e formaban más de un diez por ciento de la población: alemanes, húngaros, rumanos, italianos, albaneses y turcos. Este “Reino Unido” fue proclamado oficialmente el 4 de diciembre de 1918, después de que el príncipe Alexander de Serbia aceptase la regencia de la nueva nación. El 26 de noviembre una Asamblea manipulada por los serbios había depuesto al rey de Montenegro, Nikola I, que se oponía a la unión de su país a ese conglomerado (por lo que su nombre ni siquiera figuró en el pomposo título del reino). Desde el siglo XIX había existido entre la intelectualidad de las comunidades eslavas de los Balcanes, sobre todo entre la croata, una corriente partidaria de unificar a sus miembros en un Estado o región única dentro de las naciones existentes.
En el período anterior a la Primera Guerra Mundial hubo proyectos de modificar la estructura dual del Imperio austrohúngaro para agrupar a los eslavos del sur en una nueva unidad dentro del Imperio, pero nunca llegaron a fructificar, principalmente por la hostilidad magiar a desprenderse de parte de su territorio y la falta de apoyo de la corona a las iniciativas.
Insignia naval del Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, más tarde Reino de Yugoslavia (1922-1941)
Los historiadores no están de acuerdo sobre si los serbios, los croatas y los eslovenos eran un solo pueblo que bajó de los territorios eslavos y, cruzando los Cárpatos, se asentó en el sur de los Balcanes. A partir del siglo VII unas tribus se separaron de otras, concentrándose en núcleos que asimilaron a los restos de los pueblos autóctonos. Las que fueron hacia el oeste encontraron comarcas ricas y la cercanía del mar, formando el estado de Croacia. Las que se instalaron en el sudeste, solo pudieron ocupar zonas montañosas y pobres, apartadas del litoral, por lo que no pudieron constituir una nación serbia hasta los siglos X u XI.
Llegada de los croatas al Adriático
Serbia
Serbia era el alma mater de Yugoslavia. Pero, al principio, los serbios también estaban divididos entre ellos en tribus y clanes, aunque se hallaban bajo la fuerte soberanía bizantina.
Miloš Obrenović I, Príncipe de Serbia (1824)
Pero los turcos, cada vez más fuertes, ya habían entrado en Macedonia. En 1389 la nobleza serbia fue aniquilada en la batalla de Kosovo Plie y el país pasó a ser vasallo de los otomanos. Esta situación durará casi tres siglos y medio.
A principios del siglo XIX, con las guerrillas comandadas por un comerciante porcino de Topola, George Petrovich, empieza la liberación de Serbia. La ferocidad salvaje de estas acciones llevaron a que los otomanos llamaran al líder “el Negro” (Kara), no por el color de la piel, sino en el sentido de “el malvado”. Él lo aceptará de buen grado y se apropiará del apodo: Kara-George (“el Negro Jorge”). Sus hijos y descendientes serán los Karageorgevich.
Karađorđe Petrović
Para 1815 comienzan las sublevaciones de Miloch Obrenovich, curiosamente también antiguo comerciante porcino que había sido lugarteniente de Kara-George. Más astuto que su predecesor, en lugar de presentar batalla a los otomanos –que habían incrementado sus fuerzas en Serbia-, envía emisarios al gobierno de Constantinopla. Primero obtiene el bajalato de Belgrado (no de toda Serbia) y el título de príncipe de Serbia, a cambio de finalizar con las insurrecciones. Se convierte en “fiel” funcionario del sultán pero, por medio del soborno, progresivamente va adquiriendo poderes. En 1829, el tratado de Adrianópolis garantiza la autonomía de toda Serbia y, en 1830, el sultán reconoce a Obrenovich como príncipe hereditario, creador de su propia dinastía.
El Rey Pedro I luego de su coronación, el 21 de septiembre de 1904, en el desfile por la calle Knez Mihajlova, la principal de Belgrado.
Los políticos austrohúngaros veían en Serbia un protector frente a las ambiciones territoriales italianas en el Adriático pero no deseaban convertirse en una simple extensión del Reino de Serbia. Mientras, el gobierno serbio mantenía una escasa simpatía por sus planes federalistas, que sólo aumentó con las derrotas militares y la pérdida del apoyo de la Rusia zarista a causa de la Revolución de Febrero.
A pesar de los intentos del emperador de evitar la desintegración del Imperio, el 29 de octubre de 1918 la junta de Zagreb proclamaba la independencia de los territorios eslavos sureños. El 18 de noviembre la nueva asamblea revolucionaria de Montenegro declaraba la unión del reino con el Reino de Serbia.
La Princesa Ljubica Petrović-Njegoš (Zorka) de Montenegro, consorte del futuro rey Pedro de Serbia y madre del futuro rey Alejandro I de Yugoslavia Finalmente, el 1 de diciembre una delegación de la junta nacional de Zagreb viajaba a Belgrado y ofrecía la jefatura del Estado al príncipe regente serbio, Alejandro I (segundo hijo de Pedro I con la princesa Zorka de Montenegro), quien proclamó la creación del nuevo Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos. La incapacidad de la Junta de Zagreb de formar unas fuerzas armadas suficientes para controlar los disturbios sociales y el temor a los ejércitos austriaco e italiano hicieron que la élite de los territorios austrohúngaros se precipitase a solicitar la ayuda serbia, sin establecer condiciones. Sólo el político croata Stjepan Radić se opuso en vano a la unión sin garantías de que Serbia formaría una federación o se concedería autonomía a los territorios.

Los territorios componentes
“Alejandro I, rey de los Serbios, Croatas y Eslovenos”, reza esta moneda de dos dinares de 1925
Un nuevo reino
Las tensiones entre el nacionalismo serbio (envalentonado por el carácter centralista del estado) y el croata, acostumbrado a la política obstruccionista de oposición, habían estallado con el asesinato en el parlamento del líder del Partido Campesino Croata por parte de un diputado montenegrino. Ello llevó al rey Alejandro a clausurar el parlamento y asumir el gobierno del país de una manera dictatorial. Sin embargo, ello solo reavivó las tensiones. Además del grave problema político la dictadura heredó del anterior periodo de gobierno parlamentario un creciente problema de superpoblación rural, debido al rápido aumento de la población y la falta de empleo fuera de la agricultura para absorberlo.
Alejandro I de Yugoslavia
El primer ministro elegido por el monarca fue el jefe de la guardia real, el general Petar Živković. La maniobra no fue mal recibida en el extranjero, donde se deseaba acabar con la inestabilidad en el país ni al principio por la oposición, que se alegró de la abolición de la odiada constitución de Vidovdan y de las promesas del soberano de comenzar un nuevo proceso político.
Corona real de la dinastía Karađorđević
Alejandro I de Yugoslavia con Mustafa Kemal Atatürk, fundador y primer presidente de la República de Turquía (1933).
El regente restableció la democracia en Yugoslavia en agosto de 1939: el Estado se organizará federalmente, con gran autonomía para Croacia; en el gobierno entrarán seis ministros croatas… Realmente era lo que el pueblo deseaba. Pero, el 1º de septiembre de ese mismo año, Hitler invade Polonia e inmediatamente después comienza la Segunda Guerra Mundial. Consecuencias: el desmembramiento del reino por sus vencedores y, el 29 de noviembre de 1945, la proclamación de la República Popular Federal de Yugoslavia. En 1953, Josip Broz Tito fue electo presidente y posteriormente, en 1963, fue declarado Presidente de por vida. Finalmente ese mismo año el país adoptó el nombre de República Federativa Socialista de Yugoslavia (RFSY), a la postre el de mayor longevidad y el de mayor publicidad.
Enseña naval de la RFSY
El antiguo territorio de Yugoslavia actualmente está distribuido entre 6 estados soberanos:
* Bosnia y Herzegovina
* Croacia
* Eslovenia
* República de Macedonia
* Montenegro
* Serbia
- Kosovo: territorio en disputa entre Serbia y la autodenominada República de Kosovo



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