Con frecuencia, en el ambiente de la joyería internacional, se han confundido dos perlas que son verdaderas bellezas nacaradas e ilustres, la PELEGRINA y la PEREGRINA, confusión debida no sólo por la similitud de sus nombres, sino también por su singular y complicada historia.
La apariencia de las dos perlas es muy distinta. La PEREGRINA casi es el doble que la PELEGRINA en tamaño y en peso. Por eso ha sido más famosa la primera. También la forma es diferente: la PEREGRINA tiene forma de lágrima y la PELEGRINA de concha oval.
La PELEGRINA
El nombre de "PELEGRINA" parece haber sido utilizado para referirse al menos a dos perlas naturales de diferentes formas, tamaños, origen e historia. Una, que se cree de origen sudamericano, con una historia de más de 350 años, tiene forma de pera y un peso de 133,16 granos. Otra, que se originó a principios del siglo XX, con una forma esférica y un peso menor de 111.5 granos.
Aparte de la confusión causada por la existencia de dos perlas diferentes del mismo nombre, la aparición de una perla totalmente distinta de 203,84 granos de peso y de nombre "PEREGRINA", la cual fonéticamente se asemeja al nombre anterior, habría dado lugar a una confusión considerable entre los historiadores de gemas.
La palabra en español "peregrina" significa "errante". La palabra "pelegrina" ha sido traducida por los historiadores de gemas como "incomparable", pero no hay tal palabra en el idioma español que tenga este significado. Parece que la palabra "pelegrina" habría sido deliberadamente creada para rimar con la palabra "peregrina", y sigue teniendo el significado de "peregrino o errante", pero muestra una diferencia con el nombre original, ya que se refiere a una perla totalmente distinta con un peso de casi 70 granos menos que la original PELEGRINA.
La antigua PELEGRINA es una perla natural blanca con forma de pera, con brillo plateado de alta calidad y un peso de 133,16 granos. Esta piedra, sin duda, tiene todas las características deseables en los siete factores de valor GIA de una perla: tamaño, forma, color, brillo, calidad superficial, calidad de nácar y valor de venta.
La PELEGRINA fue parte de las Joyas de la Corona española, siendo otorgada por el rey Felipe IV a su hija María Teresa cuando ésta casó con Luis XIV de Francia en 1660. No se sabe exactamente cuándo la perla entró en la Joyas de la Corona de España, pero podría ser cualquier momento entre el siglo XVI, cuando las perlas fueron descubiertas por primera vez en las colonias españolas del Nuevo Mundo, y mediados del siglo XVII. Así, el origen de la perla podría ser cualquiera de las principales zonas productoras de perlas del Nuevo Mundo durante ese período, tales como las zonas costeras del Archipiélago de las Perlas en el Golfo de Panamá, las zonas costeras de Venezuela y las islas del Caribe.
Cuando el Rey Felipe IV asistió a las ceremonias por la boda de Luis XIV con su hija, se hizo presente en la Corte de Francia con otra famosa piedra de la Corona española, como un adorno de sombrero. Esta joya era nada menos que la perla de 223,8 granos en forma de pera llamada “PEREGRINA”, que tenía una procedencia más antigua que la PELEGRINA. La paz de los Pirineos y el matrimonio español establecieron al rey Luis XIV como el monarca más poderoso de Europa.
Luego de 23 años de reinado como consorte del Rey Sol, María Teresa murió en 1683, y el destino de la perla PELEGRINA después de su muerte y hasta que reapareció de nuevo en San Petersburgo en 1826, es incierto.
Una de las posibilidades indica que María Teresa habría legado la perla a su único hijo sobreviviente Le Grand Dauphin, Luis de Francia. A partir de él habría sido heredada a cada hijo primogénito convirtiéndose así en una joya de la corona de Francia y tal vez por esta vía llegara a manos de Luis XVI, el último de los monarcas Borbones, ejecutado durante la Revolución Francesa. Durante los disturbios de la Revolución el 17 de septiembre de 1792, seis hombres irrumpieron en la Garde Meuble, el erario público que albergaba las joyas de la corona y robaron algunas piezas importantes de joyería como el Diamante Sancy, el Azul Tavernier y el Regente. Tal vez podría haber estado La PELEGRINA, que nunca se recuperó como el diamante Tavernier, y más tarde reapareció después de la expiración de 20 años, el plazo de prescripción para el delito. El Tavernier reapareció en Londres en septiembre de 1812, exactamente 20 años después del robo. La PELEGRINA por otro lado apareció en San Petersburgo, Rusia, en 1826, mucho después del plazo fijado en el estatuto de limitaciones y fue adquirida por la fabulosamente rica princesa Tatiana Youssoupov (Yusupov).
Si la perla hubiera sido parte de las Joyas de la Corona y hubiera tenido la suerte de escapar de las convulsiones de la Revolución Francesa, habría, sin duda, aparecido en las subastas públicas de las joyas en mayo de 1887, en una decisión adoptada por el Parlamento de la 3ª República. Pero, desde que la perla reapareció en 1826 en Rusia, era altamente improbable que éste hubiera sido el caso. En cualquier caso, no existe ningún documento que confirme que esta piedra haya existido entre las Joyas de la Corona francesa.
Otra posibilidad habría sido que la perla fuera heredada por Felipe, duque de Anjou (1683-1746), el segundo hijo del Gran Delfín, quien posteriormente se convirtió en el Rey de España como Felipe V. Si este fuera el caso la PELEGRINA habría vuelto a formar parte de las Joyas de la Corona de España durante este período y más tarde encontraría su camino a San Petersburgo, Rusia. Sin embargo, no hay pruebas documentales para demostrar que La Pelegrina alguna vez volviera a entrar en la Joyas de la Corona española.
La Pelegrina llega a la familia Yussupov en 1826
La Princesa Tatiana Vasillieva (1769-1841) se casó con el príncipe Nikolai Borisovich Yussupov en 1793. El príncipe Yussupov, Senador, Ministro de las Propiedades Estatales y Director de los Teatros Imperiales, era también mecenas de las artes, hablaba cinco idiomas y había servido bajo tres soberanos, Catalina la Grande, Pablo I y Alejandro I, como consejero privado y diplomático.El príncipe Nikolai y la princesa Tatiana tenían un gusto apasionado por la joyería y adquirieron una colección que se hizo famosa. Ella adquirió el diamante redondo de talla brillante llamado “Estrella Polar”, de 40 quilates, y también varios aderezos procedentes de las Coronas de Francia y Nápoles. En 1826 también adquirió la perla PELEGRINA de Felipe IV de España.
Después de la muerte de la princesa Tatiana en 1841, La Pelegrina fue heredada por el príncipe Boris y su esposa Zenaida Ivanova Narishkina. En 1849 el príncipe Boris fue sucedido por su único hijo, el príncipe Nikolai Borisovich Yussupov, quien también heredó la perla. El príncipe, Mariscal de la Corte Imperial, también fue un mecenas de las artes y un coleccionista y gran conocedor de joyas. Tiene fama de haber adquirido una gran colección de joyería, que incluía el famoso diamante gris azulado de 35,27 quilates, el “Sultán de Marruecos”. En el siglo XIX, la familia Yussupov poseía una de las tres colecciones de joyas más importantes del mundo, junto con la de los reyes de Inglaterra y la del Sha de Persia. Durante sus viajes por Europa el príncipe Nikolai compró un gran número de pinturas y otras obras de arte, así como una colección de violines, que luego adornarían el Palacio Yussupov.
Cuando el príncipe Nikolai murió en 1891, fue sucedido por su hija Zenaida, que era considerada una belleza legendaria. La Princesa Zenaida Nikoláievna Yusupova (1861-1939) se casó con el Conde Félix Felixovich Sumarokov (1856-1928), futuro Gobernador General de Moscú, y también heredó La Pelegrina. La princesa usaba la perla como un adorno de la cabeza, coronada por otra perla histórica “La Regente” (La Perle Napoleon). A veces llevaba La PELEGRINA como un solo pendiente.
El hijo de la princesa Zenaida, príncipe Félix Yussupov II, casó con Irina, nieta del zar Alejandro III. Prince Se hizo famoso por su participación en el asesinato de Rasputín, el monje loco, justo antes de la revolución bolchevique de 1917. Después de los levantamientos de febrero, el príncipe Félix recogió algunas de sus más preciosas pertenencias, incluyendo gran parte de su valiosísima colección de joyas con la perla "PELEGRINA"y se instaló en París.
Félix Yussupov vendió a Cartier la mayor parte de las joyas que trajo de Rusia, con excepción de la PELEGRINA, que el príncipe no podía soportar desprenderse por su valor sentimental. No fue hasta el año 1953 que el príncipe Yussupov finalmente decidió vender la perla PELEGRINA a Jean Lombard, el joyero de Ginebra.
El conocido joyero Jean Lombard estableció su negocio en 1936. Poco después de la Segunda Guerra Mundial, Lombard se reunió con Carl Theodor Fabergé, el nieto de Peter Carl Fabergé, el renombrado diseñador de joyas ruso. Ambos se asociaron y durante los siguientes veinte años crearon algunas piezas excepcionales de joyería, inspiradas en el Renacimiento. También estableció Lombard estrechas relaciones con la nobleza rusa que vivía en el exilio, incluyendo el príncipe Félix Yussupov, a quien en 1953 compró la famosa PELEGRINA. Lombard tenía muchos coleccionistas europeos entre sus clientes y también fue joyero de la reina Federica de Grecia y de Faruk de Egipto. Lombard vendería la famosa perla a uno de sus clientes, un coleccionista que permaneció en el anonimato.
La Pelegrina y el collar con la perla negra Azra
Este propietario anónimo la envió a subasta en Christie's de Ginebra en 1989. La PELEGRINA era el lote 556 y fue descripta como una perla pendiente en forma de pera. La perla de 133,16 granos fue incorporada en un colgante de perlas y diamantes, con un diamante en forma de rosa foliada y un diamante circular encima. De acuerdo con el catálogo que Christie’s publicó para la subasta, la PELEGRINA se confunde a menudo con la PEREGRINA, perla que se fue transmitiendo a través de la familia real española hasta que José Bonaparte la sacó del país en 1813.
La PELEGRINA se vendió a un comprador anónimo por una suma récord de 463.800 dólares.
La PEREGRINA
La PEREGRINA es muy conocida por haber pertenecido a las joyas de la Corona española y porque en 1969 fue subastada en Nueva York, donde la compró el actor Richard Burton. La célebre perla acudió a la subasta con la aureola de ser la más perfecta del mundo. Así lo debieron creer los que pujaron pues se remató en 48.000 dólares, una cifra astronómica para entonces.
Considerada una de las gemas más valiosas y legendarias de la historia de Europa, la perla ha peregrinado por diversos países desde que fuera descubierta por un esclavo, en Panamá, hace más de 400 años, junto a una isla de los mares del Sur que por sus criaderos de perlas se llamó “Margarita”. Sin embargo, su apodo no se debe a su historial viajero, sino a su peculiar forma. En siglos anteriores, el adjetivo «peregrino» significaba «raro, caprichoso, especial». Esta perla fue también llamada «La sola» o «La margarita». Según un documento de la época, pesaba 58,5 quilates.
La perla pasó de mano en mano hasta que a fines del siglo XVI el Aguacil Mayor de Panamá, Diego de Tebes, la vendió al Consejo Real de Indias, con destino al rey de España. Doña Isabel de Portugal será la primera reina que luzca la PEREGRINA.
Al morir el Rey Prudente, el “Inventario Real de los bienes que se hallaron en el guardajoyas del rey Felipe II” la describe así: «Una perla pinjante en forma de pera de buen color y buen agua, con un pernito de oro por remate, esmaltado de blanco, que con él pesa 71 quilates y medio (...). Compróse por el Consejo Real de las Indias de don Diego de Tebes en 9.000 ducados. Tasóse por Francisco Reynalte y Pedro Cerdeño, plateros de oro y lapidarios del Rey nuestro señor, en 8.748 ducados (...). Tiénela la Reyna, nuestra señora...»
Esta descripción es la más completa que se posee. De ella se puede deducir que el peso de la perla era aproximadamente de unos 14 gramos y su tamaño el de un huevo de paloma. La perla más perfecta del mundo ya era parte del tesoro de la Corona española.
Se suele repetir que Felipe II se la regaló a su nueva esposa, la reina inglesa María Tudor, y de hecho ella luce una gran perla en el famoso retrato pintado por Antonio Moro (Museo del Prado de Madrid). Pero si la fecha de compra 1579-80 fuese cierta, para entonces la reina había fallecido y su perla sería otra.
Lo cierto es que la perla no salió de España, pues se encuentra en la relación de las “Joyas que se llaman de Estado” y que Beroqui vio descripta en un inventario de la época de Felipe III, cuando el rey entregó las joyas a su mujer, Mariana de Austria. La PEREGRINA prendida de un broche o joyel –El Joyel de los Austrias- junto con el diamante Estanque, fue lucida por las sucesivas reinas que ocuparon el trono español. Las perlas en forma de lágrima son muy apreciadas por su belleza y escasez, y es por ello que la PEREGRINA se convirtió en objeto de deseo de la realeza de la época. La reina Margarita de Austria la lució con dicho broche en su retrato ecuestre terminado por Velázquez (Museo del Prado) y también su esposo Felipe III la lleva, prendida de su sombrero (sin el broche), en el retrato que hace pareja con aquél.
De Madrid a Francia e Inglaterra
La PEREGRINA pertenecía a un grupo de joyas de la corona que los reyes debían transmitir de padres a hijos. Como la colección de cuadros, que fue el germen del posterior Museo del Prado, estas joyas tenían un valor histórico y simbólico y los reyes debían asegurar su conservación. La perla fue propiedad de las sucesivas reinas de España, que la lucieron en sombreros y aderezos. Su pista puede seguirse a través de los inventarios y testamentos reales.
La pieza permaneció en España hasta 1808, cuando el rey invasor José Bonaparte ordenó que le entregasen las joyas de los Borbones españoles, ya exiliados. Fue enviada entonces a su esposa, que residía en París, pero años después de perder el trono español el matrimonio se separó y Bonaparte marchó a Estados Unidos, con una amante y con la perla.
Cuando José Bonaparte regresó a Europa, se trajo la perla consigo. Se cree que dispuso en su testamento que se la entregara al futuro Napoleón III, quien debió venderla hacia 1848 por problemas económicos. Se la compró el marqués de Abercorn, cuya esposa la lució en París, en un baile en el Palacio de las Tullerías. Como ella se negó a taladrar la perla para engarzarla mejor, era muy fácil que se desprendiera, si bien no llegó a extraviarse.
La Peregrina cruza el Atlántico
En 1969 la PEREGRINA sale a subasta, y la noticia causa agitación en España. Se cuenta que la Casa Real española intentó entorpecer la venta afirmando que esta perla no era la auténtica. Los Borbones españoles tenían otra, regalada por Alfonso XIII a su esposa, y afirmaron que era la PEREGRINA. Sin embargo, al menos parte de la familia Borbón sabía cuál era la auténtica; Alfonso de Borbón y Dampierre participó en la subasta de Nueva York, si bien su oferta resultó insuficiente.
Según documentación desvelada recientemente, ya en 1914 Alfonso XIII sabía que la PEREGRINA había sido vendida por los Abercorn a una joyería inglesa. Consta que se la ofrecieron al rey y que le remitieron fotografías de ella. No llegaron a un trato, y acaso fue entonces cuando Alfonso XIII obtuvo una segunda perla, que sería la mostrada por su viuda en 1969.
Sea como fuere, la PEREGRINA pasó por dos coleccionistas más y fue subastada el día 23 de enero de 1969 por la sala Parke Bennet en Nueva York. La mayor parte de los que pujaron se detuvieron en los 15.000 dólares. Hasta los 20.000 llegó Alfonso de Borbón Dampierre. El actor Richard Burton la adquirió (sirviéndose de un intermediario) por 37.000 dólares, como regalo a su amada Elizabeth Taylor (quien la incorporaría a un collar de rubíes y diamantes, diseñado por Cartier de París, aderezo que hizo de la PEREGRINA, todavía más si cabe, una pieza de valor incalculable).
El 24 de enero, Luis Martínez de Irujo, Duque de Alba, jefe de la Casa de la Reina Victoria Eugenia, negaba la autenticidad de la perla subastada y exhibió otra que pretendía ser la auténtica, recibida de Alfonso XIII con motivo de su boda. Tanto la casa de subastas como diversos especialistas negaron veracidad a esa atribución. Esa presunta PEREGRINA fue legada a Juan de Borbón, hijo de Victoria Eugenia, y cuando éste renunció a sus derechos dinásticos en 1977, le fue transmitida al rey de España Juan Carlos I. Ha sido lucida varias veces por la reina Sofía, y algunos funcionarios de la casa real española siguen manteniendo que es ésa la verdadera PEREGRINA.
La PELEGRINA II
Una segunda perla originada a principios del siglo XX con un peso de 111,5 granos, forma perfectamente esférica y un raro color blanco plateado se le dio también el nombre de "PELEGRINA" pero para diferenciarla de sus “hermanas” se le agregó el II. El origen de esta perla, que también pertenecía a la Corona española, no se conoce con exactitud. Parece que Alfonso XIII, Rey de España de 1902-1931, dio la perla engarzada en un broche a su consorte, Victoria Eugenia de Battenberg, como un regalo de boda en 1906. La pieza parece haber permanecido como parte de las Joyas de la familia real, a pesar de la caída de la monarquía en 1931 y su posterior restauración como monarquía constitucional en 1978, siendo pasada desde entonces como herencia familiar desde Victoria Eugenia hasta la actual Reina Sofía, quien la ostenta actualmente.
En la época en que la original PELEGRINA fue subastada en 1989 en Ginebra, el duque de Alba celebró una conferencia de prensa y afirmó que la verdadera PELEGRINA estaba en manos de la familia real española, pero la afirmación no pudo ser fundamentada.
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