Este título era usado para el jefe de estado electo en ciertas “repúblicas coronadas” de Italia. Las dos más conocidas eran Venecia y Génova, ambas rivales entre sí, y grandes poderes regionales por convertir sus históricas ciudades-estado en pequeños imperios marítimos, comerciales y territoriales.
Otra república italiana considerada “la más serena república” fue virtualmente insignificante. Se llamaba como su capital, Senarica, en los Abruzzos, sobre la costa adriática de la Italia central. Senarica también elegía Dogi, posiblemente de forma anual, desde 1343 hasta su anexión al reino napolitano de Sicilia en 1797.
Dogo de Venecia
El Dogo (en lenguaje veneciano, Doxe) era el jefe magistrado y líder de la Muy Serena República de Venecia desde el siglo VIII. Los Dogos de Venecia eran electos de por vida por la aristocracia de esa ciudad-estado. Comúnmente la persona seleccionada como Dogo era el anciano más inteligente y perspicaz de la ciudad. La combinación veneciana de elaborada pompa monárquica y constitución republicana con intrincados controles y equilibrios hace de La Serenissima un histórico ejemplo de república coronada.
De acuerdo al diácono Giovanni de Venecia, autor de Chronicon Venetum, el oficio de Dogo fue instituido primeramente en Venecia alrededor del 700, reemplazando a los tribunos o magistrados que habían llevado el grupo de primitivos asentamientos en la laguna. Aunque los primeros dogos eran técnicamente representantes del Emperador bizantino, el dogo, como el emperador, tenía el oficio de por vida y era considerada de manera similar como el líder eclesiástico, civil y militar, en una estructura de poder llamada “cesaropapismo”, esto es, identificando en una sola persona los poderes político y religioso.
Dogo Giovanni Bembo de rodillas ante la personificación de la República de Venecia (1616)
Los títulos
Al dogo se dirigía con los títulos de Monsignor el Doxe, Serenissimo Principe o Sua Serenità o con el original latino Dux. Aunque la titulatura varió con el tiempo: del original humilis Dux provinciæ Veneciarum divina gratia Venetiæ Dux (“humilde duque de la provincia de Venecia por gracia divina Duque de Venecia”), la expansión de los dominios adriáticos llevó a los emperadores bizantinos a reconocerles, en el 1004, el título de Dux Venetiæ et Dalmatiæ, Dux Veneticorum et Dalmatianorum (“Duque de Venecia y Dalmacia, Duque de los Venecianos y los Dálmatas”) y en 1085, Dux Venetiæ Dalmatiæ Chroatiæ (“Duque de Venecia, Dalmacia y Croacia).
Entre 1204 y 1356 se hicieron además del título de Dominus quartae partis et dimidiae totius Imperii Romaniae (“Señor de un cuarto y medio del Imperio de Romania). En 1358 se eliminó la referencia a Dalmacia y Croacia con un más sobrio Dux Veneticorum et coetera (Duque de los Venecianos y otros), que persistió hasta el final de la República.
Carlo Ruzzini, Dogo de Venecia (1653-1735)
Al término de la evolución de la institución ducal, así describían los venecianos a su dogo: In Senatu senator, in foro civis, in habitu princeps (“En el Senado es senador, en la plaza es ciudadano, en el atuendo es príncipe”) o, más vulgarmente, il segno di Taverna del Veneto Stato, lo que dice más que un bello escudo.
Ceremonial
Uno de los deberes ceremoniales de un dogo era celebrar el matrimonio simbólico de Venecia con el mar. Esta pintoresca y solemne ceremonia se realizaba consagrando un anillo desde la galera del estado, el “Bucentauro” (Il Bucintoro) y echándolo al Adriático el Día de la Ascensión. En su forma primaria simbolizaba el dominio marítimo de Venecia, cuando se instituyó para conmemorar la conquista de Dalmacia por el Dux Pietro II Orseolo en el año 1000. La magnificencia y el carácter casi sacramental de esta ocasión comenzaron a darse a partir de la visita del Papa Alejandro III a Venecia en 1177, cuando el ceremonial, en lugar de apaciguador y expiatorio, se hizo nupcial.
Retorno del “Bucentauro” al Molo el Día de la Ascensión (1727)
En las ocasiones de estado, el dogo se rodeaba por una creciente cantidad de ceremonias y en relaciones internacionales tenía el estatus de un príncipe soberano.
En otro marco, tomaba parte en las procesiones ducales, que comenzaban en Piazza San Marco: el dogo aparecía en el centro de la procesión, precedido por funcionarios civiles ubicados en ascendente orden de prestigio y seguido por nobles magistrados en orden descendiente de acuerdo al estatus. Ocasiones como ésta fueron descriptas por Francesco Sansovino (1581) o registradas en pintura por Cesare Vecellio (1586).
El final de los Dux
Como en la constitución se desarrolló el elemento oligárquico, las más importantes funciones del oficio ducal fueron asignadas a otros oficiales, o a cuerpos administrativos, y quien una vez había sido “el piloto de la nave” se convirtió poco más que en una figura decorativa. El último Dux fue Ludovico Manin, quien abdicó el 12 de mayo de 1797, cuando Venecia quedó bajo el poder de Francia luego que Napoleón conquistara la ciudad.
Mientras la Serenissima se declaró nuevamente como república, intentando resistir su anexión a Austria, se sucedieron varios títulos como “dictador” y colectivas cabezas de estado, como “triunvirato”, pero nunca reviviría el estilo de los Dux.