonas orientales). Nombres como Rohan, Leiningen, Thurn-und-Taxis, Ruspoli, Norfolk, Lobkowicz, Windisch-Graetz y Czartoryski aparecían todos juntos. La tercera sección era específicamente para los condes del Sacro Imperio Romano (siglas en inglés: HRE) y por muchas medidas la casta más baja de esa nobleza.
Uno de los privilegiados de la Sección I: Friedrich Wilhelm II, Rey de Prusia, Elector de Brandenburgo y Príncipe soberano de Neuchâtel (1744-1797)
De todas maneras, en la edición de 1876, las secciones dos y tres fueron amalgamadas, elevando aquellas casas condales del HRE al nivel de príncipes. En los años intermedios aquellos condes habían sido anexados, pero regularmente sus cabezas de familia recibían una compensación: el título de príncipe por primogenitura.
En la edición 1877, la sección dos fue dividida en dos partes, casi entre líneas “étnicas”: todos los títulos alemanes anexados, fueran condales o principescos, estaban en la parte A y todas las familias principescas extranjeras y las no anexadas del HRE fueron puestas en la B. Esto creó la ilusión que los alemanes anexados eran más altos en rango que los príncipes extranjeros. La ilusión se reforzó en 1890, cuando el Almanaque renombró II A la sección II y II B la sección III.
La original sección II, y su sucesora, la tercera sección, incluía solo selectas familias de la alta nobleza europea, o “casas principescas”. El Almanaque no tenía una cobertura completa: familias de rincones geográficos que no eran percibidas por sus editores como de interés para las cortes de Europa Occidental (la audiencia más importante de la publicación) no estaban bien representadas o estaban listadas solo en ediciones posteriores.
Integrante de la Sección II: Karl Anton Joachim Zephyrinus Friedrich Meinrad Fürst von Hohenzollern-Sigmaringen (1811- 1885), hijo de Charles, Fürst von Hohenzollern-Sigmaringen y de la Princesa Marie Antoinette Murat.
Esta división fue considerada de gran significancia social en el Sagrado Imperio Romano y sus estados sucesores. Nobles de la segunda sección eran considerados legalmente iguales a la realeza alemana que aparecía en la primera sección; al menos con aquella realeza cuyas casas actualmente eran ducales o menos de antes del período napoleónico; de los verdaderos reinos, Prusia declinó reconocer a la condesa Harrach (anexada, que figuraba en la sección II) para casarse con su rey en términos mejores que los morganáticos.
Es decir, si una condesa de la segunda sección casaba con un miembro de familia real de la primera sección (que mayormente era de casas solo ducales o margraviales, condales y así sucesivamente) su alianza era considerada igual y sus hijos considerados dinastas, esto es, aptos para heredar los derechos sucesorios. En cambio, si una condesa, princesa o duquesa por propio derecho que figuraba en la tercera sección casaba con un pequeño soberano alemán de la primera sección, sus hijos eran usualmente tratados como no pertenecientes a la dinastía y excluidos de la línea sucesoria en la mayoría de las monarquías. Sin embargo, es bien conocido que Francisco José de Austria prohibió a su heredero, Carlos, casarse con cierta princesa de Hohenlohe cuya familia estaba en la sección II y le dijo que encontrara una novia de sangre real. Él entonces se casó con la princesa Zita de Borbón-Parma.
Una de las autoridades del Almanaque moderno: Honoury Société President Su Majestad el Rey Juan Carlos I de España, único descendiente directo de las Casas Reales de Borbón y de Habsburgo
La arbitraria división era una mayor fuente de frustración para aquellas familias puestas en la tercera sección. Por ejemplo, los Biron de Curlandia y los Murat de Nápoles, familias de la advenediza nobleza napoleónica, reclamaban infructuosamente su derecho a ser incluidos en la segunda sección. Por otra parte, la mayoría de las familias principescas del Imperio Ruso, que no estaban incluidas en el Gotha, como los Bagrationi de Georgia o los Dadiani de Mingrelia, posiblemente merecían un lugar en la primera sección. Lo mismo podría decirse de los Giray de Crimea, que reclamaban su descendencia directa de Genghis Khan.
Otra fuente de frustración era la postura más bien sálica (el varón heredero antes que la mujer) del Gotha a favor de la descendencia agnática (el parentesco civil o jurídico, que se fundamenta en la potestad del pater familias y no supone necesariamente relación de sangre). Muchas casas de otros países estaban formadas en la base de una sucesión que permitía el acceso al trono de la mujer.
Honoury Chairman Su Majestad el Rey Miguel I de Rumania
Muy interesante y bien explicado, aunque desearía saber la etimología de la turingense ciudad de Gotha, y si esta tiene relación con los godos.
ResponderEliminarMuy interesante y bien explicado, aunque desearía saber la etimología de la turingense ciudad de Gotha, y si esta tiene relación con los godos.
ResponderEliminarQuisiera saber si figura la nobleza que llegó y se estableció en el nuevo mundo
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