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domingo, 24 de abril de 2011

Sinsabores de Yugoslavia

Yugoslavia empezó llamándose “Reino Unido de los Serbios, Croatas y Eslovenos”, sin citar a los montenegrinos, que también estaban incluidos, al igual que otras minorías étnicas que formaban más de un diez por ciento de la población: alemanes, húngaros, rumanos, italianos, albaneses y turcos. Este “Reino Unido” fue proclamado oficialmente el 4 de diciembre de 1918, después de que el príncipe Alexander de Serbia aceptase la regencia de la nueva nación. El 26 de noviembre una Asamblea manipulada por los serbios había depuesto al rey de Montenegro, Nikola I, que se oponía a la unión de su país a ese conglomerado (por lo que su nombre ni siquiera figuró en el pomposo título del reino).

Desde el siglo XIX había existido entre la intelectualidad de las comunidades eslavas de los Balcanes, sobre todo entre la croata, una corriente partidaria de unificar a sus miembros en un Estado o región única dentro de las naciones existentes.


En el período anterior a la Primera Guerra Mundial hubo proyectos de modificar la estructura dual del Imperio austrohúngaro para agrupar a los eslavos del sur en una nueva unidad dentro del Imperio, pero nunca llegaron a fructificar, principalmente por la hostilidad magiar a desprenderse de parte de su territorio y la falta de apoyo de la corona a las iniciativas.


Insignia naval del Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, más tarde Reino de Yugoslavia (1922-1941)


Durante la guerra se desarrolló una complicada serie de maniobras políticas y de propaganda entre el gobierno serbio, habitualmente más interesado en la expansión territorial de su país que en la unificación de los eslavos meridionales; el Comité Yugoslavo formado por algunos políticos eslavos exiliados de Austria-Hungría y los políticos eslavos que habían permanecido en el Imperio. El apoyo de la Triple Entente a la expansión de Serbia o la formación de un nuevo Estado yugoslavo era intermitente y variaba generalmente con la suerte en el frente, cambiando además de unos países a otros.


Croacia


Los historiadores no están de acuerdo sobre si los serbios, los croatas y los eslovenos eran un solo pueblo que bajó de los territorios eslavos y, cruzando los Cárpatos, se asentó en el sur de los Balcanes. A partir del siglo VII unas tribus se separaron de otras, concentrándose en núcleos que asimilaron a los restos de los pueblos autóctonos. Las que fueron hacia el oeste encontraron comarcas ricas y la cercanía del mar, formando el estado de Croacia. Las que se instalaron en el sudeste, solo pudieron ocupar zonas montañosas y pobres, apartadas del litoral, por lo que no pudieron constituir una nación serbia hasta los siglos X u XI.

Llegada de los croatas al Adriático


Las dos ramas principales, croatas y serbios (los eslovenos siempre estuvieron muy unidos a los croatas) fueron separándose cada vez más, incluso sosteniendo frecuentes luchas entre ellos. Los croatas quedaron bajo la influencia de Roma, se hicieron católicos y adoptaron el alfabeto latino. Por el contrario, los serbios, bajo el dominio de Bizancio, se hicieron ortodoxos, adoptaron relativamente su cultura y, con ella, el alfabeto cirílico.


Desde el 924, en que Tomislav fundó el reino, aceptando la corona que le ofreció el papa, hasta 1918, en que la Dieta proclamó la independencia del “virreinato de Croacia”, fue dominada por otros pueblos. A fines del siglo XIX los croatas habían estado a favor de un paneslavismo del sur, tendiente a esa Yugoslavia que después se creó. Sin dejar por ello que los serbios los empujasen a la magiarización y de que los magiares los tratasen como ciudadanos de segunda clase. El 4 de diciembre de 1918 se unieron a Serbia.

Serbia


Serbia era el alma mater de Yugoslavia. Pero, al principio, los serbios también estaban divididos entre ellos en tribus y clanes, aunque se hallaban bajo la fuerte soberanía bizantina.

Miloš Obrenović I, Príncipe de Serbia (1824)


En el siglo XIV sube al trono Esteban Urosh IV, llamado Dushan el Fuerte, quien se proclamó “Emperador de los serbios, griegos, búlgaros y albaneses”. Invadió Bosnia, pero no pudo completar su conquista. Murió sin haber logrado añadir “y de los bosnios” a su tratamiento imperial. En 1376, Tvrtko I, señor de Bosnia, se proclamó “rey de Serbia, de Bosnia, de Croacia y del Litoral” luego de haber conquistado gran parte de Serbia y de la costa adriática. Convirtió a su país en el más poderoso de todos los estados eslavos de los Balcanes. Era otro intento de unificar a los eslavos del sur.


Pero los turcos, cada vez más fuertes, ya habían entrado en Macedonia. En 1389 la nobleza serbia fue aniquilada en la batalla de Kosovo Plie y el país pasó a ser vasallo de los otomanos. Esta situación durará casi tres siglos y medio.


A principios del siglo XIX, con las guerrillas comandadas por un comerciante porcino de Topola, George Petrovich, empieza la liberación de Serbia. La ferocidad salvaje de estas acciones llevaron a que los otomanos llamaran al líder “el Negro” (Kara), no por el color de la piel, sino en el sentido de “el malvado”. Él lo aceptará de buen grado y se apropiará del apodo: Kara-George (“el Negro Jorge”). Sus hijos y descendientes serán los Karageorgevich.

Karađorđe Petrović


En 1808 Kara-George se proclama hospodar (príncipe) y hace hereditario ese título en su familia, al igual que el mando supremo de Serbia. Pero en 1812 Rusia, que había pertrechado el ejército de Kara-George, retira todas sus unidades de Serbia para la guerra contra Napoleón y cesa su envío de armas. La Sublime Puerta aprovecha el momento e invade el país que, teóricamente, aún le pertenece. El colosal ataque hace huir a los serbios y, a partir de entonces, los otomanos ejercerán un régimen férreo sobre el país.


Para 1815 comienzan las sublevaciones de Miloch Obrenovich, curiosamente también antiguo comerciante porcino que había sido lugarteniente de Kara-George. Más astuto que su predecesor, en lugar de presentar batalla a los otomanos –que habían incrementado sus fuerzas en Serbia-, envía emisarios al gobierno de Constantinopla. Primero obtiene el bajalato de Belgrado (no de toda Serbia) y el título de príncipe de Serbia, a cambio de finalizar con las insurrecciones. Se convierte en “fiel” funcionario del sultán pero, por medio del soborno, progresivamente va adquiriendo poderes. En 1829, el tratado de Adrianópolis garantiza la autonomía de toda Serbia y, en 1830, el sultán reconoce a Obrenovich como príncipe hereditario, creador de su propia dinastía.


A partir de entonces se produce una pugna entre los descendientes de los dos dinastas y empezarán a sucederse y repetirse sus príncipes hasta quedar fijado el trono en el rey Petar I Karageorgevich (1903-1921), nieto directo del célebre Kara-George.

El Rey Pedro I luego de su coronación, el 21 de septiembre de 1904, en el desfile por la calle Knez Mihajlova, la principal de Belgrado.

La formación del Estado


Con la derrota de los Imperios centrales en la Gran Guerra de 1914, se creó con el beneplácito del emperador Carlos I de Austria una junta nacional con sede en Zagreb que agrupó a los políticos yugoslavos de la monarquía, mientras el Comité Yugoslavo continuaba sus conversaciones en el extranjero con el gobierno serbio, encabezado por el veterano político Nikola Pašić, generalmente de ideología panserbia.


Los políticos austrohúngaros veían en Serbia un protector frente a las ambiciones territoriales italianas en el Adriático pero no deseaban convertirse en una simple extensión del Reino de Serbia. Mientras, el gobierno serbio mantenía una escasa simpatía por sus planes federalistas, que sólo aumentó con las derrotas militares y la pérdida del apoyo de la Rusia zarista a causa de la Revolución de Febrero.


A pesar de los intentos del emperador de evitar la desintegración del Imperio, el 29 de octubre de 1918 la junta de Zagreb proclamaba la independencia de los territorios eslavos sureños. El 18 de noviembre la nueva asamblea revolucionaria de Montenegro declaraba la unión del reino con el Reino de Serbia.

La Princesa Ljubica Petrović-Njegoš (Zorka) de Montenegro, consorte del futuro rey Pedro de Serbia y madre del futuro rey Alejandro I de Yugoslavia

Finalmente, el 1 de diciembre una delegación de la junta nacional de Zagreb viajaba a Belgrado y ofrecía la jefatura del Estado al príncipe regente serbio, Alejandro I (segundo hijo de Pedro I con la princesa Zorka de Montenegro), quien proclamó la creación del nuevo Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos. La incapacidad de la Junta de Zagreb de formar unas fuerzas armadas suficientes para controlar los disturbios sociales y el temor a los ejércitos austriaco e italiano hicieron que la élite de los territorios austrohúngaros se precipitase a solicitar la ayuda serbia, sin establecer condiciones. Sólo el político croata Stjepan Radić se opuso en vano a la unión sin garantías de que Serbia formaría una federación o se concedería autonomía a los territorios.


El Estado tardó en recibir el reconocimiento de la Entente. La unión no fue sencilla y ya el 5 de diciembre de 1918 se producían choques entre la población de Zagreb y las tropas serbias. En 1919 el descontento en los territorios croatas había crecido lo suficiente como para que Radić hubiese podido recoger 167.667 firmas a favor de la independencia.


Armas de la Casa de Karađorđević, luego Casa Real de Yugoslavia

Los territorios componentes


El nuevo reino se formó a partir de los antiguos estados monárquicos independientes del Reino de Serbia y del Reino de Montenegro, así como también una cantidad sustancial de territorio que antiguamente formaba parte del Imperio austrohúngaro. Las tierras de Austria-Hungría que pasaron al nuevo estado incluían: Croacia, Eslavonia y Voivodina de la parte húngara del imperio; Carniola, parte de Estiria y la mayor parte de Dalmacia del lado austríaco, además de la provincia imperial de Bosnia-Herzegovina.


Un plebiscito se llevó a cabo en la provincia de Carintia, que optó por seguir en Austria. La frontera italo-yugoslava quedó fijada en el Tratado de Rapallo (12 de noviembre de 1920). Pero se iniciaron tensiones, con los italianos reclamando más áreas de la costa dálmata y Yugoslavia reclamando por su parte la península de Istria, parte de la antigua provincia costera austríaca que había sido anexada a Italia, pero que contenía una población considerable de croatas y eslovenos.

“Alejandro I, rey de los Serbios, Croatas y Eslovenos”, reza esta moneda de dos dinares de 1925


En total el nuevo país ocupaba una superficie de 247.542 kilómetros cuadrados. El 16 de agosto de 1921 Alejandro I fue proclamado rey y gobernó queriendo consolidar ese reino formado como un mosaico. Para él, aunque liberal, todo eso de “los serbios, los croatas y los eslovenos” significaba únicamente la Gran Serbia.

Un nuevo reino


Las tensiones entre el nacionalismo serbio (envalentonado por el carácter centralista del estado) y el croata, acostumbrado a la política obstruccionista de oposición, habían estallado con el asesinato en el parlamento del líder del Partido Campesino Croata por parte de un diputado montenegrino. Ello llevó al rey Alejandro a clausurar el parlamento y asumir el gobierno del país de una manera dictatorial. Sin embargo, ello solo reavivó las tensiones. Además del grave problema político la dictadura heredó del anterior periodo de gobierno parlamentario un creciente problema de superpoblación rural, debido al rápido aumento de la población y la falta de empleo fuera de la agricultura para absorberlo.

Alejandro I de Yugoslavia


El 6 de enero de 1929 el rey abolió la Constitución de Vidovdan y todos los derechos que contenía. Luego tomó para sí los poderes del Estado, nombrando un nuevo gobierno que sólo era responsable ante él, acabando así el periodo de gobierno parlamentario. El monarca indicó, sin embargo, que la dictadura sería temporal y sólo la había implantado por la crisis del país. La proclamación de la dictadura y la abolición de la constitución centralista fueron recibidas al comienzo con alivio y satisfacción por la población.


El primer ministro elegido por el monarca fue el jefe de la guardia real, el general Petar Živković. La maniobra no fue mal recibida en el extranjero, donde se deseaba acabar con la inestabilidad en el país ni al principio por la oposición, que se alegró de la abolición de la odiada constitución de Vidovdan y de las promesas del soberano de comenzar un nuevo proceso político.

Corona real de la dinastía Karađorđević


El 3 de octubre de 1929 el país pasó a llamarse oficialmente Yugoslavia. El Reino de Yugoslavia comprendía el área de las provincias de Eslovenia, Bosnia y Herzegovina, Serbia, Montenegro y Macedonia, Croacia y Eslavonia. En realidad, el nombre del nuevo Estado era común ya antes de su institución oficial, siendo poco usado fuera del ámbito oficial. Provenía del serbocroata Jug (sur) y Slavia (territorio eslavo), término por el que se designaba desde el siglo XIX a los eslavos del sur, aunque normalmente sin incluir a los búlgaros. Era un nombre menos ambiguo y mucho más digno de un reino europeo del siglo XX y, al menos sobre el papel, parecía suprimir las viejas divisiones históricas.


Se cambió la ordenación territorial, creándose nueve nuevas provincias (las banovinas), que sustituyeron a las 33 unidades administrativas vigentes desde 1924, de inspiración francesa. Las unidades tenían su base en motivos económicos y políticos -el intento de aniquilación de los regionalismos-. Fue entonces cuando Vladko Maček, dirigente del Partido Campesino Croata, pasó a oponerse a la dictadura real.


En 1931, aunque Alejandro I anunció ostentosamente el “fin de la dictadura”, solo hizo un simulacro de cambio: la ley electoral de la nueva Constitución no permitía que los partidos locales (como el croata) pudieran ganar escaños. El gobierno obtuvo entonces la mayoría en el Parlamento.

Alejandro I de Yugoslavia con Mustafa Kemal Atatürk, fundador y primer presidente de la República de Turquía (1933).


El 9 de octubre de 1934 el rey es asesinado en Marsella, tras desembarcar en ese puerto para realizar una visita oficial a Francia. La reina María (hermana del rey Carol II de Rumania) se salva porque, a causa de que se marea en el mar, había efectuado el viaje en tren. Inmediatamente es proclamado rey su hijo Pedro II, pero como sólo tiene once años de edad, se nombra una regencia presidida por el príncipe Pablo (primo de Alejandro I).


El regente restableció la democracia en Yugoslavia en agosto de 1939: el Estado se organizará federalmente, con gran autonomía para Croacia; en el gobierno entrarán seis ministros croatas… Realmente era lo que el pueblo deseaba. Pero, el 1º de septiembre de ese mismo año, Hitler invade Polonia e inmediatamente después comienza la Segunda Guerra Mundial. Consecuencias: el desmembramiento del reino por sus vencedores y, el 29 de noviembre de 1945, la proclamación de la República Popular Federal de Yugoslavia. En 1953, Josip Broz Tito fue electo presidente y posteriormente, en 1963, fue declarado Presidente de por vida. Finalmente ese mismo año el país adoptó el nombre de República Federativa Socialista de Yugoslavia (RFSY), a la postre el de mayor longevidad y el de mayor publicidad.



Enseña naval de la RFSY


El antiguo territorio de Yugoslavia actualmente está distribuido entre 6 estados soberanos:


* Bosnia y Herzegovina
* Croacia
* Eslovenia
* República de Macedonia
* Montenegro
* Serbia


- Kosovo: territorio en disputa entre Serbia y la autodenominada República de Kosovo

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