El origen de los negocios y de la familia Thyssen está íntimamente asociado a la región alemana del Ruhr, afluente del río Rin. El creador del consorcio empresarial Thyssen fue August, nacido en 1842, quien a los 30 años se casó con Hedwig Pelzer, de 18, hija de un empresario de Mülheim. La progenie del matrimonio, así como el enriquecimiento del industrial, creció rápidamente. Luego de cuatro hijos -Fritz, August, Heinrich y Hedwig-, la pareja se divorciaría en 1885.
El augusto patriarca hizo oro con sus empresas que luego de la Primera Guerra se habían extendido fuera de fronteras, llegando hasta Bélgica, Francia y Holanda. En 1903 compró el castillo Landsberg, una fortificación del siglo XIII a orillas del Ruhr, que convirtió en su casa de campo. Aunque aparentaba un exterior serio y evitaba las ostentaciones, sabía cómo dar una imagen principesca: los muros de la mansión lucían con maestros antiguos, una serie de esculturas de Rodin adornaba la entrada, en los inmaculados céspedes se paseaban los pavos reales…
Luego de la muerte de August Thyssen en 1926, dos de sus hijos siguieron el mismo camino profesional que el padre, pero tomaron distintos senderos políticos y lúdicos. Alemania y la orilla del Rin, donde se había fortalecido la familia a caballo entre los siglos XIX y XX, era la panacea de la industria y el desarrollo económico, pero también foco de conflicto bélico y tensiones políticas. El primogénito, Fritz, estudió en Berlín y Londres y luego empezó a trabajar con su padre; el hermano menor, Heinrich, se estableció en Hungría con 30 años y finalmente emparentó con la nobleza en 1906, al casarse en Viena con Margrit, hija del barón Bornemisza de Kaszon.
August Thyssen, el patriarca
La fusión de los apellidos Thyssen y Bornemisza se produjo en peculiares circunstancias. La nueva señora Thyssen era hija del aristócrata húngaro Gabor Bornemisza de Kaszon, ayudante de cámara de la corte austro-húngara, y de la norteamericana Louise Price. El barón no tenía hijos varones y en 1907, al año siguiente de la boda de su hija, convenció al emperador Francisco José para que firmara un decreto nombrando barón Bornemisza de Kaszon a su yerno el alemán Heinrich Thyssen. Francisco José, emperador de Austria y rey de Hungría (más austriaco que húngaro) no tuvo problemas en flexibilizar o saltarse los principios hereditarios de la antigua nobleza –en aquellos momentos tambaleándose- y pasar la baronía de suegro a yerno para que no se perdiese el título.
Esto ha creado gran controversia pues se dedujo que Heinrich había accedido a la boda simplemente para hacerse noble.
El nuevo barón –librado de la Primera Guerra Mundial por motivos de salud- compró el Schloss Rohoncz, en Rechnitz, en la zona que separa Austria de Hungría, y que había sido residencia de los Batthyány, relacionados con los Bornemisza, desde el año 1551. Y, además, a golpe de decreto, se nacionalizó húngaro, manteniendo esta nacionalidad el resto de su vida.
El castillo Rohoncz
En 1919, cuando August y Fritz Thyssen sentían en Alemania la tristeza de la humillación, el húngaro de origen judío Bela Kun hacía su revolución de inspiración soviética encabezando una república de corta vida en Hungría que perseguía a la aristocracia. El matrimonio Thyssen-Bornemisza, que había tenido tres hijos, un niño y dos niñas, se trasladó primero a Austria y después a Holanda huyendo del comunismo de Bela Kun. En este último país, en 1921, nació el hijo pequeño, Hans Heinrich, quien a su mayoría de edad sería segundo en la baronía tras la decretada rehabilitación del título.
Luego de la muerte del patriarca, Fritz se encargó de las explotaciones mineras y las industrias metalúrgicas, mientras que Heinrich se responsabilizó de los negocios bancarios y la navegación. En 1927 los Thyssen-Bornemisza se divorciaron oficialmente.
Heinrich Thyssen, el primer barón
De vuelta a la Europa occidental, el barón húngaro se arrimó a la vecina y pacífica Suiza, donde se habían extendido las actividades financieras del consorcio familiar. En 1932 compró Villa Favorita, un palacio en el Ticino a orillas del lago Lugano, construido en 1687 y propiedad del príncipe Leopoldo de Prusia. La nueva residencia le daba cobijo de los conflictos bélicos y políticos de la Europa central pero también era el sitio ideal para salvaguardar su colección de arte y prosperar en los negocios bancarios.
A la muerte de Heinrich padre en 1947 la ley suiza fue tajante en su aplicación a la colección de parte reunida por el patriarca y guardada en aquel país. El conjunto de medio millar de obras de pintores clásicos se dividió en partes desiguales entre los hijos del primer barón, a quienes les correspondía una porción tras impugnar el testamento que les prohibía deshacer la colección o sacarla de Suiza. El hermano mayor, Stefan, no aceptó ningún cuadro, Magrit llevó la porción menor con varias docenas de pinturas, Gabrielle se llevó más de un centenar de obras y el pequeño Hans Heinrich se adjudicó más de doscientas.
“Villa Favorita”, en Lugano, Suiza
Heinrich, con los negocios, heredó también la baronía. Este es un título flexible que pasó de suegro a yerno y de yerno a hijo pequeño gracias a la fortuna que llevaba al lado. En Suiza los títulos propios no existen, pero nada impedía la exportación de la baronía húngara. En el reparto e intercambio de bienes, el barón empezó a reunir de nuevo las obras de arte que la ley suiza dividía.
En 1950 el aristócrata de nacimiento holandés, padre alemán y madre y nacionalidad húngaras consiguió la nacionalidad suiza, convirtiéndose en uno de los ciudadanos de la Confederación Helvética. En aquella década comenzó la recuperación de las empresas Thyssen confiscadas durante la guerra y el inicio de la colección propia de obras de arte, cuando comienza a comprar a su gusto añadiendo nuevas piezas a las que había obtenido de la colección paterna.
Las dos hermanas Thyssen también se convirtieron en nobles al unirse, vía matrimonial, a familias de títulos aristocráticos más o menos vigentes. Margrit se convirtió en la condesa Batthyány, de nacionalidad húngara, y Gabrielle casó con el barón holandés Bentinck, embajador en Inglaterra y en Francia –esta última formó su apellido de casada sin renunciar al de soltera, siendo conocida como baronesa Bentinck-Thyssen-.
La boda de Francesca von Thyssen y Carlos von Habsburg en Austria (1993)
El título de Heinrich seguiría considerándose poco ortodoxo para la realeza legítima, lo que quedó demostrado en 1993, cuando Francesca, la única hija mujer del barón, fruto de su tercer matrimonio, contrajo matrimonio con el archiduque austríaco Carlos de Habsburgo. Éste es hijo del archiduque Otto, hijo del último emperador austro-húngaro y diputado europeo por Baviera. Los cuatro hermanos de Otto no acudieron a la ceremonia religiosa aduciendo razones de enfermedad o diferentes compromisos oficiales. Pero las especulaciones apuntaban a que se oponían al matrimonio porque la novia era húngara –tradicionalmente rival- y no pertenecía a una familia de noble y larga prosapia, dado que el título Thyssen-Bornemisza había sido rehabilitado apenas dos generaciones atrás.
La fortuna de la pretendiente familia imperial de Austria había sido confiscada después de la Primera Guerra Mundial. El novio aspiraba a formar parte del cuerpo diplomático de su país, pero todo le cambió con la boda. El mayor defensor del enlace, aparte de los contrayentes, era el archiduque Otto, antiguo príncipe heredero de Austria-Hungría, partidario de proyectar una imagen más moderna de su familia, ajena al bagaje histórico que les persigue. Los miembros de la Casa de Habsburgo, contrarios a que una Thyssen-Bornemisza entrara a la familia aunque viniese cargada de dinero, amenazaban con no reconocer a Karl como legítimo sucesor de Otto y, por ende, del último emperador austriaco. Al margen de las desavenencias familiares y recriminaciones históricas, el boato que rodeó aquella ceremonia invernal en el pueblecito montañoso de Mariazell le dio aires de boda real en momentos que monarquías de gran peso histórico como la inglesa dejaban de creer en tales espectáculos maritales.
El 2º barón y su quinta esposa, la española Carmen Cervera, en una portada de la revista Vanity Fair (1989)
Con la muerte del segundo barón Thyssen-Bornemisza en el inicio del segundo milenio, hubo dudas sobre a quién recaería la titularidad de la baronía. La quinta baronesa Thyssen lo aclara con sus propias palabras: “Me siento muy orgullosa de mi título de baronesa Thyssen Bornemisza, un título entregado personalmente por el emperador de Hungría a mi suegro, el padre de mi marido, para todos los herederos, no solamente para el hijo mayor. Todos los herederos directos del Barón podemos ostentar el título de barón o baronesa. Mi hijo también es barón. Y yo soy baronesa. Me siento muy orgullosa de llamarme Carmen Thyssen y no deseo ningún título más. Lo llevo con mucho orgullo porque era el de mi marido.”
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