Sin duda la poetisa más ilustre del siglo XVI, ya sea por razones de parentela política ya sea por ascendencia de sangre, ha sido Vittoria Colonna. Nace en Marino, en el castillo de su noble y potente familia, hija de Fabrizio, famoso capitán, y Agnese di Montefeltro, hija menor del duque Federigo di Urbino e integrante de la familia Sforza de Pesaro. Teniendo en las venas la sangre de tres grandes familias italianas, Vittoria desde su infancia estaba destinada a satisfacer una unión provechosa con una familia de estirpe, aunque fuera extranjera. Así, el 27 de diciembre de 1509, con solo 17 años, en la isla de Ischia, se une en matrimonio con el famoso Ferdinando Francesco d´Avalos, marqués de Pescara, napolitano de origen español.
Los primeros años de matrimonio fueron los más felices y aún siendo un matrimonio impuesto ella encontró la razón más fuerte de su vida, pero Ferdinando debió partir a la guerra, a las órdenes de su suegro, para combatir a favor de España contra Francia. Fue hecho prisionero en la batalla de Rávena, en 1512, y deportado a Francia. Durante el tiempo en que Francesco fue prisionero, él y su esposa mantuvieron una apasionada correspondencia.
Una vez liberado es nombrado capitán general de Carlos V. Vittoria exaltaba sus victorias hasta que fue gravemente herido en la batalla de Pavía, el 24 de febrero de 1525. Vittoria corre a reunirse con él en Milán, pero en Viterbo le sorprende la noticia de su fallecimiento. La noticia afectó de tal modo a la poetisa que decide retirarse y pasar los días en la isla de Ischia y después en la ciudad de Nápoles. Se refugió en las Rime donde lloró la muerte del marido, pero ni la soledad ni la poesía eran suficientes para superar su gran dolor; por ello a partir de este momento vivirá sólo de fe en el futuro ultramundano y de nostalgia del pasado.
Firma de Vittoria
Pasó de convento en convento; en Roma en el monasterio de S. Silvestre, en Orvieto en el de S. Paolo, en Viterbo en el de Santa Caterina… Cuando su hermano Ascanio Colonna tuvo un conflicto con el papa Clemente VII, Vittoria se trasladó a Marino, y luego a Ischia, tratando de mediar en el conflicto. Este desplazamiento evitó que sufriese en propia carne las vicisitudes del Sacco de Roma, en 1527, aunque contribuyó a sus propias expensas a ayudar a la población y a rescatar prisioneros. Volvió a Roma en 1531, y en 1535 conoció a Pietro Carnesecchi, con el que entabló una relación de amistad. Poco después decidió viajar a Tierra Santa, para lo cual se trasladó a Ferrara, en 1537, en espera de obtener el permiso del Papa, con la intención de embarcarse en Venecia. Sin embargo, no llegó a partir, a causa de su mala salud. En Ferrara, ayudó a establecer un monasterio de capuchinos, a instancias del reformador Bernardino Ochino, quien después se haría protestante.
Ischia, Castello Aragonese
En 1539 regresó a Roma, donde conoció a Miguel Ángel Buonarroti, quien la estimó enormemente, y sobre el cual tuvo una gran influencia. Miguel Ángel le dedicó varios de sus sonetos y la retrató en numerosos dibujos. Por afinidad de temperamento y de carácter, de sentimientos y de aspiraciones, el Buonarotti y la Colonna fueron amigos llenos de mutua admiración. A él, tan deseoso de nobleza, Vittoria se le aparecía también como la princesa a quien su misma viudez monástica la había colocado aún más en alto; la princesa de ilustre sangre romana, unida a un gran capitán que abrigó por un momento la esperanza de ser rey, a quien el mismo Carlos V acudía a reverenciar a su palacio y al que protegían los Papas.
Vittoria y Michelangelo (retrato del siglo XIX)
En 1540, Vittoria Colonna le pidió a Miguel Ángel un pequeño cuadro de la Crucifixión que le ayudara en sus oraciones privadas. Tras presentarle varios bocetos, que se conservan en el Museo Británico y en el Louvre, el artista le pintó un pequeño Calvario. En ese momento sólo eran Cristo, la Virgen y San Juan. Muerta Vittoria, el pintor recuperó el cuadro y la incluyó como María Magdalena abrazando la cruz de Cristo y portando sobre los hombros un pañuelo como símbolo de su viudez. A pesar que se perdió el cuadro original, existen muchos dibujos y copias hechos por discípulos de Miguel Ángel.
Copia de la “Crucifixión” pintada por Michelangelo para Vittoria Colonna (1540)
Vittoria se había refugiado en el monasterio de las Benedictinas de Sant’ Anna de´ Funari. Su familia se había empobrecido, habían perdido gran parte de sus posesiones y se habían dispersado. Encontró consuelo en la religión hasta su muerte, el 25 de febrero de 1547, en la casa de los Cesarini, donde la habían llevado, ya enferma, para estar cerca de sus parientes más fieles. También estuvo en continuo contacto con la nueva orden de los Capucchini. Y por su alto idealismo fue elogiada por Michelangelo e Galeazzo di Tarsia.
Vittoria y Michelangelo (otra versión del siglo XIX)
Vittoria y la Iglesia
Durante los años pasados en los conventos cultivó grandes amistades con algunos eclesiásticos que estaban a favor de la reforma de la Iglesia, como Gaspare Contarini, Bernardino Ochino -a quien protegía-, Gian Matteo Giberti, Pietro Bembo y Giovanni Morone y reformadores que debatían sobre la justificación por la fe como Juan de Valdés.
Desde hacía tiempo la familia Colonna mantenía una buena relación con la corriente franciscana de los Espirituales (ya el cardenal Colonna había ayudado a S. Francesco) y el mismo hermano de Vittoria, Ascanio Colonna, en 1541 organizó una revuelta contra el papa Paolo III, que había aumentado las tasas a tierras exentas de ellas, como las tierras de los Colonna. El hermano se vio obligado a exiliar hasta la muerte del Papa en 1549.
Carta de Vittoria Colonna a su hermano el cardenal Ascanio
En el convento de Santa Caterina, Vittoria conoció al cardenal inglés Reginald Pole, quien fue su guía espiritual, y a una serie de reformadores que frecuentaban su casa como Marcantonio Flaminio, Alvise Priuli o Pietro Carnesecchi, el florentino que después de numerosas vicisitudes fue procesado y posteriormente quemado en Roma; con ellos la poetisa discutía libremente de los problemas de la fe y de este modo fortalecía su adhesión a los ideales de Valdés.
Madonna de caridad, Sant'Antonio di Padova, Ischia
Esta es una época donde los miembros del orden franciscano estaban divididos en dos corrientes: los Espirituales, fieles seguidores de la doctrina originaria de San Francisco (una vida vivida en gran pobreza, como mendicantes) y los Conventuales, seguidores de una versión más mundana de su doctrina (por ejemplo, sostenían que la orden podía poseer bienes terrenos). Vittoria, como era tradición en su familia, se decanta por los ideales de las órdenes espirituales, y es partidaria, como sus amigos reformistas, a una reforma de la Iglesia. Por este motivo, veía con simpatía también los ambientes protestantes. Este pensamiento revolucionario se verá reflejado en su producción literaria.
Vittoria Colonna, dibujo de Michelangelo.En esa época Vittoria tiene aproximadamente 50 años y Michelangelo 65.
Una vez en Roma continúa manteniendo contacto con los reformistas y con un pariente suyo, Bartolomeo Spadafora, que en 1547 fue acusado de herejía ante el Tribunal siciliano de la Inquisición a causa de su pasado valdesiano.La autora, afortunadamente, murió antes de que comenzasen, durante el papado de Paolo IV, las persecuciones contra los espirituales.
Vittoria Colonna se presenta como una figura no tanto de poetisa sino de pensadora, como un personaje histórico de primer orden, como la más grande entre las mujeres de gran corazón y alto intelecto que fueron la gloria del Renacimiento italiano.
Vittoria por Sebastiano dei Piombo
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