In memoriam: Carolvs II, rex Hispaniae, ultimus gentis regnatricis Habsburgi, natus Matriti die 6 Novembris 1661
El Condado Palatino del Rin (en alemán, Pfalzgrafschaft bei Rhein) fue un territorio histórico del Sacro Imperio Romano, un palatinado administrado por un conde palatino. Sus gobernantes fueron príncipes-electores del Sacro Imperio desde 1356.
El Palatinado Electoral era un territorio mucho más vasto que lo que más tarde se convertiría en el Palatinado Renano (Rheinpfalz), sobre la margen izquierda del Rin, hoy la moderna región del Palatinado en el estado federal alemán de Renania-Palatinado y partes de la región francesa de Alsacia.
Estandarte del Palatinado
El primer Conde Palatino del Rin hereditario fue Conrado de Hohenstaufen, hermano menor del Emperador Federico Barbarroja. Los territorios que estaban bajo su gobierno comenzaban en aquellos que los Hohenstaufen poseían en Franconia y el Rin (otras ramas de la dinastía recibieron tierras en Suabia, el Franco-Condado y así sucesivamente). La mayoría de ellas provenían de sus ancestros imperiales, los emperadores Francos, y una parte de los antepasados maternos de Conrado, los condes de Nassau-Saarbrücken. Estos antecedentes explican la composición del Alto Palatinado y el Palatinado Renano en la herencia centurias después.
En 1195 el Palatinado pasó a la Casa de los Güelfos a través del matrimonio de Inés, heredera de los Condes Staufen. A principios del siglo XIII, con el matrimonio de la heredera Güelfa Inés, el territorio pasó a poder de los Wittelsbach, Duques de Baviera, quienes también eran duques y condes palatinos de Baviera. Durante la división posterior del territorio entre los herederos del Duque Luis II de Alta Baviera en 1294, la rama mayor de los Wittelsbach entró en posesión del Palatinado Renano y los territorios de Baviera al norte del Danubio.
Con el Tratado de Pavía en 1329, el Emperador Luis IV, hijo de Luis II, devolvió el Palatinado a sus sobrinos Rodolfo y Ruperto.
Elector Palatino Ruperto I “el Rojo”, de la Casa de Wittelsbach, con sus esposas Elisabeth, Condesa de Namur y Beatrix von Julich-Berg
El Electorado Palatino
En la Bula de Oro de 1356, el Palatinado fue reconocido como uno de los electorados seculares y le fueron otorgados los oficios hereditarios de Archisenescal (alemán: Erztruchseß, latín: Archidapifer) del imperio y Vicario imperial (Reichsverweser) en Franconia, Suabia, el Rin y el sur de Alemania. A partir de aquel momento, el Conde Palatino del Rin fue conocido usualmente como Elector Palatino (Kurfürst von der Pfalz, Palatinus elector). A mediados del siglo XVI, el Elector Palatino, con base en Heidelberg, adoptó primero el Luteranismo y luego el Calvinismo.
Ottheinrich (1502 – 1559) de Wittelsbach, Conde Palatino del Palatinado-Neoburgo y Príncipe-elector del Palatinado
Cuando la rama mayor de la familia se extinguió en 1559, el Electorado pasó a Federico III de Simmern y el Palatinado se convirtió en uno de los mayores centros del calvinismo en Europa. Durante la Guerra de los Treinta Años, los territorios de Federico V y su posición como Elector fueron transferidos al Duque de Baviera, Maximiliano I. Aunque técnicamente Elector Palatino, éste fue conocido como Elector de Baviera. A partir de 1648 gobernó Baviera y el Alto Palatinado sólo, pero retuvo todas sus dignidades Electorales y la antigüedad del Electorado Palatino. En 1648, por la Paz de Westfalia, el hijo de Federico VI, Carlos Luis, fue restaurado al Bajo Palatinado y recibió un nuevo título electoral, también llamado “Elector Palatino”, pero menor en precedencia a los otros electorados.
En 1685, la línea Simmern se interrumpió con la muerte del protestante Karl II y el Palatinado fue heredado por su primo católico Felipe Guillermo, Conde Palatino de Neoburgo.
Armas del Electorado Palatino
El suegro del rey de España
Philip Wilhelm de Neuburg (1615 – 1690) fue Conde Palatino de Neoburgo de 1653 a 1690, Duque de Jülich y Berg de 1653 a 1679 y Elector del Palatinado de 1685 a 1690. Los reclamos rivales al Palatinado en 1685 por parte de la Duquesa de Orléans, cuñada de Luis XIV de Francia (nacida Princesa Palatina Elizabeth Charlotte), fueron el pretexto para la invasión francesa al Palatinado en 1688, que comenzó la Guerra de los Nueve Años.
Felipe Guillermo se casó dos veces; primero con la Princesa Anna Katarzyna Konstancia de Polonia, hija del rey Segismundo III Vasa, con quien tuvo un hijo que murió al nacer, y luego con la Landgravina Elisabeth Amalie de Hesse-Darmstadt, pareja que produjo 17 niños, incluyendo los dos próximos Electores Palatinos, Johan Wilhelm y Karl III Philip, y también el Elector Arzobispo Franz Ludwig von Pfalz-Neuburg.
Escudo de armas de Philip Wilhelm de Neuburg en la fachada del Monasterio de Frailes Menores Capuchinos “Emmaüs”, en Velp, Países Bajos.
Este segundo matrimonio duró 37 años considerados extremadamente felices y varios de sus hijos tienen descendencia hoy: la actual Casa de Habsburgo, la actual Casa de Braganza, los pretendientes al trono de Brasil, los actuales monarcas de España, Bélgica y Luxemburgo y los pretendientes de Italia y Dos-Sicilias, así como los actuales Príncipes de Guéménée.
Tres de sus hijas se convirtieron en reinas:
- Leonor Magdalena (1655 - 1720) fue la tercera esposa de Leopoldo I de Habsburgo, emperador del Sacro Imperio Romano;
- María Sofía Elisabeth (1666 - 1699) fue la segunda esposa de Pedro II de Portugal y
- María Ana (1667 - 1740) se convirtió en la segunda esposa de Carlos II de España.
Philip Wilhelm von der Pfalz, Elector Palatino de 1685 a 1690
Una nueva reina consorte para España
A principios de 1689 falleció María Luisa de Orléans, la primera esposa de Carlos II de España, por lo que los ministros españoles comenzaron rápidamente a buscar una nueva consorte. Sólo la esperanza de tener hijos, esperanza que únicamente él tenía, hizo que Carlos II contrajese matrimonio por segunda vez. Había estado viudo durante seis meses.
Mariana (por contracción de María Ana) de Neoburgo fue elegida entre varias candidatas debido a la alta fertilidad de su familia. Era la duodécima hija del Elector Palatino del Rin. Desde joven fue relativamente atractiva: alta, opulenta de busto, pelirroja y rostro pecoso, aunque también se caracterizaba por ser vanidosa, egoísta y altanera. La hermana mayor de Mariana, Leonor, estaba casada con el emperador Leopoldo I, con lo que los lazos de España con la rama austríaca de los Habsburgo se verían reforzados.
Schloss Benrath, maison de plaisance cerca de Düsseldorf donde nació Maria Anna von der Pfalz-Neuburg en 1667
La boda por poderes se celebró en agosto de 1689 y la boda en persona recién en la primavera del siguiente año, el 14 de mayo de 1690. Pasado el tiempo, el embajador francés en Madrid describió en pocas palabras la nueva posición de Mariana en la corte española:
“La princesa de Neoburgo ha adquirido tal ascendiente sobre el espíritu del rey, su esposo, que bien puede decirse que es ella la que reina y gobierna en España… los cargos y dignidades se otorgan a los que le muestran rendimiento; los méritos, el rango o los servicios prestados no ponen a cubierto a quienes se oponen a su voluntad, ni les salvan de la desgracia y el destierro. Por lo demás, la autoridad de la Reina se funda más bien en el temor que tienen a su resentimiento que a su amor al pueblo…”
Su Majestad La Reina
Durante su matrimonio, Mariana fingió once embarazos y por el pueblo ya corría la frase: “Tres vírgenes hay en Madrid, la Almudena, la de Atocha y la reina nuestra señora”. Al no lograr tener descendencia, la reina conspiró para influir sobre la decisión del sucesor al trono, siempre apoyando las pretensiones de su sobrino, el archiduque Carlos de Austria, hijo de su hermana Leonor. Por si esto fuera poco, Mariana también estuvo involucrada en el extraño asunto de los exorcismos de su marido.
Cánovas del Castillo dijo de ella que “… era soberbia, imperiosa, altiva, la capacidad moderada, el antojo sin moderación ni límite, la ambición de atesorar grande, no menor la de tener parte en el manejo del gobierno, así en las resoluciones arduas como en la provisión de mercedes, cargos y honores. Llevaba con tal impaciencia cualquier cosa que se opusiese a su voluntad, que hasta con el rey prorrumpía en desabrimientos muy pesados y en injurias…”.
Debido a su carácter, Mariana nunca logró hacerse popular entre sus súbditos, quienes la tachaban de «alemana, pelirroja y antipática». Había algo de razón en ello, pues la reina llegó a robar dinero de las arcas españolas para enriquecer a su familia en Alemania. Sin embargo, la economía del reino estaba lejos de ser buena y hubo veces en que Mariana tuvo que hacer sacrificios económicos.
Carlos II y su reina consorte
La viudez y el declive
Ya en 1700 era evidente que el fin de Carlos II estaba cercano. En la capital corrieron rumores diciendo que Mariana, con tal de asegurar su posición elevada, deseaba casarse con el delfín de Francia en cuanto su esposo falleciera. No obstante, en el testamento de Carlos II quedó estipulado que, durante su viudez, se le asignaría a la reina una pensión de cien mil doblones al año, así como el señorío de por vida de la ciudad española donde ella quisiese fijar su residencia. También dejaba estipulado el rey que su viuda fuera tratada por sus sucesores con el respeto de reina viuda de España.
Sin embargo, una vez muerto Carlos II, el nuevo soberano Felipe V indicó su deseo de que Mariana abandonase Madrid antes de que él entrase en ella. La reina no tuvo más remedio que retirarse a Toledo, donde viviría recluida en el sombrío Alcázar de dicha ciudad. El 18 de febrero de 1701 llegó Felipe V a Madrid y no fue hasta el 2 de agosto cuando salió de la ciudad en dirección a Toledo para visitar a la viuda de su tío. Prefirió hacer el viaje él mismo en lugar de consentir que la reina viuda se trasladara a Madrid.
Armas de la Reina Doña Mariana
Viéndose en situación tan desagradable, envió año tras año cartas a su familia en Alemania pidiendo ayuda económica. «...Estoy completamente abandonada –escribía a su madre en 1704-, no me dan mi pensión o, por lo menos, sólo la tercera parte..., de modo que no tengo apenas criados, ni los puedo tener, porque no hay con qué pagarles, y algunas veces no tengo casi que comer... Soy tan desgraciada que no puedo fiarme de nadie y temo que todos me abandonen».
Las últimas décadas de su vida las pasó desterrada en Bayona, olvidada por todos. En 1739 regresó a la corte, ya anciana y enferma. En el Palacio del Infantado en Guadalajara, desengañada por completo, falleció el 16 de julio de 1740. Fue enterrada en el panteón de Infantes de El Escorial, frente al de María Luisa de Orleans. Ninguna de las dos pudo ser enterrada en el Panteón Real por no haber dado hijos que reinasen en España.
Por su parte, en 1742, el Palatinado que la vio nacer fue heredado por el Duque Carlos Teodoro de Sulzbach, quien también heredó el Electorado de Baviera cuando la línea gobernante de éste se extinguió en 1777. El título y la autoridad del Elector Palatino fueron asumidos por el Electorado de Baviera; Carlos Teodoro y sus herederos retuvieron solo el voto simple y la precedencia del elector bávaro, aunque continuaron usando el título “Conde Palatino del Rin”. El Palatinado sería disuelto en las Guerras de la Revolución Francesa a partir de 1795.
La bandera del Palatinado Electoral (1604)
Fidelissimus muchísimas gracias por tu colaboración. Una excelente entrada sobre la vida y orígenes familiares de la última reina de la Casa de Austria.
ResponderEliminarUn saludo.
Buen artículo. Me ha hecho ilusión ver el diseño hecho por mí de las armas del Palatinado en tu post.
ResponderEliminarSaludos
Gracias, mi amigo, los amantes de la cultura y el arte hacemos bloque cuando se trata de la investigación histórica.
EliminarFeliz año 2013!