El miembro más famoso de los Montefeltro fue Federico III, duque de Urbino desde 1444 hasta 1482, un exitoso condotiero, hábil diplomático y mecenas entusiasta del arte y la literatura. En su gran corte humanística, Piero della Francesca escribió sobre la ciencia de la perspectiva, Francesco di Giorgio Martini escribió su Trattato di Architettura ("Tratado de la Arquitectura") y el padre de Rafael, Giovanni Santi, escribió su relato poético de los artistas principales de su tiempo. La brillante corte de Federico, de acuerdo a las descripciones de Baldassare Castiglione en su obra Il Cortegiano ("El Libro del cortesano"), estableció las normas de lo que iba a caracterizar a un "caballero" europeo moderno por los siglos venideros.
Federico III da Montefeltro fue señor de Urbino desde 1444 y duque de Urbino desde 1474 hasta su muerte. Cuando Pío II, un hombre de cultura como él, se convirtió en Papa en 1458, le hizo Gonfaloniere de la Santa Iglesia Romana. Del latín Vexillifer Ecclesiæ, lo que se originó como el cargo de porta-estandarte (gonfalone) papal durante el combate, se convirtió más tarde en un importante oficio ceremonial y político. El Papa Sixto IV casó a su sobrino favorito, Giovanni Della Rovere, con Giovanna da Montefeltro, la hija de Federico y dio a éste el título de duque de Urbino en 1474.
Federico, conocido como "la Luz de Italia", es una figura importante en la historia del Renacimiento italiano por sus contribuciones a la cultura ilustrada. En Urbino encargó la construcción de una gran biblioteca, quizá la más grande de Italia después de la del Vaticano, con su propio equipo de copistas y editores en su scriptorium y reunió su corte en la que es considerada una de las grandes gemas arquitectónicas del temprano Renacimiento, el Palazzo Ducale, diseñado por Luciano Laurana y Francesco di Giorgio Martini. En su Sala de Vigilia Castiglione ubicó las conversaciones del libro Il Cortegiano en un lapso de cuatro días del año 1507.
El Palazzo Ducale di Urbino
El duque impuso la justicia y la estabilidad en su pequeño estado a través de los principios de su formación humanista. Apoyó el desarrollo de artistas plásticos, incluyendo los principios de la formación del joven pintor Rafael -ordenó para sí mismo un Studiolo, pequeño estudio o gabinete para contemplación en los palacios de Urbino y de Gubbio, celebrados por su decoración trompe l’oeil ejecutada en marquetería-. Los intereses de la corte de Federico eran más bien literarios y no artísticos, pero Giovanni Santi, el padre de Rafael, era poeta, además de pintor; había escrito una crónica con rimas acerca de la vida de Federico y escribía y hacía los decorados de las mascaradas para el entretenimiento de la corte. Su poema a Federico lo muestra como gran conocedor de los principales pintores del norte de Italia, así como de los primitivos flamencos.
Se hizo cargo de soldados que podrían estar muertos o heridos, proporcionando, por ejemplo, dotes para sus hijas. A menudo se paseaba por las calles de Urbino desarmado y sin vigilancia, preguntando en tiendas y negocios sobre el bienestar de los ciudadanos. Sus intereses académicos fueron los clásicos, sobre todo la historia y la filosofía. Todos los logros de su personal y profesional fueron financiados a través de la guerra de mercenarios. Gracias a la dedicación al bienestar de sus soldados, sus hombres eran enormemente leales e, increíblemente, nunca perdió una guerra. Fue condecorado con casi todos los honores militares, incluso Eduardo IV de Inglaterra le hizo Caballero de la Muy Noble Orden de la Jarretera (aparece usando la Jarretera atada alrededor de su rodilla izquierda en un retrato de Pedro Berruguete).
Federico y su hijo Guidobaldo (Berruguete)
A Federico lo sucedió su hijo Guidobaldo da Montefeltro, quien se casó con Elisabetta Gonzaga, la brillante y educada hija de Federico I, señor de Mantua. Bajo su gobierno la corte se elevó como la más refinada y elegante entre las pequeñas cortes italianas en cuanto a su vida musical y artística. Urbino se convirtió en un punto de encuentro de la cultura dirigido y manejado por la duquesa y su cuñada, Maria Emilia Pia. Los invitados más frecuentes eran el poeta Pietro Bembo, Giuliano di Lorenzo de' Medici (uno de los hijos de Lorenzo "el Magnífico"), el escritor de comedias Cardenal Bibbiena, sus sobrinos Ottaviano y Frederigo Fregoso –el primero de los cuales fue Dux de Génova) y Cesare Gonzaga, primo tanto del conde Baldassare Castiglione como del duque. Anfitriones e invitados organizaban competiciones intelectuales que generaban una interesante y estimulante vida cultura, produciendo brillante actividad literaria.
Con la muerte de Guidobaldo en 1508, el ducado de Urbino pasó a través de Giovanna da Montefeltro a la familia papal de los Della Rovere, sobrinos de Guidobaldo.
En 1626, el Papa Urbano VIII incorporó definitivamente el ducado en los dominios del Papa, el don del último duque Della Rovere, en el retiro después del asesinato de su heredero, a ser regido por el arzobispo. Su gran biblioteca fue trasladada a Roma y agregada a la biblioteca del Vaticano en 1657. La historia posterior de Urbino es parte de la historia de los Estados Pontificios y, después de 1861, del Reino (más tarde la República) de Italia.
Elisabetta Gonzaga, Duquesa de Urbino
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