Noruega (en noruego, bokmål Norge), oficialmente Reino de Noruega (en noruego, bokmål Kongeriket Norge), es un estado monárquico de Europa septentrional que, junto con Suecia, forma la península escandinava. Las dos naciones, junto con Dinamarca y Finlandia, conforman Escandinavia, siendo Noruega la parte más occidental de dicha región. Las islas de Svalbard y Jan Mayen son también parte de su territorio. La larga extensión de la costa noruega sobre el Atlántico Norte es escenario para sus famosos fiordos, valles de origen glaciar.
Visión política de Escandinavia (siglo XIX): un soldado noruego, un danés y un sueco simbolizan el escandinavismo
Muchos etimologistas creen que el nombre del país viene de las lenguas germánicas nórdicas y que significa la "ruta del norte" o el "camino hacia el norte", que en nórdico antiguo sería Nord veg o Norð vegri. En el nórdico antiguo, el nombre de Noruega fue Nóreegr, en sajón antiguo fue Norþ weg y en latín medieval fue Nhorvegia.
La más temprana evidencia escrita de la utilización de la palabra "Noruega" data del siglo IX en una traducción en anglosajón de un libro de Paulo Orosio, "Siete libros de historia en contra de los paganos". La traducción fue hecha por el rey Alfredo el Grande de Wessex para incluir un recuento suyo de los viajes de Ohthere de Hålogaland, una aventura vikinga.
La historia de Noruega se remonta a la Alta Edad Media, que coincide con la irrupción, a finales del siglo VIII, de los navegantes vikingos en la historia europea a través de actividades comerciales, de saqueo y de colonización. Se sabe, sin embargo, que el territorio de lo que hoy es Noruega estuvo poblado desde hace unos 12.000 años.
En aquella región sin unidad política alguna había en el siglo VIII estados minúsculos cuyos jefes militares eran llamados jarls. Éstos tenían a su servicio hombres libres, campesinos y pescadores, que además cumplían una función militar. A su vez, los campesinos eran servidos por esclavos y siervos libres.
Estandarte del antiguo reino de Noruega (con el motivo del tradicional león noruego)
Desde el siglo VIII, los jarls comenzaron a organizar expediciones militares fuera de sus territorios, atacando estados europeos por medio de correrías y saqueos. Junto con daneses y suecos, serían conocidos como vikingos o normandos. Las campañas noruegas se dirigieron principalmente al norte y al oeste, colonizando la costa septentrional de lo que hoy es Noruega, y poblando territorios hasta entonces deshabitados: Shetland, las Islas Feroe, Islandia, Groenlandia y saliendo desde ahí, a inicios del siglo XI, sus hijos descubrirían América, que ellos llamarían Vinlandia. Desde el norte de las Islas Británicas los vikingos noruegos se dirigieron al ataque de Escocia, el norte de Inglaterra, Irlanda y la Isla de Man, y más al sur, hacia Francia e incluso la península ibérica.
El período vikingo (entre los siglos IX y XI) significó la unificación y expansión de Noruega. Harald I el Rubio fue, según las sagas, el rey que unificó Noruega. Su reinado duró de 872 a 930. No obstante, no es sino hasta los siglos XI y XII, una vez consolidada la organización eclesiástica y monárquica cuando puede hablarse de un reino noruego plenamente unificado e independiente. Noruega alcanzó un período de esplendor en el siglo XIII, cuando fue poseedora de un Imperio en el Atlántico Norte. A este esplendor siguió una fase de decadencia al final de la Edad Media, marcado por la extinción de su dinastía real, la peste negra y las consecuentes crisis económicas y sociales.
Leif Eriksson descubre América (1000), casi 500 años antes que Cristóbal Colón
La Era Vikinga
Los sucesores de Harald no pudieron fortalecer al poder monárquico y las luchas intestinas de los monarcas con los jarls o los pretendientes rivales propiciaron la intervención de Dinamarca, convirtiendo a Noruega en un reino vasallo de aquél. El descontento entre algunos jarls de estar sometidos al rey danés fomentó el nacimiento de líderes locales que sin embargo serían derrotados por Dinamarca. El hijo de Harald, Haakon el Bueno, fue el primer rey noruego en adoptar el cristianismo, pero no pudo establecer la nueva fe ante la reticencia de la población.
Olaf Tryggvason, perteneciente a la Dinastía Hårfagre, llegó procedente de un exilio en 995 y enseguida fue nombrado rey; inició la conversión de Noruega al cristianismo empleando misioneros ingleses y en ocasiones métodos violentos, pero no logró el control efectivo del país y fue derrotado en la batalla de Svolder en el año 1000. Su sobrino, Olaf el Santo, lograría, quince años después, fortalecer a la monarquía y a la Iglesia y establecer estrictas leyes, pero sus rivales pidieron nuevamente la intervención de Dinamarca y lograron expulsarlo y finalmente darle muerte en 1030.
Olaf Tryggvason es electo rey (995)
La pronta canonización de Olaf influyó en que su hijo Magnus ocupase el trono en 1035. Magnus llegó a un acuerdo con su rival Canuto Hardeknut de Dinamarca: el que sobreviviera al otro tomaría el poder de ambos reinos. Magnus heredó el trono de Dinamarca en 1042. Su tío Harald Hardråde regresó de Constantinopla en 1045 y reclamó una parte del trono. A la muerte de Magnus, Noruega y Dinamarca se separaron y Harald Hardråde, el sucesor en Noruega, intentó sin éxito conquistar Dinamarca y en 1066 viajó a Inglaterra a reclamar el trono de ese país, pero encontró la muerte en la batalla del puente Stamford frente a su enemigo Haroldo el Sajón. Con su muerte finaliza la Era Vikinga.
Edad Media
Entre 1066 y 1130, el reino de Noruega se había establecido ya sólidamente, aunque aún contaba con un sistema administrativo bastante rudimentario. En la época inmediatamente posterior a la era Vikinga, se alcanzó en Noruega un período de paz interna y de crecimiento económico.
A Magnus III le sobrevivieron sus tres hijos, pero sólo los dos mayores gobernaron conjuntamente de manera duradera. Mientras Øystein I llevó a cabo una intensa labor de construcción de ciudades, palacios e iglesias, su hermano Sigurd I es recordado por haber participado en una cruzada a Jerusalén.
El Rey Sigurd y el Rey Balduino de Jerusalén bordean el río Jordán
El que hubiera a menudo más de un sucesor al trono se debía a las leyes de sucesión noruegas, que establecían que todos los hijos varones del rey heredaban el gobierno. Hasta entonces, los conflictos entre los sucesores no habían pasado a mayores, pero a la muerte de Sigurd el Cruzado en 1130 se desató una serie de guerras civiles que duraría más de un siglo y que sería alimentada por conflictos sociales y económicos.
Por regla general, se trató de conflictos armados intercalados entre breves períodos de paz. Dos bandos opuestos trataban de imponer a su pretendiente y a la muerte de uno de ellos, sus seguidores se mantenían aglutinados en torno a un sucesor. Los bandos rivales mantenían el control de ciertas regiones, resultando en la división territorial del país, si bien cada pretendiente se asumía como rey de toda Noruega.
La Iglesia intervino en los años 1160 a favor de Magnus Erlingsson, que sería el primer monarca noruego en ser coronado (Magnus V). Al mismo tiempo, por influencia de la Iglesia, se redactó la primera ley de sucesión escrita, que estipulaba la condición de hijo legítimo para alcanzar el trono. Sverre Sigurdson, un gran estratega militar, logró controlar una parte del país y finalmente derrotar a Magnus en 1192. Sverre logró coronarse, pero su enemiga la Iglesia lo excomulgó y puso a Noruega bajo interdicto en 1194. Desde 1208 hasta 1217, el país quedó dividido por la guerra entre ambos partidos, hasta que se alcanzó la reconciliación y el rey birkebeiner Haakon IV fue reconocido por las dos facciones en 1217. Algunos opositores se mantuvieron en armas, pero la última rebelión fue derrotada en 1240.
Los birkebeiner, agrupación político-armada que se levantó en armas contra el reinado de Magnus V
Haakon IV y sus sucesores
Haakon IV heredó un Estado fortalecido y unificado, y su reinado es considerado por algunos historiadores como la era dorada de la historia medieval de Noruega. El rey centralizó por primera vez la administración, convirtiendo a Bergen en su capital. En la década de 1260, Noruega alcanzó la mayor extensión territorial de su historia, que incluía Groenlandia, Islandia, las Islas Feroe y una parte de las Islas Británicas. Su hijo, Magnus VI el Legislador, renunció a las reivindicaciones sobre Escocia y la Isla de Man pero con el Tratado de Perth aseguró el reconocimiento de la soberanía noruega sobre las Orcadas y Shetland; promulgó además la primera ley de observancia nacional en 1274, adelantándose a los demás países europeos.
En el siglo XIII, los reyes noruegos intentaron que Noruega asumiese un papel de gran potencia en Europa, estableciendo contactos diplomáticos con varios reinos. Hubo alianzas matrimoniales con Castilla y Escocia y el rey Erik II reclamó el trono escocés para su hija Margarita, la doncella de Noruega, en 1295.
Haakon V, rey desde 1299, trasladó la capital a Oslo, se casó con una princesa alemana e intentó incrementar la influencia noruega en Escandinavia, participando en conflictos internos de Suecia. Esa política llevaría a la unión de Noruega con sus vecinos por largos períodos. A su muerte sin hijos varones, fue sucedido por su nieto Magnus VII (Magnus II Eriksson de Suecia) de la dinastía de Folkung (Casa de Bjälbo), quien ya era rey de Suecia.
Sello real de Magnus VII, quien gobernó también en Suecia como Magnus II.
Aunque unidos bajo un mismo monarca, Suecia y Noruega se mantuvieron como reinos independientes, con sus propias leyes y su propio Consejo. Magnus VII tuvo dos hijos, y los dos Consejos acordaron que se otorgara el trono de un país a cada uno de ellos. Magnus abdicó la corona noruega en su hijo Haakon VI en 1362; éste mantuvo la influencia noruega en Suecia e incluso llegó a ser rey de este último país en 1364, además de pactar su alianza matrimonial con la princesa Margarita de Dinamarca. Su único hijo, Olaf, se convirtió en rey de Dinamarca en 1375 y a la muerte de Haakon VI en 1380, también en rey de Noruega. Desde entonces -salvo breves excepciones- Noruega permanecería unida a Dinamarca hasta 1814.
Unión de Kalmar
Olaf IV murió a la edad de 17 años, y con él se extinguió la dinastía de los Folkung en Escandinavia. Su madre, Margarita de Dinamarca, quien ya gobernaba como regente, fue nombrada reina de Dinamarca en 1387 y de Noruega en 1388. Se enfrentó al poder de la Liga Hanseática e intervino en Suecia contra el gobierno del príncipe alemán Alberto de Mecklemburgo. Una vez nombrada reina en Suecia, constituyó la Unión de Kalmar en 1397, así llamada por la ciudad sueca donde se reunieron los consejos reales de los tres reinos para acordar los términos de la unión. Ésta fue una unión personal bajo la égida de Margarita, pero los tres reinos se mantenían en los hechos independientes políticamente.
La reina Margarita I y Erik de Pomerania durante la coronación de este último como rey de la Unión de Kalmar.
La unión se mantuvo firme mientras vivió la reina. A su muerte se sucedieron descontentos en Dinamarca y Suecia por el impopular gobierno de Erik de Pomerania, que sin embargo fue apoyado por los noruegos. La debilidad política de Noruega se reflejó en su pasividad en los conflictos en el seno de la Unión y en el hecho de que, pese a contar con una monarquía hereditaria, sus reyes eran electos en Dinamarca y el consejo sólo los ratificaba.
Al contrario de Suecia, que constantemente se opuso a que un rey danés tuviese el control de la Unión, Noruega continuó sin sobresaltos al lado de Dinamarca. Una excepción fue la elección de Carlos VIII de Suecia como rey de Noruega en 1450, reinado que sólo duró un año y fue sustituido por el de Cristián I de Dinamarca. Este rey cedió a Escocia las posesiones noruegas de las Orcadas y las Shetland en 1469 como parte de la dote matrimonial de su hija Margarita.
El Atlántico Norte y Escandinavia (siglo XVI)
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