El complejo palaciego Hofburg es el castillo más grande de la ciudad de Viena. Fue la residencia de invierno de reyes y emperadores, quienes han querido, en su mayoría, dejar su huella en él y, del gótico al historicismo, de moda en el siglo XIX, todos los estilos están representados en la docena de edificios que lo componen.
El Calendario de la Corte
Para la vieja aristocracia austríaca la Corte imperial no solo era el centro de su existencia, el ritmo de sus vidas estaba determinado por las estrictas reglas establecidas por los Habsburgo.
El año cortesano comenzaba con la Neujahrscour (la recepción de Año Nuevo) en la Corte. La nobleza del imperio aparecía en la Hofburg para presentar sus respetos al emperador y transmitir sus felicitaciones navideñas a la familia imperial. Esto tenía lugar en base a un elaborado procedimiento que revelaba los matices jerárquicos característicos de la vida allí. Solo el cuerpo diplomático, los miembros de las familias gobernantes y aquellos aristócratas que ocupaban los puestos más antiguos (hereditarios) de la Corte podían ser recibidos por el emperador en persona. Los otros miembros de la aristocracia que eran admitidos en la Corte tenían que conformarse con el Obersthofmeister (jefe de la Casa del Emperador) como representante del monarca, quien entonces le transmitía las felicitaciones.
La recepción marcaba la apertura de la temporada social y el comienzo de un torbellino de bailes, mascaradas y otros entretenimientos. Los eventos destacados de la temporada eran los dos bailes de enero. El primero era el “Baile de la Corte”, que equivalía al actual banquete de Estado de un monarca, al cual, además de la élite aristocrática de Viena, eran invitados miembros de la vida política y económica del imperio, así como los altos oficiales del ejército. Dos semanas más tarde el “primer nivel” de la sociedad se encontraba en el “Baile en la Corte”, un evento más exclusivo que estaba reservado para la aristocracia que era admitida en los círculos cortesanos. Éste era el clímax absoluto de la temporada social y solo podía concurrir quien había recibido la invitación personal del emperador.
En verano la mayoría de la nobleza de Viena dejaba la ciudad para viajar a sus propiedades en el campo. El emperador y su familia, a tono con la tradición, viajaba a Schönbrunn: el palacio de verano y sus jardines ilustran los gustos, intereses y aspiraciones de los sucesivos monarcas Habsburgo.
La estadía en el campo era el momento de la relajación y la búsqueda de intereses individuales, marcada por visitas de las familias aristocráticas vecinas. El otoño estaba dominado por la temporada de caza y el tiro al pichón, tradicionalmente reclamado por la nobleza como un privilegio feudal y considerado un deporte adecuado a su estatus social. Las familias que poseían grandes bosques invitaban a otras a extensas jornadas de caza y fiestas campestres, las cuales servían para reforzar el sentimiento de solidaridad aristocrática.
La sutil distinción: Baile de la Corte y Baile en la Corte
Cada año en enero, la Corte de Viena se ceñía a complicados preparativos para presentarse en todo su esplendor en la temporada de bailes. A finales de mes tenían lugar los dos grandes eventos de la temporada, parecidos en nombre pero muy diferentes entre sí. En inglés, los términos parecen más similares: Court Ball (Baile de la Corte) y Ball at Court (Baile en la Corte).
Alrededor de dos mil invitados eran invitados al Baile de la Corte: además de la sociedad cortesana como tal (es decir, la nobleza que era “presentable en la Corte” y los que ocupaban posiciones ceremoniales), podían asistir representantes de alto rango de la política y la Iglesia junto con los altos oficiales militares de servicio de la guarnición de Viena. Esto representaba una cierta apertura de la extremadamente exclusiva corte imperial.
El baile comenzaba oficialmente a las ocho de la noche. A las ocho y media el Obersthofmeister informaba al Emperador que los invitados habían llegado. El cortejo se formaba a continuación, con los altos funcionarios de la corte tomando posición de acuerdo al rango en torno a la familia imperial. Después de la bienvenida al cuerpo diplomático, lo que podría tardar hasta una hora, la familia imperial hacía su entrada en torno a las nueve y media. No era sino hasta este punto que la orquesta de baile comenzaba a tocar.
El acontecimiento finalizaba a medianoche (como muy tarde), cuando la pareja imperial se retiraba, lo cual era la señal para los asistentes que era hora de irse. Como presente, los invitados recibían los famosos bonbonnières de la Corte, un codiciado recuerdo que más tarde era mostrado orgullosamente en casa.
Dos semanas más tarde, tenía lugar el “Baile en la Corte”. Aquí los miembros de la crème de la aristocracia se encontraban entre sí, ya que sólo quienes eran "presentables en la Corte" tenían derecho a asistir y eran invitados personalmente. Era, pues, un correspondiente evento más íntimo y aristocrático: no más de 700 personas eran invitadas y se servía una cena suntuosa con servicio a la mesa en vez de un buffet.
El derecho de admisión a la Corte
Hoy, la igualdad es un derecho humano fundamental. Sin embargo, en la sociedad feudal, la desigualdad era una parte inmanente del sistema. Las élites aristocráticas de la corte levantaban una barrera infranqueable entre ellas y el resto de la humanidad: el derecho de admisión a la corte -un derecho de nacimiento para el cual el origen noble era la condición previa-.
Probar este origen era objeto de investigadores especiales en la oficina del Oberstkämmerer (Chambelán jefe): para ser aceptado como miembro del "primer nivel de la sociedad", el círculo aristocrático más exclusivo de la Corte, había que aportar la prueba de descenso ininterrumpido de por lo menos dieciséis antepasados aristocráticos - ocho ancestros paternos y ocho maternos-. Ni hasta la generación de un tatarabuelo había un "lapso" tolerado, es decir, el matrimonio con un miembro de la pequeña nobleza o – horrible dictu - incluso de las clases medias. Esto explica las reglas estrictas del matrimonio en los círculos aristocráticos: un matrimonio morganático (es decir, con alguien de menor estatus social) significaba la pérdida de privilegios para los descendientes: el que salía de la línea arruinaba las posibilidades de las generaciones posteriores.
Visité Schöbrunn hace unos años. Yo lo traducía como "fuente preciosa", lo que me confirma el pozo artesiano original. ¡ Qué riqueza de blog, histórica, literaria y fotográfica !
ResponderEliminarPerdón:Schönbrunn.
ResponderEliminarCada uno de los palacios reales de Europa, incluso de Asia, tiene su historia mágica hasta en el nombre (vea, si no, el palacio imperial de la Ciudad Prohibida).
ResponderEliminarGracias, nuevamente, por disfrutar de estos textos.
Muy interesante artículo, ¡gracias! Me sirvió para documentarme para una novela
ResponderEliminarMuy interesante el artículo, la corte imperial termino de una forma tan triste como su último emperador.
ResponderEliminarLa agradable tradición para beneplácito de muchos que nos dejo el emperador Maximiliano de México X, fue en la graduación de educación primaria, tener que interpretar y bailar el Vals cómo la corte Vienesa, así como cuando una adolescente cumple 15 años, tiene que elegir a su Oberstkämmerer (Chambelán) buenas costumbres conservadoras.
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