Entre 1795 y 1797 Désirée vivió con su madre en Génova. Luego se fue con su hermana Julie y su cuñado José, quien era el embajador de Francia en Roma (su relación con Julie siempre fue muy intensa y profunda). Estuvo brevemente a la espera para casarse con el general francés Léonard Duphot, pero éste fue asesinado en un motín en Roma en diciembre de 1797, la víspera de su matrimonio.
Madame Bernadotte
Después de su regreso a Francia, conoció a su futuro esposo, el general francés Jean Baptiste Jules Bernadotte, con quien se casó en Sceaux el 17 de agosto de 1798. En el contrato de matrimonio, Désirée obtuvo la independencia económica. Al año siguiente, Madame Bernadotte dio a luz a su único hijo, Oscar, pero la pareja llevó más tarde vidas separadas.
Su marido era un general al frente del ejército napoleónico y normalmente se ausentaba de París. Désirée tenía una buena relación con la familia imperial de Bonaparte, así como con la emperatriz, por lo que declinó no tomar partido en los conflictos entre Josefina y los hermanos de Napoleón. Incluso tuvo un lugar destacado en la ceremonia de coronación en 1804. Désirée vivía una cómoda vida social en la capital durante las largas ausencias de su marido, aunque ella prefería una vida familiar informal antes que la de la corte imperial. Se cree que pudo haber tenido una relación romántica con el corso Ange Chiappe, que a menudo actuaba como su escolta. En 1804-1805, Bernadotte fue nombrado gobernador de Hannover y Désirée y su hijo se mudaron a Hamburgo, pero ella pronto regresó a París; no era feliz viviendo en otro lugar. Cuando su esposo fue hecho príncipe de Pontecorvo en 1806, Désirée preocupada se preguntó si se vería obligada a abandonar la capital francesa, pero estuvo feliz cuando se aseguró de que no lo haría. En 1807, visitó a Bernadotte en Spandau. Désirée no estaba interesada en política, pero sus buenas conexiones la convirtieron en una marioneta en manos de su marido y de Napoleón, quienes la usaron para influenciar los demás y para comunicarse entre sí con ella como mensajera.
Désirée
“París, el día de la coronación de Napoleón, 2 de diciembre de 1804.
Sonido de charanga. Lenta y solemnemente los heraldos en lila y oro se encaminaron hacia Notre Dame. Se les unieron pajes con vestidos de color verde. Luego tocó el turno a Despreaux, el maestro de ceremonias. Detrás de él desfilaron con paso corto y en parejas las dieciséis esposas de los mariscales, tiesas como fantoches. Después Sécurier, y seguidamente Murat. Sécurier, con un almohadón donde se hallaba el anillo de la Emperatriz; Murat, en cambio, con la corona de Josefina. Al salir del palacio, el aire helado me dio en la cara. Llevaba ante mí el almohadón con el pañuelo de encaje como una ofrenda sagrada. Al pasar entre la multitud, que un impenetrable cordón de soldados comprimía, surgieron algunos gritos aislados: ¡Viva Bernadotte! ¡Viva Bernadotte!. Yo seguí con los ojos clavados en la espalda de Murat. Cuando llevaba el pañuelo de Josefina por la catedral, los sonidos susurrantes del órgano y la fragancia del incienso extinguieron todos los pensamientos. Sólo al llegar al fin de la nave se detuvo Murat y dobló a un lado. Vi el altar y los dos tronos dorados. En el que se hallaba a la izquierda, inmóvil como una estatua, había un anciano vestido de blanco: Pío VII, que esperaba desde hacía casi dos horas a Napoleón…”
En 1810, Bernadotte fue elegido heredero al trono de Suecia. Désirée inicialmente pensó que era una posición similar a la del Príncipe de Pontecorvo pero se deprimió cuando se enteró de que en esta ocasión se esperaba que abandonara París para trasladarse a la fría Europa del Norte.
El Mariscal Bernadotte, futuro Karl XIV Johan de Suecia
Princesa heredera
Désirée visitó Suecia por primera vez ese mismo año, pero no pudo adaptarse a las exigencias de la formal etiqueta cortesana. Dijo que había sido tratada con esnobismo por la corte sueca y en especial por la Reina (Hedwig de Holstein-Gottorp), aunque la Reina viuda (Sofía Magdalena de Dinamarca) fue amable con ella. El clima también fue un choque: llegó a Estocolmo durante el invierno y odió tanto la nieve que lloró. Nunca había querido ser una reina y no quería mudarse tan lejos de su familia. La Reina la encontró consentida y poco digna y el entorno francés de Désirée, especialmente Elise La Flotte, la hizo impopular por animarla a quejarse de todo. La Reina la describía como una dama de buen corazón, generosa y agradable cuando elegía ser ella misma y no unirse a la intriga, pero también la consideraba una inmadura y "mimada niña", que odiaba todas las demandas y no era capaz de manejar cualquier forma de representación. También describió a Désirée como "una mujer francesa en cada pulgada", que no gustaba y se quejaba de todo lo que no era francés, y "en consecuencia, no es querida."
Désirée abandonó Suecia en 1811 bajo el nombre de "Condesa de Gotland", oficialmente a causa de su salud, y regresó a París. Allí permaneció durante doce años, dejando detrás a su marido y su hijo. Ella misma dijo que la nobleza sueca la había tratado como si estuvieran hechos de hielo: "No hables conmigo de Estocolmo, me da frío tan pronto como oigo la palabra." Residía en París de incógnito, con lo que evitaba la política durante el difícil período en que Suecia estuvo en guerra con Francia; sin embargo, su casa en la Rue d'Anjou fue observada por los integrantes de la policía secreta y sus cartas fueron leídas por ellos.
Oscar, Príncipe heredero de Suecia
Cuando Napoleón fue derrotado en 1814, su casa era un refugio para su hermana Julie. Bernadotte se encontró con ella en París, pero regresó a Suecia solo. Désirée fue ridiculizada por la corte de Luis XVIII como una advenediza, pero mantenía su pequeña corte propia donde daba recepciones. En 1816 hizo planes para regresar a Suecia, pero deseaba llevar consigo a su hermana Julie; su esposo consideraba que eso sería imprudente, pues Julie era miembro de la familia Bonaparte y su presencia podría ser tomada como una señal de que él se hallaba del lado del depuesto Napoleón, así que, al final, esto quedó en nada.
Bernadotte había empleado un Conde de Montrichard en su casa (1817) como su espía para que le informara si ella hacía algo que le pudiera afectar.
Una francesa en el trono de Suecia
En 1818, su esposo se convirtió en rey de Suecia; pero ella se quedó en París, oficialmente por razones de salud, lo que fue discutido por los periódicos de París y por sus visitantes. En Suecia, su marido tenía una amante, la noble Mariana Koskull. Désirée celebraba recepciones en París como la reina de Suecia los jueves y domingos, a pesar de que todavía utilizaba el título de condesa. En aquella época se enamoró del ministro francés, el duque de Richelieu (Armand-Emmanuel du Plessis), a quien siguió en sus viajes hasta la muerte de él en 1822. Ese año se encontró con su hijo Oscar en Aquisgrán.
La reina Desideria de Suecia y Noruega
En 1823, Désirée regresó a Suecia junto con la novia de su hijo, Josefina de Leuchtenberg; fue una corta visita. El 21 de agosto de 1829 fue coronada a petición propia. Era la primera plebeya en ser reina desde Karin Månsdotter en 1568. También habló de una coronación en Noruega, pero los noruegos consideraban imposible tal cosa debido a la religión de Désirée. Ella no era, de hecho, religiosa, pero se vio obligada a asistir a misa y confesión debido a su nuera. La década de 1830 fue un período en el que hizo todo lo posible para ser activa como una reina, un rol que nunca había querido jugar. Fue un tiempo de bailes y fiestas, más lo que se había visto en la corte sueca desde la época del rey Gustavo III, pero Désirée pronto se cansó de su condición real y quiso regresar a Francia. Su marido, sin embargo, no lo permitió.
“Castillo de Drottningholm, 16 de agosto de 1823.
Esta noche me convertí, por primera vez, en un fantasma. Vestida con mi batín claro vagué como un espectro por el castillo, semejante a la Dama Blanca. La culpa de ello la tienen las luminosas noches estivales, en que ni por un instante oscurece de verdad. Durante mi primera visita a Drottningholm las pasaba llorando. Y ahora -¡Dios, qué cambio!- tengo que pasarlas bailando. Es que Oscar y la estrella errante se arremolinan de fiesta en fiesta. Y yo obligo a Jean Baptiste a que concurra. Primero trató de disculparse con cien excusas; por supuesto el trabajo y de nuevo el trabajo. Hasta me dio como pretexto su edad. Jean Baptiste tiene sesenta años y es sano como un roble. Me reía de él, poniéndolo en ridículo y transformando su solitaria morada de soltero en el castillo en una verdadera Corte, noble y alegre. Se nombró un regimiento de damas de honor y chambelanes. Los lacayos tuvieron flamantes uniformes. Hubo un trabajo enorme para los tapiceros, ebanistas, sastres, modistas y peluqueros. Todos ganaron mucho con esto y estaban contentos. Y por último, mis queridos comerciantes de sedas…”
El palacio Roserseberg, a orillas del Lago Mälaren
No hay nada que indique que alguna vez ella haya tenido alguna influencia política. Pasaba sus veranos en el Palacio Rosersberg y visitaba a menudo los balnearios suecos, como el spa Ramlösa. Viajó a Noruega un par de veces, la primera vez en 1825. La corte estaba asombrada por su comportamiento informal: cada mañana visitaba a su marido en camisón, lo que era visto como sorprendente, porque su esposo generalmente recibía en ese momento a los miembros del Consejo de Estado en su alcoba. De lo contrario, se encontraban sólo en ocasiones formales: como siempre llegaba tarde a las cenas, él dejó de comer con ella después de 1826 y como su consorte también prefería tener sus comidas solo, no era raro que los nobles de la corte se sentaran solos a la mesa, sin la presencia de pareja real. La reina iba a la cama tarde y se despertaba tarde.
Nunca se hizo muy popular en la corte y nunca aprendió a hablar sueco; hay muchas anécdotas de sus intentos de hablar el idioma. Mantuvo su séquito francés personal: durante los primeros años, su sobrina, la Condesa Marcelle Tascher de la Pagerie, fue su dama de honor. Entre sus más conocidas damas de honor fueron estaban las noruegas Kathinka Falbe y Jana Falbe; debido a los excéntricos hábitos de Désirée, ambas eran conocidas como Strapatsfröknarna (algo así como "Mlles Calamidad"). Durante su estancia en el Palacio Rosersberg, la reina caminaba en el parque por la noche y como tenía el temor de ser atacada por murciélagos, instruyó a su dama de honor para que caminara delante de ella vestida de blanco a fin de atraer los murciélagos y alejarlos de ella.
La Familia Real de Suecia (Bernadotte) en 1837
La Reina viuda
En 1844, su marido murió. En 1853, la reina viuda deseaba regresar a París, pero su miedo a los viajes por mar lo hizo imposible. Después de convertirse en una viuda, se hizo cada vez más y más excéntrica. Iba a la cama por la mañana, se levantaba al atardecer, desayunaba en la noche y daba vueltas en carruaje por las calles, en el patio o vagaba por los pasillos del castillo durmiente con una lámpara. Una anécdota lo ilustra: en 1843, un guardia de palacio vio a la reina completamente vestida en el balcón del palacio en medio de la noche. Cuando llegó a su casa con su esposa, le dijo que era perezoso en comparación con la reina, quien se había levantado horas antes del amanecer. Pensaba que la reina Désirée se levantaba más temprano que cualquier otra persona en la ciudad, pero en realidad, ella aún no había ido a la cama –eventualmente se levantaba a las tres o cuatro de la tarde-. La reina gustaba hacer visitas sin previo aviso y a veces llevaba niños de las calles al palacio y les daba dulces; no era capaz de participar en una verdadera conversación, pero diría "Kom, kom!", que en sueco significa "Ven, ven!".
Hay otras historias sobre personas que habían sido despertadas por su carruaje cuando conducía por las calles de noche; a veces el carruaje se detenía, ella iba a dormir un rato, luego se despertaba y el transporte continuaba su camino. Otras veces conducía en círculos alrededor del palacio real: hábito que se llamó "Kring Kring", una de las pocas palabras en sueco que aprendió, que significa "vueltas y vueltas". En el último día de su vida, entró en su palco de la Ópera Real de Suecia justo después de que la actuación terminara. Era el 17 de diciembre de 1860, día en que Désirée murió.
Tumba de la reina Desideria junto a la de su esposo en la Capilla Bernadotte de la Riddarholmskyrkan, Estocolmo
Información interesante.
ResponderEliminarGRACIAS.
Estoy leyendo su vida y es muy interesante la narración histórica de este sitio. Muchas gracias así la entenderé mejor.
ResponderEliminarEn una pelicula de Marlon Brando y en una serie española que esta en youtube: El primer amor de Desiree nos muestran un gran amor entre ella y Bernardotte, pero la realidad fue diferente o parece diferente.
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