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viernes, 30 de abril de 2010

Las hermanas Miller




La historia de las hermanas Miller haría las delicias de cualquier cronista social. Pía Christina, Marie Chantal y Alexandra Natasha nacieron, respectivamente, en 1966, 1968 y 1972 en el seno de la familia Miller: el padre, Robert, nacionalizado inglés, era ya entonces el rey de los duty free. La madre, la ecuatoriana Chantal Pesantes, una perfecta esposa y madre de familia, guapa y pulida, cuyos armarios rebosaban modelos de alta costura.

A pesar de la belleza y elegancia de su esposa, Robert Miller no consiguió quitarse nunca el barniz de vulgaridad que arrastraba junto a sus muchos millones (un reportero escribió que parecía “un carnicero de Detroit”). Entonces se prometió que sus tres hijas serían tan bellas como distinguidas, y, tras casarse espléndidamente, se convertirían en pilares de la alta sociedad internacional.


Robert y su esposa diseñaron para las tres niñas una perfecta estrategia educativa: colegio privado, internado suizo y estudios superiores en alguna universidad elitista, además del aprendizaje de idiomas e intensos periplos viajeros para desarrollar el cosmopolitismo propio de una dama.

Chantal se preocupó de inculcar en sus hijas el interés por la moda y la propia imagen: las pequeñas Miller se vistieron en las tiendas más exclusivas y fueron al peluquero y a la manicura desde que tuvieron uso de razón. Tantos esfuerzos dieron sus frutos: las hermanas Miller se convirtieron en exquisitas jóvenes de piel perfecta, lacios cabellos rubios y estilizada figura.



Cuando las tres alcanzaron la mayoría de edad, Robert Miller se dijo que era el momento del toque final, y encargó a Herb Ritts una sesión fotográfica de sus preciosas hijas, que aparecieron vestidas con apabullantes trajes negros de gusto impecable. Las fotos fueron enviadas a las principales revistas de sociedad americanas y europeas junto con un breve curriculum de cada chica y una información adicional: el magnate había dotado a cada una de ellas con una fortuna de 15 millones de euros.



En América, donde entonces vivía la familia, la “millermanía” no tardó en desatarse. Vanity Fair afirmó que las Miller eran “lo mejor que le había pasado a la sociedad estadounidense desde el desembarco, en los años treinta, de las hermanas Cushing”, en clara referencia a otras ricas herederas que reinaron sobre la sociedad neoyorquina en la época que sucedió al crash bursátil de 1929.


Las chicas Miller el día de la boda de Marie-Chantal (Londres, 1995)

La prensa dijo que las chicas Miller heredarían la tradición de otros iconos de la alta sociedad estadounidense, como Consuelo Vanderbilt o C.Z. Guest, y mientras las tres hermanas eran bombardeadas con invitaciones a bailes y fiestas, los pretendientes empezaron a zumbar alrededor de ellas como moscas sobre la miel. No todos eran del gusto de papá Miller, que se encargó de poner en fuga a los cazafortunas.

Después, los esfuerzos dieron sus frutos: la mayor de las hermanas, Pía Christina, mostró su intención de comprometerse con Christopher Getty, miembro de una de las familias que se incluyen por derecho propio en el Gotha norteamericano, y el noviazgo se hizo oficial sin problemas.

Pia

Pia y Christopher Getty: unión de dos fortunas


Otro tanto ocurrió cuando Alexandra, la menor de las Miller, empezó a salir con Alexander von Fürstenberg, uno de esos príncipes sin corona que hacen las delicias de los norteamericanos ricos. Además de un apellido larguísimo con una antigüedad de siglos, Alexander tenía negocios propios y una saneada cuenta corriente. No había nada que objetar. Alexandra se convertiría en Fürsten von Fürstenberg.

Alexandra

Alex & Alex en sociedad con sus hijos


¿Y Marie Chantal? La mediana de las tres jóvenes, seguramente también la más atractiva, no parecía dispuesta a decidirse por ninguno de los pretendientes que le gustaban a su padre. Las malas lenguas dicen que Miller puso la soltería de su hija en manos de un casamentero profesional, quien se las ingenió para que Marie Chantal fuese emparejada con el príncipe Pablo de Grecia, heredero de la Corona, durante una fiesta en Nueva Orleans.


Marie-Chantal


El flechazo fue inmediato, y Marie Chantal se convirtió en la segunda Miller con título de Alteza. Exudando satisfacción por todos sus poros, el escasamente refinado Miller llegó a decir que estaba dispuesto a emplear todos los medios a su alcance para reinstaurar la monarquía en Grecia y ver a su hija sentada en el trono de la Hélade. De momento, Pablo y Marie Chantal siguen siendo príncipes sin corona, pero se han convertido en reyes de la alta sociedad.




Sus Altezas Reales El Príncipe Heredero de Grecia y su esposa

La princesa, que después de tantos partos sigue manteniendo una figura envidiable, aparece cada año en las listas de mujeres mejor vestidas del mundo, tiene su propia firma de (carísima) ropa infantil y algunos diseñadores se refieren a ella como “la nueva Grace Kelly”. Sus detractores dicen que vive obsesionada por su imagen, que es fría, distante y soberbia, pero otros aseguran que tiene motivos para serlo: es guapa, elegante, joven, está casada con un príncipe… y algún día se repartirá con sus hermanas una herencia que se calcula en más de 1.500 millones de euros.


La familia Miller en pleno en la gran gala pre-boda de Marie-Chantal y Pablo de Grecia (1995)



miércoles, 28 de abril de 2010

Gloria von Thurn und Taxis



Gloria, Princesa von Thurn and Taxis, nació como la Condesa Mariae Gloria Ferdinanda Gerda Charlotte Teutonia Franziska Magarethe Frederike Simone Johanna Joachima Josefine Wilhelmine Huberta von Schönburg zu Glauchau und Waldenburg el 23 de febrero de 1960. Era hija de Joaquín von Schönburg-Glauchau y de Beatriz, Condesa Széchenyi de Sárvár-Felsővidék. Aunque aristócrata, su familia estaba empobrecida y Gloria debió trabajar como camarera antes de su matrimonio con el Príncipe Johannes von Thurn und Taxis, 34 años mayor que ella y heredero del inventor del correo (taxis).

Schlöss Thurn und Taxis, Regensburg


Los Thurn und Taxis provenían del siglo XII e hicieron su fortuna al asegurarse el monopolio postal del Sacro Imperio Romano, una fortuna que, en momentos de su matrimonio, ascendía a los 3 billones netos. El más poderoso terrateniente de Alemania era dueño también de un banco, cervecerías, compañías metalúrgicas, diez palacios y castillos y extensas propiedades en Brasil heredadas de su madre, una infanta de la familia real portuguesa.



La pareja tuvo tres hijos: Maria Theresia Ludovika Klothilde Helene Alexandra (1980), Elisabeth Margarethe Maria Anna Beatriz (1982) y Albert Maria Lamoral Miguel Johannes Gabriel (1983), que sucedería a su padre como Albert II, Príncipe von Thurn und Taxis.




Conocida como la “princesa punk” o la “Princesa TNT (dinamita)”, Gloria fue un ícono en los ’80, sobre todo por su exuberante y derrochadora vida social. Hizo lo que pudo para estar a la altura de la misma: ladrando como un perro en el show de David Letterman, permaneciendo fuera toda la noche con la estrella de rock Prince; siendo atrapada por posesión de hachís -que según ella había sido plantado- en el aeropuerto de Munich. En sus fiestas coincidían Mick Jagger con Adnan Kashoggi y determinados estupefacientes de por medio, así como el millonario Flick, de la Mercedes Benz –que, a la larga, se convertiría en su consuegro-, el león bávaro Franz Josef Strauss, Helmut Kohl e incluso Michael Jackson.





Pero sus travesuras no eran nada en comparación con el comportamiento de su marido, que en su soltería era conocido por su bisexualidad libre y disfrutaba burlándose de la pomposidad. Entre las víctimas de sus insultos y bromas estaban la Princesa Margarita de Gran Bretaña, la anfitriona de Newport Eileen Slocum y el “rey” del estaño boliviano Antenor Patiño.





El príncipe Johannes murió en diciembre de 1990, luego de dos infructuosos transplantes de corazón y dejó deudas por más de $ 500 millones, en su mayoría a raíz de las inversiones imprudentes en bienes raíces en América del Norte. El gasto superfluo debió interrumpirse debido a los impuestos masivos sobre la propiedad que hubo de afrontar su viuda. Sin embargo, Gloria enfrentó el desorden sin dejar de disfrutar de las propiedades familiares así como de sus tres hijos y sus tres sobrinos, hijos de su hermana Maya y Mick Flick, heredero de la Mercedes-Benz. Actuó entonces como regente para su hijo menor de edad, Albert, el nuevo jefe de la Casa, controlando incluso la fortuna familiar.


Con Ivana Trump


Primero anunció que iba a vender una gran parte de la plata y las joyas de la familia. La subasta, celebrada por Sotheby's en Ginebra, recaudó 13.7 millones de dólares. Una segunda subasta organizada por Sotheby's en el castillo de San Emmeram en 1993 obtuvo otros $ 19,3 millones. Gloria pasó el resto de la década encerrada en Regensburg, criando a sus hijos y lidiando en torno a su situación financiera. Vendió las empresas metalúrgicas y el banco, recortó el personal de palacio y renunció a 24 de sus 27 coches. También estudió economía y derecho fiscal con profesores particulares.


Durante este tiempo la princesa también se involucró con la Iglesia Católica. En 1991 hizo su primera visita a Lourdes, donde trabajó como voluntaria con los enfermos y moribundos que van allí esperando una cura milagrosa. En un viaje a Florencia seis años más tarde, se sintió cautivada con Monseñor Michael Schmitz, vicario general del Instituto de Cristo Rey Soberano Padre, una organización católica conservadora dedicada a restaurar la misa en latín. También cultivó una amistad con el cardenal bávaro Josef Ratzinger, una de las figuras más poderosas en el Vaticano.



En 2000 se trasladó a Roma, matriculó al príncipe Albert en una escuela privada allí, y con su buena amiga la princesa italiana Alessandra Borghese comenzó a organizar conciertos litúrgicos en las iglesias, a los que asistía el Cardenal Ratzinger. Gloria se las arregló para que el famoso Coro de Niños de Regensburg, que había sido dirigido por el hermano mayor de Ratzinger -que también es sacerdote-, cantara para el Papa Juan Pablo II en Castel Gandolfo, la residencia veraniega del pontífice. En abril de 2005, cuando Ratzinger se erigió en Benedicto XVI, los alemanes empezaron a referir a la antigua princesa TNT como la mejor amiga del nuevo Sumo Pontífice.

Con Alessandra Borghese

Hoy, la dueña de una de las mayores fortunas de Europa admite haber hecho algunas tonterías en su vida y en su libro «Gloria, die Fürstin», pasa revista, entre otros, a sus años más locos como fille terrible de la alta nobleza europea.





A sus 44 años, la alocada muchacha que heredó al anciano Príncipe necesita sincerarse, y lo hace, confesando, entre otras cosas, que «Mi marido era un hombre que disfrutaba enormemente la libertad sexual». «Como en un cuento con final feliz», Gloria narra su infancia en Somalia, cuenta las «maravillosas» hierbas fumadas en su juventud, recuerda la «sorpresa» de la cocaína, de sus fiestas -«las más divertidas, las de los socialistas»-, hasta caer a los 20 años en brazos de un Príncipe de 54 y su boda, ya embarazada de su primera hija.




También rememora las dificultades posteriores con el Príncipe y las de éste con el alcohol, «un depresivo cínico» pero «encantador», así como su propia evolución -«tras ver las puertas del infierno»-, convirtiéndose en una atenta esposa, una persona llena de fe, madre perfecta de tres hijos y no menos apañada administradora del inmenso imperio heredado y recuperado de manos de unos gestores que temían todo de ella.



2004



Pero ganó, dejó las drogas -«porque alelan»-, batalla ahora al frente de organizaciones pro-vida, contra «la jurisprudencia de que el niño es un perjuicio para una madre», y participó como electora delegada por Baviera ante la asamblea general para elegir al nuevo presidente de la República alemana. «Más que una confesión, es mi cuento», aclara.



2007

martes, 27 de abril de 2010

Bal Oriental



Alexis de Redé fue todo un mito de un París elegante y refinado al extremo, una vida consagrada al placer y a la estética, a los viajes, al coleccionismo y al savoir-vivre, objetivos que encontraban su punto de partida en su propia casa: el primer piso del Hôtel Lambert, en el corazón de la Isla de San Luis. Aquel fue el escenario para el Bal Oriental el 5 de Diciembre de 1969, descripto como una de las fiestas más fantásticas del siglo XX.






Un conjunto de 47 acuarelas realizadas por Catherine y Alexandre Serebriakoff dejaron para la posteridad el acontecimiento. Estos artistas rusos han sido los mejores acuarelistas de interiores debido a su único sentido del detalle, de la luz y del volumen. Esas escenas fueron encuadernadas en terciopelo de seda rojo y protegidas dentro de un cofre, cuya portada fue rebordeada en la India con hilos de oro e incrustaciones de esmeraldas y rubíes.

Llegan Margarita de Dinamarca y su esposo, Henri de Montpezat


Llega el actor francés Jean Claude Brialy

Los Serebriakoff captaron la llegada de los invitados a la Galería de Hércules que había sido transformada en una fantasía oriental por Jean-Francois Daigre, un escenógrafo descubierto por Marie-Hélène de Rothschild. En esas acuarelas quedaron inmortalizados los Rothschild, don Antenor Patiño, la Princesa Margarita de Dinamarca y su esposo, Henri de Montpezat, la Vizcondesa Jacqueline de Ribes, la Duquesa de Cadaval, Madame Pierre Schlumberger, el barón Arnaud de Rosnay, Madame Denise Hale, casada en esos años con el cineasta Vincent Minelli; el barón Gerald de Waldner, Serge Lifar, Aileen Mehle, la columnista que bajo la rúbrica “Susy says…” sigue apareciendo en las paginas del “W”; el Aga Khan IV, la Begum Yvette y la Begum Salima, Salvador Dalí rodeado de toda su comparsa, Valerian Styx-Rybar, los López-Wilshaw y más….hoy casi todos difuntos.




Salvador Dalí y su séquito

Aquella noche cuatrocientos invitados llegaron al Hôtel Lambert. Rédé comenzó los planes para el baile en marzo de 1969, envió las invitaciones en mayo y la cita tuvo lugar en diciembre. Dio comienzo a las diez de la noche y terminó a las cinco de la mañana. Dos elefantes de tamaño natural realizados en papel maché soportando un baldaquín dorado en su dorso recibían a los invitados de cada lado del gran patio del palacio. Al pie de la escalinata se apostaban dos músicos hindúes, un intérprete de cítara vestido en rojo y otro de sari azul turquesa que tocaba los timbales.



Los Barones Guy y Marie-Héléne de Rothschild

A lo largo de las escaleras se colocaron dieciséis gimnastas semidesnudos figurando esclavos nubios que sostenían antorchas encendidas para guiar a los invitados al descanso del primer piso. Allí se iniciaba la fiesta y el anfitrión, vestido de príncipe mongol, en un traje negro diseñado por Pierre Cardin, daba la bienvenida a cada uno de sus invitados. Así eran las fiestas de antes. Cada quien tenía nombre y apellido.


Vizcondesa de Bonchamps y Condesa de Ribes



Príncipe Rupert zu Lowenstein y Madame Graham Mattison



Marie-Héléne de Rothschild con la princesa Margarita de Dinamarca y Henri de Montpezat

La baronesa de Rothschild acudió de bailarina siamesa, Johannes von Thurn und Taxis de húsar y la Vizcondesa de Bonchamps –nacida norteamericana- se vistió de pagoda. Su disfraz fue el más comentado, ya que debió ser llevada en la parte trasera de un camión pues estaba hecho de metal. No pudo sentarse en el camión ni en el baile hasta que se lo quitó. “Tenías que hacer un balance entre disfrutar de la velada o la impresión que querías causar –adujo el Barón de Rédé-. No estoy seguro que ella haya estado bien.”




El Lambert en sí era una fantasía reminiscente de Las Mil y Una Noches. Todo alrededor tenía aroma a jazmín y mirra. La Galería de Hércules estaba llena de turcos, rusos, chinos y japoneses. Turbantes y falsas barbas abundaban. El esposo de Estée Lauder se quejaba de que su bigote de Fu Manchú picó toda la noche. Kenneth J. Lane, el diseñador de joyas, usó un turbante de piel de marta rusa, con colas de lobo que colgaban de él y una enorme capa hecha de zorrino adornado con lobo. Como era una noche cálida, debió haber sufrido un tanto.


Valerian Styx-Rybar y Jean-François Daigre



Serge Lifar y Patricia López-Willshaw



Madame Vincent Minnelli y Madame Jean-Claude Abreu



Esplendor oriental


Un invitado trajo una pantera bebé entre sus brazos. Brigitte Bardot estaba casi desnuda en su disfraz de odalisca excepto por cadenas de monedas que le colgaban por todo el cuerpo y un pequeño chiffon negro, como la reciente viuda Odile Rubirosa, de quien la prensa escribió: “llegó casi desnuda, sus nalgas cubiertas por un poco de malla de plata (con grandes grietas en ella) a través de la cual brillaban los encantos de Odile”. Su atuendo era todo lo audaz que cabía esperar.


La escultural Brigitte Bardot se deja aconsejar por Douce Francois, la confidente de Nureyev

Las Mil y Una Noches


domingo, 25 de abril de 2010

Marella Agnelli



Es imposible pensar en Turín sin pensar en los Agnelli, el rico, poderoso y especulador clan de la FIAT. Y nadie ha personificado la elegancia duradera de tal familia mejor que Marella Agnelli, viuda del igualmente elegante Giovanni (Gianni). En 1953, Richard Avedon recogió un célebre retrato de la princesa mitad americana-mitad napolitana para enfatizar la extraordinaria longitud de lo que el renombrado ilustrador de moda Joe Eula llamó “el más vistoso cuello del mundo”. La Signora Agnelli aparece a medio perfil, completamente regia y con ese cuello de cisne a lo Nefertiti que permite lucir como nadie las gargantillas de diamantes y los jerseys de cuello alto.


Marella Agnelli Caracciolo di Castagneto nació en 1927 en Florencia, en el seno de una antigua familia de la aristocracia napolitana. En su juventud vivió en diversos países debido a que su padre, Filippo Caracciolo, Príncipe di Castagneto y Duque de Melito, era diplomático. La madre, Margaret Clarke, era norteamericana con ascendencia italiana. Marella tuvo una infancia rodeada del mejor arte y con una filosofía basada en la belleza por la belleza, muy hedonista. Su madre le transmitió su pasión por la jardinería, que le ha apasionado desde siempre. Como toda chica de alta sociedad de esa época, tiene su baile de debutantes que ilustra Vogue.

Marella, 1948


En su juventud, luego de haber seguido estudios superiores y conseguido un diploma en Suiza, opta por estudiar en París, asistiendo primero a la Académie des Beaux-Arts y luego a la Académie Julian. Más tarde entra en Vogue como ayudante del gran fotógrafo Erwin Blumenfeld. Que las chicas de alta sociedad entraran a trabajar en revistas de moda no era nada nuevo en aquel entonces, muchas de las mujeres que trabajaron en el Vogue USA durante la era Vreeland o en el Harper's de Carmel eran de familias pudientes.

1949: Vogue registra a Donna Marella Caracciolo di Castegneto, en Gabriellesport, con Madame Edward Behn.

El 19 de noviembre de 1953 Marella se casa con Gianni Agnelli en el castillo de Osthoffen, Estrasburgo, Francia, donde su padre era representante diplomático de Italia en el Consejo de Europa. Ahí se puede considerar el comienzo de la leyenda de ambos. El casamiento le da a Marella la posibilidad de entrar en lo más alto, su vida en esa época es como una foto de Slim Aaron, estadías en Nueva York, Córcega, Capri, Portofino, Roma, París... Muy seguidamente nacen sus dos únicos hijos, Edoardo (1954-2000) y Margherita (1955- ), de los cuales hubo numerosa descendencia.


1953: 19 de noviembre. La Princesa Marella Caracciolo di Castagneto (en su primer Balenciaga), el día de su boda.


El escritor americano Truman Capote queda fascinado con ella y la convierte de inmediato en miembro de su elitista colonia de “cisnes”, todas delgadas como estacas y mujeres de los hombres más poderosos del mundo. Se adoraban mutuamente, Marella dijo de él “Intimé tanto con Truman porque poseía una cualidad muy especial. Observaba a la gente y veía sus puntos débiles; se convirtió en el padre confesor. Yo misma me sorprendí diciéndole cosas que jamás soñé con participarle. Jamás. Esperaba igual que el halcón. Creó una especie de intimidad profunda. Muy honda y muy tierna. …” Comparando a Agnelli con esa otra ave rara, Babe Paley, Capote diría con característica acidez: “Si ambas estuvieran en una vidriera de Tiffany, Marella sería más cara”.


Vestida por Patou, 1956

La Signora Agnelli se codeó con algunas de las figuras más importantes del siglo: JFK y Jackie, Onassis, la princesa Grace, el tout París, Turín, Portofino, Roma y New York. Como todo el que era alguien en el NY de la época, tienen sus correspondientes serigrafías de Warhol; la de Gianni es muy conocida, posando con el cigarro y sus canas. El retrato de Marella tiene mucho rosa y es muy juvenil.


Alta y ágil, con características clásicas, Agnelli era miembro de esa beautiful people que a menudo se encontraba en el Vogue aristocrático y chic de Diana Vreeland, ese grupo tan variopinto de la sociedad internacional de los 50 y 60, en el que se entremezclaban Babe Paley, Lee Radziwill, Gloria Guiness, Jacqueline de Ribes, C.Z Guest, Gore Vidal, Cecil Beaton, Andy Warhol y Richard Avedon. Marella era idolatrada por los fotógrafos; tenía una estructura ósea sin parangón, con una delgadez genética. Henry Clarke la captó in situ a bordo del yate de Gianni en la Côte d’Azur en 1962 y en el palazzo familiar en Turín. Admitida en la Lista Internacional de las Mejor Vestidas en 1963, se convertiría pronto en miembro de su Hall of Fame. Hoy, como ayer, es considerada un ícono del estilo, sobre todo para dictadores de la moda como Valentino y Giorgio Armani.

1962: Marella y la Princesa Pignatelli, en "La Leopolda", uno de los yates de Agnelli, en el puerto de Beaulieu-sur-Mer, Côte d'Azur.


En 1973 emprende la carrera de diseñadora de alta moda, que continúa hoy, especializándose en la realización de diseños para textiles de tapicería con la compañía de Gustav Zumsteg, textiles que serían los favoritos del decorador de sociedad Sister Parish. El éxito en esta carrera le ha merecido en los Estados Unidos el prestigioso premio «Product Design Award of the Resources Council Inc.» conferido en 1977.


El matrimonio Agnelli -ella vestida de Mila Schön-, en el Black-and-White Ball, de Truman Capote, en el Hotel Plaza de Nueva York (28 de noviembre de 1966)


Su pasión por la jardinería la llevó a bogar por la protección de bellísimos jardines en sus residencias Villa Frescot y Villa Perosa, en Turín, y la de Marrakech, en Marruecos. Transformando después su hobby en una profesión, ha realizado diversos libros de jardinería y fotografía, entre los cuales hay dos sobre los oasis de Ninfa, situada en el Complejo di Cisterna di Latina.


Marella en su madurez

Por su gran colección de arte –con obras de Canaletto, Bellotto, Canova, Manet, Renoir, Picasso, Matisse, Severini y Modigliani- los Agnelli han sido un poco los Médicis del siglo XX. Gran parte de estas obras han sido donadas a la Fundación Pinacoteca del Lingotto Giovanni e Marella Agnelli en setiembre de 2002, pocos meses antes de la muerte del Avvocato. La Pinacoteca es una de las principales muestras de arte moderno y clásico italiano y hoy uno de los más importantes centros culturales de la ciudad. Se halla dentro de una especial estructura proyectada por Renzo Piano sobre el techo del edicio del Lingotto, histórica sede de la FIAT.

El Lingotto, Turín

En Italia para el pueblo son supremos. En el 2000, ya comienza el preámbulo de los escándalos. Su hijo Edoardo muere en extrañas circunstancias: su coche se estrella en un puente de Turín. Había sido la oveja descarriada de la familia, tuvo problemas con las drogas y fue desterrado de la FIAT. Aquí hay opiniones encontradas, pues durante un tiempo se rumoreaba si fue suicidio o estaba preparado todo. Tiempo antes había fallecido el sobrino de Gianni, a quien había preparado como heredero.

1989: En la fiesta de cumpleaños de Malcolm Forbes, Tánger, Marruecos


Cuando falleció el patriarca se hizo pública la guerra. En el testamento se estableció a Marella y Margherita como únicas herederas, ambas vendieron sus participaciones y se puso a uno de los hijos de Margherita como presidente. La relación entre todos era caótica, Margherita en un bando y los demás en otro. De quien no se ha sabido una opinión clara es de Marella, se sabe que está con sus nietos pero es la gran desconocida de esta historia.


Marella, 2004

Tras la recuperación de la FIAT, Margherita demandó a su propia madre y a algunos de los hombres que fueron mano derecha de Gianni. Marella intervino en octubre de 2007 enviando un comunicado: "Con su actitud, mi hija demuestra su ingratitud y ofende la respetabilidad de quien siempre ha actuado y actúa pensando en los intereses del grupo Fiat. Lo que ha hecho traiciona la voluntad de mi marido. Me gustaría que la paz volviera a la familia pero lo veo difícil". Tras la muerte de Gianni se había ido a Marrakech, compró la granja de los Hermès y la aclimató a su gusto, haciendo a nuevo casi toda la jardinería en colaboración con Madison Cox.