La “Etiqueta del palacio imperial”, publicada en 1806, prevé cada instante de la vida de los soberanos, sea que la corte esté establecida en París o en viaje por el extranjero. Así, el 2º Capítulo, titulado “De la distribución de los aposentos y de las entradas a cada uno de ellos”, cuenta con cuarenta y seis puntos detallados, donde se indica el comportamiento en el gran salón de recepciones, el aposento ordinario del emperador o la recámara de la emperatriz. Se requieren cuarenta y tres puntos para tratar “de las comidas de Sus Majestades”. Los otros capítulos no dejan nada librado al azar, ya se refieran a la ceremonia de levantarse o de acostarse de Sus Majestades (a la manera de los Grand Lever o Petit Lever en el Versailles del Antiguo Régimen), las misas, los bailes, los conciertos y hasta los duelos de la corte.
Al formar la Casa de la emperatriz, separada de la del emperador, se incluyen los más grandes apellidos nobles del Antiguo Régimen. La componen cuatro primeros oficiales, cada uno de ellos jefe de un servicio: el primer capellán, la dama de honor, el primer chambelán y el caballerizo mayor. El primer capellán es un Rohan, simple adjunto del gran capellán, pero hermano del cardenal implicado en el asunto del collar de María Antonieta y que, después del divorcio, quedará al servicio de María Luisa.
La emperatriz de rodillas asistida por Mme. de la Rochefoucauld y Mme. de La Valette
La dama de honor, Madame de la Rochefoucauld, es una prima hermana de Alejandra de Beauharnais. Tiene preeminencia sobre el gran chambelán y autoridad sobre el servicio de honor, las damas de palacio y, hasta 1806, sobre los chambelanes. También tiene bajo sus órdenes a la dama del guardarropa, personaje importante que reina sobre el vestuario y las alhajas personales de la emperatriz. Las damas de palacio, que inicialmente son cuatro, forman el círculo más habitual de Josefina. Muy pronto los efectivos llegarán a veintinueve, entre las cuales habrá dos damas supernumerarias (mientras que en el Antiguo Régimen la reina no tenía más que doce). La cifra parece considerable, pero no hay que olvidar que sirven por períodos; cada trimestre, el emperador nombra a cuatro damas, dos de las cuales sirven a la emperatriz y la acompañan cuando sale. En esta lista hay algunos apellidos ilustres adheridos al Imperio, como las señoras de Mortemart, de Montmorency o de Chevreuse, otras provienen de la nueva nobleza imperial, como Madame de Savary o de Maret, en una mezcla que el emperador utiliza para lograr su sueño imposible, la fusión de las dos noblezas que tanto habló en Santa Elena. La dama de palacio de más confianza es Madame d’Arberg, que pertenece a una de las más antiguas familias de Alemania y es prima segunda de la reina viuda de Prusia. Gran conocedora de las costumbres de las cortes, es la guía indispensable para aconsejar a Josefina en lo tocante a la etiqueta.
La Tiara de Camafeos, oro y perlas que hoy está en poder de la Casa Real de Suecia
En el servicio de los aposentos, la emperatriz es atendida por la primera doncella, Madame Marco-Saint-Hilaire, quien, con su asistente Madame Bassan, tiene bajo sus órdenes a cuatro doncellas más, pronto apodadas damas introductoras, cuya misión es admitir en las habitaciones privadas a las personas autorizadas a franquear los umbrales del apartamento interior. Generalmente se las conoce como “damas rojas” en razón del color de su uniforme. Mucho más importante es la dama de atavíos y sus cuatro damas, asistidas por dos jóvenes del guardarropa.
Con relación a la reina de Francia, Josefina posee un primer chambelán un chambelán introductor de embajadores y seis chambelanes que la sirven por períodos. Todos pertenecen a la antigua nobleza y ostentan ilustres apellidos: Monsieur d’Aubusson conde de la Feuillade, Monsieur de Galard conde de Béarn, Monsieur de Montesquiou y el príncipe de Grave. Pero como el emperador no reconoce los antiguos títulos, figuran en el “Almanaque Imperial” como Messieurs Hector Daubusson, Galard Béarn, Montesquiou y Degrave.
El dormitorio de Josefina en Fontainebleau
Durante los viajes, ya sea por las provincias del reino o por otros países, el séquito de Josefina está compuesto por quince personas para su servicio particular. Presiden el grupo la dama de honor principal, el introductor de embajadores y chambelán y el mayordomo. Tal como a una soberana, cuatro damas de honor secundarias la acompañan en todos sus desplazamientos. Cuando la emperatriz viaja sola, el emperador le confecciona un itinerario del que le está prohibido apartarse. Él determina el número de carruajes que deben acompañarla, decreta su orden de marcha y la cantidad de caballos que habrá de atarse a cada uno. Dicta igualmente las respuestas que ella debe dar a cada delegación que reciba y le indica el alojamiento que debe ocupar en las ciudades donde se detenga. Napoleón dicta estas directrices a su secretario, quien las transcribe a pequeñas agendas entregadas luego a Josefina.
El servicio de las cuadras atiende la caballeriza propia de la emperatriz. El caballerizo mayor es Monsieur d’Harville, que cede su lugar en 1806 al general Ordener. Tiene bajo sus órdenes cierta cantidad de caballerizos elegidos entre soldados de buenas y antiguas familias, pero que poco aparecen en la corte, pues constantemente están en guerra. Si bien no hay coches de gala reservados al emperador, albergan algunos muy elegantes de variados colores, unos con escudo de armas, otros simplemente numerados. Para ese importante servicio se requiere no menos de un centenar de caballos. Contados los picadores, los criadores de pie, los postillones y los cocheros, el personal subalterno de las caballerizas de la emperatriz pasa de cuarenta y tres personas al crearse el Imperio a ochenta y tres en momentos del divorcio.
Josefina y sus damas en el jardín de rosas de Malmaison
Tal es el marco impuesto por el emperador, en el que Josefina se mueve durante los brillantes años del Imperio.
Una vez separada del emperador, Josefina conserva su categoría y su título de emperatriz reina coronada. La corona imperial y el manto salpicado de abejas siguen adornando su escudo de armas. Por decreto de 16 de diciembre de 1809, Napoleón pone a su disposición el palacio del Elíseo, el más bello de París, y le otorga el dominio de Malmaison. A esa brillante dote añade el 11 de marzo de 1810 el castillo de Navarra, cerca de Evreux y agrega a esas tierras y castillos ofrecidos de un plumazo fuentes de recursos casi inagotables y rentas para que Josefina pueda vivir acorde a su rango.
Un vestido de corte de la emperatriz
Su nueva Casa se organiza en seis rubros bien definidos. El primero es el servicio de honor y se compone de un capellán principal, una dama de honor, seis damas de palacio, un caballero de honor, seis chambelanes, un caballerizo mayor, cuatro caballerizos y un mayordomo. Es decir que desaparece la dama de las joyas y el número de damas de palacio se reduce de veintisiete a seis, pero Josefina conserva un personal decoroso y muy similar al que la servía cuando reinaba. El segundo rubro es el del mayordomo, al que se agrega el servicio de salud compuesto por un médico de cabecera, otro médico, un cirujano, un cirujano de cabecera y un farmacéutico.
El rubro III, afectado al culto, es muy modesto con sus dos capellanes, comparado al servicio de cámara y de música (rubro IV), que incluye dos ujieres del gabinete, seis ayudas de cámara, una lectora, una encargada de las joyas, cuatro doncellas, un ayuda de cámara para el guardarropa, un director de orquesta y sus músicos. Aquí se encuentra la caja para gastos menores (limosnas y pensiones) y vestuario.
El divorcio de Napoleón
El servicio de alimentación y librea, que constituye el rubro V, es el que implica mayor cantidad de personal: el supervisor y su adjunto tienen sesenta y seis personas bajo sus órdenes. La cocina, la despensa, la bodega, el mantenimiento de la platería, de la porcelana y de la cristalería requieren veintiún empleados, sin contar dos maestresalas, dos trinchadores y un encargado de poner la mesa. Tres personas están afectadas a la ropa blanca y catorce al servicio de iluminación y calefacción. El servicio de los aposentos comprende dos porteros y un primer ayuda de cámara que tiene bajo sus órdenes a no menos de otros veinte ayudas de cámara. Por fin, el rubro VI, el de las cuadras, está organizado sobre la base del mantenimiento de sesenta caballos.
El dormitorio de Josefina en Malmaison
Las personas del servicio de honor, de trato diario con Josefina, provienen de las mejores familias y la mayoría seguirá siéndole fiel. El capellán principal, arzobispo de Tours y cuñado de una Beauharnais, es el encargado de todo lo que concierne al culto y la distribución de las limosnas. La dama de honor, Madame d’Arberg, dirige toda la casa y reglamenta el servicio de los aposentos, el del guardarropa y el de las joyas y tiene bajo sus órdenes a ocho damas de palacio. Es el pilar sobre el que reposa todo el edificio. El caballero de honor, Monsieur de Beaumont, ex introductor de embajadores de la emperatriz, tiene la misión de acompañar a Josefina en sus desplazamientos, de velar por su guardia y de ocuparse de la policía y la distribución de los alojamientos en las diferentes habitaciones de Su Majestad. Es asistido por cuatro nuevos chambelanes. Finalmente las cuadras están dirigidas por el caballerizo mayor, el barón de Mónaco, asistido por otros tres caballerizos: Pourtalès, dÀndlau y Chaumont-Quitry.
Como siempre una gran entrada Fidelissimus, a pesar de la Revolución, acabó imponiéndose una monarquía bonapartista que por lo que leo acabó asemejándose muchísimo a la vieja monarquía de los Borbones.
ResponderEliminarUn saludo.
Era un espejo, Sire. Es risible verdaderamente, porque pese a los cambios drásticos que sufrió Europa por obra del gran Corso, la raíz de sus ambiciones se hallaba en la monarquía o, por lo menos, en el absolutismo.
ResponderEliminarMis saludos