Un
Principado es un feudatario monárquico o un estado soberano, gobernado o
reinado por un monarca con el título de Príncipe o Princesa o (en sentido
extenso) con otro título dentro del uso genérico del término “príncipe”.
Algunos de estos estados nunca ha sido una forma de gobierno, sino que son
territorios en los cuales es mantenido un estilo principesco. La
riqueza y las propiedades del príncipe pueden estar localizadas principalmente
(o en su mayoría) fuera de los confines geográficos del principado.
La Condamine, en Montecarlo, es la imagen más universal del Principado de
Mónaco
Principados
soberanos actuales son Liechtenstein y Mónaco y el co-principado de Andorra.
Existen primogenituras reales como principados, tal como Asturias (España) y
Gales (Reino Unido). El término “principado” es usado a menudo para describir
informalmente Gales, pero no tiene base constitucional. El Principado de Gales
existió en las áreas norte y oeste de Gales entre los siglos XIII y XVI; las
Leyes de Unión de 1536, las cuales anexaron legalmente el País de Gales a Inglaterra,
eliminaron la distinción entre esas áreas y las Marcas Galesas, pero no fue
creado ningún principado para cubrir toda la región. Desde esa época, el título
de Príncipe
de Gales (junto con los de Duque de Cornwall y Duque de Rothesay,
entre otros) ha sido otorgado tradicionalmente al heredero del monarca reinante
del Reino Unido, pero no confiere responsabilidades para el gobierno de Gales.
El
término es también usado genéricamente para cualquier monarquía pequeña,
especialmente para estados soberanos gobernados por un monarca de menor rango
que rey, tales como un Fürst o un Gran Duque. No existe actualmente ningún
ducado soberano; sólo Luxemburgo es un ejemplo sobreviviente de un gran ducado soberano. Históricamente ha
habido principados soberanos con varios tratamientos de gobernante, tales como
Condados, Margraviatos, Landgraviatos e incluso Señoríos; especialmente entre el Sacro Imperio
Romano. Por otro lado, notables principados existieron hasta principios del
siglo XX en varias regiones de Francia, Alemania e Italia.
Ernest Constantine (1771-1849),
Landgrave de Hesse-Philipptshal
Mientras
que la definición de “estado principesco” se ajustaría perfectamente, la
tradición histórica reserva esta palabra para monarquías nativas en países
coloniales y aplicar “principado” a las monarquías occidentales.
Príncipe como monarca
reinante
Un
príncipe o princesa que es jefe de Estado de una monarquía como forma de
gobierno es un Príncipe reinante.
Las
actuales monarquías principescas son:
* El
co-Principado (co-regencia) de Andorra
* El
Emirato de Kuwait
* El
Principado de Liechtenstein
* El
Principado de Mónaco
* El
Emirato de Qatar
* Los Emiratos
Árabes Unidos (Principados Árabes Unidos)
En
la misma tradición, algunos monarcas auto-proclamados de las llamadas
“micronaciones” se establecieron a sí mismos como príncipes virtuales:
* Roy
Bates se autodenomina Príncipe Roy del Principado de Sealand (frente a la costa
de Suffolk, Reino Unido)
* Leonard
George Casley se autodenomina Príncipe Leonard del Principado de Hutt River
(enclave de Australia)
Título nobiliario emitido por el Principado de Sealand
Príncipe como representante
de un monarca reinante
Varias
monarquías proveen diferentes modos en los cuales príncipes de la dinastía
pueden compartir temporariamente o permanentemente el tratamiento y la posición
de monarca, como Regente o Virrey.
Aunque
estos cargos no pueden estar reservados para miembros de la dinastía
gobernante, en algunas tradiciones están probablemente incluso reflejados en el
tratamiento del oficio, tal como príncipe-teniente en Luxemburgo, repetidamente
llevado por el Heredero de la Corona antes de la abdicación del Gran Duque, o
en forma de consortium imperii (autoridad
real, o imperial, compartida).
Algunas
monarquías incluso sostienen una práctica en la cual el monarca puede
formalmente abdicar a favor de su heredero e incluso retienen un título real
con poder ejecutivo, como sucede con Maha Upayuvaraja (sánscrito
para Gran Rey Conjunto en Camboya), aunque también son conferidos a poderosos
regentes que ejercen poderes ejecutivos.
Manuel Filiberto de Saboya (1588-1624),
gran prior y gran almirante de Castilla,
virrey español de Sicilia de
1622 a 1624.
Principados europeos
Aunque
existieron principados en la Antigüedad, incluso antes del advenimiento del
Imperio Romano, el principado como es conocido hoy se desarrolló en la Edad
Media, entre 350 y 1450, cuando el feudalismo era el sistema económico y social
primario en la mayoría de Europa. El feudalismo incrementó el poder de los
príncipes locales dentro de las tierras del rey. Como continuaron ganando más
poder a través del tiempo, la autoridad del rey fue disminuyendo en muchos
lugares. Esto condujo a la fragmentación política por lo que las tierras del
rey fueron divididas en mini-estados gobernados por príncipes y duques que
ejercían poder absoluto sobre sus pequeños territorios. Esto fue especialmente
prevalente en Europa y particularmente con los Príncipes del Sacro Imperio
Romano.
Durante
el Renacimiento, de 1200 a 1500, los principados estuvieron a menudo en guerra
unos con otros puesto que las casas reales afirmaban la soberanía sobre los
principados más pequeños. Estas guerras causaron una gran inestabilidad y las
economías fueron destruidas. Episodios como la plaga de peste bubónica también
redujeron el poder de los principados para sobrevivir independientemente.
Wilhelm IV von Wittelsbach (1493-1550), Duque de Baviera
Eventualmente,
el progreso agrícola, el desarrollo de nuevos servicios y productos comerciales
y el patronazgo de la Iglesia Católica Romana impulsaron el comercio entre los
principados. Muchos de estos estados se enriquecieron, expandieron sus
territorios y mejoraron los servicios para proveer a sus ciudadanos. Príncipes
y duques desarrollaron sus tierras, establecieron nuevos puertos y fletaron
grandes y prósperas ciudades. Algunos usaron su recién adquirida riqueza para
construir palacios y otras instituciones hoy asociadas con los principados.
Consolidación
Mientras
algunos principados prosperaron en su independencia, estados menos exitosos
fueron absorbidos por casas reales más fuertes. Europa vio la consolidación de
pequeños principados en reinos e imperios más grandes. Esto ya ocurrió en
Inglaterra en el primer milenio y esta tendencia condujo posteriormente a la
creación de estados como Francia, Portugal y España.
Otra
forma de consolidación fue orquestada en Italia durante el Renacimiento por la
familia Medici, una dinastía de banqueros de Florencia que tomaron el control
de los gobiernos en varias regiones italianas e incluso asumieron el papado;
luego nombraron a miembros de la familia como príncipes y aseguraron su
protección por parte del Vaticano. Prusia también se expandiría más tarde
adquiriendo territorios de muchos otros estados.
Miembros de la familia Medici en un fresco de Benozzo Gozzoli (Cappella dei Magi, Palazzo Medici-Riccardi, Florencia)
Sin
embargo, de los siglos XVII al XIX, especialmente dentro del Sacro Imperio
Romano, lo contrario también ocurrió: muchos de los nuevos pequeños estados
soberanos surgieron como resultado de la transferencia de tierra por varias
razones.
Con el desarrollo del nacionalismo, la creencia que la
nación-estado es el mejor vehículo para realizar las aspiraciones de un pueblo,
los principados cayeron en desgracia a fines del siglo XIX. Como compromiso,
muchos principados se unieron a regiones vecinas y adoptaron formas
constitucionales de gobierno con el monarca como mera figura decorativa,
mientras que la administración era dejada en manos de parlamentos electos. La
tendencia en los siglos XIX y XX fue la abolición de varias formas de monarquía
y la creación de gobiernos republicanos liderados por presidentes electos por
el pueblo.
Principados eclesiásticos
Muchos principados donde la herencia genealógica es
reemplazada por la sucesión en un cargo religioso han existido en la Iglesia
Católica Romana. Cada caso consistía en un estado feudal (a menudo un antiguo
principado secular en el sentido amplio) llevado ex officio –el equivalente más cercano posible a la sucesión
hereditaria-por un Príncipe de la Iglesia, tratado más precisamente de acuerdo
a su rango eclesiástico, tal como un Príncipe-obispo, un Príncipe-abad o,
especialmente en una forma de estado cruzado, un Gran Maestro.
Joseph Othmar Ritter von Rauscher (1797-1875), Príncipe-Arzobispo de Viena y Cardenal
Otros
Principados
Esta
forma de estado ha existido en antiguas y modernas civilizaciones de África,
Asia, América precolombina y Oceanía.
Sin embargo, en el contexto colonial, es preferido el término “estados
principescos”, especialmente para aquellos que se desarrollaron bajo la
influencia de un poder colonizador europeo. El ejemplo más clásico es la India
Británica y estados principescos vecinos o asociados (como los árabes) que eran
gobernados por monarcas llamados “príncipes” por Gran Bretaña, de acuerdo a los
tratamientos nativos, que podían ser equivalentes a rangos reales o incluso
imperiales en las culturas autóctonas.
Existen
además micronaciones, las cuales más o menos seriamente reclaman soberanía pero
no son reconocidas como estados. Las más notables en Europa son Sealand, en el
Mar del Norte, frente a la costa de Inglaterra y Seborga, un pequeño pueblo en
Italia. Otros principados micronacionales en otras partes son el de Hutt River
en Australia y el de Minerva en el Pacífico Sur.
Primera fotografía oficial de Asaf Jah VIII, Nizam titular de Hyderabad, con su madre, Dürrühshehvar, hija del último
califa otomano. Se habría convertido en Nizam reinante después de la muerte de
su abuelo Asaf Jah VII, pero la independencia india de 1947 finalizó con el
gobierno de la dinastía.
Estados principescos
Un
Estado Principesco (también llamado Estado Nativo o Estado Indio) era una
entidad nominalmente soberana del Raj Británico que no estaba directamente
gobernado por Gran Bretaña, sino por un gobernante indio bajo una forma de
gobierno indirecto, tal como una suzeranía
o una preponderancia.
Había
oficialmente 565 estados principescos cuando India alcanzó su independencia en
1947, pero la gran mayoría había pactado con el Virrey para prestar servicios
públicos y recaudar impuestos. Solo 21 tenían verdaderos gobiernos estatales y
solo 3 eran importantes (Mysore, Hyderabad y Kashmir). Todos fueron absorbidos
por las dos nuevas naciones independientes entre 1947 y 1949. Este proceso fue
pacífico excepto en el caso de Jammu & Kasmir (los cuales resultaron
enconadamente divididos entre India y Pakistán) y Hyderabad. Todos
los príncipes fueron pensionados.
El Palacio Chowmahalla en Hyderabad, dominios del Nizam. El complejo se compone de cuatro palacios: el Afzal Mahal, Mahtab Mahal, Tahniyat Mahal y Aftab Mahal, todos dispuestos en torno a un patio ajardinado central con una alberca de mármol en el centro. El Chowmahallat ("4 Palacios") se inició en 1750 con las adiciones posteriores de Nizams sucesivos.
Otros
estados principescos existieron a lo largo del Imperio Británico. Algunos de
ellos eran considerados por la Colonial Office como satélites del Raj –y
usualmente puntos de apoyo en las rutas navales hacia India-; algunos lo suficientemente
importantes como para ser elevados al estatus de “estados saludo” (se les
llamaba así a aquellos cuyos gobernantes habían recibido por parte de la Corona
un saludo armado como privilegio protocolario reconociendo su estatus
relativo). Un número de estados árabes alrededor del Golfo Pérsico, como Omán,
los actuales Emiratos Árabes Unidos y Kuwait, fueron protectorados británicos
bajo gobernantes nativos. En la península de Malasia, los llamados “estados
Malayos” eran administrados por gobernantes locales que reconocían la soberanía
británica; todavía continúan reinando, pero hoy constitucionalmente, en la
mayoría de los estados constitutivos de la moderna Malasia.
Gobierno
indirecto a través de estados principescos (o incluso meras jefaturas tribales)
fueron practicados también en otros imperios coloniales de naciones europeas.
Un ejemplo es el de las Indias Orientales Neerlandesas (moderna Indonesia), las
cuales tenían docenas de gobernantes locales (principalmente malayos y
musulmanes, otros tribales hindúes). El término colonial en holandés era regentschap, “regencia”, pero no
aplicaba a feudos de bajo nivel. Algunos gobernantes también tenían precedencia
entre otros, como el Sunan de Surakarta y el Sultán de Yogyakarta (directos
sucesores del antiguo Imperio de Mataram, al cual pertenecían todas las
regencias en Java). Ambos eran reconocidos a través de sus reinos Vorstenlanden (“tierras principescas”) y
disfrutaban de un importante grado de autonomía y poder entre otras regiones.
El estado de Yogyakarta sobrevive hoy como una especial región, con su Sultán
reconocido como el Gobernador local hereditario.
Radyalaksana, el emblema de Kasunanan Surakarta Hadiningrat
(Reino de Surakarta), fue diseñado por el Rey Pakubuwono X (1893-1939).
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ResponderEliminarBuen post donde se explica el porqué de que los principados pese a ser autonómos no se convertian en reinos, ya que al conseguir su independencia,la figura del principe como tal y su cargo se mantenian en el nombre aunque pasasen a ser jefes del estado, desligandose de los reinados
ResponderEliminarDesde Argentina: Mi inquietud, despuès de leer detenidamente tu artìculo, es el supuesto del Princpado de Eboli reconocido por Felipe II en favor de su hombre de confianza...
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