Al comienzo de la Revolución, en agosto de 1789, los derechos feudales y cánones señoriales fueron abolidos por la Asamblea Nacional Constituyente; las tierras de la nobleza fueron despojadas de su especial estatus de feudos; los nobles fueron sujetos al mismo sistema de impuestos que el resto de sus conciudadanos y perdieron sus privilegios, aunque, sin embargo, se les permitió retener sus títulos.
Château de Cheverny, Loire-et-Cher
Sin embargo, se decidió que determinados pagos anuales que se adeudaba a la nobleza y que se consideraban "contractuales" (es decir, no se derivaban de una usurpación del poder feudal, sino de un contrato entre un inquilino y un propietario de tierras), se necesitaban ser rescatados por el inquilino para que éste tuviera clara titularidad de sus tierras. Desde que los privilegios feudales de la nobleza habían sido denominados "droits de feodalité dominante", estos fueron llamados "droits de féodalité contractante”.
La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano fue votada en la Asamblea el 26 de agosto de 1789, pero la abolición de la nobleza no ocurrió en aquel momento. El documento declaraba en su primer artículo que “Los hombres nacen libres e iguales en derechos; las distinciones sociales pueden ser basadas sólo bajo utilidad general”.
La Duquesa de Polignac, emigrada en 1789
Presumiblemente la nobleza todavía consideraba que tenía alguna utilidad social. No fue sino hasta junio de 1790 que los títulos hereditarios de la nobleza fueron abolidos. Las nociones de igualdad y fraternidad triunfarían en algunos nobles como el marqués de Lafayette, quien apoyó la abolición del legal reconocimiento de la nobleza, pero otros nobles liberales que felizmente sacrificaron sus privilegios fiscales vieron esto como un ataque a la cultura del honor.
La Nobleza luego de la Revolución
Pese a la abolición de la nobleza con la Revolución y la pérdida de su privilegiado estatus jurídico (“todos los hombres son iguales ciudadanos”), la nobleza continuó existiendo a lo largo del siglo XIX.
La emperatriz de los Franceses, Josephine de Beauharnais
Napoleón Bonaparte estableció su propia aristocracia durante el Imperio y esos nuevos nobles mantuvieron el uso de sus títulos incluso después que el emperador fue derrocado. En el Primer Imperio se crearon alrededor de 2.200 títulos:
§ príncipes soberanos (3)
§ duques de grandes feudos (20)
§ príncipes de victoria (4)
§ duques de victoria (10)
§ otros duques (3)
§ condes (251)
§ barones (1516)
§ caballeros (385)
En 1802, Napoleón estableció la Légion d'honneur, una nueva orden de caballería muy codiciada y que sigue en existencia en la actualidad.
El emperador Napoleón I
La Restauración, acaecida con Luis XVIII, vio el retorno de la vieja nobleza al poder (mientras los sobrevivientes del ancien régime clamaban por la devolución de las tierras perdidas) y las leyes electorales de 1817 limitaban el sufragio a sólo los más ricos y prestigiosos miembros de la población, que incluían varios de los antiguos nobles. El Segundo Imperio también produjo nuevos títulos de nobleza.
La emperatriz Eugénie y sus damas de compañía (1855)
Si la Tercera República volvió una vez más a los principios de igualdad proclamados en la Revolución (por lo menos entre el partido político Radical), en la práctica los grados superiores de la nobleza francesa mantuvieron su idea de distinción social hasta bien entrado el siglo XX y el uso de sus títulos fue oficialmente sancionado.
Los títulos nobiliarios fueron abolidos por las revoluciones de 1789 y 1848 y restaurados por decreto en 1852 (y nunca abolidos oficialmente desde entonces). Hoy pueden ser usados legalmente y otorgados a sus portadores en actos oficiales con un decreto del Ministerio de Justicia. Cualquiera que presente un reclamo legítimo a un título puede pedir al Ministerio de Justicia que confirme ese reclamo, el portador puede entonces usarlo legalmente en documentos como partidas de nacimiento (alrededor de 400 de estas confirmaciones fueron hechas desde 1872).
me ayudo un monto profe
ResponderEliminarMuchas gracias. Me alegra mucho.
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