Barbara Woolworth Hutton (1912-1979) es una de esas mujeres que marcó con su inmensa fortuna y su desgraciada vida sentimental la crónica de la high society cosmopolita del siglo XX, convirtiéndose en mítica. De las cazadoras de nobleza, fue quien recopiló más títulos, pero sus matrimonios fueron sonoros fracasos, uno tras otro, y lo peor es que sus onerosos divorcios acabaron por llevarla a la bancarrota.

Nacida en 1912 en Nueva York, Barbara Woolworth Hutton era hija de una de las herederas más ricas de EE.UU., Edna Woolworth –hija del dueño de los almacenes Winfield & Woolworth-, y de un afortunado broker de Wall Street, Franklyn Hutton. A los 21 años hereda de su madre (que se había suicidado cuando ella tenía 4) la friolera suma de 50 millones de dólares -1 billón actual-, convirtiéndola en la mujer más rica del mundo. Pero esa inmensa fortuna no le proporciona la imprescindible y necesaria estabilidad emocional; de hecho su soledad es absoluta.

Su fortuna personal suscita admiraciones y envidias y, sobre todo, atrae a falsas amistades y pretendientes que desean sacar partido. Sus estados de ánimo rozan la depresión crónica y, por ello, abraza el aspecto más negativo y perjudicial de la vida: se convierte en una adicta de las drogas y del alcohol. Es la "pobre pequeña niña rica" de los titulares de prensa. No tiene verdaderos amigos, los compra como quien compra una joya con el fin de amueblar su abismal vacuidad. Obsesionada por su aspecto físico, siempre en pos de superar los cánones de la belleza femenina, se convierte en anoréxica.

Además de coleccionar joyas, mansiones y coches, desfilan en su vida nada menos que 7 maridos: sólo dos plebeyos, los demás aristócratas. Lo que no le da su dinero, que es un título nobiliario, lo consigue con sus sucesivos matrimonios: el príncipe Alexis Mdivani (1933-1935), el conde Kurt Heinrich Eberhard Erdmann Georg von Haugwitz-Hardenberg-Reventlow (1935-1938), el actor Cary Grant (1942-1945), el Príncipe Igor Trubetzkoy (1947-1951), el dandy Porfirio Rubirosa, embajador de Santo-Domingo (1953-1954), el barón Gottfried von Cramm (1955-1959) y el príncipe Pierre Raymond Doan (1964-1966).

El hijo que Bárbara había tenido con el conde von Reventlow se mataría con solo 36 años en un trágico accidente de aviación. Esta pérdida la sumió en una espiral destructiva de drogodependencia, alcoholismo y anorexia; regalaba joyas a amigos y desconocidos, repartía cheques al portador, despilfarraba su fortuna en increíbles fiestas y viajes.


Arruinada y recluida en su suite del Regent Beverly Wilshire Hotel en Los Angeles, Barbara Woolworth Hutton se dejó morir en la más absoluta desidia. Su única alegría la tuvo con el actor Cary Grant quien, preocupado por su situación, estuvo con ella hasta el final en un intento por reconfortarla. Falleció el 11 de mayo de 1979, a sus 66 años. De su inmensa fortuna solo quedaban 3.500 $ en la cuenta corriente, y 100 $ en su monedero.

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