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martes, 13 de julio de 2010

Sobrino de Su Santidad


Un cardenal nepote (también conocido como valido de su tío; en latín: cardinalis nepos; en inglés: cardinal-nephew; en italiano: cardinale nipote; en francés: prince de fortune) es un cardenal promovido por un papa que es su tío, o de un modo más general, su pariente. La práctica de crear cardenales-sobrinos tuvo su origen en la Edad Media, y alcanzó su apogeo en los siglos XVI y XVII. A partir del Papado de Aviñón (1309–1377) y hasta la bula de anti-nepotismo del Papa Inocencio XII (1692), un papa sin un cardenal nepote era una excepción a la regla. Todos los papas del Renacimiento que nombraban cardenales debían elegir a un pariente para el Colegio Cardenalicio y los sobrinos eran la elección más común.

El Papa Alejandro VI, prototípico pontífice del Renacimiento

La institución del cardenal nepote evolucionó durante los siguientes siete siglos, al punto de cambiar el desarrollo de la Historia del Papado y de los propios estilos de los diversos papas. De 1566 a 1692, un cardenal nepote ocupaba el cargo curial de Superintendente del Estado Eclesiástico, este cargo también era conocido como Cardenal Sobrino (sin guión), para que los términos no se confundiesen. El oficio curial del Cardenal Sobrino (sin guión y cargo curial), como la institución del cardenal nepote (familiar del papa), entraron en declive a medida que el poder del Cardenal Secretario del Estado iba aumentando mientras que el de los papas disminuía entre los siglo XVII y XVIII.

Dentro de los cardenales-sobrinos notables pueden destacar 15, y posiblemente 19 papas: (Gregorio IX, Alejandro IV, Adriano V, Gregorio XI, Bonifacio IX, Inocencio VII, Eugenio IV, Paulo II, Alejandro VI, Pío III, Julio II, León X, Clemente VII, Benedicto XIII, y Pío VII, y probablemente también Juan XIX, Benedicto IX, fueron cardenales, e Inocencio III y Benedicto XII, fueron sus parientes, respectivamente). Un antipapa (Juan XXIII) y dos o tres santos (Carlos Borromeo, Guarino de Palestina y tal vez Anselmo de Lucca, en caso de haber sido realmente cardenal).

León X con sus primos Giulio di Medici (izq, futuro Papa Clemente VII) y Luigi de Rossi (der), a quien elevó al cardenalato


Historia

La creación de cardenales-nepotes antecede a la preminencia jerárquica de los cardenales en la Iglesia Católica Romana, que creció a partir del decreto hecho por el Papa Nicolás II (1059), In nomine Domini, que establecía a los cardenales-obispos como los únicos con el poder para elegir a un papa, con el consentimiento de los cardenales-diáconos o de los cardenales-presbíteros. El primer cardenal-nepote conocido fue Lotario (o Loctarius), seniore, primo del Papa Benedicto VIII (1012–1024), elegido alrededor de 1015. Benedicto VIII también designó a su hermano Giovanni (futuro Papa Juan XIX) y a su primo Teofilatto (futuro Benedicto IX) como cardenales-diáconos. Posiblemente el primer cardenal-nepote conocido después de 1059 fue San Anselmo de Lucca, sobrino o hermano del Papa Alejandro II (1061–1073), aunque hasta finales del siglo XII la mayoría de las designaciones resultaban dudosas, debido a que la relación familiar entre el papa y el cardenal no estaba comprobada, o porque el cardenalato del Papa era incierto.


El Papa Benedicto VIII elevó al cardenalato a un hermano, un primo y un sobrino


El Papa Clemente VI (1342-1352) creó más cardenales-nepotes que cualquier otro pontífice, incluyendo seis un mismo día, el 20 de septiembre 1342, el mayor número elevado a la vez. La capitulación del cónclave de 1464 limitó al Papa elegido a nombrar un cardenal-nepote, entre otras condiciones destinadas a aumentar el poder del Colegio de los Cardenales y reducir la capacidad del Papa para diluir ese poder.

El V Concilio de Letrán declaró en 1514 que el cuidado de familiares era digno de encomio y la creación de cardenales-nepotes era recomendada a menudo o justificada sobre la base de la necesidad de cuidar a los familiares indigentes. Un cardenal-nepote por lo general podía esperar nombramientos rentables, por ejemplo, Alessandro Farnese, cardenal-nepote del Papa Pablo III (1534-1549) obtendría 64 beneficios al mismo tiempo, además de la vice-cancillería.

El Papa Paulo III con su cardenal-nepote, Alessandro Farnese (izq) y su otro nieto, Ottavio Farnese, duque de Parma (der)

Se decía que el Papa Pablo IV (1555-1559), en su vejez, había "caído casi por completo bajo la influencia del cardenal-nepote"; el cardenal-nepote de Pablo IV, Carlo Carafa, fue acusado en agosto de 1558 de seducir a una noble romana, Plautila de 'Massimi, que había entrado en posesión de una cantidad excesiva de dinero y joyas, pero las acusaciones fueron rechazadas por el pontífice. San Carlos Borromeo, sobrino de Pío IV (1559-1565), había asegurado la subordinación del secretarius intimus al cardenal-nepote, que llegó a ser conocido a veces como el secretarius maior. Pío IV fue notorio por el nepotismo: entre 1561 y 1565 transfirió más de 350.000 escudos a sus familiares.

Luego del Concilio de Trento (1563), el Papa Pío V (1566-1572) elaboró los términos del oficio de Superintendente del Estado Eclesiástico, que iba a manejar los asuntos temporales de la Estados Pontificios y las relaciones exteriores de la Santa Sede. Después de intentar dividir las funciones de la Superintendencia entre cuatro cardenales no familiares, Pío V se adhirió a las urgencias del Colegio de Cardenales y su embajador español, y nombró a su sobrino nieto, Michele Bonelli, como Superintendente, demarcando sus deberes con una bula papal de 14 de marzo de 1566. Sin embargo, Pío V evitará sin descanso delegar la menor autonomía real a Bonelli.

Pío V creó el oficio curial de Cardenal Sobrino en 1566


El Superintendente del Estado Eclesiástico (también llamado padrone cardinale o Secretarius Papae et superintendens estado ecclesiasticæ, en italiano: Sopraintendente dello Stato eclesiástico) era un legado oficial de la Curia Romana, aproximadamente el equivalente al Cardenal Secretario de Estado, que absorbió sus funciones después de que el oficio del Cardenal-Nepote fue abolido en 1692. El oficio había sido comparado por los historiadores como un "primer ministro","alter ego" o "vice-Papa". El cardenal-nepote estuvo en general entre las primeras creaciones de cardenales por parte de un papa y su “criatura” estuvo acompañada tradicionalmente por un saludo de los cañones de Castel Sant'Angelo.

A raíz del Papado de Aviñón, el cardenal-nepote fue el responsable de la gestión espiritual y temporal del Condado Venaissin, donde los papas habían residido; en 1475, el Papa Sixto IV elevó la Diócesis de Aviñón al rango de arzobispado, en beneficio de su sobrino Giuliano della Rovere.

Claustro del Palacio papal de Aviñón

Siglo XVII

Los términos del oficio del Cardenal-Nepote fueron establecidos por un breve papal desarrollado y perfeccionado por los sucesores de Pío V de Pablo V (1605-1621). Era también el enlace para todos los nuncios papales y legados apostólicos y el prefecto de dos congregaciones: la Consulta y la Congregazione del Buon Governo. Era, asimismo, capitán general del ejército papal y un "canal a través del cual fluían beneficios de un lado y oro del otro". Sin embargo, estas funciones formales solo entraron en vigor durante los pontificados de los papas inusualmente débiles; la mayoría de los cardenales-nepotes fueron el poder de facto del propio pontífice.

Armas de Gregorio XIV


El Papa Gregorio XIV (1590-1591) comenzó la práctica de crear cardenales-nepotes cuyos nombramientos formales coincidieron de facto con su designación, por lo que era independiente del proceso ordinario de creación de cardenales y, cuando cayó enfermo, autorizó a su cardenal-nepote, Paolo Emilio Sfondrato, a utilizar el Fiat ut petitur, un poder que fue disminuido más tarde a instancias del Colegio. Pablo V emitió un motu proprio el 30 de abril de 1618, formalmente otorgando a su cardenal-nepote la misma autoridad que el papa Clemente VIII había dado a Pietro Aldobrandini, a partir de lo que el historiador Laurain-Portemer llamó “l' age classique” del nepotismo.

El cardenal-nepote del Papa Gregorio XV (1621-1623), Ludovico Ludovisi, el primero conocido como il padrone cardinale ("el jefe Cardenal") acumuló una amplia gama de beneficios (el obispado de Bolonia, 23 abadías, la dirección de la Signatura Apostólica, los cargos de vice-canciller y de gran chambelán) y fue capaz de tener la mayoría de ellos redistribuidos entre 17 de sus parientes después de su muerte. Todo esto reportaba a Ludovisi más de 200.000 escudos por año y se considera que ejerció "más autoridad ilimitada" que cualquier otro cardenal-nepote. Notablemente, los cardenales-nepotes estaban autorizados a crear facultas testandi para ceder las recompensas de sus beneficios a miembros de la familia secular. El sucesor de Gregorio XV, Urbano VIII (1623-1644), convocó dos comisiones especiales de teólogos, a quienes hizo suya esta práctica.

Gregorio XV y su sobrino Ludovico Ludovisi (entrada de la sacristía de la parroquia de Il Gesù, Roma)


Los Papas a menudo tenían sólo pocas opciones para la creación de un cardenal-nepote. De acuerdo con el historiador papal Federico Baumgartner, el reinado del Papa Sixto V (1585-1590) "empezó mal" porque Alessandro Peretti di Montalto era "su único sobrino elegible para el cargo, pero apenas podía servir al Papa como un confidente digno de confianza", provocando que varios cardenales rehusaran asistir a su investidura. Otro historiador papal, Ludwig von Pastor, señala que "la desgracia del Papa Pamphili fue que la única persona en su familia que habría tenido las cualidades necesarias para ocupar esa posición era una mujer".

El Papa Inocencio XI (1676-1689) despreciaba la práctica y sólo aceptó su elección como Papa después de que el Colegio de los Cardenales consintió sus planes de reforma, que incluía la prohibición de nepotismo. Sin embargo, Inocencio XI dio marcha atrás después de tres veces sin lograr el apoyo de la mayoría de sus cardenales para una bula que prohibía el nepotismo. Este papa rehusó escuchar las súplicas dentro de la corte papal para traer a Roma a su único sobrino, Livio Odescalchi, el príncipe de Sirmio, aunque sí elevó a Carlo Stefano Anastasio Ciceri, un pariente lejano, a cardenal, el 2 de septiembre de 1686. El sucesor de Inocencio XI, Alejandro VIII (1689-1691), fue el último Papa en crear un cardenal-nepote. Este pontífice también deshizo otra reforma de Inocencio XI mediante la restauración de los ingresos de la antigua Cancillería de Breves Apostólicos al Vicecanciller, quien era, en ese momento, su cardenal-nepote, Pietro Ottoboni. Este cardenal fue el último ejemplo del esplendor de ese tipo especial de prelados.

El Cardenal Ottoboni, sobrino nieto de Alejandro VIII

Hasta 1692 (y algunas veces a partir de entonces), el cardenal-nepote (o un sobrino laico) sería el jefe archivero del Papa y, por lo general, trasladaba los archivos papales a un archivo de la familia tras la muerte del pontífice. Así, las colecciones de archivos de las familias Barberini, Farnese, Chigi y Borghese contienen importantes documentos papales.


Siglo XVIII

El papa Inocencio XII (1691-1700) emitió una bula papal el 22 de junio de 1692, Romanum decet pontificem, prohibiendo el oficio de cardenal-nepote, lo que limitó a sus sucesores a elevar un solo pariente a cardenal, eliminando varias sinecuras tradicionalmente reservadas a los cardenales-nepotes y limitando el estipendio o dotación que podría recibir el sobrino de un Papa a 12.000 escudos. Romanum decet pontificem fue incorporada al Código de Derecho Canónico de 1917. En 1694, la serie de reformas de Inocencio XII concluyeron con una costosa campaña para eliminar la venalidad de los cargos mientras que se reembolsaba a sus actuales titulares. Estas reformas son consideradas por algunos estudiosos como una reacción tardía a la crisis financiera creada por el nepotismo del papa Urbano VIII (1623-1644).

Sin embargo, incluso después de Romanum decet pontificem, sólo tres de los ocho papas del siglo XVIII pudieron hacer cardenal a un solo sobrino o hermano. El Colegio de los Cardenales al parecer prefería gobernar por los sobrinos antes que por favoritos, que ellos percibían como la alternativa; por ejemplo, el Colegio instó a Benedicto XIII (1724-1730) a nombrar a un cardenal-nepote, a quien esperaban reemplazaría al notorio lugarteniente del papa, Nicolás Coscia. El Papa Gregorio XIII (1572-1585) también tuvo que ser impulsado por figuras clave en el Colegio a designar a su cardenal-nepote: Filippo Boncompagni.

Tumba de Inocencio XII, artífice de Romanum decet pontificem, en la Basílica de San Pedro


La influencia de los cardenales sobrinos del siglo XVIII fue reduciéndose a medida que el poder del Cardenal Secretario de Estado fue aumentando. La iglesia del período de Benedicto XIII (1724-1730) es descripta por el historiador Eamon Duffy como "todos los males del nepotismo, sin el sobrino". Neri Corsini, El cardenal-nepote del Papa Clemente XII (1730-1740) fue, con mucho, el más poderoso del siglo XVIII, debido a la edad avanzada y ceguera de su tío. Sin embargo, el sucesor de Clemente XII, el Papa Benedicto XIV (1740-1758), fue descripto por Hugh Walpole como "un sacerdote sin la indolencia o el interés, un príncipe sin favoritos, un Papa sin sobrinos".

Romualdo Braschi Onesti, cardenal sobrino de Pío VI (1775-1799), fue el penúltimo cardenal-nepote. A pesar de que Pío VI pertenecía a un noble linaje, su única hermana se había casado con un hombre de una familia sin riqueza alguna. Por lo tanto, se encargó a un genealogista que descubriera (y aumentara) algún rasgo de nobleza en el linaje Onesti, un esfuerzo que sólo había detectado una conexión indirecta con San Romualdo.


El Cardenal Braschi Onesti


Después del turbulento cónclave de 1800, el Papa Pío VII (1800-1823) evitó la institución de este tipo de cardenalato y en su lugar se basó en su Cardenal Secretario de Estado, Ercole Consalvi. Durante el siglo XIX, el único sobrino de un Papa creado cardenal fue Gabriele della Genga Sermattei, sobrino de León XII, elevado a la máxima dignidad eclesiástica por el Papa Gregorio XVI el 1 de febrero de 1836. Aunque la institucionalización del nepotismo desapareció en el siglo XVIII, la pietas (deber a la familia) sigue siendo un tema de la administración papal en el siglo XX, aunque rara vez con la abierta intervención de un tío pontífice. Siguiendo el ejemplo de Pío VI, los papas León XIII (que elevó a su hermano, Giuseppe Pecci, como cardenal el 12 de mayo de 1879) y Pío XII (1939-1958) debilitaron la burocracia curial formal en favor de un gobierno paralelo, en el cual los parientes a menudo ocupaban un lugar prominente. La pérdida de poder temporal sobre los Estados Pontificios (de facto en 1870 con la "Cuestión Romana" y de jure en 1929 con el Pacto de Letrán) también eliminaron las condiciones estructurales que se habían destacado en la política familiar de los papas anteriores.


Legado

El nepotismo es una característica común en la historia de la política de estado, especialmente en culturas donde la identidad y la lealtad se determinan más a nivel de la familia que la del estado-nación. El uso de los sobrinos, en vez de descendientes directos, es un producto de la tradición del celibato clerical en la Iglesia Católica, aunque la descendencia hereditaria de tíos a sobrinos es también vista en la patriarcado de los Iglesia Asiria de Oriente.

La creación de cardenales entre familiares y conocidos aliados era sólo una manera en la que los papas medievales y renacentistas trataron de diluir el poder del Colegio de Cardenales como un rival "eclesiástico" y perpetuar su influencia dentro de la Iglesia después de su muerte. La institución del cardenal-nepote tuvo el efecto de enriquecer tanto la familia del Papa con los deseables beneficios y la modernización de la administración del papado, al permitir que el pontífice gobernara a través de un apoderado más fácilmente falible cuando fuera necesario y proveyera una distancia formal entre la persona del pontífice y la cotidianidad de los asuntos pontificales.

Giuseppe Pecci, el último cardenal-nepote (1872)


De acuerdo con Tomás Adolfo Trollope, otro famoso historiador papal, "la maldad forjada por ellos en la iglesia fue poco menos que fatal para ella y continuó aumentando hasta que el peligro cada vez mayor advirtió el Pontífice a abstenerse. Los peores cardenales, proveyendo, naturalmente, el material para los peores Papas, han sido en su mayor parte cardenales-nepotes, la tentación de la creación de tales cargos fue demasiado grande como para ser resistida por la exorbitante grandeza del poder, dignidad y riqueza atribuidas a los miembros del Sacro Colegio. El valor de estos grandes "premios" fue tan enorme, que el "sombrero" se convirtió en un objeto de ambición de príncipes, y fue el objeto principal de una larga serie de Papas para otorgarlo a sus parientes".

Cardenal Secretario de Estado

El oficio curial de Cardenal Secretario de Estado evolucionó en muchos aspectos a partir de las funciones anteriormente realizadas por el cardenal-nepote. De 1644 a 1692, el poder de quien ocupaba este rango era esencialmente inversamente proporcional a la del sobrino el cardenal, a quien la Secretaría estaba subordinada. Durante algunos pontificados, como el del Papa Pío V (1566-1572) y su sobrino Michele Bonelli, el cardenal-nepote y el Secretario de Estado eran una misma cosa.


Silvio Valenti Gonzaga, Cardenal Secretario de Estado de Clemente XII entre 1740 y 1756


De acuerdo con Baumgartner, "el surgimiento de una administración centralizada con burócratas profesionales con carreras en el servicio papal" demostró ser más efectivo que el nepotismo para futuros papas y así "reducida en gran medida la necesidad de sobrinos papales". El crecimiento del Cardenal Secretario de Estado fue el "elemento más evidente de este nuevo enfoque".


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