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lunes, 30 de abril de 2012

Invitada de honor: el vestuario de una Primera Dama

Como primera dama, Jacqueline Bouvier Kennedy revolucionó el gusto de la nación”, dijo Hamish Bowles, editor de Vogue USA. Fue en los años en la Casa Blanca cuando Jacqueline Bouvier se forjó como un ícono del estilo. No sólo promovió la cultura y las artes, sino que mostró al público una forma más libre de vestirse, decorar sus casas y recibir. Los analistas dicen que su estilo de vestir fue una metáfora visual muy fuerte sobre lo que quería reflejar la administración Kennedy: juventud, energía, soltura y comodidad en su papel.


Jackie había estudiado un año en la Sorbona de París, se graduó en literatura francesa y se crió en una familia que privilegiaba todo lo europeo, lo que hizo que adorara a los modistos franceses. Chanel y Givenchy eran, para ella, el colmo de la elegancia. Su amor por Francia y todo lo que viniera de allí le dio sofisticación pero también le trajo problemas. Durante la campaña comenzaron a surgir voces sobre que su vestuario era anti-patriótico, snob y afrancesado y, para peor, la Sra. Nixon salió a decir poco menos que Jackie hacía su propia ropa con su máquina de coser. Jackie tuvo que ceder y de sus amados franceses pasó al norteamericano Oleg Cassini, aunque, como ella misma se ocupaba de elegir modelos, copiaba mucho a los popes.


Jacqueline Bouvier según Oleg Cassini



Sugestiva como una novia o una debutante, Jacqueline Kennedy eligió un vestido de noche blanco de para su premiêre como 'Primera Dama'. Jackie consideraba el blanco "el color más ceremonial" y optó por tonos del mismo, tanto para la gala como para el baile inaugural . Hecho de satén de seda de doble cara color marfil, el vestido fue un golpe maestro para la imagen. Despojado de adornos, tenía un solo detalle revelador en la cocarda que ceñía la cintura, una rosette de la misma tela, plena de simbolismo. Tenía sus raíces en el campo de batalla, donde era usada como un símbolo de lealtad. Asimismo, señalaba el orgullo de Jackie Bouvier por su ascendencia francesa, su profundo amor por la historia y su particular afinidad con el siglo XVIII. En la noche del 19 de enero de 1961, el conjunto de Jacqueline consistió en guantes de longitud de la manga y un collar de esmeraldas que su marido le obsequió.


Para el Baile Inaugural, Jackie lució un vestido en satén de seda con el corpiño bordado con hilo de plata reflectiva y cristales. El diseño de Cassini guarda cierta semejanza con un boceto inexacto "robado" de un diseño de Balenciaga para el vestido de novia de la Reina Fabiola publicado en una revista de moda.

Su estilo era moderno y elegante a la vez, era joven, idealista, optimista, cosmopolita, simple y siempre a la altura de las circunstancias. Tenía claro que lo verdaderamente elegante era quitar todo lo que estaba de más y sacar el mejor partido posible de sus 1.70 mts, su largo cuello, linda espalda y pocas caderas. Su postura casi perfecta era fruto de años de equitación. Gracias a ello también sabía moverse, lo que la hacía estar tan estupenda tanto de sandalias bajas y pantalones como en traje de soirée. Era deportista, por lo que tenías unos brazos muy bien formados que explotaba: siempre usaba vestidos sin mangas.


El 3 de mayo de 1961 tuvo lugar la primera cena de Estado dada por los Kennedy en la Casa Blanca. Fue en honor del Presidente de Túnez y la Sra. Bourguiba. Jackie lució un vestido estilo griego, con un hombro al descubierto, de organza de seda amarillo palo salpicado de brillantes.

Su vestuario para la gira semi-oficial de 1961 por India y Pakistán estaba diseñado en los brillantes colores del país anfitrión, aunque el corte era chic y contemporáneo. Aquí con su hermana Lee en camello, con un vestido de seda matelassé de Gustave Tassell. Jackie odiaba los estampados, pero para ese viaje hizo una excepción con este vestido bordó, naranja y rosado “puntillista”.

La mayoría de los trajes que llevó durante el mandato de su marido eran de Oleg Cassini, que le hizo unos trescientos. De los que lució en su viaje oficial a la India el más famoso es probablemente este vestido de seda color albaricoque, sin mangas y escote en V, con un lazo en la cintura. El conjunto se completaba con un abrigo de la misma tela y mangas tres cuartos.


Se había jurado nunca volverse rococó y sobrevestida, un pecado frecuente entre las primeras damas. Sabía perfecto lo que el público quería ver en ella y por eso se la ha visto casi como una actriz. Encabezaba la lista de las mejores vestidas y la flamante Miss America suspiraba “si solo luciera como Jackie”.

Considerada como la Primera Dama estadounidense mejor vestida de la historia, y referente indiscutible para otras primeras damas, a Jackie le encantaba el color blanco. Tanto para la noche, como para el día. Un color que algunos "expertos" parecen denostar para vestirse en un acto oficial. Aquí con un vestido blanco de seda pesada, con falda recta y sin mangas. El cuello de la blusa y el dobladillo de la falda tienen detalles bordados de perlas blancas.

Para una cena en honor del presidente de Costa de Marfil en mayo de 1962, Oleg Cassini le hizo un vestido de tul, con bordados en la línea del escote y el dobladillo, basado en un diseño de Karl lagerfeld para Jean Patou. Madame Houphouët-Boigny, conocida como la "Jackie Africana", iba de Pierre Balmain.

Para presidir una cena en en honor de Mohammad Reza Pahlavi, Sha de Irán, y su esposa Farah Diba en 1962, Jackie llevó un vestido de falda en seda rosa y ajustado corpiño blanco con escote barco y efecto de encaje salpicado de brillantes.

En un banquete formal dado por el Primer Ministro Nehru en Delhi, Jackie llevaba una columna seda blanca nacarada con escote cuadrado. El vestido tenía una tela superpuesta en la parte trasera para formar una cola y tirantes anchos que se acentuaban con moños.

Sus colores preferidos eran claros, puros, para ser fácilmente reconocida entre la multitud; si usaba sombrero tenía especial cuidado en que no le tapara la cara y siempre estaba cómoda y con libertad de movimientos. Tenía claro que la ropa debía ser fotogénica. Odiaba los trajes apretados y no usaba demasiadas alhajas. El pañuelo Hermes en la cabeza, los enormes anteojos para el sol y las sandalias ayudaban a darle ese aire joven que tanto pegaba con las ideas políticas de su marido.


Sencillez extrema pero también extrema sofisticación para recibir al Primer Ministro Nehru en la Casa Blanca: corpiño strapless negro y falda levemente acampanada color marfil; como complemento, sus ya célebres guantes hasta el codo.

Este modelo consiste en una blusa sin mangas de seda negra con una falda color mostaza en forma de campana y un lazo en la cintura con flecos en los extremos.

En Fort Worth, Texas, llevó un dos piezas blanco acentuado con el ya clásico lazo en la cintura en un color contrastante.

Vestido gris de peau de soie con bordados en hilos de plata en forma de medallón. Los guantes blancos, cortos, siguen la moda del momento. Grace Kelly fue otra celebridad conocida por usar este tipo de guantes.

Para sus viajes elegía cuidadosamente cada vestido: naranja, amarillo, rosa shocking, verde, colores fuertes que transmitían una imagen positiva de Estados Unidos. La joven promesa de la administración Kennedy. Era minimalista cuando no todo el mundo lo era: es más, la mayoría se cargaba de joyas y vestidos complicados; por eso hoy sus trajes no pasan de moda. El impacto de Jackie en la forma de ser de toda una generación de mujeres norteamericanas y del mundo entero fue profundo. Grandes figuras de la moda de hoy –Ferré, Valentino, Carolina Herrera- coinciden en destacar su natural elegancia, su escasa ostentación, su exquisito gusto.


Para su gira a México, lució un vestido sin tirantes en crepe Giselle azul Nattier, inspirado por Givenchy. La Primera Dama llevó el vestido el mismo año en una cena ofrecida por el Embajador Howard Beale. Fue uno de sus vestidos favoritos de todos los tiempos.

Este vestido de inspiración griega en jersey de seda, con destacados drapeados para formar la falda plisada y la línea del busto, lo lució la Primera Dama cuando fue anfitriona de 49 Premios Nobel en la Casa Blanca el 29 de abril de 1962.

En la Navidad de 1962, para posar junto al árbol navideño de la Casa Blanca, llevaba un vestido rojo de seda dupioni con una profunda vuelta en V, con los pliegues unidos en la espalda y atados en un nudo.

Ese estilo de estar elegante pero sin ningún esfuerzo daba trabajo. Devoraba las revistas francesas buscando ideas, dibujando ella misma, cambiaba ideas con su hermana o consultando expertos e invertía mucho tiempo en su ropa. “La miramos y decimos ‘¡qué simple!’ –dice Hubert de Givenchy-. Pero era deliberado. Era muy consciente de su estilo, su cuerpo y su cara”.

Para homenajear al presidente de Pakistán, Mohammed Ayub Khan, en Mount Vernon, hogar que fuera de George Washington sobre el río Potomac, Jacqueline llevó un largo y sencillo traje de encaje blanco con adornos en la cintura de seda color chartreuse.


El mismo formato de diseño para sus trajes de soirée que era la firma de Cassini: una columna de tela recta, en este caso de brocado color rosa suave, sin mangas y un lazo en la cintura. Jacqueline usó este modelo en una recepción durante su visita oficial a Austria.

Es interesante notar cómo algo tan superficial como la elección de un vestido puede tener tanto peso y hasta convertirse en un acto político. Jackie sabía decir cosas con la ropa: cuando recibieron en la Casa Blanca al ex presidente Harry Truman y su señora, Jackie usó un vestido simple pero moderno, que contrastó con el atuendo pasado de moda de Bess Truman. La cuenta es fácil: lo anticuado frente al futuro. Cuando estuvo con la reina Isabel usó la misma estrategia y su vestido marcó la imagen de un país de vanguardia. Sabía meterse a la gente en el bolsillo: su primer viaje como primera dama fue a Canadá y para visitar a la Policía Montada eligió un tailleur colorado, el color del uniforme de los agentes. La tapa de Life muestra a un policía y a Jackie, los dos de rojo, y él feliz con el elegante (y astuto) gesto de la primera dama.

En su visita oficial a Canadá, llevó este traje de lana roja con cuello abotonado, hombros redondeados, bolsillos y falda recta.

Para la audiencia privada con Juan XXIII el 11 de marzo de 1962, Cassini diseñó un vestido de alaskine en lana y seda negra, inspirado en la España del siglo XVII. El corte austero no carecía de majestuosidad y nobleza.

Vestido de chiffon color rosa con bordados en cuentas de porcelana y diamantes de imitación, inspirado en Givenchy. Jackie había visto una foto de Audrey Hepburn con el traje original en color amarillo. La primera dama lo usó para la inauguración de la exposición de la Mona Lisa en la National Gallery de Washington, en enero de 1963.

Y si Jackie Kennedy le debe, en parte, a Oleg Cassini "su estilo", también Oleg Cassini le debe a Jackie Kennedy su fama mundial. Consciente de ello le dedicó un libro: "Mil días de magia: Vistiendo a Jacqueline Kennedy para la Casa Blanca". Este fue el modelo que el diseñador eligió para la portada.


Como sabía de la importancia de sus vestidos, los guardó durante años antes de donarlos a la Biblioteca JFK de Boston en los ’80. El sombrero pill box diseñado para ella por Halston, los guantes blancos y largos, las chaquetas de mangas tres cuartos, los enormes lentes oscuros, el collar de perlas de tres vueltas… todos han pasado a ser símbolos de una mujer llamada Jackie.




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